Irrelevante señalar quién benefició a S22: siempre hubo corresponsabilidad

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Seccion 22

+ La CNTE creció por la mezquindad y cálculos de ambos niveles de gobierno


Está a punto de cumplir una semana el anuncio de la refundación del IEEPO, y en diversos círculos no terminan de hacer el recuento de quién fue el responsable de haberle dado tanto poder y canonjías a la Sección 22 en Oaxaca. Más allá de los nombres, las épocas y el grado de responsabilidad que hubo, lo que queda es el hecho de que fue la corresponsabilidad —y la irresponsabilidad— de los dos ámbitos de gobierno —estatal y federal— lo que en veintitrés años formó y alimentó a este monstruo político, al que finalmente parecen haber descabezado el martes pasado con la extinción del llamado “viejo IEEPO”.

En efecto, en Oaxaca y en la capital del país han corrido ríos de tinta en preguntas y respuestas relacionadas con qué gobernador, y en qué contexto, se creó el IEEPO para entregárselo a la Sección 22 del SNTE. En esa búsqueda de responsables han abundado los nombres de los tres últimos ex gobernadores de Oaxaca, dos Presidentes de la República, varios ex titulares de la SEP, y un sinnúmero de circunstancias.

Dependiendo del interés, se ha dicho que el responsable es uno u otro, y lo mismo ha pasado cuando se intenta ubicar a un ámbito de gobierno en específico como el responsable de haber alimentado a la Sección 22 hasta los niveles actuales. Evidentemente, no hay un solo nombre de autoridad estatal o federal con atribuciones relacionadas, que en estas últimas dos décadas pueda excluirse de algún tipo de responsabilidad. Por eso, es evidente que el repaso de nombres y circunstancias es útil para ubicar el contexto pero en la actualidad ya no para depositar en él, o ellos, la responsabilidad por la medusa en que se convirtió el IEEPO en manos del magisterio.

¿Qué queda? Que hoy en día lo que vale la pena remarcar, en el ánimo ya no de revisar el pasado —y alimentar la ferocidad de la búsqueda de responsables— sino de prever las soluciones de fondo, es que en esta larga historia de corrupción, complicidades y excesos, hubo siempre corresponsabilidad e irresponsabilidad en el manejo del sector educativo entre los gobiernos estatal y federal.

Pues aunque las responsabilidades institucionales y las atribuciones legales se repartieron de distintos modos a lo largo de los años, es evidente que por mezquindad y la búsqueda de intereses de corto plazo, fue que, entre los propios niveles de gobierno, se desentendieron del problema, o lo manejaron de tal manera que lo que alimentaban era una bomba de tiempo que explotó desde el 2006 pero que hasta ahora se vieron en la necesidad de resolver de fondo.

¿Qué pasa? Que en todos estos años, el gobierno federal se lavó las manos diciendo que en virtud del convenio de descentralización del sector educativo, el responsable de lidiar con la situación política de los trabajadores de la educación, era el gobierno estatal. Durante años, la Federación se hizo la desentendida frente a las decisiones tomadas por al menos tres Gobernadores de Oaxaca, en el sentido de ensanchar las prestaciones económicas de los trabajadores de la educación, sus privilegios y su injerencia en el manejo institucional de la educación.

A lo largo de dos décadas, al gobierno federal no le importó que su par de Oaxaca (el gobierno estatal) se comprometiera con los salarios y prestaciones de los maestros, sobrepasando su capacidad financiera y hasta de costear endeudamiento; durante años, al gobierno federal no le importó que un sindicato magisterial creciente en número y fuerza en Oaxaca, pusiera de rodillas al gobierno estatal, y visto el problema ya no como un tema educativo sino de gobernabilidad, obligara al gobierno estatal a continuar pactando privilegios desproporcionados.

¿Cuándo le interesó? Muchos, muchos años después, cuando el conflicto magisterial en Oaxaca escaló al nivel de la violencia, y entonces el ya agonizante gobierno del presidente Vicente Fox “descubrió” que en Oaxaca había un grave problema con el manejo político de la educación. ¿Su solución? Lo resolvió agravándolo: de nuevo, cayó en la zona de confort magisterial apaciguándolo —según— al volverles a dar todo.

UN LARGO CONFLICTO

En 2006, el entonces gobernador Ulises Ruiz intentó tomar una medida similar a la tomada la semana pasada por el gobernador Gabino Cué: reformar el IEEPO. Sólo que a diferencia de ahora, intentó hacerlo con el magisterio ya alebrestado por el desalojo del 14 de junio; y trató de consolidar la medida ya con la carga del descrédito por la absurda decisión de haberles enderezado a la fuerza pública sin tener certeza de que podría contener al magisterio.

Hubo un acuerdo general para sacar, en ese año, a la estructura de la Sección 22 incrustada en las posiciones de mando en el Instituto. Pero paradójicamente, quien regresó a los maestros a su posición de autoridad fue nada menos que la Secretaría de Gobernación, que para apagar el conflicto dobló a su par de Oaxaca y pactó con el magisterio la paz de Oaxaca a cambio de la continuidad del reinado sindical en el instituto educativo, con todas las implicaciones que eso tenía.

Pasado eso, de nuevo al gobierno federal no le importó el problema magisterial. Volvió a verlo como un tema local, en una entidad que —para ellos— no era importante. Y mientras eso pasaba, en Oaxaca hubo también gran irresponsabilidad y enormes omisiones en la contención del problema educativo. El propio gobierno actual no se puede apartar del hecho de que llegó al poder de la mano del magisterio, pero en un contexto en el que la Sección 22 ya tenía casi veinte años dominando por completo el sector educativo, y la cuestión de gobernabilidad que éste traía aparejado.

Al final, vale más la pena apostar porque los dos ámbitos de gobierno aprendan del pasado, y no porque se pongan a ver quién fue el culpable de lo que ya pasó. Finalmente, fueron ambos. Lo que Oaxaca y la educación necesitan es a dos ámbitos de gobierno comprometidos con su función y verdaderamente dispuestos a replantear el manejo político y técnico de la educación, para no dejar latente la tentación de revivir el pasado.

¿Y RUBÉN NÚÑEZ?

En las últimas movilizaciones del magisterio, no se vio al dirigente Rubén Núñez. ¿Estará escondido, temiendo que le hagan efectiva las órdenes de aprehensión que dicen que existen en su contra? ¿O está preparando una despedida similar a que tuvo Enrique Rueda Pacheco hace algunos años, cuando fue acusado de traidor por parte de su propio gremio?

@ortizromeroc


Está a punto de cumplir una semana el anuncio de la refundación del IEEPO, y en diversos círculos no terminan de hacer el recuento de quién fue el responsable de haberle dado tanto poder y canonjías a la Sección 22 en Oaxaca. Más allá de los nombres, las épocas y el grado de responsabilidad que hubo, lo que queda es el hecho de que fue la corresponsabilidad —y la irresponsabilidad— de los dos ámbitos de gobierno —estatal y federal— lo que en veintitrés años formó y alimentó a este monstruo político, al que finalmente parecen haber descabezado el martes pasado con la extinción del llamado “viejo IEEPO”.

En efecto, en Oaxaca y en la capital del país han corrido ríos de tinta en preguntas y respuestas relacionadas con qué gobernador, y en qué contexto, se creó el IEEPO para entregárselo a la Sección 22 del SNTE. En esa búsqueda de responsables han abundado los nombres de los tres últimos ex gobernadores de Oaxaca, dos Presidentes de la República, varios ex titulares de la SEP, y un sinnúmero de circunstancias.

Dependiendo del interés, se ha dicho que el responsable es uno u otro, y lo mismo ha pasado cuando se intenta ubicar a un ámbito de gobierno en específico como el responsable de haber alimentado a la Sección 22 hasta los niveles actuales. Evidentemente, no hay un solo nombre de autoridad estatal o federal con atribuciones relacionadas, que en estas últimas dos décadas pueda excluirse de algún tipo de responsabilidad. Por eso, es evidente que el repaso de nombres y circunstancias es útil para ubicar el contexto pero en la actualidad ya no para depositar en él, o ellos, la responsabilidad por la medusa en que se convirtió el IEEPO en manos del magisterio.

¿Qué queda? Que hoy en día lo que vale la pena remarcar, en el ánimo ya no de revisar el pasado —y alimentar la ferocidad de la búsqueda de responsables— sino de prever las soluciones de fondo, es que en esta larga historia de corrupción, complicidades y excesos, hubo siempre corresponsabilidad e irresponsabilidad en el manejo del sector educativo entre los gobiernos estatal y federal.

Pues aunque las responsabilidades institucionales y las atribuciones legales se repartieron de distintos modos a lo largo de los años, es evidente que por mezquindad y la búsqueda de intereses de corto plazo, fue que, entre los propios niveles de gobierno, se desentendieron del problema, o lo manejaron de tal manera que lo que alimentaban era una bomba de tiempo que explotó desde el 2006 pero que hasta ahora se vieron en la necesidad de resolver de fondo.

¿Qué pasa? Que en todos estos años, el gobierno federal se lavó las manos diciendo que en virtud del convenio de descentralización del sector educativo, el responsable de lidiar con la situación política de los trabajadores de la educación, era el gobierno estatal. Durante años, la Federación se hizo la desentendida frente a las decisiones tomadas por al menos tres Gobernadores de Oaxaca, en el sentido de ensanchar las prestaciones económicas de los trabajadores de la educación, sus privilegios y su injerencia en el manejo institucional de la educación.

A lo largo de dos décadas, al gobierno federal no le importó que su par de Oaxaca (el gobierno estatal) se comprometiera con los salarios y prestaciones de los maestros, sobrepasando su capacidad financiera y hasta de costear endeudamiento; durante años, al gobierno federal no le importó que un sindicato magisterial creciente en número y fuerza en Oaxaca, pusiera de rodillas al gobierno estatal, y visto el problema ya no como un tema educativo sino de gobernabilidad, obligara al gobierno estatal a continuar pactando privilegios desproporcionados.

¿Cuándo le interesó? Muchos, muchos años después, cuando el conflicto magisterial en Oaxaca escaló al nivel de la violencia, y entonces el ya agonizante gobierno del presidente Vicente Fox “descubrió” que en Oaxaca había un grave problema con el manejo político de la educación. ¿Su solución? Lo resolvió agravándolo: de nuevo, cayó en la zona de confort magisterial apaciguándolo —según— al volverles a dar todo.

UN LARGO CONFLICTO

En 2006, el entonces gobernador Ulises Ruiz intentó tomar una medida similar a la tomada la semana pasada por el gobernador Gabino Cué: reformar el IEEPO. Sólo que a diferencia de ahora, intentó hacerlo con el magisterio ya alebrestado por el desalojo del 14 de junio; y trató de consolidar la medida ya con la carga del descrédito por la absurda decisión de haberles enderezado a la fuerza pública sin tener certeza de que podría contener al magisterio.

Hubo un acuerdo general para sacar, en ese año, a la estructura de la Sección 22 incrustada en las posiciones de mando en el Instituto. Pero paradójicamente, quien regresó a los maestros a su posición de autoridad fue nada menos que la Secretaría de Gobernación, que para apagar el conflicto dobló a su par de Oaxaca y pactó con el magisterio la paz de Oaxaca a cambio de la continuidad del reinado sindical en el instituto educativo, con todas las implicaciones que eso tenía.

Pasado eso, de nuevo al gobierno federal no le importó el problema magisterial. Volvió a verlo como un tema local, en una entidad que —para ellos— no era importante. Y mientras eso pasaba, en Oaxaca hubo también gran irresponsabilidad y enormes omisiones en la contención del problema educativo. El propio gobierno actual no se puede apartar del hecho de que llegó al poder de la mano del magisterio, pero en un contexto en el que la Sección 22 ya tenía casi veinte años dominando por completo el sector educativo, y la cuestión de gobernabilidad que éste traía aparejado.

Al final, vale más la pena apostar porque los dos ámbitos de gobierno aprendan del pasado, y no porque se pongan a ver quién fue el culpable de lo que ya pasó. Finalmente, fueron ambos. Lo que Oaxaca y la educación necesitan es a dos ámbitos de gobierno comprometidos con su función y verdaderamente dispuestos a replantear el manejo político y técnico de la educación, para no dejar latente la tentación de revivir el pasado.

¿Y RUBÉN NÚÑEZ?

En las últimas movilizaciones del magisterio, no se vio al dirigente Rubén Núñez. ¿Estará escondido, temiendo que le hagan efectiva las órdenes de aprehensión que dicen que existen en su contra? ¿O está preparando una despedida similar a que tuvo Enrique Rueda Pacheco hace algunos años, cuando fue acusado de traidor por parte de su propio gremio?

@ortizromeroc

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