Al CEN del PRI su pasado reciente le cobra hoy las facturas

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+ Ciudadanía no quiere tecnocracia ni verticalismo, ¿entonces?


Ha sido muy polémica la decisión del Presidente de enviar a Enrique Ochoa Reza, de la Comisión Federal de Electricidad, a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. La razón es que, por un lado, reprueban la posibilidad de que la nueva tecnocracia mexicana tome otra vez el control de ese partido; y por el otro, cuestionan que alguien sin experiencia ni trabajo de bases, llegue a través de consensos cupulares al máximo cargo político entre los priistas que gobiernan. Acaso, lo que no alcanzan a ver es que el PRI, como todos los partidos, se enfrenta a la realidad de la pudrición generada por sus cuadros nuevos y de antaño.

En efecto, sólo es cosa de que se cumplan algunas formalidades estatutarias para que se oficialice la elección de Ochoa Reza al frente del partido. Éste viene al PRI de un cargo —y de una formación académica y en el servicio público— puramente técnica. Ochoa presumió una militancia de casi dos décadas en el priismo, pero lo cierto es que ese es un argumento que dice muy poco, a la luz de que su supuesta “prueba de militancia” se reduce a una credencial emitida por el partido tricolor, como millones más que deben existir en el país. Así, el inminente Líder priista carece de antecedentes no de militancia, sino de formación política —de campo y de dirigencia— como para hacerse responsable de los destinos del partido.

En ese sentido, la crítica sobre la inexperiencia del nuevo Dirigente, e incluso sobre su inexperiencia en los asuntos del partido, encuentran un lugar idóneo para anidar a partir de los solos antecedentes, y a ellos se le suma uno más, que resulta ser tanto o más importante que los dos primeros: que esa combinación de inexperiencia, tecnocracia y falta de identidad con el PRI, está enmarcada por la decisión cupular del Presidente de imponerlo inopinadamente. Peña Nieto, evidentemente, no le preguntó a nadie, no lo consensó con nadie y, para muchos, tampoco pensó en la importancia que tiene su partido para el sistema político, y para los mexicanos.

Sustantivamente esas son críticas que van al fondo del priismo y que ponen en una perspectiva muy compleja la realidad del tricolor, y sus perspectivas en el mediano plazo. En pocos momentos, como el actual, el priismo había tenido un declive tan marcado y se encontraba tan en serio riesgo de perder la Presidencia de la República. Desde la elección presidencial, el tricolor ha venido en una caída estrepitosa, que lo llevó al ras de mantener la mayoría en la cámara baja —gracias a sus alianzas partidistas, de jure y de facto—; pero los comicios recientes lo pusieron en una encrucijada por las derrotas que hicieron dejar la dirigencia al experimentado Manlio Fabio Beltrones Rivera.

Por eso, la lógica apunta a que si el partido queda en manos de alguien inexperto, sin tuétano priista, sin trabajo territorial y de bases, y en medio de una crisis como la actual, el resultado no puede ser sino la multiplicación de los descalabros. Nada menos que eso.

VIEJOS Y NUEVOS PRIISTAS

Beltrones era el prototipo del priista de categoría, que merecía ser dirigente del partido porque se había preparado para ello. Ex gobernador, con una larga carrera parlamentaria, y con décadas de trabajo en el sector popular del PRI, parecía que Beltrones era el idóneo para ser líder priista de buenos resultados. No es —como los priistas “viejos” de la actualidad— un gran académico ni una persona respetada en círculos ajenos a la política. Era, más bien, un político de tiempo completo… que en el cargo más importante de su vida, fracasó.

Ahora habría que preguntarnos quiénes son los nuevos priistas con una ascendencia más o menos similar a la de Beltrones. La respuesta tendría que llevarnos irremediablemente a los gobernadores actuales, y a los ex gobernadores, todos jóvenes, comenzando por Humberto Moreira Valdés. Pero resulta que si atendemos a ese rubro de priistas encontraremos un resultado pavoroso: toda esa pléyade de nuevos priistas en cargos nada menos que de Gobernadores, son los que en gran medida provocaron los descalabros de los que tanto se duele el partido entero en la actualidad.

Uno de ellos es Moreira, pero otro podría ser César Duarte de Chihuahua, o Javier Duarte de Veracruz, y Roberto Borge Angulo, gobernador saliente de Quintana Roo. El problema es que ellos no sólo están descartados por el Presidente, sino que incluso dos de ellos fueron fustigados públicamente por el Presidente al reprobar sus maniobras para blindarse contra las investigaciones futuras en su contra por corrupción. Ese es un sector “joven” del PRI que resultó peor que los antecedentes caciquiles —y hasta “mafiosones”— de los priistas de viejo cuño.

Lógicamente eso no justifica, sino que agrava, la situación actual del PRI. Está tan árido de cuadros que tuvo que buscar en un sector que —quizá como en los tiempos de Zedillo— llega al partido por deber pero no por convicción, y menos por vocación. Y lo más sorprendente, es que esa crisis de cuadros jóvenes y viejos, hoy no es exclusiva del PRI en México.

COLEGIACIÓN

En el marco del Día del Abogado, el doctor Rodolfo Moreno Cruz presentó el Colegio Latinoamericano de Abogados “Carlos Santiago Nino”, Capítulo Oaxaca. El doctor Moreno —un destacadísimo y lúcido jurista oaxaqueño, con amplia trayectoria académica en Europa y Estados Unidos— impulsa la colegiación como una forma de apoyar la preparación continua entre la comunidad jurídica de Oaxaca. Ojalá se replicaran más esfuerzos constructivos como éste. ¡Enhorabuena!

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