Encuestas, engañosas, por desatender la manipulación rural

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+ Oaxaca de Juárez: verdadera lucha electoral entre partidos

En Oaxaca, tal parece que más se tardan las fuerzas políticas en presentar muestreos estadísticos que supuestamente les dan ventaja, que sus adversarios en desmentir las encuestas y descalificar a los oponentes. Este es parte de uno de los tantos juegos engañosos de la democracia electoral de nuestro país. Sin embargo, es evidente que más allá de los golpes mediáticos que unos y otros pretenden dar, lo que desde ahora puede apreciarse es que la verdadera contienda ocurrirá en Oaxaca de Juárez.

En primer término, tratemos de hacer un ejercicio de memoria. Desde finales del año pasado, los partidos que entonces estaban en vías de integrar la coalición opositora en Oaxaca, presentaron diversos muestreos en los que demostraban la competitividad de sus respectivas fuerzas políticas, y las perspectivas favorables que existían con una posible coalición. Por su parte, en la casa de enfrente, —en el tricolor, que entonces se batía en una desgastante contienda interna por la candidatura a Gobernador—, se aseguraba que con su sola aceptación como partido, el PRI tenía amplias posibilidades de triunfo, a lo cual debían sumarse las preferencias porcentuales de cada uno de sus posibles abanderados.

Lo cierto, en todo esto, fue que en ambos frentes las decisiones se tomaron en base a acuerdos políticos y no con referencia estricta en encuestas. Esa, que es exactamente la misma causa, fue la que llevó a las respectivas candidaturas —aunque hoy, formalmente, aún tienen el calificativo de “precandidatos”— tanto a Gabino Cué Monteagudo como a Eviel Pérez Magaña. Por tanto, en el aspecto verdaderamente objetivo, desde entonces las encuestas dejaron de jugar un papel decisivo, y de referencia, para los partidos políticos en disputa.

Sin embargo, ninguna de las fuerzas políticas ha dejado de usar —y seguramente no lo hará— la difusión de encuestas, como un método efectivo para crear percepciones en el electorado. Unos días antes de que se definiera el rumbo de la candidatura priista, sus adversarios de la Coalición opositora dieron a conocer una encuesta de Parametría que, combinando la aceptación de partidos y candidatos, arrojaba que Gabino Cué tenía una ventaja de cinco puntos sobre el más popular de los priistas. Días después, cuando Pérez Magaña ya era precandidato único a Gobernador, el tricolor dio a conocer otro sondeo —“avalado” por el periodista Carlos Ramírez— en el que, se decía, la superioridad priista sobre la coalición opositora era de 15 puntos.

Esta guerra de números ha continuado su curso normal. Unos y otros se han despedazado por tratar de convencer al elector, y a sus oponentes, que sus respectivos números son los reales y confiables. Aunque, en realidad, ambos podrían estar creando percepciones engañosas para ellos mismos. ¿Por qué?

Porque en Oaxaca, a diferencia de otras entidades, los triunfos y derrotas están determinados por el porcentaje mayor de la población votante. Es decir, por quienes habitan en las zonas rurales. Este núcleo de electores reviste dos características en particular: la primera es que, por su sola ubicación y situación sociopolítica, éstos son prácticamente imposibles de encuestar; y la segunda, y más lamentable, es que éstos son los más susceptibles a cualquier forma de manipulación con fines electorales.

Por eso, la guerra de encuestas es un simple ejercicio mediático, para crear percepciones que no necesariamente reflejan la realidad. Quizá, en realidad, ni los mismos equipos de campaña de los candidatos tienen números exactos sobre su situación particular. Y más bien, la única seguridad que existe, es que ganará los comicios quien tenga las mayores posibilidades de manipular, comprar o coaccionar a los electores, y quien pueda acceder a mayores recursos para alimentar las “tradicionales” prácticas de corrupción relativas a los votantes más marginados. De eso, que no quepa duda.

GUERRA ES GUERRA

Sin embargo, habrá que poner particular atención a los centros urbanos. A diferencia de las amplias zonas rurales que tiene Oaxaca —que son susceptibles y escenarios fértiles para todo tipo de manipulación—, en los espacios urbanos es donde verdaderamente habrá una batalla por las victorias electorales. La capital oaxaqueña será el más formidable de esos escenarios.

Esto, debido a que un simple ejercicio aritmético permite ver que en Oaxaca de Juárez sí es alta, por sí misma, la competitividad de los partidos de oposición en todos los comicios de al menos la última década. Y porque, en la cancha de los priistas, existen varios líderes populares y militantes que representan a porciones importantes de la población votante, pero ninguno tiene un control mayoritario de los factores de decisión en ese partido.

El problema para el priismo, en este caso en particular, es que en los centros urbanos más importantes de la entidad sí han tenido que recurrir a los abanderados más competitivos, y no sólo a los que representan a los más elevados intereses cupulares. Ahí, a diferencia de los espacios rurales, es mucho más complicada la manipulación electoral, y por tanto es menos confiable la perspectiva de contar con márgenes del llamado “voto duro”, o con representantes sectoriales que, por pura disciplina, manifiesten sus respectivas adhesiones a las decisiones del partido.

Así, tanto priistas y opositores sí tendrían que tomar más en cuenta sus resultados estadísticos reales (que no necesariamente son los mismos que hacen públicos) para definir sus estrategias en Oaxaca de Juárez y las ciudades más pobladas de la entidad. Antes que confiar en la “maquinaria”, aquí para el triunfo sí es determinante la decisión sobre el candidato, la conducción de la campaña, y el aprovechamiento de todos los recursos que cada abanderado pueda allegarse. ¿Lo entenderá el priismo?

URBANEROS, IMPUNES

Ayer, el transporte urbano de la capital oaxaqueña cobró una víctima más, en una joven mujer que fue atropellada y muerta por un autobús de la línea TUSUG, en el norte de la capital. Aunque parezca increíble, aquí matan más los camiones que el crimen organizado. ¿Hasta cuándo seguirá esta abominable impunidad? ¿Hasta que linchen a un conductor homicida, o quemen más unidades? Es pregunta.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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