+ Cálculos: ¿Por qué basarse en suposiciones sin sustento?
El pasado sábado, el Consejo Estatal del Partido Acción Nacional decidió formalmente integrar alianzas para el proceso electoral de julio próximo. Con ello, se dio paso trascendental en la construcción de la alianza con el PRD, PT, PC y posiblemente Nueva Alianza. Es evidente que estas decisiones eran previsibles, y a partir de ahora deben ser analizadas fuera de toda lógica o discusión ideológica. Es la mera lucha por el poder, en la que habrá de ganar —tanto en la oposición, como en el PRI— quien sepa leer e interpretar de mejor modo los hechos concretos, y no las suposiciones.
Es evidente que la alianza de Acción Nacional con las llamadas Fuerzas de Izquierda —es decir, lo que antes fue el Frente Amplio Progresista, y que ahora es el Diálogo por la Reconstrucción de México, que integran PRD, PT y PC— es contra natura. No existen, de hecho, argumentos sólidos que puedan fundamentar una unión entre fuerzas políticas que representan intereses y visiones tan discordantes del proyecto de nación que requiere nuestro país. Sin embargo, es evidente que hoy cualquier discusión o dilema ideológico entre ellos, se encuentra en un visible segundo plano. Lo que les resulta indispensable hoy para esos partidos, es la unión de sus respectivos esfuerzos en una empresa electoral.
¿Por qué? Porque es evidente que la combinación de resultados, y la preservación de los intereses entre todos los partidos que son oposición en Oaxaca, nunca más que ahora —en la última década— habían sido tan cercanos en el ámbito nacional. Es decir, que el triunfo arrollador del Partido Revolucionario Institucional en los comicios federales del año pasado, perjudicaron en gran medida a las fuerzas de izquierda, pero no tanto como al PAN. Eso esa circunstancia es la que decidió que, en estados como el nuestro, esos dos núcleos partidarios se unieran para frenar las potenciales nuevas embestidas del priismo.
Esa unión necesaria entre derecha e izquierda era, desde el momento en que se conoció el resultado de la elección federal de 2009, una previsión clara y visible que, en el priismo, no se tomó con la seriedad debida. Reiteradamente, ante cualquier señalamiento sobre la posible conformación de alianzas entre el panismo y la izquierda, los tricolores no dejaban de argumentar que éstas serían imposibles, y que el choque del lopezobradorismo y el calderonismo, sería un obstáculo insalvable para la conformación de esas uniones.
Así, son al menos dos cuestiones las que los priistas no entendían (y muchos, hasta el momento, siguen instalados en esa visión): que las ideologías son insuficientes cuando se trata de la búsqueda del poder; y que esa discusión —y sobre todo, condena pública— sobre el dilema ideológico y las suposiciones sobre la “intransitabilidad” de una alianza entre el calderonismo y el lopezobradorismo, no serían suficientes para desmantelar la voluntad de esos grupos para unirse.
Al menos en Oaxaca, entre los priistas había una certeza (que más bien, era esperanza) de que la alianza sería imposible por esos factores. No consideraron que el presidente Calderón, al ver su derrota electoral en los comicios intermedios y percibir el avance notable del PRI en regreso hacia Los Pinos, resolvió aliarse hasta con el diablo, si era necesario, con tal de atajarle el paso. Hubo muchos incrédulos. Pero con la inminente alianza, ahí está el resultado.
ERROR DE CÁLCULO
Pareciera que los cálculos basados en suposiciones, y no en información clara y comprobable, es un mal que afecta hoy con mucha reiteración a ciertos grupos del priismo. Esto lo ejemplifica a la perfección las pocas esperanzas que le daban a la conformación de la alianza opositora, y el choque que hoy existe entre la realidad y sus percepciones.
¿Por qué era inminente que la alianza ocurriera? Además de las razones que establecimos en los párrafos anteriores, todo esto era previsible porque las determinaciones sobre la unión de partidos de oposición tendrían necesariamente que venir desde las dirigencias nacionales de los partidos. Y en esa ruta, cualquier negociación, compra de líderes opositores y cualquier otro intento que se realizara en Oaxaca, no tendría efecto alguno en la conformación de esa alianza.
Digámoslo con otras palabras: hasta hace unos meses, los principales operadores del priismo en la entidad, aseguraban tener controlados a todos los líderes y dirigentes de la oposición en Oaxaca, tanto del PRD como de Acción Nacional. Decían, basándose en ello, que aquí no habría disposición para conformar la alianza, y que pesarían los agravios generados entre los partidos de oposición en la elección estatal de 2004. Es decir, que según el PRI, tenían controlada la situación, y que al pulverizarse la oposición, ellos incrementarían sus posibilidades de triunfo.
Y quizá lo decían con alguna base. Es posible que, en efecto, tuvieran comprados o cooptados a los líderes panistas y/o perredistas. Pero al venir la conformación de la alianza desde un acuerdo nacional, esos pactos locales dejaron de tener efecto. Evidentemente, a las dirigencias nacionales (del PAN o PRD) no las puede comprar el dinero priista de Oaxaca. E incluso, ni el panismo ni el perredismo nacional tendrían problema alguno en separar a cualquier militante o grupo oaxaqueño que se negara a la coalición.
La razón es muy sencilla: lo más experimentado de la estrategia electoral de la alianza opositora, no provendrá de Oaxaca. Las dirigencias nacionales saben que las direcciones estatales, son escasas y en algunos casos, con más representación formal que con fuerza material para convertirse en factores determinantes de la alianza. Por eso, con o sin el apoyo de éstos, se determinó que la alianza se conformaría, y que todos pondrían los recursos económicos (provenientes, quizá, del gobierno federal), y los operados electorales (enviados desde el Distrito Federal, Michoacán o Zacatecas, por ejemplo) que fueren necesarios para ganar la gubernatura de Oaxaca en julio de 2010.
AUTOENGAÑO
Bien dice el refranero que no hay peor ciego que el que no quiere ver. La alianza opositora en Oaxaca era previsible basándose en simples razonamientos, y en la lectura correcta de la información, las circunstancias y las decisiones que, entre ellos, se vinieron tomando desde 2009, y antes. Nada era oculto. Sólo se engañaron los que de antemano se predispusieron a que, por el simple pasado, no habría aquí unión de partidos de oposición. No entendieron que este no es asunto de ideologías: es la lucha por el poder.
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