Desprendimientos en el blanquiazul… y lo que falta

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+ ¿Qué es lo que importa de las alianzas electorales?

La decisión del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, de anunciar la postulación de Gabino Cué Monteagudo como su candidato a la gubernatura de Oaxaca, tuvo los efectos que ya se habían vaticinado: tanto a nivel local, como en el ámbito nacional, ocurrieron desprendimientos de militantes, que se dijeron en desacuerdo con las decisiones cupulares tomadas por Acción Nacional y las demás fuerzas políticas que integrarán la Coalición opositora en nuestro Estado. ¿Qué implicaciones tiene todo esto?

Es evidente que, en primer término, la inconformidad más trascendental se dio con la renuncia a su militancia panista, del secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont. Pero también, en Oaxaca, se dieron otras recriminaciones y desprendimientos importantes en el trabajo aliancista, no sólo en figuras locales del panismo, sino también de militantes de otros grupos que integrarán la coalición.

Al día siguiente del anuncio panista sobre la candidatura de Cué Monteagudo, se hizo pública la renuncia al blanquiazul de María de los Ángeles Abad Santibáñez, y el deslinde tanto de Irma Piñeiro Arias, como del Partido Nueva Alianza de la Coalición opositora. En medio de todo eso, hubo una declinación casi unánime de todos los aspirantes a la candidatura a Gobernador —del PAN, PRD y demás—, por continuar participando en un proceso interno al que más de uno calificó como “una comparsa”.

Así, lo que parece evidente es que importantes sectores de las fuerzas opositoras se están desligando del trabajo aliancista, y que lo único que parece quedar firme son las determinaciones de las dirigencias nacionales de los partidos —es decir, las representaciones formales— por ir coaligados en una alianza. En esas circunstancias, ¿Con qué fuerzas reales irá Gabino Cué a los comicios estatales de julio próximo?

La pregunta no es ociosa, sino que más bien es parte de las previsiones que desde hace tiempo se habían venido construyendo sobre el destino que tendría una alianza conformada entre fuerzas tan confrontadas y, sobre todo, sin que en todo esto existiera un método democrático efectivo a través del cual pudiera elegirse a sus abanderados. En la perspectiva, se encontraba la posibilidad tangible de rompimientos por el modo en cómo se conduciría tanto el proceso aliancista, como la unción de su abanderado a la gubernatura.

En este sentido, hace ya algunas semanas —específicamente, el 27 de enero pasado—, apuntamos que “más allá del ánimo gubernamental (…) aquí mismo sí existen fuertes sectores del panismo que no terminan de convencerse de lo que están disponiendo tanto su dirigencia estatal, como la nacional, sobre la coalición opositora. Y mucho menos están conformes con el candidato —el senador Gabino Cué Monteagudo— que está prácticamente impuesto para encabezar la alianza.”

Y rematamos diciendo que “esas fracturas ponen en entredicho la posibilidad de ganar. No basta con que se hagan declaraciones de unidad. Y si PAN y PRD no cuidan todos los detalles para subsanar cuanto antes las fracturas, su alianza sólo será de membretes pero sin un potencial claro para dar la batalla electoral en los comicios de julio.”

Eso es lo que, a nivel partidista, está justamente ocurriendo: ante los desprendimientos y los cuestionamientos, lo que parece claro es que esta es una alianza de membretes, en las que las fuerzas reales se están minando y confrontando por el doble discurso, el pragmatismo desbordante y las imposiciones, en las que sus respectivos partidos han basado la construcción de la coalición y la designación de su principal candidato.

ALIANZA, ¿PARA QUÉ?

Sin embargo, esas fracturas no parecen preocuparle demasiado a los que están en la ruta de consolidar la coalición opositora en Oaxaca. En realidad, lo que pareciera es que Acción Nacional trató de adelantarse a todas las demás fuerzas políticas en la unción formal de Cué Monteagudo como su candidato, y que todos parecen estar apostando toda la confianza a la operación política y económica de los programas sociales y las estructuras electorales que, cada uno por su lado, maneja el PAN desde el gobierno federal, y las llamadas fuerzas de izquierda a través de las redes ciudadanas de Andrés Manuel López Obrador.

¿Qué efecto buscó el PAN al ser el primero en reconocer a Cué como su abanderado? Evidentemente, uno de sus objetivos habría de ser el de “adjudicarse” al ex Senador como su Candidato, y tratar con ello de convertirse no en parte de toda la negociación sobre los espacios en disputa, sino en el factor de decisión sobre el destino que siga la Coalición. En esa lógica, todas las demás fuerzas tendrían que abrazar a un personaje que ya es Candidato del PAN a la gubernatura, y no tendría que ser éste quien se adhiriera a abanderados de otras fuerzas.

Por otro lado, habría también que ver en qué se basa la confianza de Acción Nacional sobre sus posibilidades de triunfo en Oaxaca. En ese sentido, una sola es la certeza que se tiene al respecto: el blanquiazul carece de estructuras y operadores electorales importantes en la entidad, pero cuenta con el cobijo de una amplia red de cobertura social, que ha sabido utilizar en los momentos más trascendentales.

Esto es justamente lo que pretenden combinar al unir esfuerzos con las fuerzas lopezobradoristas. Éstos últimos, carecen por completo de acceso a grandes fuentes de dinero, pero tienen como capital político el haber recorrido el Estado y construido una red relativamente importante de contactos y estructuras electorales, a través de las cuales buscarán incrementar sus potenciales de triunfo.

Ambas fuerzas, además, confían en que Cué Monteagudo es un elemento sólido que por sí mismo puede capitalizar buena parte de los votos y simpatías que necesitan para ganar. El resto, según consideran, lo obtendrán de la combinación de las “fortalezas” panistas y perredistas, y del modo en cómo capitalicen el voto de los no militantes. Una apuesta por demás arriesgada, pero que nadie puede decir que es del todo equivocada.

 

¿ESCANDALIZADOS?

Propios y extraños se sintieron desconcertados —y hasta contrariados— por la renuncia del secretario Gómez Mont a su partido. A nadie debería sorprender un acto de congruencia y una medida de extrema prudencia a través de la cual, el gobierno federal busca mantener el diálogo con las fuerzas políticas. ¿Qué no siempre se exigen políticos congruentes? Ahí está una muestra. Aunque, como todo en política, esa dimisión no puede ser explicada en una sola vertiente. Hay más de fondo. Abundaremos.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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