+ Gutiérrez Candiani intenta ser “bisagra” ¿pero hacia dónde?
Durante el fin de semana, se realizó una convocatoria entre militantes y simpatizantes del PRI para arropar, el miércoles próximo, al ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani, en su intención de conseguir la postulación de ese partido a la gubernatura del Estado. Pretenden realizar un encuentro-comida para pronunciarse a favor del ex dirigente empresarial y, en su lógica, generar la percepción de respaldo de la militancia a ese proyecto político. Esto plantea un dilema: ¿De verdad el PRI, como fuerza política, está dispuesto a entregarse a un proyecto eminentemente panista?
En efecto, priistas que fueron convocados a dicho encuentro el miércoles próximo, comentan que hay, básicamente, tres expresiones de priistas que intentan acuerpar a Gutiérrez: unos son los militantes de ese partido que forman parte de la administración estatal y que aseguran nunca haber renunciado o perdido su militancia priista.
Otros, son los militantes del tricolor que son afines al ex gobernador Diódoro Carrasco, pero que no migraron al PAN cuando hace diez años éste renunció a su militancia priista y fue postulado por ese partido a una diputación federal plurinominal. El tercer grupo que acudirá a este encuentro es el de algunos ex colaboradores de Ulises Ruiz, que están intentando generar puentes con esta candidatura ante la posibilidad de que el senador Eviel Pérez Magaña (que es su “Plan A”) no consiga la candidatura.
Todos ellos impulsan a Gutiérrez bajo una lógica específica, que aunque de entrada parece lógica, también implicaría un proceso acrítico del priismo sobre su rumbo, sus alianzas y los proyectos que impulsa como partido, no sólo para Oaxaca sino para el país. Pues ellos dicen que la posibilidad de que el ex Presidente del CCE es alta ya que tiene relación directa con el presidente Enrique Peña Nieto; dicen, además, que siendo él el candidato priista a la gubernatura de Oaxaca (y eventualmente el siguiente gobernador) habría también certidumbre de su respaldo a las políticas e iniciativas presidenciales. Y sostienen que su candidatura es viable porque además es el que mejor genera puentes de entendimiento con el gobierno saliente.
En este último punto está la clave de lo que, de ser cierto, tendría que resolver no Gutiérrez o el PRI de Oaxaca, sino el CEN de ese partido y el propio Presidente de la República: ¿de verdad es necesario impulsar un proyecto político que, en realidad, está tan identificado con ideologías, intenciones y proyecciones distintas a las que tiene el grupo gobernante federal?
Pues para entender la dimensión de un asunto como éste vale la pena repasar los antecedentes, la identidad política, y hasta los círculos sociales, familiares y empresariales de Gutiérrez Candiani, para entender que no necesariamente sería un incondicional del Presidente, y sí podría ser la mejor carta hasta para sus supuestos adversarios políticos.
Gutiérrez Candiani ha sido, históricamente, un personaje proveniente del mismo linaje que llegó al poder con Diódoro Carrasco en Oaxaca, y que hoy tiene nuevamente el gobierno en las manos. Permanentemente, Gutiérrez ha tenido vínculos sociales y empresariales estrechos con el grupo gobernante local. Y buena parte de ese grupo, es el que está hoy amalgamado con las intenciones del Gobernador de Puebla de generar un bloque regional a favor del PAN, a partir de la operación política de Carrasco Altamirano como su Secretario General de Gobierno.
En ese sentido, si algo han dejado claro los integrantes de ese grupo es que sostienen su identidad por encima de todo. Por esa razón, el grupo gobernante oaxaqueño nunca ha desconocido a Carrasco Altamirano como uno de sus líderes morales, ni ha descobijado a quienes integran ese bloque desde los tiempos del diodorismo. De hecho, es tan fuerte la ascendencia que por esa razón quien era el Candidato a Gobernador de Carrasco es el mismo que hoy lo es del gobernador Gabino Cué.
CAER PARADOS
Al final, ese grupo está intentando “caer parado” al margen del resultado de la elección: triunfando la coalición, tendrían un Gobernador de su grupo; pero triunfando el PRI (es decir, supuestamente perdiendo ellos), con Gutiérrez a la cabeza, también saldrían ganando porque éste es también un integrante de su grupo. Y más allá del tema local de Oaxaca (es decir, de la lucha permanente de los últimos treinta años, entre los distintos cacicazgos, por el reparto cíclico del poder político), lo que generaría esto es el dilema de que, en el fondo, en el esquema nacional el PRI se pusiera involuntariamente al servicio del PAN para negociar quién sabe qué con los grupos políticos locales.
Un asunto como éste es de la mayor trascendencia, hoy que las coaliciones formales entre partidos enfrentan tantos cuestionamientos por la marginación de las ideologías, cuando de lo que se trata es de ganar una elección, y de repartir un gobierno en parcelas aunque esto haga inoperante cualquier administración, y nunca se planteen los fines a favor de la ciudadanía que se persiguen.
En ese sentido, existe hoy toda una discusión nacional, que ha generado una crisis al interior del PAN y el PRD, por la conformación de alianzas electorales. En esos partidos hay una verdadera crisis de confianza por la alta posibilidad de que unos funjan como esquiroles o comparsa de los otros, y por el provecho que intentan sacar gracias a uniones pragmáticas e inopinadas.
Y si todo eso está pasando, lo que no parece tener una explicación lógica es que, deliberada o involuntariamente, el PRI le abriera la puerta a la conformación de una alianza fáctica con el PAN, que ya no sólo involucraría al estado de Oaxaca sino, entonces sí, la conformación de un “eje” político entre Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Veracruz (que va a dejar de ser priista gracias al tiradero que dejará el gobernador Javier Duarte), pero trabajando a favor de los intereses del injerencista Gobernador de Puebla en sus aspiraciones presidenciales, y esencialmente para revivir electoralmente al Partido Acción Nacional.
POCOS DÍAS
La intención que tiene el PRI es que haya un candidato de unidad. Es decir, que dentro de unos días sólo se registre un aspirante al Proceso Interno y, al no haber contienda, sea quien se ubique como candidato. A más tardar falta una semana. Pero parece que al priismo aún le hace falta mucho por resolver…