+ Los diputados desperdician el tiempo, y se presionan entre ellos, con bravatas
Sólo los partidarios de las propuestas demagógicas, y los simpatizantes de los discursos antisistema, podrían aplaudir la ocurrencia planteada por la Fracción Parlamentaria del PRI en la LXIII Legislatura, en el sentido de desaparecer las diputaciones por el principio de Representación Proporcional. Más allá cualquier filia o fobia, es evidente que con esos planteamientos los legisladores exhiben su ignorancia y le terminan dando la razón a los mismos a quienes quieren agradar, demostrando que no tienen ni idea de lo que dice la Constitución y de cómo está construido el sistema de partidos en México.
En efecto, el pasado miércoles el diputado Manuel León Sánchez presentó una iniciativa, respaldada por su partido, en el sentido de reformar la Constitución Política del Estado de Oaxaca, para desaparecer la figura de los diputados de representación proporcional. En la exposición de los motivos de su propuesta, el diputado León dijo que buscaba “cambiar la historia política de Oaxaca y del país, atendiendo a un auténtico reclamo de la sociedad”. Calificó, además, de “aparatosos” a los Congresos frente a los reclamos sociales de racionalizar el gasto público. Fuera de esos, que son meros lugares comunes, el Legislador local no alcanzó a vislumbrar la dimensión de su propuesta y mucho menos a contextualizarla en un escenario real, tanto en lo político como en lo constitucional.
¿Por qué? Porque según la propuesta, la intención del promovente consiste únicamente en reformar la Constitución del Estado para cristalizar su supuesta iniciativa de vanguardia. Quizá nadie le dijo al diputado León que el principio de la representación proporcional en la integración de los órganos legislativos, no es ni una ocurrencia ni un acto potestativo de las legislaturas locales, sino que éste constituye un robusto mandato de la Constitución de la República que, de entrada, es lo primero que tendría que reformarse para poder intervenir en un principio como el ahora señalado.
En ese sentido, el tercer párrafo de la fracción II, del artículo 116 de la Constitución federal, establece: “Las legislaturas de los Estados se integrarán con diputados electos, según los principios de mayoría relativa y de representación proporcional, en los términos que señalen sus leyes. En ningún caso, un partido político podrá contar con un número de diputados por ambos principios que representen un porcentaje del total de la legislatura que exceda en ocho puntos su porcentaje de votación emitida…”.
Como bien se sabe, el artículo 116 de la Constitución federal establece las bases de la organización política de las entidades federativas, partiendo del régimen interior de la división de poderes en los estados, y estableciendo los principios fundamentales por los que habrá de regirse cada uno de ellos.
En esa lógica, el artículo 116 es un artículo programático cuyo contenido puede ser ampliado por las Constituciones de los Estados, pero no restringido. En esa lógica se inscribe la disposición transcrita en el párrafo anterior, ya que como bien puede distinguirse, en ningún punto del precepto se dice que las Legislaturas de los Estados tienen la facultad potestativa de instituir un régimen de representación proporcional, o de prescindir de él.
Más bien, lo que establece con toda claridad es un mandato para que los Congresos estatales se integren por diputados de mayoría relativa, y de representación proporcional, y en seguida dicta las bases de su organización entre las que se encuentran las cláusulas particulares de la representación y de la sobrerrepresentación de los partidos, de la gobernabilidad interior del Congreso, y otras reglas que son comunes e indispensables para el funcionamiento de todos los poderes legislativos estatales en el país.
Por esas razones, es evidente que una Constitución local, ni una Legislatura estatal, podrían eliminar la representación proporcional, simplemente porque eso no está dentro de su marco de facultades. Más bien, tendrían que impulsar una reforma a la Constitución federal no sólo para eliminar sino para prohibir la representación proporcional tanto a nivel federal como local —a partir del principio de que las entidades federativas pueden ampliar los términos constitucionales federales, pero no restringirlos—; luego, modificar toda la estructura del sistema de representación democrática reglamentado en la Ley General de Partidos Políticos; y finalmente, proceder a las reformas constitucionales locales para también eliminar dicho principio, que ya para entonces sería inconstitucional a la luz de esas reformas a la Constitución federal.
REFORMA, IMPOSIBLE
Es muy probable que el diputado León Sánchez no lo sepa, pero para que su iniciativa tuviera un mínimo de seriedad y credibilidad —y no terminar siendo el chiste que es— debió presentarse y fundamentarse como una propuesta que buscara que la Legislatura del Estado de Oaxaca presentara, a su vez, una iniciativa de reforma a la Constitución federal para eliminar de raíz el sistema de la representación proporcional no sólo en Oaxaca, sino en el país.
Quizá no lo sepa él ni los diputados de su partido —que no llamaron a la prudencia al autor de tal despropósito ante el riesgo de quedar exhibido—, pero la fracción III del artículo 71 de la Constitución de la República le reconoce a las Legislaturas de los Estados la facultad de iniciar leyes y decretos en el orden federal, y por esa razón, y por las implicaciones federales que tiene el tema, esa debió ser una vía inicial si lo que querían era hacer una propuesta seria, y no meter un calambre a algunos partidos de oposición que en las últimas sesiones han demostrado la ineficacia e incapacidad de interlocución de la Coordinadora de la Fracción del PRI, María de las Nieves García Fernández frente a las demás fuerzas políticas.
Pues, en esa lógica, esta propuesta adquiere cierta coherencia: los diputados del PRI están buscando generar discusiones bizantinas dentro del Congreso para evitar que algunos de los partidos de oposición sigan presionando al gobierno estatal para que acceda a cumplir con algunos requerimientos y explicaciones relacionadas con la situación financiera actual de la entidad o con el proceso de entrega-recepción de la administración estatal, entre varios otros temas en los que han intentado presionar y mayoritear al PRI, en algunos casos consiguiéndolo hasta con cierta facilidad.
En ese sentido, pareciera que la poca capacidad de la diputación priista está intentando generar ciertas presiones en sus contrapartes para desviar ciertas discusiones sobre temas que ellos creen que podrían no serles cómodos, como el de la desaparición de la representación proporcional de la que se beneficiaron fracciones como la del PAN, PT y Morena, independientemente de sus resultados en la elección de diputados de mayoría relativa.
LA CAJA CHINA
Recordemos, finalmente, que están pendientes varias reformas importantes para el gobierno estatal que no han salidos porque no ha habido capacidad de generar consensos con los partidos de oposición. Cuando eso ocurre, comienzan las presiones y también las maniobras para generar cajas chinas que viren la atención hacia discusiones retóricas. El problema, en este caso, es que la propuesta es tan deficiente que no da un solo elemento para una discusión seria y sí termina exhibiendo a quienes se quieren presentar como grandes reformistas.