+ Urgente, rescatar la cultura del Estado y para comunidades
El pasado viernes se anunció el nombramiento de Alonso Aguilar como titular de la Secretaría de Culturas y Artes de Oaxaca (Seculta). Ojalá que este nombramiento sirva no para dar continuidad “a la hoja de ruta trazada”, sino para verdaderamente replantear la política cultural del Estado. A la Seculta le urge alejarse de la frivolidad y el oropel, y voltear al rescate de los elementos que permiten a la población acceder a los recursos culturales más simples, que hoy están olvidados.
En efecto, desde hace tiempo la política cultural del Estado ha tenido un único enfoque: secundar las acciones culturales que se promueven desde los espacios privados, y ser un coadyuvante de los proyectos de otros. En ese contexto, hemos visto cómo desde los tiempos de Andrés Webster al frente de la entonces Secretaría de Cultura —convertida en Seculta en la presente administración— los esfuerzos y los recursos de la dependencia han sido concentrados en fungir como comparsa de los proyectos que se promueven desde distintas asociaciones privadas, dejando con ello descobijados los rubros culturales que debieran estar a cargo del Estado.
Y es que resulta paradójico, pero varias de esas fundaciones culturales privadas tienen respaldo de capitales inmensos (Banamex, mecenas culturales, Grupo Salinas, etcétera), y sin embargo cada que realizan una actividad importante, piden apoyo económico de los gobiernos estatales para que éstos corran con algunos de los gastos más fuertes. En ese contexto, el gobierno estatal invierte anualmente grandes cantidades de dinero en la realización de conciertos como el de la Orquesta Esperanza Azteca, en el que el Estado paga viáticos, insumos, salarios y mobiliario para ese evento, que sirve para el lucimiento del Grupo Salinas en la Ciudad de México.
Mientras casos como esos ocurren reiteradamente a lo largo del año, hay otras cuestiones que se encuentran en el olvido. Podemos citar, por ejemplo, los bajísimos apoyos económicos que el Estado brinda a las casas de cultura y las casas de pueblo que existen en los municipios de la entidad. Es discretísimo el apoyo que el gobierno estatal le brinda a esos espacios (quizá hoy los recursos que la Seculta da para esos espacios, sirva únicamente para cubrir el gasto de energía eléctrica), que desde hace años no tienen un impulso vigoroso (en mobiliario, libros, música, capacitación o infraestructura digna) para que la gente de las poblaciones esté en posibilidad de acceder al sencillo recurso cultural, de poder acudir a un espacio en el que encuentre cultura y pueda disfrutar decorosamente de ella.
Si en ese rubro existe un problema importante, que no ha sido atendido por ninguno de los titulares de Seculta en los últimos tiempos, hay otras cuestiones más en las que Aguilar Orihuela tendría que tendría que preocuparse, como lo es la situación de las instituciones musicales.
Hace apenas tres meses, la histórica Banda de Música del Estado se dolía por haber sido desalojada de las instalaciones que ocupaban para sus ensayos, y que resultó que no sólo no era un espacio del gobierno estatal, sino que además la Secretaría de Cultura nunca se había preocupado por brindarle a la Banda de Música un espacio propio para la realización de sus ensayos y actividades cotidianas, y tampoco se hacía responsable (en pago de algún tipo de arrendamiento o mantenimiento) del salón que ocupaban dentro de la CNOP.
MÁS FALTANTES
Acaso, el problema de la Banda de Música del Estado es el menos grave frente a los que enfrentan otras instituciones musicales del gobierno estatal. La Orquesta Sinfónica de Oaxaca (OSO) recientemente vivió una crisis, que estalló no únicamente por la inconformidad de sus integrantes en contra del defenestrado director Javier García Vigil, sino por el hecho de que es una agrupación musical que está al garete, y en el olvido.
La OSO vive una situación crítica que toca diversas barandas. Desde hace años es una agrupación incompleta, que además no tiene más agenda ni proyecto cultural que las ocurrencias de los funcionarios que intervienen en su manejo. Una de las cuestiones por las que se quejaban los músicos era justamente que García Vigil no había rendido cuentas de diversas presentaciones realizadas en los últimos años, por las que presuntamente habría cobrado.
Más allá de si hubo o no dinero de por medio no reportado a la dependencia por algunas presentaciones musicales, lo que queda claro es que, por ejemplo, la OSO es una agrupación sin proyecto que bien podría haber servido a los intereses o conveniencias de Javier García Vigil, pero también del Secretario de Cultura en turno, o de quien fuera lo suficientemente influyente dentro del gobierno como para influir en su agenda de presentaciones.
Por eso no era raro ver a la Sinfónica amenizando eventos sociales, o presentarse en actividades sociales o políticas de municipios en las que —por quedar bien o hasta por demostrar magnanimidad— algún funcionario lograba que la OSO acudiera a realizar la presentación, o esporádicas presentaciones en foros culturales que en realidad sólo han servido para justificar su existencia. Esto revela que la política cultural no incluye a la OSO, y que como al Estado no le interesa su existencia, tampoco la realza ni la incluye, y sólo utiliza esa institución cultural como un lujo a medias, porque la OSO hoy en día ni siquiera cuenta con todos los integrantes que requiera una orquesta de ese tipo.
Además de todo eso, habría que preguntarse qué pasó con la construcción del CIMO, qué planes hay para recuperar el sistema de cultura estatal, que hoy está devastado, o qué más se tiene en mente para verdaderamente llevar a la población de las comunidades oaxaqueñas, todos aquellos elementos culturales que no le interesan a las fundaciones privadas y que son justamente la razón de la existencia de un sistema institucional de cultura. Ojalá que Alonso Aguilar tenga iniciativa y disposición para involucrarse en algunos de esos temas, y no vaya a la Seculta —como sus antecesores— únicamente a dejarse llevar por la inercia nociva que la domina desde hace varios años.
CUENTA REGRESIVA
La crisis magisterial apunta al 1 de junio. Ese día buscarán estallar el paro indefinido de labores, que afectaría marginalmente a Oaxaca si llevan sus acciones a la capital del país. Ahí se verá qué tanto inciden Oaxaca y el gobierno federal en esa negociación.