Abraham Martínez, ¿hasta cuándo será el dueño de la UABJO?

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UABJO

 

+ Imponer a Reynel significará el fin de su cacicazgo universitario


 

Es una paradoja que una universidad aparentemente democrática como la UABJO, tenga un dueño absoluto en la persona del ex rector Abraham Martínez Alavés. Éste, que ha sido un cacique universitario desde hace varias décadas, en los últimos doce años ha demostrado una capacidad aparentemente inagotable de poner rectores. Lleva tres al hilo. Y la corona de su nepotismo es su hijo, el ahora rector, Eduardo Martínez Helmes. ¿Podrá Abraham Martínez repetir su hazaña por cuarta ocasión consecutiva?

En efecto, lo que ocurre en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca es sintomático de los cacicazgos que ahogan a Oaxaca. Desde hace décadas, Abraham Martínez Alavés ha sido un personaje determinante en la política universitaria, pero con el inicio del nuevo siglo encumbró su poder encumbrando a tres rectores consecutivamente. Martínez fue quien en 2004 marcó la ruta para que un deslucido candidato a Rector, proveniente de la escuela de contaduría, fuera rector. Ese personaje era Francisco Martínez Neri, quien a pesar de haber iniciado su campaña a la rectoría con 40 personas, en el camino se encontró con la coyuntura de la disputa por el poder universitario entre los viejos cacicazgos, pero sobre todo con la decisión de cortar el ascenso de Leticia Mendoza Toro, la viuda de otro líder universitario, Nahúm Carreño Vásquez, muerto una década atrás en la explanada de la rectoría, en Ciudad Universitaria.

Francisco Martínez Neri comenzó siendo un rector ninguneado por el poder de Abraham Martínez, hasta que intentó sacudírselo. No lo logró, gracias al control y a las parcelas que el ex Rector había creado al amparo del poder justamente para ungir a Neri. Ambos se distanciaron. Sólo que Martínez Alavés mantuvo los principales cotos de porrismo y votos (las escuelas preparatorias, que entonces eran muy numerosas, junto con algunas facultades grandes como la de Derecho), y por esa razón pudo imponer a Rafael Torres Valdés como rector, a pesar de haber luchado contra una alianza política en la que iban juntos el rector Martínez Neri, y los grupos —ahora divididos— del STEUABJO, con la ex rectora Mendoza Toro a la cabeza.

Durante todo ese tiempo, Abraham Martínez Alavés mantuvo dos posiciones clave para la política universitaria: a su hijo Abraham como director de redes y sistemas de la Universidad; y a Eduardo, como secretario Particular del Rector en turno. Con esos dos elementos mantenía buena parte del control que necesitaba. Con Eduardo tenía perfectamente controlada la política interna universitaria; y con Abraham mantenía a salvo el control y la permanencia de los grupos que, al margen de su desempeño académico, indefinidamente podían seguir siendo parte de la Universidad al mantenerles su registro y vigencia de derechos como alumnos. A la par de ello, esas dos vías de control —sumadas a una pléyade de funcionarios nombrados directamente por Alavés, como un rector de facto durante 12 años— le permitieron poner a un tercer rector. Martínez Alavés no tuvo empacho en enviar a Eduardo como candidato. Y ganó.

Esto ha significado la gloria y el infierno del clan Martínez Helmes, en la que Abraham Martínez Alavés ha fungido como un verdadero paterfamilias decidiendo la sucesión del poder en base a sus intereses. La gloria porque aún cuando el ex Rector ha sido una de las figuras de poder más determinantes en las últimas tres décadas en la UABJO, en los últimos doce años ha vivido su mejor época como cacique universitario.

Pero su infierno, porque ese mismo empecinamiento por el poder cortó la cadena natural de relevo en los liderazgos universitarios. Es eso, y no la suerte, lo que hoy en día ya no garantiza que Martínez Alavés gane, por cuarta ocasión consecutiva, la rectoría universitaria.

 

DEGRADACIÓN UNIVERSITARIA

Cuando Abraham Martínez Alavés decidió que su propio hijo fuera candidato a Rector, propios y extraños se ofuscaron con esa demostración de fuerza, que para él era natural: siendo Martínez Alavés dueño de la Universidad, lo predecible era que decidiera la sucesión del poder a través de una demostración de fuerza, liderazgo y control. Eso pasó con Eduardo Martínez, que a pesar de todos los cuestionamientos, es un personaje que sabe que la estabilidad de su poder está en el control interno del que él es cancerbero.

El problema es la sucesión. Abraham Martínez ya parece haberse decidido por el gris y cuestionado director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Reynel Vásquez Zárate. Éste es un personaje surgido no de las filas políticas, sino de las incondicionalidades, de Abraham Martínez Alavés. Gracias a su control político, lo impuso como director de la Facultad de Derecho pasando por encima de varios liderazgos naturales.

Y según parece, está decidido a impulsarlo como su candidato a Rector. ¿Cuál es el problema? Que al igual que con Eduardo, a Reynel se le acusa de porro, de extensión de Abraham, y de obedecer ciegamente sus designios. ¿Cuál es la diferencia? Que Reynel no se apellida Martínez Helmes, y que aún cuando parece ser el espécimen mejor acabado de la cantera abrahamista, no es reconocido sino como un simple alfil del ex Rector, manejador de porros, y administrador de la Facultad de Derecho, pero que no tiene capacidad política alguna y que, en esencia, no es sino un ejecutor de la política universitaria que ha mantenido el poder en los últimos años.

¿Cuál es el escenario? Martínez Alavés va a utilizar su control universitario para preservar el poder. De eso no queda duda. El problema es que el liderazgo que impulsa está lejos de ser una figura capaz de sostener el poder que pretenden entregarle. Quizá tenga mejores cuadros, pero Abraham prefiere la incondicionalidad aunque ésta lo lleve a la ignominia. Así es el poder universitario. Aunque en la coyuntura de la sucesión gubernamental en la entidad, no haya nada escrito, ni escenario previsto, que le garantice seguir siendo el dueño de la UABJO por cuatro años más

 

SIN FUTURO

Hace dos años, el 17 de diciembre de 2013 aquí escribimos: “ninguno de ellos (los integrantes del grupo de Abraham Martínez) se ha puesto a pensar qué hará Eduardo Martínez Helmes en unos años, cuando luego de ser Rector no pueda regresar a la Secretaría Particular para seguir ejerciendo el poder que hasta ahora vigila y ejerce. ¿Qué hará su grupo político con él? ¿Y qué será él en realidad para el grupo que lo ha llevado hasta donde está?” Esa interrogante sigue vigente.

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