+ Esperar tuvo costo altísimo; SSO, un desastre lleno de corrupción
Por lo menos desde hace 18 meses, por negligente Germán Tenorio Vasconcelos debió dejar de ser titular de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO). En aquel entonces nadie consideró la urgencia de su dimisión. Por eso, ahora que su ya no sólo se le acusa de negligente, sino de posibles actos de corrupción, valdría la pena que el gobierno estatal asumiera plenamente la responsabilidad social, moral, jurídica y política de aclarar voluntariamente las cuentas de ese funcionario y, de ser necesario, sancionarlo ejemplarmente.
En efecto, a lo largo de varias ediciones, TIEMPO ha documentado ampliamente el presunto enriquecimiento ilegítimo en que ha incurrido el ahora ex Secretario de Salud de la entidad. Hace algunas semanas documentó —y Germán Tenorio nunca hizo puntualización alguna a las publicaciones— la construcción de una lujosa mansión por parte del funcionario en un exclusivo fraccionamiento del norte de la capital oaxaqueña; en días recientes dio cuenta de información relacionada con la compra de una aeronave por parte de una empresa de la que presuntamente Tenorio Vasconcelos es socio, durante el tiempo en el que éste se desempeñaba como funcionario de la administración estatal.
Esto, además de la revelación de que Germán Tenorio Vasconcelos había contratado a su propia hija, Daniela Tenorio Bernal, como empleada de la Secretaría de Salud, la cual aparecía en la nómina de la dependencia —cuya copia fue exhibida por TIEMPO— ocupando una plaza federal de las consideradas “confidenciales” debido a los altos ingresos que percibe y que únicamente el Titular de la dependencia está facultado a otorgar.
Todo esto, ocurrió en el contexto del misterioso homicidio del ex encargado administrativo de la dependencia durante la gestión de Tenorio, Rafael Pérez Gavilán, quien semanas antes de ser asesinado había dejado la dependencia y, presuntamente, habría sido uno de los principales testigos —y, voluntario o no, cómplice— de posibles desvíos de recursos de la dependencia. Y el remate de esta historia de problemas está en que mientras todo eso ocurrió, en los SSO ocurrieron por lo menos tres paros de labores a través de los cuales los propios trabajadores protestaron por la precarización de sus condiciones de trabajo y de servicio al público usuario.
Esta historia de corrupción, resulta tener incontables antecedentes en las negligencias que malamente el Ejecutivo estatal le perdonó a Germán Tenorio Vasconcelos, cuando cualquiera de éstas, una por una, ameritaban su cese fulminante. La madrugada del 2 de octubre de 2013, la indígena mazateca Irma López Aurelio dio a luz a su hijo en el jardín del Centro de Salud de la población de Jalapa de Díaz. Según la versión de la propia afectada, los médicos la valoraron pero, pese a lo avanzado del proceso, nadie la ingresó ni la atendió al centro hospitalario.
La mujer se vio obligada a salir del hospital para tener a su hijo sin ayuda, lo cual ocurrió en un césped, sin ningún tipo de medida de salubridad y sólo observada ante la mirada atónita de los demás pacientes y familiares de enfermos que también esperaban a que el Centro de Salud abriera sus puertas. El personal del centro de salud solo actuó una vez que supo, a través de alguno de las personas que atestiguaron la escena, que el niño había nacido y que yacía sobre la hierba, todavía unido a su madre por el cordón umbilical. El pequeño pesó 2,400 kilogramos y se encuentra en buen estado de salud.
Un testigo tomó una fotografía con su celular en el momento exacto en el que la mujer acababa de expulsar al menor de sus entrañas. Y fue por eso que la historia fue conocida a nivel nacional e internacional, y el señalamiento de la falta de atención médica, corroborada con el poder de una sola imagen.
MÁS NEGLIGENCIAS
La noche del pasado 26 de enero de 2014, la joven Nancy Salgado López dio a luz a una niña en una banqueta adyacente al Hospital Regional “Pilar Sánchez Villavicencio” ubicado en la Ciudad de Huajuapan de León. Según las notas periodísticas publicadas en los últimos días, la paciente llegó oportunamente a las instalaciones médicas acompañada de su marido, pero luego de ninguna de las varias auscultaciones que le realizaron médicos de guardia, fue admitida en el hospital para continuar con el trabajo de parto.
La última revisión ginecológica, dice la información, le fue practicada alrededor de las 22 horas del domingo, y minutos después, cuando se encontraba de nuevo en la calle, su marido avisó a los guardias de seguridad del hospital que a la joven mujer se le había roto la fuente, y que era necesaria atención médica inmediata. La revisaron de nuevo, y el médico de guardia volvió a decirle que aún no sería admitida, pues faltaban varias horas para el nacimiento de la creatura. Quince minutos después, dio a luz en una banqueta del hospital.
La versión oficial, y las supuestas sanciones, fueron previsibles en ese contexto en el que la negligencia no era importante para el gobierno estatal. Los SSO reaccionaron asegurando que el director del hospital fue cesado de forma fulminante por la negligencia médica. Como tratando de ocultar lo evidente, la jefa de la jurisdicción sanitaria 05, Itayetzin Medina Hernández, prefirió acusar que “pseudo periodistas que se encontraban en el lugar originaron la controversia”, antes que reconocer que en sí mismo un hecho como éste constituye no sólo una violación a los derechos fundamentales de la madre y la menor, sino una auténtica burla para toda la ciudadanía.
¿CÓMO VAN A REPARAR
EL DESASTRE DE LOS SSO?
Si un solo caso de negligencia como éstos hubiera ocurrido en otro país, las medidas que se hubieran tomado para remediarlo hubieran pasado no sólo por la destitución de toda la cadena de mando que permitió o que provocó la situación, sino también por el establecimiento de nuevas medidas, de Estado, para evitar que la vida y la integridad de las personas pudieran volver a ser vulnerados por una posible repetición de este tipo de hechos. Sólo que ahora resultaría tan importante preguntarle al gobierno de Oaxaca qué hará para evitar no sólo que vuelvan a ocurrir casos de negligencia, sino de galopante corrupción en los SSO. Al menos los dos últimos titulares de esa dependencia han dejado el cargo convertidos en magnates. ¿No es tiempo ya de frenar esta abominable proclividad al enriquecimiento y la corrupción a costa de la salud de los oaxaqueños más desprotegidos?