¿Por qué el Congreso no abre el diálogo con la Sección 22?

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+ Indispensable, atajar radicalismos que traban ley educativa


Un grupo de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) nuevamente protestó ayer en la sede del Congreso del Estado, en rechazo a la armonización de la ley estatal educativa con la reforma federal en la materia. La nota distintiva se centró en que ahora los profesores pidieron, con esa manifestación, que los diputados les abrieran las puertas del Congreso para debatir la iniciativa que entregaron como resultado de los foros regionales que ellos realizaron. En lugar de ignorarlos, el Poder Legislativo debió haberles tomado la palabra de debatir tal propuesta.

En efecto, según los profesores que ayer acudieron nuevamente a protestar a la sede legislativa, la iniciativa de ley que presentó la Sección 22 hace casi dos años “contempla las voces del pueblo de Oaxaca”, y es acorde al tipo de educación que requieren las comunidades; “no es una ley a modo” como la reforma educativa que ordenaron los organismos internacionales dueños del dinero, que quieren ciudadanos que no piensen ni analicen, dijo Angélica García Pérez, al tiempo de asegurar que ellos quieren “ciudadanos que piensen, que analicen, que sean factores del cambio de la sociedad en la que viven para mejorarla”. Los profesores estuvieron algunas horas a las afueras del Congreso, pero nadie ahí hizo eco de su llamado a ser recibidos y a debatir las propuestas existentes respecto a la ley educativa estatal, que —según— debe ser emitida antes de que concluya la semana próxima.

¿Por qué el Congreso debió abrirles la puerta? Irremediablemente debía hacerlo las veces que fuera necesario, justamente porque el Congreso local es el foro idóneo para la discusión de ideas y propuestas, cuando éstas existen. ¿Cuál es el problema? Que todo parece indicar que, por parte del magisterio, apenas están cayendo en la cuenta que eso que están solicitando es justo por lo que debieron apostar desde el inicio de sus movilizaciones respecto a la ley educativa. Lo más grave, es que parece que de parte del Congreso nadie les toma la palabra de debatir justamente no hay quien tenga las ganas y la preparación suficiente como para debatir con seriedad un tema como éste.

Es claro que, en el caso de los profesores de la Sección 22, hay una escasa capacidad reflexiva, y que todo eso se refleja en sus tardías y desatinadas estrategias de lucha. Cualquier persona habría apostado desde el inicio a defender su iniciativa dialogando y debatiendo desde el primer momento. Ellos prefirieron la movilización y la fuerza, y en ello perdieron la oportunidad histórica de lograr la emisión de una ley impulsada por ellos y consensada con las fuerzas políticas a las que habría convencido —no sometido— de que su iniciativa era la más viable. Hoy, como erraron en aquel camino inicial, ya no tienen la fuerza para conseguir el diálogo, y más bien lo están implorando hasta con quienes debía ser natural debatir.

CONGRESO MUDO

Lo que llama la atención es que el Congreso local sea totalmente impermeable a los llamados de la Sección 22. Es claro que los profesores tienen aliados dentro del Congreso; es también claro que esos aliados son los que reiteradamente los han “alertado” sobre la posible discusión legislativa de algún dictamen de reforma educativa; e incluso es claro que varios de los integrantes de la Comisión Permanente de Educación —comenzando por el diputado Jesús López Rodríguez— se han pronunciado de forma franca por la alianza con el magisterio oaxaqueño. Si tienen todo eso, ¿por qué entonces nadie los recibe para debatir, o al menos para considerar sus puntos de vista en la construcción de los términos de la reforma educativa?

En realidad parece que en el Congreso nadie tiene ganas, ni capacidad para discutir este tema. No tienen ganas, porque es claro que hoy en día la gran mayoría de los legisladores locales se encuentra embriagado de los ánimos electorales; los coordinadores de las bancadas están en francas actividades de campaña, lo mismo que varios diputados que ahora pretenden ser legisladores. Pero se supone que al margen de eso tendría que haber legisladores preocupados no sólo por defender las posturas del Congreso, sino incluso por incluir las consideraciones de un bloque como el magisterial, en la discusión de un tema tan trascendente como la reforma educativa. El problema es que no tienen ganas.

Y, de hecho, aún hay más de fondo. Es claro que los legisladores tampoco reciben a los profesores de la Sección 22 del SNTE, porque recibirlos implicaría discutir y debatir un tema que en realidad los legisladores no conocen. De hecho, el propio diputado Jesús López Rodríguez —aliado de la 22— no tiene claros cuáles serían los términos de una reforma afín al Estado, o afín al gremio magisterial. Por eso, simplemente no podría debatir.

Al final, quien pierde es Oaxaca porque este sigue siendo un agobiante diálogo de sordos. Todos vociferan, pero en realidad nadie se está entendiendo y, lo más trágico, nadie tiene ganas de que haya entendimiento.

SUSPICACIAS

Qué mala decisión de Eviel Pérez Magaña de aceptar la coordinación de la campaña priista a la gubernatura en Oaxaca, cuando tenía en puerta la negociación de un cargo federal. Por donde se le vea, la decisión de asumir la responsabilidad en la administración federal resulta un foco de suspicacias y golpeteos políticos por todos lados: mina la campaña proselitista, que necesita certezas y no dudas; mina al gobierno federal, que aparentó legitimar a un mapache. ¿Tanta es la imprudencia? ¿O tanta la codicia por los cargos?

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