El problema de esta nueva crisis magisterial, es que sí se jodió Oaxaca

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guelaguetza-2016

+ Guelaguetza crítica; destinos turísticos, aislados. ¿Eso no es pudrirse?


Cuando luego del enfrentamiento de Nochixtlán, un periodista de la capital del país le preguntó al Secretario de Gobernación si con esa nueva negociación que se entablaría al más alto nivel con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, se volvería a “joder” Oaxaca, Miguel Ángel Osorio Chong, lo negó categóricamente. Dijo que el diálogo iba a devolverle a la entidad la gobernabilidad y el orden que necesitaba. Hoy debería dolerle la cara de vergüenza, ante la realidad de que aún con el diálogo y la tolerancia demostrada, de todos modos sí se jodió Oaxaca.

En efecto, el 23 de junio –luego del desastre de Nochixtlán— el secretario Osorio Chong le dijo al periodista Joaquín López Dóriga que el mejor logro de la mesa de negociación que entablaron luego del enfrentamiento del domingo 19 de junio “es que haya agendado una nueva reunión para el siguiente lunes”. Luego de esa respuesta, llena de laxitud y ambigüedades, López Dóriga le soltó: “¿Va a dejar que se joda Oaxaca…?”. Y esta fue la respuesta de Osorio Chong:

—No, Joaquín, no. Nunca —respondió—. Ni Oaxaca ni ningún otro estado. Estamos en pleno respaldo a los gobiernos estatales para que la ciudadanía viva en la tranquilidad y en las libertades que nuestra Constitución determina. Nosotros vamos a seguir acatando esta discusión —la mesa con la Coordinadora—, es nuestra obligación y lo vamos a hacer de cara a la sociedad con mayores márgenes de transparencia para que puedan todos observar la acción, la actitud y la responsabilidad de este gobierno.

¿En verdad el gobierno federal no permitió que se jodiera Oaxaca? La respuesta a esa pregunta, surge de hacer un contraste simple con la realidad. Pues a simple vista pudiera parecer que, en efecto, Oaxaca no se jodió porque el problema magisterial no se profundizó al nivel que parecía luego del desastre que provocó el propio gobierno del presidente Enrique Peña Nieto —y la dependencia a cargo de Osorio Chong, de quien depende la Comisión Nacional de Seguridad, al implementar un operativo carente de planeación e información— al falla en su intento por despejar las vías de acceso a la capital oaxaqueña.

En ese sentido, luego del 19 de junio hubo quien dijo que se repetiría otro 2006, aunque claramente nadie tenía la fuerza como para generar un movimiento social de tales dimensiones. Por voluntad, la Sección 22 decretó un repliegue táctico, y la Coordinadora aceptó de inmediato el diálogo con Gobernación, porque ello significaba aprovechar la posibilidad de regresar a la negociación con el gobierno federal, gracias a lo que había ocurrido en Oaxaca.

En esa lógica, Gobernación consiguió cierto compás de tiempo en un conflicto que ya no escaló, pero no logró destrabar de fondo la crisis, ni preservar los derechos y las libertades que Osorio Chong le dijo a Joaquín López Dóriga. Es más, hasta el día de hoy, Segob ni siquiera ha logrado devolver la movilidad y la tranquilidad a los oaxaqueños para poder ofrecer los pocos servicios productivos que existen en la entidad. Y, en eso, las desangeladas fiestas de julio en Oaxaca demuestran que a pesar de las promesas del Secretario de Gobernación, la entidad sí va —como en el 2006— en una clara ruta de pudrición social y económica.

GUELAGUETZA, AGÓNICA

Con tal de hallar nota en Oaxaca, muchos medios de la capital del país se dedicaron semanas enteras a remarcar los bloqueos que existían en la entidad. Los oaxaqueños sabíamos que las condiciones en la capital eran relativamente “normales”, pero eso no fue suficiente para atraer al turismo que simplemente no llegó. En ese sentido, la Guelaguetza —y sus actividades periféricas— fueron la demostración fehaciente de que con todo y las promesas federales, Oaxaca sí se jodió. ¿Por qué?

Porque ninguno de los pocos sectores productivos de la entidad recibió el trabajo esperado para la temporada. Porque a pesar de las promesas de Osorio, de todos modos sigue siendo muy complicado acceder a la entidad; porque varias de las vías de acceso a los principales destinos turísticos siguen estando en entredicho; porque la relativa “normalidad” que vimos en celebraciones como la de los Lunes del Cerro, y otras actividades, fue brindada por la ciudadanía oaxaqueña que sí respondió al llamado de las festividades, y que suplió —al menos con presencia, aunque no con derrama económica— al turismo nacional e internacional que sólo llegó a cuenta gotas, y que sólo se decidieron a venir a quienes no les importó tener que lidiar con una tranquilidad a medias.

Ahora bien, y al margen de eso, nuevamente la iniciativa privada —que es de donde depende la mayoría de las fuentes de trabajo en la entidad— vive una situación igual de crítica, lo mismo por los bloqueos carreteros que por la falta de consumidores de servicios turísticos, e incluso porque la inmovilidad económica de algunos sectores primarios, termina ahogando a los que a su vez dependen de ellos. Y el problema es que a todo ese sector nadie lo reparará cuando termine —si es que algún día acaba— esta crisis.

NEGOCIAR LA LEY

El gobierno federal lo niega, pero claramente está negociando la ley con la Coordinadora. Ya sólo falta que liberen a Rubén Núñez Ginez y Francisco Villalobos, mientras todos los demás sectores claman la atención que no les ha dado el gobierno federal. La 22 sigue haciendo lo que les viene en gana: a placer bloquean calles, destruyen, obstaculizan y cierran carreteras. Con eso, jodieron la Guelaguetza. Y al pudrir la principal fuente de ingresos de miles de oaxaqueños, al menos en 2016 Gobernación y la 22 sí jodieron a Oaxaca.

 

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