+ Apostó por empecinamiento, no por la preservación
Abraham Martínez Alavés ha detentado en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, un poder tal como si fuera dueño de la misma. Su capacidad política y el control que tiene sobre ciertas escuelas y facultades de la Universidad, le ha permitido impulsar a tres rectores consecutivos. Sin embargo, de cara a la nueva sucesión universitaria, parece que su ambición por mantener el control y la subordinación de la autoridad universitaria en turno, por encima de cualquier otra circunstancia, están a punto de llevarlo al fin de su “reinado”.
En efecto, dentro de la UABJO el poder de Martínez Alavés es bien conocido, y se corrobora con el hecho de que tanto Francisco Martínez Neri y Rafael Torres Valdés llegaron sucesivamente a la rectoría, gracias al férreo control que el también ex rector ejerce sobre las escuelas y facultades que aglutinan buena parte de la votación más copiosa en la universidad.
De hecho, a pesar de que ya estando en el poder Martínez Neri intentó rebelarse a los designios de Martínez Alavés, éste último logró imponer cómodamente al sucesor de Neri en la persona de Torres Valdés. Éste último decidió no enfrentar a Martínez Alavés, y éste llevó su poder al extremo de la ignominia al decidir la postulación de su propio hijo, Eduardo Martínez Helmes, como el candidato de su grupo a la rectoría. La historia es bien conocida: Helmes brincó de la Secretaría Particular, a la Rectoría, en una carrera meteórica que no reflejaba más activos que el de ser una persona dedicada a su trabajo administrativo, y —sobre todo— el de ser hijo de Abraham Martínez Alavés.
De hecho, el rectorado de Martínez Helmes fue algo así como la joya de la corona del poder del sempiterno Abraham Martínez, que por varios lustros ha tenido el control político universitario gracias a posiciones estratégicas como la hegemonía en la Facultad de Derecho, un sector importante de la Facultad de Ciencias Administrativas, y algunas escuelas preparatorias, que aunque en otro tiempo fueron semilleros de votos hoy son víctimas de su propio desprestigio, al presentar un importante déficit de población escolar activa.
Así, frente a todo ese poder acumulado, y de cara al final del rectorado de su hijo, la pregunta actual que ronda al ex rector Martínez Alavés, es qué hacer con ese poder. La respuesta podría girar en dos vías posibles: la primera: generar una sucesión universitaria con un candidato fuerte y acreditado, que pudiera legitimar la hegemonía de ese grupo y le diera viabilidad en el mediano plazo; la segunda: impulsar a un incondicional independientemente de su presencia y prestigio, para que así garantizara una continuidad cómoda y la persistencia en el manejo de los recursos —económicos y políticos— de la Universidad, para beneficio de su grupo.
Evidentemente, la primera de las posibilidades implicaría el riesgo de que ese nuevo liderazgo, fuerte, iniciara el proceso de disolución del poder del ex rector Martínez Alavés —que además de ser un hombre de edad avanzada, no ha podido nutrir el liderazgo material de sus hijos, incluso el que ahora es rector— y consumara el conocido y recurrente “parricidio” que no es raro en este tipo de casos. La segunda posibilidad implica la posibilidad de que el impulso de un liderazgo débil genere sinergias entre los demás grupos adversarios, y terminen uniéndose para tratar de derrocar a este añejo colocador de rectores.
IMPULSAR A UN PORRO
La decisión ya se veía venir, y aquí la apuntamos a principios de diciembre: Abraham Martínez ya parece haberse decidido por el gris y cuestionado director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Reynel Vásquez Zárate. Éste es un personaje surgido no de las filas políticas, sino de las incondicionalidades, de Abraham Martínez Alavés. Gracias a su control político, lo impuso como director de la Facultad de Derecho pasando por encima de varios liderazgos naturales.
Y según parece, está decidido a impulsarlo como su candidato a Rector. ¿Cuál es el problema? Que al igual que con Eduardo Martínez Helmes, a Reynel se le acusa de porro, de extensión de Abraham, y de obedecer ciegamente sus designios. ¿Cuál es la diferencia? Que Reynel no se apellida Martínez Helmes, y que aún cuando parece ser el espécimen mejor acabado de la cantera abrahamista, no es reconocido sino como un simple alfil del ex Rector, manejador de porros, y administrador de la Facultad de Derecho, pero que no tiene capacidad política alguna y que, en esencia, no es sino un ejecutor de la política universitaria que ha mantenido el poder en los últimos años (Al Margen 01.12.2015).
Si todo eso ya es un problema, hoy está a punto de hacer crisis otro de los añejos cotos de poder de los Martínez: el sistema informático que controla la vida académica universitaria. Éste se encuentra, desde hace más de diez años, en poder del otro vástago de Abraham Martínez, su homónimo, que es quien respalda el control porril que hoy resulta ya escandaloso en facultades como la de Derecho, en donde el tráfico, venta y condicionamiento de calificaciones es tal que ya se perdió el pudor del disimulo, y hoy con toda claridad significa un instrumento de dominación propio de los tiempos electorales, para los que necesitan el semillero de votos.
Esa situación es también inocultable e inaceptable, incluso para los que no veían mal que un liderazgo fuerte mantuviera el orden universitario, pero que hoy ven a ese liderazgo volcado completamente en el empecinamiento de mantener su control a costo del ya degradado prestigio universitario, y sin reparar en el enorme costo que ello le genera no a su grupo sino a la imagen y el futuro de la universidad.
Al final, parece que diversos grupos importantes buscarán la posibilidad de aglutinarse en algún otro liderazgo. Aprovecharán el agotamiento natural de Martínez Alavés (por su edad) y de su grupo político (por el desgaste de llevar tres rectores al hilo), así como el hecho de que su candidato (Reynel Vásquez Zárate) es un impresentable de magnitudes monumentales dentro y fuera de la Universidad. Por eso, es muy probable que no haya un cuarto Rector del cuño abrahamista. Pronto lo veremos.
¡QUÉ DESCUBRIMIENTO!
Es una sinvergüenzada que ahora que llegará el Papa Francisco a la frontera sur, muchos se ofusquen por los horrores que ahí ocurren con los migrantes que vienen de Centroamérica y que pretenden llegar a Estados Unidos. Eso siempre ha estado ahí. No lo ha visto, sólo quien no ha querido. Patético.