+ Lo grave, que no hay propuesta ni estrategia para ganar electores
El lugar común, o el análisis simplista, podría llevarnos a calificar el debate entre candidatos a diputados federales por el distrito VIII, realizado la noche del lunes, como un fracaso. Lo fue, sólo en la medida en que los errores técnicos fueron lo más visible de la transmisión. Sin embargo, en el mediano plazo dicho ejercicio será provechoso si los organizadores aprenden de sus errores, y si los partidos y candidatos logran reconocer sus graves inconsistencias frente al público elector (y televidente).
En efecto, aunque tuvo poca difusión previa, este debate tenía varios elementos para despertar expectativas entre el público interesado. Un elemento inicial, radica en que es el primer debate que ocurre en Oaxaca entre candidatos a diputados federales; el segundo, que es el primer debate que ocurre entre aspirantes a un cargo de elección popular en la zona más poblada e influyente políticamente de la entidad; acaso un tercer elemento radica en que, si la memoria no nos falla, este es apenas el tercer debate televisado que ocurre en Oaxaca entre aspirantes a cualquier cargo público.
Es, pues, un ejercicio casi inédito que debe verse no sólo a la luz de sus fallas, sino sobre todo de la oportunidad de que todo mejore. Sin embargo, cualquier posibilidad de evolución tiene que pasar por el reconocimiento y análisis de las fallas que, en este caso, fueron muchas y de diversa índole. Es por eso que vale la pena repasar algunos aspectos de lo que pudimos ver la noche del lunes.
Sin duda, dos cuestiones resaltan por encima de todas las demás. La primera, es que el ayuno de ideas y propuestas que tanto se ha denunciado de los candidatos y partidos en campaña, ahí quedó demostrado. La segunda, que es concomitante a la primera, radica en que este primer debate demostró que los candidatos no sólo no están preparados para competir en el terreno de la propuesta y la construcción de una agenda legislativa, sino que tampoco están preparados para realizar un trabajo competente de imagen frente a los electores. Si vemos el debate en ese contexto —y al margen de las múltiples fallas técnicas y de preparación que corrieron a cargo de los organizadores— habremos de entender la trascendencia del ejercicio.
El primero de esos factores quedó claro cuando ninguno de los candidatos tuvo capacidad de articular una sola propuesta seria, relacionada con las funciones constitucionales de un diputado federal. En otras palabras, que al prepararse para este debate, ninguno de los candidatos tuvo la consideración de leer en la Constitución, qué atribuciones tiene un diputado, cuáles son los alcances de su función, y en qué tareas puede intervenir. Por eso hubo candidatos a diputados federales que se dedicaron a hacer propuestas disparatadas, que confundieron el programa de acción de su partido con la agenda legislativa, o que se limitaron a hablar de gestión social, como si fueran luchadores sociales o como si aspiraran a ser servidores públicos y no representantes populares.
En el segundo de los aspectos —el de la imagen y la estrategia para acudir a un debate—, quedó claro que los candidatos tampoco tuvieron noción de lo que debieron hacer. ¿De qué hablamos? De que un ejercicio político como un debate es, para cuestiones prácticas, como un juego de ajedrez en el que cada uno de los participantes lleva preparada una estrategia de conservación, de defensa, de ataque y de recuperación —e incluso de una contención de crisis en medio del encuentro—, según fuera el caso.
Este debate demostró que los aspirantes a la diputación federal por el distrito 08 son francos amateurs en esas tareas, y que su preparación se limitó a preparar tarjetas que enumeraran sus logros anteriores, sus gestiones como funcionarios o como diputados, sus eslóganes de campaña, y antecedentes generales. Ninguno tuvo el tino de prepararse estratégicamente para el debate, ni de leer y prever los posibles escenarios de discusión entre todos los candidatos, para tratar de aprovechar esa circunstancia y salir lo mejor librado posible.
No hubo tal, y por eso más que un debate, este ejercicio pareció una aburrida pasarela en la que nadie confrontó ideas con nadie, todos dijeron lo que quisieron, se atacaron y defendieron en sus personas y no en sus proyectos e ideas, y finalmente fueron dos horas de un intercambio pobre que bajo ninguna circunstancia habría podido ser calificado como un verdadero debate.
OTROS ERRORES
Como dicen que en política el fondo es forma, no habría que perder muchos detalles que parecieron intrascendentes para los candidatos, pero que son notables a la hora de evaluar un ejercicio como éste.
Por ejemplo, ninguno de los aspirantes demostró haber tenido una preparación previa en cuanto a su discurso, mensaje, ideas e incluso su apariencia. Por eso se pudo ver desde el inicio que había candidatos que parecían estar fuera del set de grabación (porque las mamparas y los logos del INE no los cubrían), y que nadie tuvo el tino de hacer notar que visualmente eso ponía en desventaja a unos sobre otros, y que ese debió ser una cuestión que generara protestas. Sin embargo, como ninguno de los candidatos iba preparado para eso, nadie lo notó, nadie protestó, y con la persistencia de esos errores transcurrió toda la transmisión.
Hubo otros menos visibles, pero igualmente trascendentes. Ninguno de los candidatos tuvo una preparación previa para evitar los tics nerviosos (como el de la Candidata del Panal); nadie se preparó para no titubear o parecer demasiado nervioso a la hora de hablar; varios de los candidatos no repararon en que iban vestidos de una forma inadecuada para una transmisión de ese tipo; e incluso, no repararon en la necesidad de no incurrir en frases comunes, como la que dijo el Candidato del PVEM, Miguel Ángel Morales, quien señaló que los indígenas “a veces son tanto o más lúcidos que nosotros los letrados”, como si la lucidez fuera exclusiva de quienes sí tienen formación académica, y los indígenas sólo lo fueran por momentos.
FRACASO RELATIVO
Este ejercicio debe servir como un repaso para evitar errores en el futuro. Si los candidatos y los partidos actúan con inteligencia, tendrían que repasarlo y analizarlo. Si caen en el simplismo, entonces dirán —como lo hacen hoy muchos— que fue un fracaso. Sí, tiene muchísimo que mejorar; pero puede pasar cualquier otra cosa menos cancelar esfuerzos como éste.