¿De verdad Eviel puede desfondar la campaña priista?

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+ Su liderazgo no es profundo; el adversario no es GCM


 

Ante el anuncio de la postulación de Alejandro Murat Hinojosa como candidato de unidad del PRI a la gubernatura del Estado, hay todavía una amenaza de un sector del priismo que abiertamente amaga con fracturar al priismo y trabajar con el candidato que surja de la Coalición entre el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática. ¿De verdad tiene con qué amenazar al tricolor, un personaje como Eviel Pérez Magaña?

En efecto, en los últimos días el evielismo-ulisismo ha manifestado su inconformidad con la decisión cupular tomada con el priismo. Para Pérez Magaña, de nada valió el pacto de unidad y el compromiso que firmaron los sietes aspirantes a la candidatura sobre impulsar a un solo liderazgo, y por esa razón han reiterado, a través de amenazas lanzadas por medio de terceros, que tratarán de pactar con quien surja de la coalición PAN-PRD a la gubernatura. Su intención —siempre lo fue— consiste en buscar la ruptura de los liderazgos priistas con tal de ganar ellos el poder.

El intento no es nuevo. En este espacio, a propósito del primer evento político de José Antonio Estefan Garfias como aspirante a la candidatura a Gobernador por el PRD (el cual coincidió con su onomástico), dijimos lo siguiente: El ulisismo está desatado: en un evento político, disfrazado de ‘un cumpleaños’, este fin de semana todos los herederos del ex gobernador Ulises Ruiz se fueron a alinear con los prospectos a la gubernatura del grupo gobernante. Dejaron ver sus dos rutas: por un lado, seguir respaldando a sus desechables “candidatos naturales” (el senador Eviel Pérez y Héctor Pablo Ramírez); y por el otro —¡lo increíble!—, buscar una alianza con el gobierno estatal, para ir contra sus adversarios domésticos del PRI. Por eso, al “cumpleaños”, todo el ulisismo fue al pase de lista. Todo. De ese tamaño son las ambiciones, cuando de tratar de regresar al poder se trata” (Al Margen 30.09.2015).

Ambos escenarios a la postre se cumplieron. El senador Eviel Pérez Magaña no resultó candidato y en todos estos meses no hubo momento en que el ulisismo no tratara de romper su inercia de derrota buscando acercamientos con el grupo gobernante, y su apéndice que busca llegar a la gubernatura. Ahora que se formalizó la candidatura de Murat —la cual es sólo cuestión de formalidades para que se consolide— el ulisismo-evielismo está haciendo franca la amenaza no sólo de no contribuir al trabajo político priista (eso ya se esperaba) sino de ir a hacer activismo con los partidos adversarios.

En ese sentido, la pregunta que en todo caso debiera hacerse ya no es si Pérez Magaña romperá o no con el PRI, o si lo traicionará o no yéndose con la oposición; más bien, la pregunta tendría que versar en cuánto capital electoral significa Pérez Magaña, y qué tanto podría hacerle daño a la intención del PRI de recuperar el poder. En esa ecuación hay una respuesta palmaria, que nuevamente podría ubicar al ulisismo en su realidad al margen de los liderazgos prefabricados de los últimos años.

EVIEL Y GABINO

Ayer apuntábamos en este espacio algunos aspectos del paralelismo entre Eviel Pérez Magaña y Adolfo Toledo Infanzón, que hace seis años era el candidato natural a la gubernatura del estado por el PRI. Básicamente, apuntábamos que fue el factor derrota el que pesó sobre Toledo Infanzón (perdió los comicios de 2006, por lo que llegó a la senaduría por la vía de la primera minoría) para no convertirse en candidato a Gobernador, así como ahora ocurrió lo mismo con Pérez Magaña. En ese escenario, ¿son similares los liderazgos de Toledo y Eviel?

La respuesta es no. Y es así, porque a diferencia del liderazgo prefabricado de Pérez Magaña (a él lo hicieron candidato sin gozar previamente de un liderazgo natural, y siempre trajo a cuestas el lastre del grupo político que lo impulsaba), la capacidad política que en otros tiempos demostró Adolfo Toledo Infanzón fue muy superior.

Toledo trabajó cuando menos dos sexenios en la construcción de su candidatura. A él lo conocieron —al margen de las campañas electorales— en prácticamente todos los rincones del Estado lo mismo por su trabajo en el sector público, que como dirigente partidista, y como representante popular. Pérez Magaña hizo cinco años de campaña, en la que su labor permanente fue prometer y generar una esperanza que evidentemente nunca se ha materializado, primero por sus sucesivas derrotas, pero también por la incapacidad de su grupo de lograr que la ciudadanía cuando menos recordara menos los numerosos sinsabores del gobierno de Ulises Ruiz.

Por eso, en el abultado triunfo de Gabino Cué sobre Pérez Magaña, en 2010, no sólo habría que contabilizar —ahí sí— la suma de votos aportada por el PAN, por el PRD y por el propio Cué como candidato: también habría que sumar la fractura real que entonces sí ocurrió en el priismo, por toda la gente que se vio defraudada no sólo por la no postulación de Toledo Infanzón, sino que por esa sola causa decidió ofrecerle su voto a la entonces coalición opositora. Al final, en el triunfo de Cué sí contó aquella fractura en la que había sido desplazado el liderazgo de Toledo.

Incluso hay un factor más, que pone en duda la amenaza de Pérez Magaña a la campaña de Murat Hinojosa: en 2010, el tuxtepecano enfrentó en Cué a un candidato formidable, que tenía un liderazgo natural también construido con base en una década de trabajo político permanente. En aquel entonces, Pérez Magaña se enfrentaba a un gran adversario. Pero hoy ninguno de los posibles candidatos de la coalición PAN-PRD es del tamaño que en su momento lo fue el ahora Gobernador.

Al final, la suma de todo eso apunta a que las amenazas de Pérez Magaña son más un escarceo en busca de atención, y al enojo que le provocó el haber sido desplazado. No hay una base real para suponer que su alejamiento suponga una fractura, o que incluso su trabajo con la oposición pudiera ser determinante. Son muchos los factores que tasan un liderazgo. Y parece que ni eso está del lado de Pérez Magaña.

CANDIDATURA PERREDISTA

Más allá de rumores, lo que es necesario revisar es cómo podría definirse la candidatura en el PRD. El Consejo Estatal tiene alrededor de 170 miembros y ninguno de los aspirantes tiene las dos terceras partes de los votos que necesitan para alzarse con la victoria en el proceso interno. Por eso hay tanta incertidumbre y por eso no parece haber una definición cercana de dicha candidatura.

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