+ Martínez Neri chantajeó para ganar la mitad de la administración
Desde el arranque de su gestión, Eduardo Bautista está prácticamente solo en la rectoría de la UABJO. Al verse obligado a ceder posiciones administrativas a los factores de poder que permitieron su arribo al máximo cargo universitario, Bautista no logró acomodar a ninguno de los que pudieran considerarse como sus aliados. Por eso, a partir de ahora vivirá entre el fuego cruzado de los ex rectores Eduardo Martínez Helmes y Francisco Martínez Neri, y con la espada de Damocles pendiendo permanentemente sobre su gestión. Vale la pena revisar por qué.
En efecto, ayer en un comunicado, la administración universitaria anunció que el rector Bautista hizo los primeros nombramientos. Según la información, como secretaria General fue ratificada la maestra Leticia Mendoza Toro; como secretaria Particular, fue designada María del Refugio Caballero Merlín; como abogado General fue nombrado Héctor López Sánchez; como Contralor fue designado el contador Hilarino Aragón Matías, y el arquitecto Enrique Mayoral asumirá el cargo de Secretario Técnico.
Asimismo, se anunció que el doctor Aristeo Segura Salvador fue confirmado en la Secretaría de Planeación; que Amilcar Sosa Velasco es el nuevo Secretario Administrativo, y que la contadora Esther Jiménez Ochoa será la nueva encargada de la Secretaría de Finanzas. Para todo aquel que conozca los intríngulis universitarios, es evidente que cada uno de esos nombres revela la magnitud y el resultado de la negociación que debió entablar —con el respaldo oficial— el ex rector Martínez Helmes para permitirle el arribo a Bautista, pero también el peligro que ronda sobre él por el cruce de intereses incompatibles.
En ese sentido, de entrada se confirma lo que apuntamos en este espacio el pasado 16 de mayo, cuando apuntamos que Eduardo Bautista tendría un rectorado particularmente supeditado a demasiados ‘liderazgos’. Para lograr su triunfo —apuntamos entonces—, Abraham Martínez Alavés se vio obligado a pactar con un grupo demasiado extenso de liderazgos universitarios. Ahora tendrá que pagarle, con posiciones y recursos de la Universidad, a grupos incompatibles entre sí que querrán compartir el poder. El problema no será para los Martínez —Abraham, y su ‘familia real’— sino para Eduardo Bautista, que tendrá un gabinete no plural, sino internamente irreconciliable. Ahí no habrá política que logre conciliar intereses tan heterogéneos como los que permitieron su arribo a la rectoría. Pero esa será su realidad.
Todo esto se confirma a partir del evidente reparto que hicieron de la administración universitaria. ¿De qué hablamos? De que, para generar estabilidad, Eduardo Martínez Helmes pactó con Francisco Martínez Neri —y su nuevo aliado, Rafael Torres Valdés— la entrega de al menos cinco de las posiciones clave de la administración universitaria. Por la sola ascendencia de los nombres, es claro que las secretarías Académica, de Finanzas, de Planeación y la Administrativa, además de la Contraloría, fueron cedidas a Martínez Neri. Helmes, a su vez, sólo se habría quedado con la Secretaría Particular de la Rectoría, y con la posición del Abogado General.
¿Por qué es relevante esto?
AYUDA OFICIAL
En primer término, resalta el chantaje del que Neri hizo objeto a Martínez Helmes, pero con el que terminará siendo su cómplice, o su socio. ¿Por qué? Porque a partir del millonario quebranto financiero que tiene la Universidad —unos 250 millones de pesos, por lo menos— Neri habría exigido posiciones a cambio de no atizar las revisiones que realiza la Auditoría Superior de la Federación a las cuentas universitarias.
Neri, no lo perdamos de vista, es coordinador de la bancada perredista en la Cámara de Diputados, y la ASF es el órgano técnico de fiscalización de la Cámara baja, y por ende un órgano dependiente de San Lázaro. Así, la negociación habría sido “posiciones de control, a cambio de impunidad”. Cuestión a la que claramente cedió Martínez Helmes, aunque hipotecando el futuro de su sucesor.
En la otra parte de la negociación, Helmes se quedó con posiciones clave dentro de la Universidad, como lo es el cargo que él mismo ostentó durante dos rectorados: la Secretaría Particular, que es la puerta de entrada —y la garantía de control— de cara al Rector. Así, Helmes tendrá la certeza de conocer cada movimiento de Bautista.
Todo esto —y la denodada negativa a entablar diálogo con Silviano Cabrera y Miguel Ángel Reyes Franco— fue avalado por el gobierno estatal, que en esta ocasión no entabló diálogo a través de la Secretaría General de Gobierno sino que, por órdenes de Jorge Castillo Díaz, habría actuado a través de la Fiscalía General del Estado —llevando además de por medio, la amenaza de la integración de averiguaciones previas en contra de los inconformes con el resultado de la elección.
FUTURO INCIERTO
Sí, futuro incierto para el atribulado Eduardo Bautista, que no sabe en la que se metió. En la administración universitaria está en medio de dos fuegos: el de Martínez Neri que tiene en sus manos dos terceras partes de la estructura administrativa; y el de Martínez Helmes, que conservará espacios de control político y económico como la Dirección de Redes. No podrá aliarse más con uno que con otro; si lo hace con uno, será blanco del otro. Por eso, a menos que demuestre las virtudes políticas que aún pudiera tener escondidas, no tiene hacia dónde moverse. Y por eso mismo no le quedará más que ser un “Rector fachada”.