Violencia, nuevo síntoma de descomposición social

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+ Ejecuciones, bombas, linchamientos: ¿Qué ocurre?

A golpe de vista, la imagen publicada ayer lunes en la portada de TIEMPO, y en los principales medios impresos en Oaxaca —de un joven asaltante atado por pobladores a un poste y a punto de ser linchado en la agencia citadina de Pueblo Nuevo—, evocaba algunos de los más negros episodios del conflicto magisterial y popular ocurrido en 2006. Sólo que, a diferencia de entonces, en esta ocasión había un espeluznante elemento adicional: ahora sí, los enardecidos pobladores estaban dispuestos a golpear y prender fuego al presunto delincuente. ¿Qué pasa en Oaxaca?

Sin duda, las autoridades estatales —o de cualquiera de los tres ámbitos de gobierno— podrían asegurar que estos son hechos aislados. Sin embargo, es evidente que todo incremento de los índices de violencia debe analizarse de forma conjunta y sistemática. Si bien es cierto que es improbable establecer relación directa entre hechos ocurridos en momentos, circunstancias y lugares distintos, es claro que entre todos ellos sí existen ciertos nexos causales que no deberían desdeñarse.

¿De qué hablamos? De que quiera o no aceptarlo la autoridad, en las últimas semanas ha habido un incremento importante en los índices delictivos, y de violencia social en Oaxaca, que no sólo refiere a una mayor actividad del crimen organizado o la delincuencia común, sino que también constituyen un cuestionamiento ciudadano importante a la autoridad, e incluso una afrenta directa a quienes, se considera, no han cumplido con su deber respecto a los delitos que se cometen.

Así, en el recuento, sólo la semana pasada hubo dos enfrentamientos importantes entre presuntos miembros de la delincuencia organizada, y corporaciones policiacas estatales y municipales. En Acatlán de Pérez Figueroa ocurrió, al iniciar la semana previa, un choque violento en el que los criminales demostraron su libertad de actuación, su superioridad, la impunidad con la que operan, y su implacabilidad a la hora de cumplir con sus objetivos. Sólo de ese hecho, resultaron muertas 14 personas. Ninguna baja fue para el comando criminal que ejecutó a civiles y policías no en cuestión de minutos, sino en un operativo que duró varias horas y se desarrolló en diversos sitios.

Casi al mismo tiempo hubo otro hecho importante. Una patrulla de elementos de la Policía Estatal fue atacada por un grupo de sujetos, en un poblado del distrito de Etla, cuando intentó hacer una revisión de rutina. En el ataque, los atacantes sacaron a relucir armas de alto poder y destruyeron la unidad policiaca presuntamente al arrojar una granada de fragmentación que, además, lesionó gravemente a dos efectivos de las fuerzas regionales de la Policía Estatal.

A esto se sumó la colocación de un artefacto explosivo el pasado viernes en la zona conurbada del municipio de Oaxaca de Juárez. El pasado domingo, un grupo de pobladores intentó linchar a un delincuente en la agencia de Pueblo Nuevo. En ese hecho, particularmente, los pobladores no sólo golpearon al presunto delincuente, sino que también agredieron hasta lesionar gravemente a dos elementos de las fuerzas estatales, que intervinieron para intentar rescatar al individuo a quien pretendían prender fuego.

Por si fuera poco, hace dos semanas antes un grupo de enardecidos pobladores del municipio istmeño de Salina Cruz habían golpeado, hasta casi matar, a un individuo que presuntamente pertenecía a una banda de asaltantes. Al tenerlo moribundo, y ante la mirada expectante de la autoridad, el supuesto delincuente fue rociado con combustible y quemado vivo. Hace menos de un año, aquí en Oaxaca de Juárez, otros taxistas por poco asesinan a otro delincuente.

Ante tantas afrentas y demostraciones desproporcionadas de fuerza, por parte de la ciudadanía y de grupos desestabilizadores o violentos, no es excesivo preguntarnos: ¿qué pasa con la autoridad?

AUTORIDAD, SIN RESPETO

Desempolvamos de la memoria los episodios ocurridos aquí durante el conflicto magisterial de 2006 en relación a la delincuencia, porque ante las imágenes, son lo más cercano que tenemos. Hace cuatro años, la ciudadanía cazaba a los delincuentes y los ataba en postes de energía eléctrica ante la ausencia de representantes del orden. Sólo que entonces no existía el ánimo de lincharlos. Y ahora sí. ¿De nuevo estamos en presencia de un vacío de autoridad?

La pregunta no es ociosa. Porque, en realidad, ante lo que estamos es frente a los primeros visos de un hartazgo auténtico, y un desentendimiento del orden, que comienza a materializarse a través de acciones desafiantes a la ley. Otro ejemplo claro de lo anterior, ocurrió al día siguiente de los hechos de Acatlán y Telixtlahuaca, cuando un grupo de individuos realizó pintas en una patrulla de la Policía Estatal, que se encontraba estacionada en las inmediaciones del hospital general del Seguro Social, aquí en la capital oaxaqueña, resguardando a los involucrados en los hechos del día previo.

A plena luz del día, y teniendo a agentes policiacos a unos metros, alguien “rayó” con aerosol una camioneta oficial. ¿No es esta una demostración directa de cómo la autoridad es cada vez más relativa en la entidad? Todo esto deberían comenzar a cuestionárselo no sólo quienes tienen a cargo la labor directa de seguridad pública, sino todos los que se encuentran involucrados en la manutención de esa entelequia que hoy entendemos por “Estado de Derecho”.

Si las fuerzas del orden no pueden cumplir con el combate a la delincuencia común y organizada; si los órganos de procuración de justicia se encuentran desmembrados y cumplen únicamente en lo representativo; si la ciudadanía siente que no se le hace justicia; y si a ésta misma se le permite la violencia y la justicia por mano propia, entonces en Oaxaca tendremos que estar preparados para vivir nuevos episodios de violencia y exceso, que antes ya hemos vivido y que tienen como punto de referencia no sólo el desdén por la autoridad, sino sobre todo la pérdida de la noción de dónde terminan las potestades de los particulares, y hasta dónde éstos se exceden ante la ausencia y la ineficacia de la autoridad. Las afrentas están ahí. Sólo las instancias involucradas saben si lo reconocen o no.

¿COINCIDENCIA?

Quienes pretenden desestabilizar, también pretenden revivir otros episodios de 2006. Habrá que tomar con muchas reservas la versión que la bomba del pasado viernes y otras acciones, tienen como origen la APPO o el EPR. Es lo que, desde el poder, quisieran hacer creer a la población, para asustarla. Abundaremos.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

1 COMMENT

  1. Claro que es de pensarse lo que nos plasmas Adrian…. y te comento que desde mi punto de vista, NO SOLO la delincuencia organizada está haciendo sus desmanes sino también cualquier “hijo de……………….. vecino” que quiere dinero fácil y sale a robar.

    No es de esperarse que cuando se dejen venir los “catorrazos” entre los grupos de seguidores políticos de la contienda de este julio, la polEcía de pasos atrás para no salir rasguñada y NUEVAMENTE a la ciudadanía nos dejen desprotegida entre las línea de fuego.

    Pero en fin… siento que son tantos años los que ha pasado esto, que en problema de fondo es que tenemos una policía desmoralizada y unos grupos radicales / delincuentes con un gran EGO.

    Saludos y nos leemos! Buen martes.

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