+ En 2015 condicionaron negociación con regreso a clases; hoy, lo mismo
Ayer fue el propio presidente Enrique Peña Nieto quien fijó la postura del gobierno federal frente a la decisión de varias secciones adheridas a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación —principalmente, la Sección 22 de Oaxaca— de no iniciar el ciclo escolar. El Mandatario dijo que todo diálogo con el gobierno federal quedará condicionado al inicio del ciclo escolar, a pesar de que ello ya no significa ninguna señal de firmeza sino acaso la constatación de que, cuando menos, el conflicto magisterial tuvo una regresión de catorce meses.
En efecto, ayer el presidente Peña Nieto advirtió a los maestros de la CNTE que se oponen a la reforma educativa, que regresen a clases pues es su obligación. “No habrá más diálogo si antes no garantizamos que los niños puedan recibir educación en las aulas que hoy están cerradas”, dijo Peña Nieto, además de asegurar que los espacios de diálogo no pueden estar sujetos a privar del derecho a la educación a los niños del país.
Dijo además que el gobierno ha abierto espacios de diálogo para atender demandas y escuchar planteamientos del SNTE y la CNTE sobre los cambios educativos, aunque aseguró que “lo único que no está sujeto a negociación alguna” es la reforma educativa. Más tarde, el titular de la SEP, Aurelio Nuño Mayer, reconoció que en varias entidades en las que tiene presencia la Coordinadora había abierto casi la totalidad de las escuelas, pero que en Oaxaca y Chiapas no había certeza de cuántos centros escolares habían iniciado el ciclo escolar, y cuántos permanecían cerrados.
Este condicionamiento, que hoy en día podría ser visto como una señal de agotamiento de la tolerancia por parte del gobierno federal, en realidad no es sino el reflejo del pésimo manejo político que ha habido del problema magisterial. De hecho, esto remonta el conflicto a una situación muy similar pero en 2015, cuando la Sección 22 —que no la Coordinadora— decidió boicotear la jornada electoral del domingo siete de junio, y para ello acordonó instalaciones del INE, tomó la Terminal de Abasto y Reparto de Pemex, en El Tule, y mantenía un paro total de labores docentes en las escuelas oaxaqueñas.
Hasta entonces —debemos recordarlo— Gobernación había negociado con los líderes de la Coordinadora en condiciones muy similares a las de ahora: Luis Miranda Nava, el subsecretario de Gobernación, había acordado con los líderes magisteriales impunidad, recursos y derogación de facto de la reforma educativa a cambio de que éstos se desistieran del boicot a la jornada electoral, al paro de labores, y a las acciones que perturbaban a la ciudadanía. Entonces, como ahora, la 22 aceptó todas las prebendas que le ofrecía Gobernación, pero nunca dio muestras de voluntad para avanzar en la distensión del conflicto.
¿Qué pasó entonces? Que al gobierno federal se le agotó la paciencia, y 48 horas antes de la jornada electoral movilizó a 15 mil elementos federales para recuperar el orden en la capital. La 22, en efecto, se desmovilizó. Y ese repliegue táctico fue el que dio paso a acciones como la extinción del viejo IEEPO, y el avance —relativo— en la implementación de la reforma educativa.
Por eso, es sorprendente el retroceso vivido en el manejo del conflicto magisterial. Pero resulta mucho más asombroso que el gobierno federal quiera aplicar la misma fórmula a un conflicto que hoy tiene dimensiones diferentes.
DECLARACIONES ESPEJO
El ocho de junio de 2015, luego de la jornada electoral y en medio del multitudinario despliegue policiaco en Oaxaca, el vocero de la Presidencia, Eduardo Sánchez Hernández, dijo que el gobierno de la República no negociaría las leyes constitucionales con la CNTE. Al mismo tiempo, la SEP anunció la reanudación de las evaluaciones al magisterio. Luego, Gobernación añadió que no negociaría mientras los maestros no estuvieran en las aulas.
Si releemos esa postura del gobierno federal, es esencialmente similar a la esgrimida ayer por el presidente Peña Nieto: no negociaremos mientras no haya clase. La pregunta, en todo esto, es saber qué está tratando de hacer el gobierno federal hoy que la Coordinadora está reagrupada, que fue relegitimada como movimiento magisterial nacional, y que cuenta con el respaldo político de otros grupos que el año pasado no estaban con ellos, cuando el gobierno federal movilizó a elementos federales para resguardar el orden en Oaxaca.
De nuevo, lo que parece es que el gobierno federal intenta utilizar la táctica de negociación de abrir y cerrar el diálogo de acuerdo a sus conveniencias, y no de lo que necesita Oaxaca. Pues es evidente que la decisión de no iniciar el ciclo escolar significa para la Coordinadora un movimiento estratégico de presión al gobierno federal, que únicamente regresa el agravio suspendiendo la mesa de diálogo. Eso va a trabar cualquier posibilidad de negociación, porque independientemente de sus respectivos cálculos, ambos grupos se encuentran en el límite de lo que pueden hacer: la federación no tiene la potestad ni la capacidad de abrogar la reforma educativa, y la CNTE no tiene otra demanda de fondo más que esa.
¿CUÁL ES EL RESULTADO?
De nuevo, una negociación totalmente trabada; dos entes que negocian sin ninguna posibilidad de construir un acuerdo de fondo, y —mientras— una entidad ahogada por la incertidumbre, por la inmovilidad económica y ahora, como si algo más le faltara, por la dilación en el regreso a clases.