DCA: ¿por qué seguirlo viendo como maquiavélico que no es?

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+ Su activismo electoral, natural como el de todo interesado

Ayer, en algunos medios de información locales se dio cuenta de una reunión ocurrida el fin de semana en la casa del ex gobernador Diódoro Carrasco Altamirano. De acuerdo con lo reseñado, el ex Mandatario reunió a algunos de sus antiguos colaboradores con el candidato a la gubernatura por la Coalición por la Paz y el Progreso, Gabino Cué Monteagudo, y les solicitó trabajo político y apoyo electoral a favor de éste último. Casi de inmediato, desde el poder, se intentó desacreditar una reunión, y un activismo, que en realidad no tendrían por qué revestir la mayor trascendencia.

Desde hace por lo menos una década, el ex gobernador Carrasco Altamirano parece ser el villano favorito de todo aquel que detenta el poder en la entidad. Luego del nada terso proceso de sucesión, en el que él le entregó la gubernatura del Estado al ahora también ex gobernador José Murat, éste último decretó una suerte de veto en contra de los diodoristas más acendrados e identificables. Al final del sexenio 1998-2004, sólo algunos personajes habían podido trascender al cambio de administración y trascender favorablemente en el ánimo del gobernante.

En aquellos momentos, el problema para la mayoría de los diodoristas, se apareció en la conjunción del veto en la administración estatal, con el ánimo opositor de Gabino Cué, quien regresó a Oaxaca en 2001 a buscar la alcaldía citadina, y la ganó holgadamente en otro proceso político que, desde el primer momento, ocasionó un violento choque con el Gobierno del Estado.

Para algunos de los más connotados diodoristas, la disyuntiva era la de continuar padeciendo las secuelas del veto estatal —no todos pudieron obtener espacios importantes en el gobierno federal o la iniciativa privada— o involucrarse en el activismo a favor de Cué. Las opciones no eran muchas. Y cualquiera que fuese la resolución, de todos modos ésta los condenaba a un rompimiento fáctico con el priismo.

Ya para entonces, en 2004, Diódoro Carrasco no era el personaje influyente y poderoso que fue. Sus propias debilidades fueron las que le impidieron el tránsito formal a un partido de oposición —en ese momento no era políticamente “rentable” su rompimiento con el priismo y su adhesión a otra fuerza política—, pero sí fue un decidido respaldo para Gabino Cué, quien fallidamente compitió por la gubernatura.

La consistencia que necesitaba llegó al año siguiente, cuando el ex gobernador Carrasco —“valioso” y conocido en el ámbito político no por eso, sino por haber ocupado el cargo de Secretario de Gobernación— transitó, junto con un grupo de zedillistas, al Partido Acción Nacional. Éste le ofreció una diputación federal y, sobre todo, la posibilidad de entablar, en cualquier momento, interlocución política al más alto nivel que permitiera la edificación del grupo de poder al que ahora pertenecía.

Esta empresa no ha sido exitosa. De ese grupo de zedillistas, Luis Téllez fue quien ocupó la cartera más importante, al ser nombrado secretario de Comunicaciones y Transportes. En la Legislatura federal pasada, Carrasco ocupó una curul en la Cámara de Diputados, aunque nunca brilló ni por sus propuestas ni por su capacidad de concertación, y ni siquiera por presidir una comisión tan importante como la de Gobernación. Al final, todos éstos fueron desplazados de los espacios importantes que vislumbraron al comienzo de la administración federal del presidente Felipe Calderón Hinojosa.

JUGAR UNA SOLA CARTA

Reiteradamente, se ha señalado a Carrasco Altamirano como el principal artífice de la carrera política de Gabino Cué Monteagudo. En buena medida, existe razón. Fue a la sombra del ex Gobernador de Oaxaca y ex Secretario de Gobernación, que el ahora Candidato a Gobernador emprendió sus aventuras políticas, y abrevó los apoyos y las relaciones políticas que lo han acompañado hasta ahora. Sin embargo, de eso a considerar que Carrasco es el titiritero de Cué, es tanto como negar el sustento real que tiene cada uno de ellos.

Parece claro que más allá de Diódoro Carrasco, Gabino Cué dedicó los últimos seis años de su vida a construir una segunda candidatura al Gobierno del Estado. La construcción de sus relaciones, compromisos e intereses políticos, rebasó desde hace mucho tiempo el solo campo de acción del Partido Convergencia, de las fuerzas de izquierda, del llamado Grupo Oaxaca, del periódico Noticias y del Partido Acción Nacional. Evidentemente, Cué está lejos de ser el político modelo, que sabe construir alianzas y entrelazar proyectos aún en la adversidad. Nunca se caracterizó por ello. Y más bien, ha sido un personaje afortunado que ha construido lo que ha podido aprovechando las coyunturas y sus propias circunstancias políticas momentáneas.

Eso es lo que explica la relación personal y política, y el activismo político que abiertamente realiza el ex gobernador Carrasco a favor de Gabino Cué. Aquél impulsa a éste, por la sola razón de que es la única carta política que tiene a la mano para mantenerse relativamente activo en la escena política local. Ambos tienen una relación nula con el grupo priista que gobierna la entidad; dos de los diodoristas más identificables y competitivos (José Antonio Estefan Garfias y José Antonio Hernández Fraguas) trabajan a favor del proyecto priista del gobernador Ulises Ruiz Ortiz; y a diferencia de sus otros antecesores, Carrasco no se ha quedado conforme con la realidad de que su tiempo como mecenas de la política estatal, quedó atrás.

Sin embargo, es necesario ver dicho activismo en una dimensión real. Carrasco Altamirano no pertenece al PRI; la gran mayoría de las personas con las que se reunió el fin de semana pasado son figuras ya irrelevantes —o de un peso político muy relativo— en la escena local; y más bien habría que comprenderlo en el contexto de que esta es la única oportunidad que tiene; y que como todo político, no se quedará con las ganas de hacer algo por el único proyecto político que lo acepta.

¿TODO O NADA?

Evidentemente, Carrasco tiene una ascendencia importante que le será de gran ayuda a Cué. Pero de eso, a seguirlo ubicando como el villano favorito de los priistas, lo mismo es un exceso que la demostración de una fobia sin mucho fundamento.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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