Bomba e intimidación en Oaxaca: ¿obra de guerrilleros?

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+ Inestabilidad: acciones con las que oposición no se ayuda

 

El 26 de febrero pasado, un artefacto explosivo fue colocado en el margen de un río, en la zona conurbada del sur de la capital oaxaqueña. Un grupo especializado del Ejército mexicano tomó conocimiento del hecho y acudió al sitio para hacer una manipulación adecuada de la bomba, y realizar un estallamiento controlado de la misma. Ante los hechos, surgió un mar de especulación que, sin embargo, debe ser comprendido en su magnitud.

Casi de inmediato, se dijo que dicho artefacto explosivo pudo haber sido colocado por una organización social, o un grupo armado. Es evidente que, por los antecedentes habidos, y el excepcional momento político por el que atraviesa la entidad, esa podría ser una especulación no sólo válida sino también creíble.

En esa lógica, si estos son momentos determinantes para el futuro del gobierno de Oaxaca, y el grupo en el poder, entonces podría pasar como algo posible que una, o varias, de las organizaciones opositoras comenzaran a apostar por la inestabilidad, para tratar de ganar terreno en el ámbito electoral o político. Sin embargo, ante una posibilidad de esta naturaleza, es necesario tomar en cuenta más elementos que la simple especulación o las visiones sesgadas de la realidad. Pero vayamos por partes.

En primera instancia, podría ser factible suponer que una organización como la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca apostara por la inestabilidad en estos tiempos electorales, emprendiendo acciones beligerantes de gran envergadura, y que para ello se valiera de herramientas de propagandismo que, sin embargo, no le son propias.

En efecto, si ni siquiera en los momentos más álgidos del conflicto magisterial y popular de 2006, los grupos estrictamente sociales que encabezaron el movimiento, apostaron por emprender acciones que implicaran choques armados o la utilización de artefactos que pudieran significar sabotaje o terrorismo, esta no tendría por qué ser la ocasión para que sí lo hicieran. Ahora, y siempre, las acciones de la APPO y otras organizaciones de lucha social, han estado perfectamente delineadas y nunca han incluido acciones de la naturaleza que ahora nos ocupa.

Así, tratar de deducir que fue alguno de los grupos sociales relacionados con el movimiento magisterial, o con la revuelta de 2006, es no sólo inexacto sino también aventurado, e incluso tendencioso. El manejo de materiales explosivos, y la fabricación de artefactos de ese tipo, no es algo que cualquier persona pueda realizar. Y si acudimos a los antecedentes de esas organizaciones, la colocación de explosivos no es algo que haya caracterizado a los grupos inconformes propios de Oaxaca.

Ahora bien, en el segundo de los casos, se aseguró también que la colocación de dicho artefacto, era autoría de alguna organización armada, y particularmente se señaló al Ejército Popular Revolucionario. Nada hay, más que la especulación, de ligas entre tal artefacto y aquel grupo armado. Cuando el EPR ha querido hacer propagandismo a partir de explosivos, nunca ha amagado: más bien, coloca sus artefactos y los hace estallar, para después reivindicar la acción de sabotaje o propagandismo, e inscribirla dentro de sus estrategias de lucha.

En el pasado reciente, encontramos que la única ocasión en la que ha colocado explosivos aquí en Oaxaca, fue en los primeros días de agosto de 2007. Entonces, hizo detonar una bomba de fabricación casera en el acceso principal a una tienda departamental. En esa ocasión, el grupo armado reconoció la colocación de otro artefacto en una sucursal bancaria del norte de la capital que, según dijeron, no se detonó por una falla en el mecanismo de activación.

Así, dos cosas pueden entenderse: primera, que entre los grupos de lucha social no son comunes las prácticas relacionadas con artefactos explosivos; y segunda, que cuando un grupo armado pretende aplicar esas estrategias, no duda, y más bien ejecuta sus planes según lo establecido, sin dar parte a la autoridad o hacer amagues sobre su capacidad de fuego.

 

VISIÓN ERRÓNEA

Quienes de inmediato voltearon a ver a la APPO o el EPR, como probables responsables de esa acción, fundamentan sus razones en el hecho de que durante el conflicto magisterial de 2006, la Asamblea Popular fue infiltrada por la organización armada; porque ésta última fue la que estableció muchas de las estrategias de lucha; y porque finalmente el EPR ha aceptado públicamente que varios de sus integrantes participaron de la revuelta en calidad de luchadores sociales.

Tomando como posibilidad que todo esto fuera así, ¿ello sería determinante para pensar que unos y otros están en acuerdo para colocar bombas y provocar inestabilidad en Oaxaca ahora que se avecinan los tiempos electorales? Aventuradamente, podría asegurarse que sí. Sin embargo, una respuesta más razonada más bien llevaría primero a ubicar cuál fue la relación específica entre unos y otros, para luego tratar de decir si se les puede responsabilizar de lo que hoy ocurre en Oaxaca.

Sin duda, la guerrilla hizo presencia en la entidad, durante el conflicto magisterial. Fueron las organizaciones armadas las que determinaron muchas de las estrategias de autodefensa que fueron determinantes para los participantes del movimiento, y para el crecimiento del mismo. Sin embargo, a lo largo de ese periodo, nunca nadie del EPR hizo presencia como tal, ni llevaron la resistencia popular a la lucha armada, y mucho menos permitieron que las acciones civiles de presión se convirtieran en estrategias de confrontación similares a la de los grupos armados.

Así, de haberlo querido, el EPR —o cualquier organización armada que tuviere presencia en Oaxaca— habría llevado el movimiento popular a una verdadera lucha armada, que pudo haber sido más costosa en todos los sentidos. Hubo, sin embargo, una clara distinción entre unos y otros, y por esas razones no existen motivos fundados para suponer que hoy son los artífices de la inestabilidad, o de la colocación de artefactos explosivos como el dejado el pasado viernes en las márgenes del Río Salado.

 

DAÑOS REALES

Más bien, todos al emprender sus acciones, están dando la cara. Los del FOSDI, por ejemplo, si algo quieren ganar para su candidato, Gabino Cué, con las manifestaciones que han desquiciado la capital oaxaqueña en los últimos dos días, más bien están perdiendo mucho. La ciudadanía, harta de esas acciones, está tomando nota puntual de esas acciones y, llegado el momento, se los cobrará con intereses. Este escenario no es el de 2006. Y si creen que con la agitación ganan, están equivocados.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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