+ Caso Brad: el móvil aclarado; ¿Y su homicida?
La tarde de ayer, el Tribunal Colegiado de Circuito especializado en materia Penal y Administrativa de Oaxaca, ordenó la liberación inmediata de quien hasta ahora aparecía como presunto responsable material del homicidio del camarógrafo estadounidense, Bradley Roland Will. Para mal de la justicia, y bien de la impunidad, por segunda ocasión este asunto volvió a su punto de inicio. Algo excepcionalmente grave para los sistemas de justicia de Oaxaca y del gobierno federal.
Por principio de cuentas, es necesario recordar el contexto de este asunto. Brad Will, camarógrafo de la agencia alternativa estadounidense de noticias e investigación, Indymedia, cayó abatido de un disparo de arma de fuego la tarde del 27 de octubre de 2006, en medio de un enfrentamiento que ocurría entre activistas de la APPO y policías municipales de Santa Lucía del Camino. Ese hecho significó un parteaguas en el tratamiento gubernamental al movimiento magisterial y popular que entonces ocurría en Oaxaca.
Sin embargo, más allá de los efectos políticos y policiacos que provocó aquel homicidio (como el envío, por parte del gobierno de la República, de 5 mil elementos de la PFP a reestablecer la gobernabilidad en la capital de Oaxaca), de inmediato se acusó que los elementos municipales habían sido los responsables de ese crimen. Una circunstancia, particularmente, daba indicios sobre la veracidad de los señalamientos: en imágenes de ese enfrentamiento, publicadas en medios informativos del Distrito Federal, se daba cuenta de la portación de armas por parte de los efectivos de la Policía Municipal de Santa Lucía del Camino.
No obstante, más allá de las suposiciones, dos eran los ejes fundamentales sobre los que tendría que versar cualquier investigación sobre ese crimen: el primero, relativo al móvil del disparo; y el segundo, respecto de la identidad de quien disparó el proyectil que mató al Reportero de Indymedia.
En un primer momento, las inconsistencias habidas en esos puntos, derribaron las acusaciones realizadas por la Procuraduría de Oaxaca en contra de los efectivos de la Policía Municipal… y hoy, casi tres años y medio después, también hicieron sucumbir la investigación y las imputaciones formuladas ¡por la Procuraduría General de la República!
¿En dónde ha fallado la “investigación”? Hoy, según las circunstancias, más allá del peritaje, las autoridades fallaron en todo. Porque, sin duda, lo único que parece haber quedado más o menos claro (porque aún existen quienes disienten), es que el disparo que recibió el Cámara estadounidense fue realizado a corta distancia, y no a más de 35 metros. Fuera de ese punto, todo podría resumirse en la palabra “incertidumbre”.
Los Policías Municipales que inicialmente fueron aprehendidos como posibles autores del homicidio, fueron liberados semanas después ante la comprobación, entre otras cuestiones como el inexistente ángulo de tiro, de que ninguno de ellos portaba un arma del calibre y características similares al disparo recibido por Brad Will.
Meses después, cuando la PGR atrajo la investigación, sus peritajes coincidieron con los de la Procuraduría de Oaxaca, en lo relativo al modo en cómo fue disparada el arma homicida. Tras un señalamiento directo, Martínez Moreno fue detenido el 16 de octubre de 2008. Con ello, la Procuraduría General de la República pretendió dar por terminada una investigación que, hoy, nuevamente se desmanteló para volver a su punto de inicio.
¿CUÁL JUSTICIA?
Esta debería ser una preocupación importante para la PGR. La orden dada por un Tribunal Colegiado de Circuito, de liberar inmediatamente a Martínez Moreno, deja ver por qué, más allá de los peritajes, la verdadera investigación ministerial está por los suelos. Si se quiere ver de otro modo, la PGR tendría que estar preocupada por esta demostración de cómo no se deja de fomentar la impunidad, y el daño a particulares inocentes.
Cuando Martínez Moreno sea liberado, quedará en claro —por segunda ocasión— que ninguna instancia ministerial del país ha podido establecer la identidad del homicida del camarógrafo. En esas condiciones, de poco sirve que existan estudios periciales tan sofisticados, si finalmente las instancias van a fallar de manera escandalosa al momento de fincar responsabilidades.
¿Cómo explicar que, por segunda ocasión, esta investigación vuelve a su punto de inicio? ¿Cómo justificar que, de nuevo, se acusó y encarceló a una persona, que ayer fue declarada judicialmente inocente? ¿Cómo no decir, ante todas esas evidencias, que aquí la verdadera investigación de los delitos, y la persecución de los criminales son una tomadura de pelo, y un auténtico peligro para la sociedad?
Lo que parece claro, en realidad, es que ante algo como esto no sólo tendríamos que cuestionarnos sobre el verdadero móvil y los verdaderos responsables del homicidio del camarógrafo de Indymedia, sino sobre todo corroborar lo profundamente ineficiente que es el sistema de justicia. Sus peritajes son lo más sustentable que tienen, aunque en realidad no generan la confianza suficiente ni siquiera entre organismos de la misma naturaleza. Y si eso está mal, sus hechos consumados son todavía peor. La prueba está en que Martínez Moreno ya fue declarado inocente.
El asunto, al final, deja en una posición muy cuestionable a la justicia local, pero también a la federal. La Procuraduría de Oaxaca prefirió desentenderse del asunto, antes que continuar resintiendo el desgaste que este asunto le generaba. Y la procuraduría federal, según parece, “resolvió” el asunto en base a criterios políticos y la urgencia de legitimarse como un órgano investigador eficaz, y no a investigaciones reales y sustentables con las que pudiera señalar culpables.
Hoy, de nuevo las cosas vuelven a su punto de inicio. Nadie está en prisión por el homicidio del camarógrafo. Sin duda, de nuevo arreciará la crítica internacional no por la liberación en sí de Martínez Moreno, sino porque ello demuestra que aquí se investiga, consigna y juzga por interés o conveniencia, pero no en estricto apego a la justicia. Qué grave.
“USTED DISCULPE”
¿Cuántas veces al año, al mes, o al día, le dicen eso las autoridades que persiguen o juzgan la comisión de delitos, a ciudadanos inocentes que son acusados y procesados judicialmente sin responsabilidad? El caso de Martínez Moreno es uno de muchos. Y si esos errores ocurren en un asunto tan controvertido, ¿qué no pasará con delitos y acusados que no revisten trascendencia política alguna?
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