En Oaxaca habrá tres frentes ¿sin liderazgo? para abanderar a izquierda

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+ PRD, PT y Morena: enfrentados y… ¿dispuestos para seguir la debilidad?


 

Si no varían los resultados que arroja el Programa de Resultados Electorales Preliminares, el PREP, el PRI tendrá 15 diputados de mayoría, el Movimiento de Regeneración Nacional, tres, y la coalición PAN-PRD, siete. Es de esperarse que, en el reparto de las 17 diputaciones de representación proporcional, quede integrado el PT, que es el único de los partidos minoritarios que habría logrado mantener su registro. ¿En las condiciones actuales, alguien podría creer que algunos de esos partidos, o todos juntos, sean capaces de abanderar a la izquierda, y a la oposición, en Oaxaca?

En efecto, esa resulta ser una pregunta actual y necesaria en Oaxaca. Vemos de entrada que el PRI no tendrá problemas en conformar una bancada de hasta 21 integrantes (los 15 que ganaron su curul en los comicios del domingo, además de hasta seis plurinominales que podrían obtener); que, por su parte, la coalición PAN-PRD integrará una bancada de hasta 12 diputados (los siete de mayoría, y hasta cinco plurinominales según su porcentaje de votación) y que el Partido del Trabajo tendría hasta dos diputados de representación proporcional.

Con estos números, queda claro que el PRI tendrá una bancada fuerte, de 21 diputados, pero incapaz de sacar por sí solo ninguna reforma, ya que al haber una integración total de 42 diputados en el Congreso local, para aprobar una reforma legal se necesitan 22 votos, y para una modificación constitucional son necesarios 28. ¿De verdad demostrarán convicción las fuerzas de izquierda para establecer una oposición madura? ¿O es que alguno(s) de ellos se preparan para asumir el papel de esquirol de su propia —y supuesta— “ideología” política?

De entrada hay dos factores que se deben considerar: primero, que ahora habrá por lo menos tres bloques de izquierda; y segundo, que el ejercer un verdadero papel de oposición no significa estar en contra de todo lo que proponga el gobierno, sino que más bien se trata de equilibrar las posiciones entre el oficialismo y la oposición. Sólo que según la experiencia de las últimas dos legislaturas (que han estado marcadas por la pluralidad de partidos), ese papel de oposición responsable ha sido prácticamente nulo, y más bien se han ido o, al extremo de ser comparsa del oficialismo, o a la postura de convertirse en una oposición inopinada que simplemente establece una postura política por conveniencia pero sin tener capacidad de argumentarla o justificarla.

Este es un asunto por demás importante de cara a la integración de la LXIII Legislatura, y de la nueva administración en el Gobierno del Estado, porque aún con su amplia bancada, el PRI no será capaz de ejercer por sí mismo ningún control sobre el procedimiento legislativo, y de hecho se verá obligado a negociar permanentemente con alguna de las cuatro bancadas con las que conviva en la Legislatura local.

Por todo eso, vale preguntarse si esas bancadas opositoras estarán también preparadas para concertar y convivir con esa rasante mayoría priista, que buscará siempre la forma —confesable o no— de allegarse de los votos y los consensos que necesite.

OPOSICIÓN MADURA

Hay un elemento adicional en este análisis: el proceso electoral, y su contexto, generaron una división entre las fuerzas de izquierda en Oaxaca, que hoy parece irreconciliable: el PRD sufrió una profunda merma con la formalización de Morena como partido político, ya que éste último se llevó más de la mitad de su militancia —comprobable en números—, y además nació siendo por demás crítico con esa izquierda orgánica como hoy concibe al PRD.

A su vez, el PT oaxaqueño seguirá teniendo presencia legislativa gracias a que Benjamín Robles Montoya provocó un cisma en la coalición PAN-PRD, y la ruptura que les costó, a todos ellos, la gubernatura del Estado. En esas condiciones, ¿existiría la forma de actuar juntos o, cuando menos, coordinados ya como bancadas del Congreso del Estado?

Esto tiene mucho de fondo, porque de la respuesta a esa interrogante partirá también la posibilidad de ejercer un verdadero equilibrio al PRI como bancada, y a la nueva administración estatal, también de filiación priista. El reto que tienen tanto el PRD, como Morena y el PT será actuar en congruencia con ciertas líneas no necesariamente para entorpecer cualquier medida que impulse el Ejecutivo, como tampoco para terminar siendo comparsa de éste; más bien, la congruencia tendría que apuntar a una oposición no confrontada entre sí, que fuera capaz de generar el margen de concertación que justamente tratará de romper el PRI para tener una Legislatura más cómoda.

LA IZQUIERDA, A PRUEBA

Al final, ¿quién de ellos tendrá la capacidad de asumir el liderazgo en general de la izquierda opositora en Oaxaca? La bancada perredista está destinada a quedar bajo el liderazgo o de Carol Antonio o de Eva Diego —por ser dos que ganaron su curul por mayoría y que cuentan con más experiencia parlamentaria, frente al reparto de tribus que fue la lista plurinominal final de ese partido—; la de Morena no refleja aún un derrotero claro sobre su posible liderazgo cameral; y la del PT, indiscutiblemente será coordinada por Jesús Romero López, que demostró ser uno de los pocos incondicionales de Robles Montoya en todo este periplo. ¿Quién de ellos tendrá la suficiente convicción y la fuerza para no caer en los extremos, y demostrar que, juntos o separados, pueden seguir siendo una opción democrática sólida para Oaxaca?

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