+ La elección terminó; a demostrar capacidades no electorales
El resultado de la elección del pasado 4 de julio, debía servirle a los 14 diputados federales del Partido Revolucionario Institucional por Oaxaca, para entender que el trabajo legislativo no se reduce a las peleas partidistas y al uso de la tribuna legislativa para dirimir disputas con sus adversarios políticos. La derrota debe también hacerlos entender que este es el momento de reordenar sus prioridades en el Poder Legislativo Federal, de asumir sus responsabilidades formales, y de demostrar que tienen más intereses, aparte de los electorales, en la labor pública.
Hasta ahora, la bancada tricolor de Oaxaca en la Cámara baja federal, ha tenido un solo éxito, que podría ser asimismo cuestionable: el logro del presupuesto para el presente año, que hasta ahora ha sido el más alto que la federación ha asignado para la entidad. Es un éxito, sin duda, por la cantidad de recursos que habrán de ser invertidos durante 2010 a rubros como el carretero o el de la generación de infraestructuras.
Sin embargo, ese presupuesto se logró a partir de una propuesta impulsada a nivel nacional por el priismo, de elevar impuestos a cambio de recibir más altos márgenes de gasto público. Es decir, que comenzando por el cuestionamiento de tener un gobierno rico en medio de un pueblo pobre —que paga más impuestos para que, en tiempos de crisis, haya más gasto—, no parecía ser tan magnánimo el logro de un presupuesto sin precedentes para la entidad.
Y en todo esto, hay más. Al ser del mismo color partidista, y del mismo grupo, el gobierno de Oaxaca y la mayoría de legisladores que obtuvieron aquel presupuesto, unos y otros olvidaron establecer reglas más precisas en cuanto a la fiscalización de ese gasto, para garantizar no sólo que se eliminara cualquier posibilidad de desvío, sino que además esos recursos fueran ejercidos en tiempo y forma para evitar dispendios o subejercicios que alteraran las finalidades para las cuales dichos recursos fueron etiquetados. A pesar de lo que digan, la militancia partidista determinó que los recursos extraordinarios se entregaran sin reforzar los mecanismos de control, que a todo gobierno se le deben aplicar.
Así, con esa primera gran bandera que tiene algunos puntos oscuros, los diputados federales del PRI por Oaxaca se han caracterizado por todo, menos por una eficiente labor legislativa. Salvo algunos destellos interesantes de propuestas legislativas y trabajo en comisiones, que ha sido lo menos, la diputación tricolor oaxaqueña ha sido protagonista en la defensa de todo tipo de intereses y posicionamientos, que nada tienen que ver con su responsabilidad formal.
En los últimos meses, han sido constantes las apariciones de diputados oaxaqueños haciendo defensas partidistas, defendiendo intereses electorales, dirimiendo ataques de sus pares en la tribuna legislativa, e incluso atacándose a manotazos e insultos en los pasillos de San Lázaro. De eso pueden dar cuenta puntual los diputados Héctor Pablo Ramírez Leyva, y las diputadas Sofía Castro y Margarita Liborio. Si algo han aportado a los trabajos formales de la Cámara de Diputados, ha sido mínima su notoriedad. Y menos si se compara con el tiempo y la atención que les ha ocupado, en ese recinto, el proceso electoral que apenas hace unos días llegó a su cúspide y en el que, valga decirlo, perdieron.
CAMBIO DE PRIORIDAD
La mayoría de los diputados federales priistas por Oaxaca ocupan espacios en comisiones y encargos que serán fundamentales para los próximos dos años. Ahora que el interés electoral quedó atrás, sería benéfico para ellos, para la entidad que representan, y para el país, que se abocaran a retomar las riendas del trabajo que realizan. Es lamentable corroborar que, al menos en sus respectivos registros de participación, asistencia y propuestas que están asentados en el sitio electrónico de la Cámara de Diputados, la mayoría de ellos tenga una productividad que, cuando mucho, puede considerarse como regular.
Más allá de su conocimiento de la política electoral, y de las grillas partidistas de Oaxaca, a los 14 diputados federales del tricolor debería, a partir de ahora, preocuparles escrupulosamente el estar enterados a fondo de los temas que les ocupan en las comisiones legislativas, en desahogar los deberes que tienen rezagados, y en convertir su presencia en el Congreso en una participación activa y protagónica en los temas y en las causas que benefician al país. Por mantener su propia dignidad y decoro, ninguno de ellos debía permitirse la posibilidad de asumirse como ignorantes, cuando se les cuestiona sobre asuntos relacionados con las comisiones que integran, o con los problemas de los sectores a los que, se supone, están dedicados a investigar, proponer y resolver.
Esto, al final de cuentas, y aunque parezca un idealismo, habrá de legitimarlos como legisladores y habrá de darles las herramientas de acción política que ahora no tienen, y que les hará mucha falta ahora que, en Oaxaca, pasarán a integrar la oposición. Si su trabajo apunta a lo que ayer aseguraba a Quadratin el diputado Emilio Mendoza Kaplan, en el sentido de que se alejarán de la mezquindad y trabajarán con el gobierno opositor como si fuera de su partido, siempre que sea en beneficio de Oaxaca, ahora sí tendrán que saber cómo se utilizan las herramientas de control y fiscalización, y cómo ellos tendrán una participación directa en esas tareas para garantizar que los recursos se apliquen correctamente.
Si la diputación federal actúa con responsabilidad, sabrá convertir esta adversidad política en la que quedó su partido, en una oportunidad inmejorable para dignificar su trabajo, su imagen, su presencia en el Congreso, y la representación legislativa que recibieron de los oaxaqueños. Sólo así podrían asegurar que actuaron acorde a su circunstancia, y que lo hicieron no en base a una militancia recalcitrante, sino a la noción de lo que requiere Oaxaca y el país.
DIPUTADOS INVISIBLES
Más allá de los diputados que en los últimos meses han tenido una participación “importante” en el Congreso federal, hay varios otros de los que no se sabe nada ni en de gestión legislativa ni tampoco de su peso partidista. ¿Alguien sabe a qué se dedica, por ejemplo, Manuel de Esesarte, Heliodoro Díaz, Heriberto Ambrosio y casi toda la bancada tricolor? Por vegetar, como ellos, es que los diputados tienen una pésima fama pública entre los mexicanos.
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