+ Sección 22 repudia a sus cuadros preparados; se queda con escoria
En las condiciones en que ocurrió la primera jornada de evaluación docente de este fin de semana, nadie puede decir que fue un triunfo o un hecho histórico. No puede decirlo la Sección 22, que a pesar de la trifulca que fue a armar a las inmediaciones de Ciudad Administrativa no pudo demostrar su vieja y conocida capacidad de convocatoria para una cuestión tan vital como el boicot al primer acto de implementación en Oaxaca de la reforma educativa; y tampoco puede decirlo el gobierno, que a pesar del enorme gasto y los esfuerzos realizados, sólo pudo aplicar la evaluación a seis de cada diez profesores convocados.
En efecto, este fin de semana ocurrió la primera evaluación docente que, a decir del propio gobierno estatal, sólo le fue aplicada a alrededor del 60 por ciento de la población magisterial convocada para ese efecto. Días antes el gobierno federal, a través de la SEP, había advertido que para resguardar la aplicación de la prueba a los docentes oaxaqueños habría una fuerza de alrededor de 10 mil efectivos, entre elementos estatales y federales. La CNTE reafirmó su decisión de emprender el boicot. Y el sábado las cosas ocurrieron tal y como se habían planeado. No obstante, hay que ver lo que está más allá de eso.
Pues por un lado, se confirmó la previsión de que la aplicación de la evaluación docente en Oaxaca sería una de las más costosas hasta ahora aplicadas, no únicamente por el monto económico que se utilizó en la organización propiamente del evento, sino por el enorme costo económico que implicó la movilización de fuerzas policiacas de los ámbitos estatal y federal, así como por el marcado ausentismo que hubo en la aplicación de la prueba. No existe una cifra totalmente consensada sobre el costo final de la prueba. Pero de las previsiones, puede inferirse que al sólo haberse aplicado al 60 por ciento de la población convocada, el costo por examen debió subir a casi el doble de las proyecciones realizadas.
Esto es una derrota, que aunque parcial, debe dejarle enseñanzas al gobierno estatal. Es evidente que esta era una evaluación que revestía un enorme grado de complejidad no únicamente por su organización, sino por la resistencia de la dirigencia magisterial a asumir su nueva realidad. En ese sentido, debe considerarse todo lo hasta ahora hecho para corregir fallas y ubicar la forma más precisa en la que podrá aplicar la evaluación. Pues si vemos este ejercicio como una cuestión periódica, en sus condiciones actuales no habrá presupuesto, ni capacidad institucional que soporte la realización de exámenes como los de este fin de semana.
Deben buscarse, entonces, mecanismos alternos para la aplicación de los mismos. Y sobre todo debe asumirse que el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca necesita realizar un trabajo más firme, y a ras de suelo, de concientización a los propios profesores sobre sus derechos y deberes laborales, y sobre la influencia que sigue teniendo —o que perdió— el sindicato respecto a su estabilidad laboral, y prestaciones. En el fondo, el IEEPO también debe estimular a quienes sí hicieron la prueba, ya que ellos constituyen la primera gran escisión de la Sección 22, a la que ahora deben promover para el cambio institucional de fondo que requiere la educación de Oaxaca.
LA 22, SIN RUMBO
En ese contexto, el secretario general de la sección 22 (que es cabeza de playa de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), Rubén Núñez, anunció que la asamblea estatal del gremio decidirá las sanciones que alcanzarán aquellos profesores que “traicionaron” al movimiento y se presentaron el examen de servicio profesional docente.
Luego de concluir su jornada de protesta, indicó que el boicot de la disidencia magisterial fue un éxito, toda vez de que muy pocos de sus integrantes acudieron al llamado de los gobiernos federal y estatal. “Al examen fue gente del Ieepo, los espurios de la sección 59 y, obviamente, algunos compañeros de la 22 que de manera sorpresiva los trajeron; sin embargo, la mayoría de los notificados de la 22 marcharon con nosotros y no acudieron al llamado de las autoridades (…) vamos a valorar (las sanciones), nosotros no tenemos un recuento exacto”, dijo.
Esto significa mucho más de lo que parece. Pues finalmente, de cara a la evaluación, la Sección 22 decidió darle completamente la espalda, y repudiar, a sus cuadros preparados. Apuntábamos hace apenas unos días (Al Margen 23.11.2015) que en los últimos años el radicalismo de la Sección 22 los llevó a distanciarse de sus cuadros preparados. Es un error pensar, decíamos, que todos los que esencialmente coinciden con los planteamientos políticos de la CNTE, se resisten a la evaluación. Por naturaleza, el magisterio es un gremio plagado de pluralidad y diferencias.
Esto hace que así como existen trabajadores de la educación comprometidos con la lucha magisterial y dedicados de lleno a ella, también existan profesores que estando comprometidos con las causas de la CNTE también estén preocupados permanentemente por prepararse, por incrementar su nivel de formación, y por tener un mejor desempeño en su labor docente. Para muchos, esa búsqueda constante de preparación tiene como objetivo incrementar su salario y prestaciones. Y en ese contexto, no temen un proceso de evaluación, independientemente de su origen o de si esto pone o no en duda sus coincidencias ideológicas o políticas con su sindicato.
¿Qué ha hecho la 22? Todo, no para estimularlos, sino para alejarlos. En los últimos años, la tendencia marcada por el sindicato magisterial fue la de excluir a todos aquellos que no coincidieran a pie juntillas con sus parámetros de radicalidad y compromiso con la lucha política. Por eso hubo —como una verdadera tendencia— una marginación de quienes provenían del normalismo académico, o de quienes ascendieron salarialmente y en jerarquía a través de su desempeño. Los “favoritos” eran los que estaban inopinadamente en la lucha sindical, los que anticipadamente se oponían a los nuevos estándares o a cualquier cambio, y a los que demostraran más radicalidad. Y salvo excepciones, preparación y radicalidad eran condiciones excluyentes en las filas sindicales.
RADICALISMO CONFIRMADO
Aplicar sanciones a quienes fueron a la evaluación, significa dar la espalda a cualquier cuadro preparado. La Sección 22 está confirmando su vocación de quedarse con sus incondicionales. Aunque sean lo menos, y los más impresentables.