Oaxaca de Juárez: la otra pugna entre fuerzas políticas

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Triunfo tricolor en capital: punto que genera más dudas

Hasta hoy, parece en realidad poco lo que se ha considerado respecto a la concurrencia de los comicios estatales de julio próximo. Junto con la competencia política por la gubernatura, se librarán también sendas batallas por las presidencias municipales y las diputaciones locales. Puede preverse que cada escenario tendrá sus propias particularidades. Y, en esto, Oaxaca de Juárez habrá de ser la pauta de esa otra guerra electoral de la que hasta hoy se ha dicho muy poco.

La capital oaxaqueña ha sido, quizá, el territorio más disputado por los partidos políticos en los procesos electorales. En un periodo de menos de 15 años, el gobierno municipal ha estado en manos de tres fuerzas políticas distintas (Partido Acción Nacional, Convergencia, y Revolucionario Institucional) que, sin embargo, han carecido de la consistencia necesaria para afianzarse como predominantes en la demarcación.

En efecto, en 1996 el candidato panista Pablo Arnaud Carreño obtuvo uno de los primeros triunfos realmente importantes para la oposición, al arrebatarle el gobierno de la ciudad al PRI, que entonces había postulado a David Palacios García. Tres años después, y gracias a una imagen favorable que había trabajado la primera administración municipal de alternancia, el panismo repitió la fórmula al postular al locutor Alberto Rodríguez González.

No obstante, hubo diferencias notables entre el gobierno de Arnaud Carreño y el del llamado “Güero” Rodríguez. Mientras el primero era un citadino de cepa que supo explotar con inteligencia su imagen de opositor que, al llegar al poder, pretendía hacer ver que se podía hacer más por la ciudad de lo que hacían los priistas, Rodríguez marcó una administración plagada por la improvisación y las frivolidades. Ello, combinado con las intrigas que se gestaron en su contra desde el gobierno estatal priista, y el pésimo manejo que el entonces Edil hizo de ellos, lo llevaron a ni siquiera concluir su trienio.

Sin embargo, en los comicios de 2001 las cosas salieron mal al PRI y al PAN. Los priistas, que habían postulado a Javier Villacaña Jiménez, consideraron que sería posible capitalizar los numerosos errores cometidos por el gobierno panista saliente, para retomar el poder luego de seis años que éste permaneció en manos de la oposición.

Los panistas impulsaron a Miguel Ángel Guerrero Gutiérrez, quien poco tenía que hacer ante el desorden que había dejado la administración municipal a la que él perteneció y que ahora pretendía encabezar. Al paso salió el ex priista, y entonces neo convergente, Gabino Cué Monteagudo, quien gracias al respaldo —y la operación electoral y económica— de un importante grupo de priistas no identificados con el entonces gobernador José Murat, venció a Villacaña de manera contundente.

A Gabino Cué, la alcaldía citadina —y un marcado discurso anti oficialista que, en realidad, poco se tradujo en hechos y formas de gobierno distintas a las que tanto criticaba— le fue suficiente para catapultarse como candidato a la gubernatura en 2004. Así lo hizo, y estuvo a muy poco de obtener el triunfo. Sin embargo, una vez derrotado, su partido no pudo conjuntar los elementos necesarios para retener el gobierno de la ciudad. Esa derrota opositora se repitió tres años después, en 2007. ¿Cuál fue el factor definitorio de esas victorias y esas derrotas?

DIVIDE Y VENCERÁS

El PRI ganó los comicios municipales de 2004, impulsando a Jesús Ángel Díaz Ortega. Dicho personaje se alzó con el triunfo, no por contar con un trabajo político sólido ni por tener una imagen política envidiable: su triunfo se logró gracias al trabajo eficiente de la estructura electoral priista, pero sobre todo por la fragmentación de la oposición. Si analizamos a detalle, esa es la causa no sólo del triunfo priista en el municipio citadino en 2004, sino también de la repetición de la victoria tres años después, cuando postularon a José Antonio Hernández Fraguas.

Quizá a algunos les escape a la memoria. Pero en 2004, el priista Díaz Ortega compitió en un escenario mucho más favorable que el habido apenas unos meses atrás en la elección de Gobernador. Cuando ocurrió ésta, todos los partidos de oposición habían participado en Coalición. Pero una vez pasado ese proceso electoral e iniciado el municipal, los partidos opositores (PAN, PRD y Convergencia) hicieron públicas sus diferencias y agravios, y todos decidieron participar por separado.

La división de fuerzas, no llevó a la oposición más que a la derrota. Díaz Ortega ganó por un margen de votación apenas superior a lo obtenido, cada uno por separado, por el convergente Alberto Esteva Salinas y por el panista Pablo Arnaud Carreño. Si las fuerzas opositoras hubieran acudido a los comicios en coalición, fácilmente habrían arrasado al priismo.

Eso mismo ocurrió tres años después. La administración municipal del priista Díaz Ortega estuvo marcada por el desaseo evidente, en temas tan importantes como el de la instalación de parquímetros en el primer cuadro de la ciudad, y por una falta de compromiso del entonces edil Díaz con sus responsabilidades, que quedó manifestada en el total abandono (hasta físico) en que éste dejó a la capital oaxaqueña durante los meses que duró la fase violenta del conflicto magisterial y popular, ocurrido en 2006.

Sin embargo, en los comicios de 2007 el PRI nuevamente salió triunfador. Hernández Fraguas pudo combinar a la perfección tanto la pulcritud de su imagen como político de arraigo en la capital, como las desavenencias de la oposición. Ni el panista Guillermo Zavaleta ni el perredista Lenin López Nelio, tuvieron la capacidad de igualar al entonces convergente Humberto López Lena, que hizo una campaña basada en sus radiodifusoras.

Éste último, fue quien finalmente dio la batalla por el triunfo al priista Hernández, aunque no con el suficiente sustento como para ganarle. De nuevo, si la oposición hubiera ido junta, habría arrasado al priismo. No fue así. Pero ello tampoco significa que los tricolores tengan, para los comicios municipales de este año, el triunfo en la bolsa.

RIESGOS IMPORTANTES

Por primera vez, los comicios estatales y municipales serán concurrentes. Los dos triunfos priistas consecutivos no equivalen a que la capital está pintada de rojo. Y si los partidos de oposición van juntos de nuevo, ¿el PRI optará por jugar un auténtico “volado” postulando a personas sin trabajo político por la ciudad, sin arraigo y sin posibilidades potenciales de triunfo? Deberían pensarlo dos veces. Para no engañarse. Y para no dar las pautas de su propia derrota.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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