GC y Conago: destino marcado por beligerancia magisterial

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GC-CONAGO

+ Oaxaca era lastre; hoy es baluarte federal de la ley educativa


El lunes el gobernador Gabino Cué asumió la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores, luego de un largo proceso de acomodos en la relación de Oaxaca con las demás entidades federativas, y con el gobierno federal. Este hecho revela una paradoja de la política nacional: nuestro estado era, hace dos años, una especie de paciente leproso por el problema con la CNTE, pero hoy resulta ser un baluarte del gobierno de la República en la defensa de la reforma educativa. En gran medida, eso explica el intrincado camino del gobernador Cué a la Presidencia de la Conago, que tardó más de dos años en concretarse.

En efecto, vale la pena recordar que desde septiembre de 2014 estaba previsto que el Gobernador de Oaxaca asumiera la presidencia de la Conago. Sólo que, en aquel momento, desde los meses previos diversos intereses se unieron para impactar en contra del gobierno de Oaxaca, y mostrarlo ante la mirada nacional como el único responsable de que hasta entonces no se hubiera podido implementar la reforma educativa en nuestra entidad.

De hecho, esos intereses —en aquel momento del gobierno federal, pero también de varios gobernadores— que se unieron para hacer ver al gobierno estatal como el único responsable de la crisis educativa, ignoraron deliberadamente que en los últimos tiempos fue el gobierno federal quien terminó de empoderar a la 22, cuando en las negociaciones políticas del conflicto de 2006 decidieron cumplir todas las exigencias económicas y políticas del magisterio para que éste se apartara de la revuelta popular.

En esa lógica, quienes presionaron en 2014 para que Oaxaca no figurara en la presidencia de la Conago, pasaban por alto que lo que entonces pasaba la entidad por el problema magisterial no eran sino las consecuencias de años de abandono y desinterés federal por el manejo que dieron sucesivas administraciones estatales a los aspectos administrativos y financieros de la educación que eran de origen federal, y que por ende debieron también estar permanentemente bajo la vigilancia de las autoridades federales.

En ese sentido el gobierno federal tardó mucho tiempo en asumir la injusticia que estaba cometiendo en contra de Oaxaca, al haberle transferido todo el costo político del problema magisterial, cuando en realidad debieron haberlo pagado institucionalmente juntos, porque aún cuando no fueron ni el gobernador Cué ni el presidente Peña quienes le dieron poder a la 22, sí eran ellos quienes tenían el deber no personal, sino institucional, de responder por lo que en otros momentos hicieron los gobiernos que ellos encabezan.

Por eso, hasta mediados del año pasado la decisión sistemática del gobierno se centró en bloquear al gobierno de Oaxaca en cualquier cuestión que pudiera parecer relevante para la vida nacional. Una de las formas en que eso se demostró fue en el bloqueo que aplicaron varios gobernadores, estimulados por la propia federación, para que impidieran el paso del gobernador Cué a la presidencia de la Conago, bajo el argumento de que una entidad débil y emproblemada como la nuestra no sería un buen referente de lo que ocurría al seno de los gobiernos estatales.

Cuánto han cambiado las cosas, que hoy si una entidad cuida el gobierno federal es a Oaxaca, ya que su único baluarte político por el supuesto éxito de las reformas estructurales está precisamente aquí, donde al menos ya lograron contener la fuerza de los trabajadores afiliados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

CONTRASTES

En los dos primeros años de gestión, el gobierno federal trató con mucha soberbia a entidades como la nuestra. El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se sentía lo suficientemente fuerte como para no sólo conseguir las reformas, sino para implementarlas sin el apoyo de nadie.

La primera parte del trabajo lo consiguió a través del Pacto por México, por medio del cual lograron los consensos y las mayorías legislativas que eran necesarias para consolidar las reformas en los ámbitos constitucional y legal. Y, de hecho, el problema no radicó en que tuvieran problemas para implementar las reformas, sino en que las grietas de la corrupción, de la complicidad y del conflicto de interés, mermaron gravemente cualquier grado de legitimidad y credibilidad que pudieran tener, y todo se terminó de agravar con hechos como la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, las revelaciones sobre las mansiones de funcionarios de primer nivel, y el derrumbe de la industria petrolera mundial, que eclipsó los alcances de la reforma energética.

Frente a ese panorama, ¿qué le quedaba al Presidente? Únicamente defender el único bastión que le quedaba a salvo, pero que ellos mismos habían estado socavando a través de su mala relación con el gobierno de Oaxaca. Hasta entonces, el gobierno federal se empecinaba en mostrar al gobierno oaxaqueño como cómplice de la Sección 22 y como promotor del ausentismo en las aulas.

El problema es que una vez que vieron que el fracaso de las otras reformas empujaba también la caída del nuevo modelo educativo con un Oaxaca como paradigma del incumplimiento, decidieron cambiar la estrategia para impulsar la recuperación de la rectoría de la educación. ¿Cuál fue su sorpresa? Que el gobierno de Oaxaca no tuvo reparo en actuar en consecuencia al interés federal. El gobierno del Presidente de la República no sólo no encontró oposición, sino que halló a un gobierno local ávido de ser escuchado en sus planteamientos y respaldado en su necesidad de replantear la relación con el sindicato magisterial. Solo no podía hacerlo. Pero con el apoyo federal quedaba claro que las cosas podían cambiar sustancialmente.

Todo eso se vio reflejado en la requisa al IEEPO y en la implementación de la reforma educativa federal aún a sabiendas de que no existe una normatividad estatal que complemente las nuevas figuras de la reforma federal. Eso finalmente no ayudó tanto al gobierno federal como sí reposicionó al de Oaxaca, que hoy se presenta como una entidad totalmente distinta a la que se intentaba mostrar hace apenas un año y medio, cuando la obstrucción era la moneda de cambio de la relación del gobierno local con el federal, y con los de otras entidades federativas.

REIVINDICACIÓN

En el fondo, esta es una reivindicación no sólo a Gabino Cué, sino a Oaxaca. En el fondo, eso es lo más trascendente de que el Gobernador haya asumido la presidencia de ese órgano colegiado de mandatarios estatales.

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