¿Ahora sí nos revelará Morena en qué consiste su alianza con el PRI?

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+ Radicalizar sus posiciones, es síntoma de la opacidad de los acuerdos


El diputado Irineo Molina ha asegurado en varias entrevistas, que su presencia en la toma de protesta del gobernador Alejandro Murat tuvo dos razones: primera, que él es el Presidente de la Junta de Coordinación Política y debía guardar compostura institucional; y segunda, que con él, o sin él, la ceremonia de todos modos habría ocurrido y que además él no tenía totalmente claro el contexto de lo que iba a ocurrir esa noche. Mientras eso ocurre, al interior de su bancada, y de Morena en Oaxaca, parece haber una auténtica —aunque  inexplicable— rebelión de diputados y dirigentes políticos.

En efecto, puede o no ser cierto lo que dice. Sin embargo, lo más importante es que ahora el diputado Molina le explique a la ciudadanía cuál es el contenido de la alianza política que trabó con el PRI, que le permitió ostentar el reconocimiento como segunda fuerza política representada en el Congreso local. El asunto es de la mayor relevancia porque esta primera rebelión en la bancada morenista refleja la opacidad, la discrecionalidad y las discrepancias en los acuerdos alcanzados.

¿De qué hablamos? De que la presencia del diputado Irineo Molina en la asunción del nuevo Gobernador, era lógica si se considera todo el respaldo que el Revolucionario Institucional le dio a Morena para pasar por encima del PRD y ser reconocido como la segunda fuerza política en el Congreso del Estado. Todo esto toma forma no sólo con el hecho de que el PRI hizo todo para que la bancada morenista tuviera más peso político que las demás, y para que el propio Molina —coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en la LXIII Legislatura— se convirtiera en Presidente de la Junta de Coordinación Política. Por encima de todo eso, está la reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo para modificar el mecanismo de designación de la Presidencia de la Junta, que hoy ostenta Morena gracias justamente al PRI.

Dicha modificación a la Ley Orgánica, tuvo como intención eliminar la disposición sobre la titularidad de la Junta de Coordinación Política, que establecía que cuando no hubiera mayoría simple de un partido, la Junta iba a ser encabezada, año con año y de forma descendente, por el coordinador de la bancada que tuviera más diputados. En la nueva redacción de la ley se establece el mecanismo denominado “de voto ponderado”, a través del cual la definición del orden en que será rotada la Presidencia de la Junta, se da justamente por el consenso entre sus integrantes. Esa reforma la impulsó el PRI —todavía en la Legislatura anterior— para que Morena pudiera tener margen de maniobra y ser la segunda fuerza electoral, aliada, en la LXIII Legislatura.

En ese sentido, vale recordar que tanto Morena como el PRD tienen el mismo número de diputados, y que por ende su representación legislativa es la misma. El PRI ha justificado su respaldo a Morena para ser reconocida como la segunda fuerza política, por encima del PRD, a partir del argumento de que Morena tuvo más votos que el PRD en los últimos comicios. Ello ha sido una forma de justificación, porque dicho reconocimiento es un tema eminentemente político, que lo mismo le pudo haber aplicado al PRD —en su contexto, como por ejemplo porque tiene más diputados de mayoría que Morena— si con ellos se hubiera trabado la alianza que tiene el PRI con Morena.

ALIANZA VOLUBLE

Esto que escribimos el 15 de noviembre en este espacio, cobra particular importancia ante la rebelión morenista y su alianza voluble con el PRI. Es evidente que Morena no está —al menos por ahora— en la posibilidad de cogobernar con el PRI en Oaxaca —apuntamos en aquel momento. No, porque este primer tercio del gobierno, será el del bono democrático de Alejandro Murat como gobernante, emanado de una amplia mayoría electoral. Pero por eso mismo, si hay acuerdos iniciales, éstos deberían ser llevados concretamente a las instituciones para ser verificables, para ser confiables, y para ser políticamente transparentes.

¿De qué hablamos? De que Morena y el PRI —dijimos entonces— tendrían que ser claros, y utilizar la Constitución, para establecer los albores de un gobierno de coalición, en el que no sólo Morena, sino cualquier partido que trabe un acuerdo con el oficialismo, tenga también una corresponsabilidad por los efectos positivos o negativos de las decisiones que se tomen, y que se respalden. El eslabón más perfeccionado de esa cadena sería el establecimiento de un gobierno de coalición, como sí lo contempla la Constitución local, a partir del establecimiento de una agenda, de posiciones administrativas, y de un programa conjunto de gobierno. Pero, por ahora, iniciarían bien estableciendo al menos algunos compromisos conjuntos para generar un mejor panorama para Oaxaca.

QUE ABRAN LOS ACUERDOS

La rebelión en Morena demuestra que sus diputados no tienen claridad sobre los acuerdos alcanzados con el PRI, ni entienden la importancia de mantener una alianza. Ello, además, estaría revelando que, o Irineo Molina no fue claro con sus compañeros sobre lo que implica comprometerse para recibir algo a cambio, o los diputados de Morena no saben sostener sus acuerdos. En cualquier caso, lo que Oaxaca requiere es que el contenido de ese, y todos los demás acuerdos políticos, se abran a la ciudadanía. De no ser así, entonces estaríamos frente a la reedición de la misma política aldeana de siempre.

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