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PRI en Oaxaca: ubicar las expectativas más allá de la gubernatura

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Adrián Ortiz Romero Cuevas

En la fecha límite establecida por la ley, el Comité Ejecutivo Nacional del PRI emitió la convocatoria para la selección y postulación de su candidata o candidato a la gubernatura del Estado de Oaxaca. Lo hizo para cumplir el requisito y, pareciera, lo hizo más por asumir el compromiso que porque verdaderamente exista una expectativa electoral favorable a la causa priista en la entidad. Del propio documento se desprenden algunas premisas que apuntan a que al PRI le preocupa Oaxaca, pero no por lo que pase en el presente año, sino en el mediano y largo plazo.

En efecto, la convocatoria lanzada el lunes no contiene ninguna sorpresa: establece el procedimiento para el registro de candidaturas, los requisitos que deben cumplir los y las aspirantes, y los plazos en que se desahogarán las fases de una eventual precampaña, hasta la posible realización de la convención de delegados, que ocurriría el 10 de febrero para definir quién será el abanderado priista a la gubernatura del Estado. 

Todo se basa en supuestos, porque en la convocatoria también se establece la posibilidad —potencial— de que se registre un solo aspirante como precandidato, y éste sea declarado como único. En tal caso se pasaría directamente a la fase de precampaña —que duraría veinte días, del 20 de enero al 10 de febrero—; de ahí a la declaratoria de validez del proceso interno. Y la Convención de Delegados serviría únicamente para llevar a cabo la entrega de la constancia de candidatura “en la que se ratificará —dice la convocatoria— la candidatura en votación económica sin la necesidad de quórum de los convencionistas”. Evidentemente, dicho acto sería, sobre todo, la ratificación política y la presentación pública del ya ungido candidato priista.

¿Por qué hablar de supuestos? Porque, por un lado, ha quedado claro que el PRI tiene un abanico bastante reducido de opciones para la elección de su posible abanderado y muy pocos bríos para realizar, entre su militancia, una precampaña que pueda generar alguna expectativa de revitalización de sus filas; y porque, en el otro extremo, las miras de la cúpula priista en realidad parecen estar puestas en un momento posterior: el proceso electoral de 2024. 

Si se considera que constitucionalmente los partidos políticos son el mecanismo prácticamente único de acceso a los cargos de elección popular —pues las candidaturas independientes siguen siendo una aspiración en el sureste mexicano—, y que todo ello quedará reservado para 2024 —porque la elección del presente año es sólo de Gobernador—, entonces la preocupación de fondo en la cúpula del tricolor es quién, o qué grupo político, heredará o mantendrá el control del membrete priista más allá del 2022.

A todos les queda claro que, a estas alturas, la elección de este año es un proceso descontado, al menos para el tricolor. Entre lo formal y lo fáctico, es evidente que todos los intereses y las expectativas están puestas en el proceso interno de otro partido —Morena— para la definición de su candidato, y que incluso ya hay un número importante de priistas —muchos de esos que, hasta hace poco, sostenían tener una militancia arraigada hasta la médula— que tienen los ojos puestos en lo que ocurra alrededor de la disputa entre Salomón Jara y Susana Harp por la candidatura morenista a la gubernatura, para ofrecer el mismo humo de la ingeniería y las supuestas estructuras electorales, gracias a los que obtuvieron cargos y prebendas en los tiempos de bonanza priista. 

Y es que, en realidad, entre ellos la militancia se diluye y la codicia por los cargos domina, porque tampoco hay tanto qué negociar —y qué repartir— dentro del tricolor, ya que en el presente año sólo una candidatura irá a la boleta, y esa ya la tienen perdida. Ninguna encuesta da al menos un viso de que las preferencias electorales en Oaxaca puedan cambiar entre enero y junio próximo; y ningún aspirante tricolor parece tener la chispa y el empuje necesario entre la ciudadanía como para advertir al menos la posibilidad de un viraje, e incluso de una elección competida con cualquiera que resulte el candidato de Morena.

LA HERENCIA 

Existen algunas premisas que valdría la pena validar, en el contexto de la definición de una posible candidatura única. Una de ellas —advertida denodadamente hasta hace no tanto tiempo por la facción priista que comanda el diputado Alejandro Avilés—, es que independientemente de quién fuera el aspirante favorito de la cúpula priista, ellos tenían el control de la mayoría de los integrantes registrados para participar en la Convención de Delegados, y que por ello cualquier definición cupular tendría que pasar por una negociación con ellos. En el supuesto, ¿los integrantes de ese grupo tendrían aún el combustible suficiente para manipular la Convención de Delegados, al grado de contrariar a quienes realmente toman las decisiones desde lo más alto de la cúpula priista de Oaxaca, y del país?

Otra premisa que habría que validar, es si quien se convierta en candidato a Gobernador será quien luego herede la titularidad del PRI oaxaqueño. Eso fue justo lo que ocurrió en 2010 luego de que el PRI perdiera la gubernatura de Oaxaca por primera ocasión. El entonces derrotado candidato priista Eviel Pérez Magaña fue quien heredó el control del membrete tricolor, y vaya que él —y sólo él— le sacó provecho a la derrota: en los años siguientes fue dirigente priista, Senador de la República y aspirante a la gubernatura en 2016, para luego brincar a la entonces Secretaría de Desarrollo Social como subsecretario —gracias a la negociación para que claudicara en su aspiración a la gubernatura—, y finalmente ocupar la titularidad de esa Secretaría de Estado en el último tramo del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Con ese antecedente, es claro que quien sea ungido como abanderado en 2022 será quien se quede con la herencia del priismo oaxaqueño. Y es evidente que, aun perdiendo la gubernatura, el actual grupo dominante no querrá perder la puerta de acceso a los cargos públicos a través de la dirigencia priista oaxaqueña. Por eso, se habla con tanta insistencia de que Germán Espinosa Santibáñez es el más viable para convertirse en candidato del tricolor; no porque tenga carisma o arrastre entre la militancia, o porque pueda ser el más carismático de los aspirantes a la gubernatura —sin calificar si lo es o no, porque su medición cualitativa y cuantitativa como candidato, ocurrirá en los meses próximos—, sino porque es un integrante orgánico, y de toda la confianza, del actual grupo gobernante, a quien sí le pueden encargar esa herencia sin el riesgo de que pretenda una ruta independiente, o traicionarlos.

Las miras están puestas en 2024. Entienden el desgaste natural del Presidente de la República. Saben que para entonces Andrés Manuel López Obrador será todo menos candidato. Y que eso plantea un escenario electoral distinto, en el que sí estarán en juego todos los demás cargos: diputaciones locales y federales; las senadurías y un conjunto inmenso de presidencias municipales. Eso es lo que en Oaxaca nadie quiere perder. Y es lo que, nada más y nada menos, está en juego en la definición actual del abanderado priista.

EPITAFIO 

Antier y ayer hubo reuniones en la Ciudad de México. Ya se tiró la línea desde la más alta cúpula priista. Y sólo falta que todo eso se materialice en cambios en el gabinete y los anuncios respectivos.

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Marvel y su efecto en la audiencia

Ismael Ortiz Romero Cuevas 

Amigas y amigos lectores, antes de iniciar con la columna de hoy, quiero desearle a todos un 2022 lleno de éxitos y sobre todo, con mucha salud para ustedes y su familia, hoy más que nunca, debemos valorar que eso es el principal tesoro de esta vida. 

Y como era de esperarse, me fui a ver en este periodo vacacional la película “Spiderman: sin camino a casa”, donde comprobé algo: Marvel sabe qué es lo que le gustará a su público y no duda en poner eso dentro de sus historias y convertirlo en algo espectacular. Debo decir también, que la ficción de este ‘Hombre Araña’ con Tom Holland encabezando al elenco, es quizá la película más ‘millennial’ del MCU y un ‘fanservice’ al por mayor, todo en aras de que se logre un éxito en taquilla de escalas monumentales, tal y como está sucediendo. Y aunque eso ha sido de los puntos más criticados de esta película, creo que no está del todo mal cuando ese mentado ‘fanservice’ se ve desde otro enfoque: el cuidado de su audiencia, algo que Marvel ha entendido en beneficio de su gran negocio y en un discurso más romántico, para consentir a sus consumidores. 

Y es que hay una escena en particular en la que los asistentes de la sala de cine se volcaron en gritos y aplausos por la situación que acontecía en la pantalla, pero este suceso es algo que ya hemos visto en algunas películas de Marvel, por ejemplo, cuando el mismo Spiderman hacia su aparición en la batalla en “Capitán América: Civil War”; o cuando Thor llegaba a hacer justicia en “Avengers: Infinity War”; el grito de “¡Wakanda Forever!” de “Blackpanter” que también fue motivo para trastornar al por mayor de los asistentes, o la frase “Avengers Assemble” que provocó los gritos potentes y la euforia de la audiencia en “Avengers: Endgame”; es decir, Marvel con todo y lo pueril de sus tramas, ha entendido bien qué es lo que el público desea ver en sus películas y simplemente se los da. Esto, ha ocasionado que el llamado MCU, tenga no solo un gran éxito en críticas de la mayoría de sus películas, sino que la audiencia en verdad haga todo un acontecimiento cuando se estrena de algunas de ellas. 

Situación diferente prevalece en el DCEU, donde a pesar de grandes éxitos de taquilla como “Batman v Superman: El origen de la justicia”; “Mujer Maravilla”; “Aquaman” o “¡Shazam!”, pareciera que Warner Bros., no acaba de convencerse en el tono y estructura de sus súper héroes pues antes de complacer a su público, desea convencer a la crítica, que no ha sido benevolente en absoluto con ese universo, salvo algunas excepciones. Y a pesar de que Warner ha tenido mensajes clarísimos por parte del público para continuar con su universo de súper héroes y hacer de sus cintas éxitos monumentales, parece ser que sus ejecutivos se empeñan en hacer lo contrario y provocar la ira de quienes pagan el boleto. Y esa recomendación estuvo más que clara el pasado 2021, cuando pese a todo pronóstico e incluso, una especie de auto sabotaje por parte del mismo estudio, “Liga de la justicia de Zack Snyder” resultó un éxito arrollador en las plataformas en donde se estrenó con todo y sus cuatro horas de duración, obtuvo excelentes comentarios de la crítica que la calificó como una de las mejores películas de súper héroes de la historia, y la revista “Forbes” la clasificó como una de las mejores producciones cinematográficas de 2021. Aún con todo eso, Warner hace caso omiso de eso y está enterrando a ese universo que prometía ser igual de épico que el MCU. Y ni al público y creo que ni al estudio, le queda claro el propósito de ‘matar’ ese universo ideado por Zack Snyder. Eso sí, Warner y DC han prometido cintas épicas próximamente como “The Batman”; “Black Adam”; “The Flash”; las continuaciones de “¡Shazam!” y “Aquaman”, la cinta de “Bluebeatle” con la hoy súper estrella juvenil Xolo Maridueña estelarizando y la tercera entrega de “Mujer Maravilla”. Pero todo, aún es promesa. 

https://www.youtube.com/watch?v=8g-UX5LtlqY

Y mientras Marvel corrige el camino por desilusiones como “Eternals” que no convenció del todo al público, pero sí a la crítica, Warner trata de hacer lo contrario y trata de reiniciar el universo de sus películas para agradar a la crítica, aunque su público no resulte complacido con lo que presentan en pantalla. Lo cierto, es que el efecto de Marvel en el público resulta una lección no solo de negocios para otros estudios, sino de cuidar a la audiencia que les ha entregado éxitos, pero sobre todo, lealtad en las salas de cine. 

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Ciclovías: pueblo bicicletero

Carlos R. Aguilar Jiménez

Al estilo de Ámsterdam donde parte de la movilidad urbana se realiza a bordo de bicicletas, la Secretaría de Movilidad (Semovi) en Oaxaca copiando lo que hacen ciudades de primer mundo, pretende hacer de la ciudad de Oaxaca, un pueblo bicicletero, estableciendo ciclovías en vialidades de alta movilidad estorbando, el de por si, lento desplazamiento de vehículos de motor al estrechar calles o eliminar carriles de circulación para dar espacio a dos o tres ciclistas y, si bien la intención podría ser ventajosa, la realidad es otra porque Oaxaca no es una ciudad plana como Ámsterdam, Berlín, Madrid o la CDMX, porque es de subida-bajada de norte a sur con incontables elevaciones, colinas y cerros donde las bicicletas se desplazan fácilmente de bajada. Subirlas es una pesadilla.

Establecer ciclovías es más tendencia política que hará quedar bien en discursos al gobierno estatal respecto de su supuesta preocupación por el ambiente, calentamiento global o la Covid-19, pero que en la realidad no sirve, porque quienes utilizan bicicletas son apenas el dos por ciento de quienes se transportan en la ciudad, y lo hacen jóvenes con todo el vigor y enjundia, no así personas mayores sin la misma vitalidad, temple muscular o pobreza económica, para subirse al frágil vehículo de dos ruedas impulsado por músculos, en lugar de una motocicleta o automóvil, sin considerar que además la bicicleta sirve únicamente si no se transporta alguna carga extra pesado o voluminosa, si a donde uno se dirige no importa llegar sudado, apestoso, excitado y cansado. Las bicicletas, si bien son uno de los mejores inventos para desplazarse sin utilizar combustible, resultan vehículos que transportan únicamente al tripulante, no puede haber pasajeros y además, como señala el periodista Alfredo Martínez. de Aguilar: “Hay un rechazo general y ácidas críticas a la insensibilidad y opacidad de Arturo López Sorroza, titular de Semovi al tenerse la percepción popular que se trata de la imposición de una ocurrencia” porque es obvio que al estrechar calles en la colonia Reforma, Camino Nacional, Centro Histórico y las que sigan, la de por sí difícil circulación de vehículos en la ciudad será cada vez peor, porque la mayoría de personas que tiene que desplazarse por la ciudad lo hacemos en automóvil, autobús o motocicleta, incluso en el nefasto moto taxi manejado por algún póngido, siendo apenas el dos por ciento quienes utilizan bicicleta y, la mayoría, excepto quienes los hacen por necesidad: albañiles u obreros, los defensores de la bicicleta son hípster, alivianados, fundamentalistas verdes y lo hacen por diversión, ejercicio, deporte o regodeo, no para transportarse a su trabajo o donde tengan que ir; a esos lugares van en su moto Harley, su Audi o BMW, pero no en bicicleta. Las bicicletas son para deporte o entretenimiento Las ciclovías del programa “BiciRutaOaxaca” de un programa nacional de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Sedatu), son ocurrencia desafortunada para la movilidad de vehículos en Oaxaca, mas útil sería eliminar el estacionamiento del periférico o Carretera Internacional.        

Clases híbridas o desabridas

Mariano Estrada Martínez

La labor de un buen maestro no se limita al tiempo de la jornada escolar, es necesario que prepare clases, revise tareas, analice el aprovechamiento de cada uno de sus alumnos, se actualice, planee las mejores estrategias y métodos de enseñanza, se cultive, lea, vaya al cine, al teatro, en fin, que esté en constante preparación. 

La neuroeducación que estudia cómo aprende el cerebro, está cambiando las metodologías tradicionales de enseñanza. Su principal aportación es que el cerebro necesita emocionarse para aprender y desde hace unos años no hay pedagogía innovadora que se dé por válida que no contenga ese principio.

La educación puede transformarse para hacer el aprendizaje más efectivo, por ejemplo, reduciendo el tiempo de las clases a menos de 50 minutos para que los alumnos sean capaces de mantener la atención. 

Lo que hace la neuroeducación es trasladar la información de cómo funciona el cerebro a la mejora de los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, conocer qué estímulos despiertan la atención, que después da paso a la emoción, ya que sin estos dos factores no se produce el aprendizaje. La educación no ha cambiado en los últimos 200 años y ya disponemos de algunas evidencias que hacen urgente esa transformación. Hay que rediseñar la forma de enseñar.

 Una de ellas es la edad a la que se debe aprender a leer. Hoy sabemos que los circuitos neuronales que codifican para transformar de grafema a fonema, lo que lees a lo que dices, no terminan de conformar las conexiones sinápticas hasta los seis años. Si los circuitos que te van a permitir aprender a leer no están conformados, se podrá enseñar con látigo, con sacrificio, con sufrimiento, pero no de forma natural. Si se empieza a los seis, en poquísimo tiempo se aprenderá, mientras que, si se hace a los cuatro, igual se consigue, pero con un enorme sufrimiento. Todo lo que es doloroso tiendes a escupirlo, no lo quieres, mientras que lo que es placentero tratas de repetirlo. Recordemos siempre las excepciones. 

Hoy comenzamos a saber que nadie puede aprender nada si no le motiva. Es necesario despertar la curiosidad, que es el mecanismo cerebral capaz de detectar lo diferente en la monotonía diaria. Se presta atención a aquello que sobresale. Estudios recientes muestran que la adquisición de conocimientos comparte sustratos neuronales con la búsqueda de agua, alimentos o sexo. Lo placentero. Por eso hay que encender una emoción en el alumno, que es la base más importante sobre la que se sustentan los procesos de aprendizaje y memoria. Las emociones sirven para almacenar y recordar de una forma más efectiva.

Se puede comenzar la clase con algún elemento provocador, una frase o una imagen que resulten chocantes. Romper el esquema y salir de la monotonía. Sabemos que para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga. La atención hay que evocarla con mecanismos que la psicología y la neurociencia empiezan a desentrañar. Métodos asociados a la recompensa, y no al castigo. Desde que somos mamíferos, hace más de 200 millones de años, la emoción es lo que nos mueve. Los elementos desconocidos, que nos extrañan, son los que abren la ventana de la atención, imprescindible para aprender.

Nos estamos dando cuenta, por ejemplo, de que la atención no puede mantenerse durante 50 minutos, por eso hay que romper con el formato actual de las clases. Más vale asistir a 50 clases de 10 minutos que a 10 clases de 50 minutos. (Mora: Francisco Mora (2013) Neuroeducación, solo se puede aprender aquello que se ama Madrid: Alianza Editorial, 224 pp.) En la práctica, puesto que esos formatos no se van a modificar de forma inminente, los profesores deben romper cada 15 minutos con un elemento disruptor: una anécdota sobre un investigador, una pregunta, un vídeo que plantee un tema distinto.

Existe mucha confusión y errores de interpretación de los hechos científicos o “neuromitos” Uno de los más extendidos es el de que solo se utiliza el 10% de las capacidades del cerebro. Nada puede sustituir al lento y duro proceso del trabajo y la disciplina cuando se trata de aumentar las capacidades intelectuales. Además, el cerebro utiliza todos sus recursos cada vez que se enfrenta a la resolución de problemas, a procesos de aprendizaje o de memoria.

Otro de los neuromitos es el que habla del cerebro derecho e izquierdo y de que habría que clasificar a los niños en función de cuál tienen más desarrollado. Al analizar las funciones de ambos hemisferios en el laboratorio, se ha visto que el hemisferio derecho es el creador y el izquierdo el analítico -el del lenguaje o las matemáticas-. Se ha extrapolado la idea de que hay niños con predominancia de cerebros derechos o izquierdos y se ha creado la idea equivocada, el mito, de que hay dos cerebros que trabajan de forma independiente, y que si no se hace esa separación a la hora de enseñar a los niños, se les perjudica. No existe dicha dicotomía, la transferencia de información entre ambos hemisferios es constante.

Si se presentan talentos más cercanos a las matemáticas o al dibujo, no se refiere a los hemisferios, sino a la producción conjunta de ambos.

Otro aspecto a tomar en cuenta es el uso del internet y sus problemas aquejados por las nuevas generaciones por dicho adelanto tecnológico: adolescentes, jóvenes y adultos con problemas serios de atención y con patrones de hiperactividad o de adaptación en el entorno social. 

El mundo ha estado constantemente afectado por muchos cambios, el cerebro se ha ido amoldando a las necesidades que se han creado. ¿Por qué no hacer cambios sustantivos en la forma arcaica de educar? 

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El -eterno- conflicto magisterial, no será un factor decisivo en la sucesión gubernamental de Oaxaca

Adrián Ortiz Romero Cuevas

Es un espejismo suponer que el conflicto magisterial crónico que se vive en Oaxaca —desde hace cuatro décadas— será uno de los factores que definan, o que incidan, en la sucesión gubernamental del presente año. Aunque en todos los frentes de la batalla electoral se intenta capitalizar el supuesto buen manejo del conflicto, lo cierto es que la problemática magisterial corre en un carril superior en el que el trato directo de la Sección 22 del SNTE —y de sus aliados radicales del sureste del país— es con Andrés Manuel López Obrador.

En efecto, hoy Oaxaca vive un momento excepcional en cuanto al conflicto magisterial, porque éste ha dejado de ser —temporalmente— un factor de crisis para la gobernabilidad. A diferencia de lo que ocurrió durante las tres décadas anteriores, hoy la entidad ha podido vivir un —aparente— largo periodo de paz social y de ciclos escolares completos. En realidad, no pasan de ser tres o cuatro ciclos escolares los que se han podido completar con éxito, a partir de factores como la entrega total del Estado mexicano a las demandas magisteriales, o de los efectos de la pandemia que, en concreto, alejaron de las aulas a los trabajadores de la educación, y los desmovilizaron políticamente.

Vayamos por partes. ¿Por qué afirmar que una de las razones de fondo por las que hoy vemos a un magisterio oaxaqueño aparentemente apaciguado, es por la “entrega total” del Estado mexicano a sus demandas? No es un exceso afirmarlo: desde la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República, quedó zanjada la larga disputa entre el Gobierno Federal y el magisterio nacional respecto a temas sensibles como la evaluación docente, y el manejo administrativo de la situación laboral de los trabajadores de la educación.

Pues a lo largo de las administraciones federales previas —desde los presidentes Ernesto Zedillo hasta Enrique Peña Nieto, pasando por Vicente Fox y Felipe Calderón— todos los intentos de incidir en la situación laboral, administrativa y docente de los trabajadores de la educación, siempre tuvieron como objetivo limitarlos, normarlos y hacerlos correr en el carril de la mejora salarial con base en sus resultados. Históricamente, los afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ganaron sus mejoras salariales y administrativas a partir de la movilización, de la negociación política—y electoral—, y de la presión social. 

Así se hicieron de grandes cotos de poder —el SNTE, y la CNTE en el sureste del país— que a partir de iniciativas como la de la Carrera Magisterial, la llamada Alianza por la Calidad en la Educación —en la administración del presidente Calderón—, y luego con la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto, intentaron —en todos los casos— limitar el poder e influencia del magisterio. Todas las iniciativas querían ponerle frenos a la vorágine salarial y de control administrativo y político que tenían los maestros del país, hasta que llegó el 2018 y éstos se aliaron con Andrés Manuel López Obrador para dar un abrupto y completo salto al pasado. 

RENACER DE LAS CENIZAS 

La historia de la lucha magisterial y de López Obrador tiene paralelismos. En ambos casos, tuvieron periodos de florecimiento que luego —en apariencia— quedaron eclipsaron cuando el “establishment” los arrinconó, para finalmente reconstituirse hasta lograr un consenso a favor que pocos años antes habría parecido imposible.

Eso pasó con AMLO luego de su derrota electoral de 2006; y es más o menos lo mismo que parecía cuando en 2013 el gobierno de Enrique Peña Nieto logró la aprobación y entrada en vigor de la reforma constitucional que limitaba el poder del magisterio nacional, al establecer procesos de evaluación y un servicio profesional docente que normaría las relaciones laborales de los trabajadores de la educación según sus resultados, y ya no a partir de su participación en actividades políticas o sindicales.

Todo eso quedó cancelado en 2018 con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República. Uno de sus primeros actos trascendentes de gobierno fue la decisión de impulsar la medida legislativa de la abrogación de la reforma educativa impulsada por el presidente Peña Nieto en 2013. Al conseguirlo, gracias a la amplia mayoría legislativa con la que contó en los primeros tres años de su gobierno, AMLO declaró cancelados temas tan sensibles para los maestros del país —y particularmente para los del sureste mexicano— como la evaluación docente, el servicio profesional de carrera en los trabajadores de la educación, y la eliminación del cogobierno sindicato-Estado en la relaciones laborales y administrativas de los trabajadores de la educación.

A la par de ello revivió el amplio poder del ala moderada magisterial del centro y norte del país con Elba Esther Gordillo a la cabeza. Y al sur-sureste mexicano les regaló posiciones, control, recursos —les devolvió la hegemonía del manejo presupuestal de la nómina educativa a través del FONE— y nuevos cotos de poder, que ni en sus mejores épocas habrían imaginado. En el Congreso federal les regaló —entre Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán, que representaban el ala más radical del magisterio siempre en contra del Estado mexicano— más de 40 posiciones legislativas que hoy, en su primera reelección, gozan de cabal salud bajo las siglas de Morena.

A la par de ello, les devolvió el llamado “pase automático” a todos los estudiantes normalistas para acceder a una plaza magisterial apenas concluyan sus estudios universitarios. Y con ello les garantizó —al SNTE y a la CNTE— una subsistencia plena como gremio, al poder alimentarse año con año de nuevos congregados ya ideologizados y, en términos del materialismo histórico, adheridos salarialmente a su causa.

En este último trienio, el gobierno federal ha sido por demás generoso con los trabajadores de la educación, al punto de dejarlos sin pretextos relevantes para seguir en la lucha. Fueron satisfechos en sus demandas hasta la saciedad, y por eso hoy el manejo del sempiterno conflicto magisterial pareciera un tema irrelevante. La victoria, como siempre, tiene muchos padres; así como la derrota es la constante víctima de la orfandad por parte de sus autores.

EPITAFIO

Nadie debe confundirse con el garlito del buen manejo del conflicto magisterial. Ni Morena en Oaxaca —léase Salomón Jara—, ni mucho menos cualquier servidor público estatal, o aspirante priista a la gubernatura, debe sentirse con méritos al respecto. Todos los buenos oficios, aunque oprobiosos por sus resultados en el mediano y largo plazo, son de AMLO. Él va a cargar con el espejismo actual de la paz social, pero con el retroceso histórico de haberle devuelto la hegemonía y la presencia política al magisterio del SNTE y de la CNTE.

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El torbellino y la basura

Gibrán Ramírez Reyes

Toda revolución supone la destrucción de las formas de dominación existentes para iniciar la construcción de un orden nuevo aparentemente mejor. Sin embargo, el proceso de demolición es como un torbellino que, según Enrique Flores Magón, levanta la basura: políticos aduladores sin convicciones revolucionarias que sólo se mueven al impulso del remolino transformador con tal de mantenerse en lo alto.

Flores Magón escribía sobre el torbellino y la basura en 1925, mientras veía que los políticos repetían las máximas revolucionarias al mismo tiempo que traficaban con el bienestar de los demás para satisfacer el propio. Bajo el discurso de la transformación, ofrecían todo sin cumplir nada, sin remediar los males de la gente que seguían en aumento: pobreza, violencia, inestabilidad. Con pesar, Flores Magón veía que del ideal “los pobres son la fuerza” –expresado por su hermano Ricardo– quedaba realmente poco, pues, aunque desde el poder se “hablaba radicalmente y se expedían decretos anodinos, dizque para mejorar la condición de los de abajo” seguían las cenas de amigos con los grandes empresarios y se solapaba, a cambio de reverencias, a las “sanguijuelas públicas que chupaban la sangre del pueblo” y que en el fondo querían vivir en el poder como “en los buenos tiempos porfiristas”. Con tristeza, anotaba que mientras muchos de los compañeros revolucionarios habían muerto sin ver concretados sus ideales, otros se habían encanallado y postrado ante la basura al parecer triunfante. 

Flores Magón era, sin embargo, optimista: veía que en medio de la polvareda las ideas avanzaban, pues ante el engaño y la injusticia surgía la rebeldía de aquellos que anhelan la libertad y realmente mejorar las condiciones de vida de los desheredados. Abajo engrosaban las filas revolucionarias y se extendían los valores del cambio y la convicción de que la transformación debía concretarse de una manera u otra. A la revolución le inyectaban vitalidad todos aquellos convencidos de que para caminar por la vida no se necesita de un “arriero como los asnos, que les curta el cuero a palos”, sino autenticidad y firmeza en los valores revolucionarios. Por todo el país había gente amante de la libertad que, más tarde que temprano, corregiría el rumbo de la nación y llevaría el cambio a buen puerto. Entonces, viejos y nuevos revolucionarios caminarían juntos “con la esperanza halagadora de poder seguir siendo útiles en algo a la causa común”. 

La libertad fue, por excelencia, el principio magonista: libertad para pensar, para opinar, para organizarse, para vivir bien –sin la opresión de la pobreza– y para ser felices. Libre sería el porvenir. A final de cuentas, decía Flores Magón, con el pasar del tiempo, la polvareda se calma, todo cae y la naturaleza vuelve a sonreír a sus hijos.

Tiene razón el presidente. En tiempos de transformación hay que tener firmes las convicciones y ser magonistas, al menos para verse al espejo.

El uso excesivo de la prisión preventiva pone en entredicho la credibilidad en el sistema de justicia

Adrián Ortiz Romero Cuevas

A pesar de que en 2016 se concretó en México un cambio fundamental en el sistema de justicia penal, hoy pareciera que, con el abuso en el uso de la figura de la prisión preventiva oficiosa y justificada, vivimos un complejo proceso de regresión y estancamiento en el cumplimiento del principio de progresividad en el goce de los derechos fundamentales de las personas. Quien paga los platos rotos, en todos los casos, es por un lado la ciudadanía que ve inerme, cómo se vulneran sus derechos más básicos; y, por el otro, los paga el nuevo sistema de justicia que rápidamente pierde credibilidad y legitimidad frente a esta circunstancia.

En efecto, en los últimos tiempos hemos visto casos paradigmáticos relacionados con la justicia penal, como el de la ex secretaria de Estado, Rosario Robles Berlanga, o el del ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin. A la primera, se le ha mantenido en prisión a pesar de que por todos lados existen evidencias de lo innecesaria y violatoria de derechos que resulta esa medida cautelar; mientras que al segundo se le permitió un trato de privilegio hasta que el peso de las acusaciones, la presión ciudadana, y la imposibilidad de cumplir con los parámetros del criterio de oportunidad, hicieron que el Estado se viera prácticamente obligado a mantenerlo en prisión.

A Rosario Robles, el 13 de agosto de 2019 le fue dictada la medida cautelar de prisión preventiva justificada, al considerar el juez de la causa que existía riesgo de que se fugara. En su defensa ella presentó diversos medios de prueba relacionados con el arraigo en su domicilio y su voluntad de someterse al proceso penal voluntariamente. El Ministerio Público presentó documentos que luego fueron calificados como alterados, con los que sostenía que Robles no tenía un domicilio fijo y que por sus relaciones políticas y empresariales existía alto riesgo de fuga. 

Han pasado más de dos años, en los que su defensa jurídica ha combatido diversas determinaciones de los sucesivos jueces que han conocido del procedimiento, pero de todos modos no ha habido el eco esperado para que se le dicte una medida distinta a la prisión preventiva justificada. A ella se le acusó de la comisión de los delitos de ejercicio indebido del servicio público, y omisión, los cuales bajo los parámetros tradicionales no eran considerados como delitos graves. A pesar de ello, bajo la lógica del nuevo sistema de justicia penal —que se supone que es más garantista—, lo que debía jugarle a favor rápidamente se tornó en su contra. 

En contraparte está el caso de Emilio Lozoya. A él se le acusa de haber recibido sobornos por 6 millones de dólares de Odebrecht y lavar 1 millón 385 mil dólares en el sistema financiero. La Fiscalía General de la República (FGR) dice tener pruebas para demostrar que Lozoya recibió más de 9 millones de dólares en sobornos por parte de la constructora brasileña, y que el dinero se ocultó en empresas fachadas donde estarían involucrados familiares. Y se espera que en los próximos días la FGR presente la segunda acusación formal en contra de Lozoya Austin por el caso Agronitrogenados, causa penal en la que se le acusa de haber recibido un soborno de 3.4 millones de dólares para que Pemex comprara a sobreprecio una planta chatarra.

LA JUSTICIA, CASTIGADA 

¿Cuál es la diferencia entre uno y otro? Que mientras a Robles se le ha mantenido en prisión por más de dos años, a pesar de que existen innumerables evidencias de que esta es una medida excesiva, comenzando porque ella voluntariamente se presentó ante el juez a conocer las acusaciones penales que se habían formulado en su contra; en contraparte, y a pesar de que Emilio Lozoya fue capturado en España y extraditado a México, al llegar a nuestro país recibió un trato de privilegio, se le permitió inicialmente no pisar la cárcel e incluso —aunque se dijo que estaría recluido en prisión domiciliaria— no se le dictó medida alguna que le impidiera salir a la calle. Fue sólo la difusión de fotografías en las que el ex funcionario peñista departía con amigos en un lujoso restaurante en la Ciudad de México, lo que llevó a la Fiscalía a solicitar el cambio de medida, y de trato, a este personaje que próximamente será juzgado, pero al que se le había dado trato de privilegio.

Todo esto —además de los casos locales, como el del ex Rector de la UABJO, al que la víspera se le dictó prisión preventiva justificada, en un caso aparentemente de poca trascendencia y cuantía, pero en un contexto político por demás complejo— hace pensar que, a pesar del cambio de paradigma del sistema de justicia penal, de todos modos, se siguen utilizando los mecanismos judiciales como ariete para resolver asuntos políticos o para perseguir a personajes determinados. El problema es que, en todo esto, lo que queda claro es que la gran sacrificada sigue siendo la propia justicia, porque si el nuevo sistema de justicia acusatorio se implementó para fortalecer la confianza de la ciudadanía en el sistema, ahora queda claro que su utilización bajo parámetros distintos puede generar problemas mucho más complejos de los que pretendía resolver.

Pues todo parte de la idea errónea de la llamada “puerta giratoria”, bajo la cual ahora se justifican decisiones que no resultan del todo claras como mantener en prisión a una persona que bien podría continuar sujeta a proceso, pero sin implicar el derecho a la libertad personal que, se supone, debía ser defendido hasta el límite de las capacidades.

Y es que, a quienes señalan al sistema acusatorio como una “puerta giratoria” habría que recordarles que el Ministerio Público tiene la facultad de solicitar prisión preventiva para cualquier caso en el cual la consideren necesaria. Sin embargo, a diferencia del sistema anterior, la determinación de la prisión preventiva no ocurre en automático, sino que debe ser discutida con evidencia que pruebe la existencia de la posibilidad de fuga o de un riesgo para el proceso, la víctima o los testigos. 

El hecho de que esto no ocurra no es culpa de fallas en el diseño normativo sino consecuencia de deficiencias institucionales que son responsabilidad directa de las autoridades que hoy critican al modelo. Los ministerios públicos requieren fortalecer sus capacidades para integrar investigaciones sólidas, así como argumentar frente al juez de forma convincente sobre la medida cautelar necesaria. Esto último resulta casi imposible si consideramos que, salvo honrosas excepciones, las unidades de servicios previos al juicio -encargadas de generar la información para determinar la medida cautelar- brillan por su ausencia tanto en el ámbito local como federal.

EPITAFIO 

Lo político debe dirimirse en la arena política y, como Perogrullo, lo judicial en el ámbito de la justicia. Seguir pensando en resolver lo político a través de la justicia es seguir condenando a México al atraso y los resquemores que tanto daño nos han hecho como sociedad.

@columnaalmargen

@ortizromeroc

Ciencia, arte, frente a la UABJO

Carlos R. Aguilar Jiménez

Con honrosa excepción de las facultades de medicina, odontología, enfermería y quizá el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la UABJO donde luego de la titulación de alumnos se exigen plenas competencias y conocimientos para su certificación académica y posibilidad de continuar estudios de especialización, maestría o doctorado en otras instituciones educativas de excelencia, la UABJO desde que obtuvo su autonomía y con ella la posibilidad de no rendir cuentas o resultados a alguien, emancipada para manejar el dinero que entrega el gobierno e independencia para decidir internamente lo que se haga o no, paulatinamente los porros, fósiles, líderes sociales y sindicatos, convirtieron al honorable Instituto de Ciencias y Artes, después Universidad Autónoma de Oaxaca, en gremio ofensivo, refugio de políticos, grillos, falsos redentores sociales, cabecillas, corruptos líderes estudiantiles, una mafia dedicada a desprestigiar a la que el siglo pasado fue la máxima casa de estudios y hoy únicamente lo es por el numero de alumnos, no por máxima excelencia académica, superiores logros en investigación científica o premios nacionales o internacionales que hubiera conseguido por ciencia, arte o sabiduría .

Hoy ser estudiante de la UABJO requiere ser revoltoso, tener rencor social, ser poseedor de odios largos, furia y enojo contra los demás, dejando a un lado la excelencia académica y respeto a quienes pagan sus estudios, porque líderes sindicales, cabecillas de grupos, porros, fósiles y otros resentidos que se ostentan como universitarios, como acostumbran, de nuevo bloquearon cruceros del Parque del Amor, Símbolos Patrios y 5 Señores, además de vialidades alternas para exigir la libertad del ex rector Eduardo Martínez, detenido el último día del año pasado, quien seguramente será chivo expiatorio respecto de los demás rectores, porque ninguno entrega cuentas del manejo de dinero de la UABJO, porque es autónoma y exenta de transparencia y según los universitarios nadie tiene derecho a inmiscuirse en lo que hacen o dejen de hacer con el presupuesto. Para los defensores del ex rector, su detención es ilegal, afectando sus derechos humanos, utilizando infamias y ardides legales con el propósito de vulnerar la autonomía universitaria, que será, dicen, defendida el próximo mayo cuando en la UABJO decidan en las urnas quien será el próximo rector, que se hará, como todos, inmensamente adinerado, porque la constante fundamental es la no rendición de cuentas ni el logro de resultados académicos, científicos o artísticos, sino dedicarse a bloquear calles, instalar barricadas, saquear camionetas repartidoras y perjudicar a la población con sus huelgas, paros y bloqueos. Por eso muchas empresas no contratan a egresados de la UABJO, porque saben, son grillos y resentidos sociales que pretenden resolver todo con la intimidación y amenaza, no con estudios, ciencia, arte y libertad.    

En la UABJO se preparan para vivir ‘la noche de los cuchillos largos’

Adrián Ortiz Romero Cuevas

Al grito de “al ladrón” —como ya lo dice un grupo disidente de la familia Martínez, frente a la detención del ex rector Eduardo Martínez Helmes—, pareciera que todos los grupos al interior de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO) acusan inopinadamente al actual grupo dominante y se preparan para vivir la noche de los cuchillos largos, sin reparar que todos son corresponsables del desastre académico y administrativo que es la UABJO. Mientras, lo que está en vilo es lo que queda de la autonomía universitaria, y por la que en realidad todos debían compartir la misma preocupación.

En efecto, luego del “sabadazo” que le aplicaron al exrector Martínez Helmes —que dicen que bien podría denominarse como un “fin-de-añazo” judicial, al detenerlo en vísperas de la Noche Vieja del 2021—, al arrancar la primera semana de 2022 diversos grupos al interior de la Universidad reaccionaron a favor y en contra no sólo de la ejecución de dicha detención, sino en general respecto al control que han ejercido los Martínez. Como si hubiera puros y conversos, y no corresponsabilidades, muchos intentan hoy hacer leña del árbol caído sin considerar que en realidad todos han contribuido a la situación actual de la UABJO.

Y es que, desde sus respectivas posiciones, resulta muy fácil culpar al de enfrente de lo que ha pasado en la Universidad, sin considerar que tanto unos como otros son parte de una misma realidad. En gran medida, el control mayoritario que ha ejercido el ex rector Abraham Martínez Alavez a lo largo de más de dos décadas, ha sido directamente proporcional a la falta de organización, de proyecto académico y de liderazgo que han demostrado los demás grupos y facciones al interior de la UABJO. 

Lamentablemente, ha predominado la ambición por encima del proyecto académico. Y por eso, a pesar de todo lo que se le cuestiona al actual grupo dominante, es claro que ninguno de los otros al interior de la UABJO habría entregado resultados académicos similares, o mejores, a los que han tenido los últimos cuatro rectores, porque al final todos han priorizado bailar al son de los intereses, por encima del de la academia.

Basta con echar un vistazo a la forma en que actúan los grupos cada que alguno de sus intereses no se ve resuelto. Los sindicatos, en general, no dudan en generar afectaciones a la ciudadanía —ni se diga a los universitarios— cada que consideran vulnerado alguno de sus derechos o conquistas laborales o económicas. Aún en tiempos de pandemia, y ni se diga en los tiempos previos, no les ha temblado la mano para tomar las instalaciones, afectar las actividades escolares de miles de alumnos y trabajadores en instalaciones universitarias, e incluso cerrar vialidades y causar todo tipo de afectaciones a la ciudadanía oaxaqueña.

No es extraño que, antes y ahora, muchas de esas afectaciones por parte de los grupos y sindicatos de la Universidad, hayan tenido como justificación el pago de prestaciones económicas —incluso del llamado ‘bono de no actuación’— o el cumplimiento de acuerdos políticos signados ya sea con la Rectoría, o con el Gobierno del Estado. No hay más que revisar los antecedentes de las últimas movilizaciones de los sindicatos universitarios, para corroborarlo.

Así, para el ciudadano común que se ve afectado en sus actividades cotidianas por las acciones de protesta, o que es alumno de la Universidad, la razón es lo de menos: la perturbación a sus derechos de todos modos ocurre, y sucede a manos de quienes, por encima de cualquier otra circunstancia, debían defender el funcionamiento cotidiano de la institución de educación superior para la que trabajan.

NO HAY PROYECTO

Valdría hacer una suposición: que este hecho ocurrido el 31 de diciembre marcara el principio del fin de un grupo político predominante al interior de la UABJO, y quizá de toda una época de la vida política universitaria. Nada dice que esto vaya a ser así. Pero, de serlo, ¿cuál de los grupos y facciones ofrecería un proyecto académico alternativo, real y mejor al que —con sus pros y contras— predomina hoy en la Universidad? 

Pues más allá de las posiciones políticas, o sindicales —máxime hoy, frente a un hecho que cimbró la vida política de la Universidad, y que fue una especie de campanazo frente al proceso sucesorio de la rectoría, que ocurrirá en los meses siguientes—, lamentablemente la gran mayoría de los grupos han sido parte de lo que ya nadie quisiera en la UABJO. Las voces prudentes, coherentes y preocupadas por el devenir y las perspectivas verdaderamente académicas, quedan siempre eclipsadas por quienes buscan afanes políticos o intereses económicos, y que basados en esas razones deciden emprender la lucha política al interior de la Universidad.

En esa lógica pareciera que todos ellos pierden de vista el hecho de que, todos juntos, enfrentan la posibilidad de una colonización desde el exterior a través de grupos ajenos a la Universidad, que sí intentarían mermar lo poco o mucho que queda de autonomía universitaria. Por eso, lejos de ahondar la confrontación, y de regodearse de la poco clara situación judicial en la que se encuentra el ex rector Martínez Helmes, todos juntos debieran de ver que hay amenazas más complejas a las que, en la euforia del momento, parece que no alcanzan a ver, pero para las que sí tendrían que ya estar preparados. Porque lo que hoy le ocurre a uno, mañana le puede pasar a cualquiera.

En el fondo no tendría que tratarse de cruzar señalamientos y acusaciones de manera inopinada, como tampoco sirve para los propios universitarios que ahora haya quienes se sientan puros o conversos frente a una circunstancia de la que todos —al menos los actores políticos y dirigentes—, han sido corresponsables.

Se echa de menos que, en ese contexto, todo se reduzca a la defensa o a la acusación, sin generar la posibilidad de abrir canales de reflexión y propuestas que abonen —independientemente de qué grupo detente el poder— a la defensa y mejoramiento de la vida académica universitaria y que fortalezcan la autonomía que tanto le ha costado —y qué bueno— conseguir y mantener a muchas generaciones de alumnos y trabajadores de la UABJO.

EPITAFIO 

Algunos nombres y movimientos, más allá de lo que unos y otros desean, suenan entre los movimientos que se esperan para PRI: Germán Espinosa Santibáñez, Francisco García López y Javier Villacaña. Pronto lo sabremos.

@columnaalmargen

@ortizromeroc

“No miren hacia arriba”

Carlos R. Aguilar Jiménez

La película de Netflix: “No Miren Hacia Arriba”, es uno de los temas más comentados y discutidos en redes sociales y conversaciones entre amigos, que trata respecto de una estudiante de astronomía y su maestro, el actor Leonardo DiCaprio, quienes descubren un cometa que en su trayectoria impactará con la Tierra y debido a su tamaño y velocidad aniquilará toda la vida, por lo que tan pronto comprueban datos, exponen el peligro de extinción masiva de la vida a la presidenta de EU, llevándose la sorpresa que ni la presidenta ni ninguna autoridad, incluso los medios les toman en serio, considerándolos charlatanes sensacionalistas.

La película que como argumento de choque de cometas con la Tierra no es novedad, si lo es respecto de la crítica que hace a la sociedad actual por el mínimo interés que muestran por la ciencia, afirmando que lo que dicen los científicos, es un complot para desprestigiar al gobierno, destacando que la sociedad y en especial los gobernantes están más preocupados por su partido político o sus ideologías, eludiendo temas y asuntos que realmente importan, pero, más allá de la trama de la película, lo real es que los gobernantes y la inmensa mayoría de la sociedad carecen de cultura científica, ignoran los principales conceptos de ciencia, no saben nada de termodinámica o rechazan la evolución de las especies y descalifican a la ciencia cuando se dan cuenta no saben respecto de temas tan importantes como la ecología, calentamiento planetario, energías renovables, fractales, mecánica cuántica, relatividad, teoría del caos o astronomía, entre otras disciplinas científicas que son fundamentales para entender el mundo moderno.

 En la película “No Miren Hacia Arriba”, el gobierno y los medios llegan al extremo de pedir a la gente que no miren hacia arriba, porque la información del cometa es un complot, que el gobierno tiene sus propios datos y no pasa nada, creyéndoselo todo los seguidores de la presidenta, igual que los devotos seguidores del presidente de México, que si bien no ha dicho que no miremos hacia arriba, aunque en el cielo nocturno este brillando el cometa, lo cierto es que, cuando los medios, las redes sociales y el gobierno confabulan para manipular a la población elemental, las consecuencias son altamente peligrosas, porque en la mira estrecha y visión a corto plazo o inmediata, en la película se demuestra que a los políticos únicamente les interesa su popularidad, encuestas favorables, informes a su gusto, datos que coincidan con su ideología y, si viene un cometa que chocara con la Tierra, el mundo se calentara, habrá un desastre ecológico o se extinguen las especies, mientras los gobernantes y su partido político sean populares para ganar cualquier elección, la ciencia, los datos duros, las evidencias y refutaciones ideológicas no importan, por eso dicen no miren hacia arriba, aunque yo siempre digo al terminar el programa de radio “El Secreto Mejor Guardado”: “No olviden mirar hacia arriba”.