UABJO: desatienden las soluciones de fondo a un polvorín a punto de estallar

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Familia Real

+ Poder de ‘familia real’, arruinado; a anarquía, se suma indolencia del Rector


Todo aquel que entienda la política interna de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, debería también reconocer que ésta se encuentra a punto de estallar. La estabilidad que brindaba el control de la llamada ‘familia real’ está roto, y en la Universidad comienzan a abundar los conflictos que no son controlados por el rector Eduardo Bautista Martínez. Mientras todo eso ocurre, en el Gobierno del Estado imperan los cálculos para beneficiarse de la rapiña del conflicto. Ninguno de los involucrados deberían jugar con fuego, con un termómetro social tan delicado como el de la Máxima Casa de Estudios.

En efecto, en la conmemoración del 211 aniversario del natalicio de don Benito Juárez García salieron a relucir las amplias discordancias que inundan la vida universitaria. Por un lado, al intentar realizarse la tradicional ceremonia que se realiza cada 21 de marzo a Juárez, en su calidad de Rector Supremo de la Universidad, quedó claro que ni el Rector, ni los Martínez Helmes, tienen ya el control de las principales facultades universitarias; y que, en el otro extremo, es sólo cuestión de que el gobierno siga calculando la caída del Rector para que las cosas se le salgan de control. Vale la pena, en ese contexto, entender la dimensión del problema que se mostró en su dimensión real el lunes pasado. ¿De qué hablamos?

De que la ceremonia a Juárez no se pudo realizar civilizadamente ni en su recinto tradicional, ni en el espacio alterno que la Rectoría dispuso ello. Cada año, la ceremonia conmemorativa a Juárez se realizaba en el Edificio Central de la Universidad, y era uno de los actos más solemnes y tradicionales de la Máxima Casa de Estudios. Todos los universitarios saben que a esa ceremonia asistían las más altas autoridades políticas y universitarias del Estado, los mandones políticos de la UABJO y la comunidad universitaria que, con conjunto, acudían a rendirle honores y respeto a la memoria de don Benito Juárez en medio de una ceremonia vestida con música y discursos propios de la solemnidad de la ocasión.

Este año esa ceremonia solemne no pudo realizarse, ya que la Facultad de Derecho se encuentra en medio de un profundo conflicto interno, que no tiene ninguna posibilidad de destrabarse en el corto plazo. La disidencia del ex rector Abraham Martínez Alavés sigue sin aceptar la grosera imposición de Miguel Ángel Vásquez como director de la Facultad, y para ello se atrincheraron en el Edificio Central, que a pesar de los intentos porriles no pudo ser recuperado por el grupo de los Martínez.

El elemento central que ha mantenido fuerte a esa disidencia, y que alimenta su movimiento, es el respaldo espontáneo de un nutrido grupo de alumnos y profesores que decidieron dejar de realizar sus actividades académicas en las instalaciones de la Facultad de Derecho en Ciudad Universitaria, para trasladarse al Edificio Central en señal de respaldo al movimiento que ahora reclama el reconocimiento del Consejo Universitario a la creación de una nueva Facultad de Derecho, alterna a la que mantiene en su poder la llamada ‘familia real’ de los Martínez Helmes.

Así, al mantener la disidencia en su poder el Edificio Central universitario, la tradicional ceremonia del 21 de marzo intentó se realizada en Ciudad Universitaria. Sin embargo, ésta resultó otra pretensión fallida, porque en las manos les estalló otro conflicto, en la Facultad de Contaduría y Administración, tiene como origen la misma falta de control del ex rector Martínez Alavés, y sus hijos. ¿Qué ocurrió ahí?

Que desde hace algunas semanas ahí existe otro conflicto, de características más o menos equiparables al de la Facultad de Derecho, en el cual un grupo importante de trabajadores, catedráticos y alumnos reclama las arbitrariedades y presuntos actos de corrupción del director Jhovany Cabrera Ramos. Éste —que es otro delegado de la ‘familia real’ en la segunda facultad más grande de la Universidad, y que se supone que representaba el control de los Martínez sobre los dos cotos de poder más importantes de la UABJO, que significan las facultades de Derecho y Contaduría— es repudiado abiertamente por la comunidad, sin que de ello se inmute la Rectoría.

Por eso, en vísperas del acto conmemorativo a Juárez, hubo un enfrentamiento violento —incluso con disparos de arma de fuego— en el que un grupo de porros al servicio del director Cabrera Ramos, intentó recuperar las instalaciones de la Facultad que siguen en manos de sus opositores. Al final, por eso, la ceremonia a Juárez se realizó de forma maltrecha y apresurada, perdiendo el esplendor de otros años, y demostrando que el poder de los Martínez va en franco declive.

CÁLCULOS PERNICIOSOS

El Gobierno del Estado, a través de la Secretaría General de Gobierno, parece estar calculando la caída del clan Martínez Helmes, y no previendo el grave problema que podría desatarse ante el vacío de liderazgos en la UABJO.

Con los conflictos en Derecho y Contaduría, queda en evidencia que la ‘familia real’ perdió el control político de las dos escuelas más pobladas de la universidad, y con ellas su base de equilibrio. Tampoco puede demostrar que tienen capital académico, pues sobre los directores de esas dos facultades pesan amplios cuestionamientos de porrismo y corrupción. Así, si ya perdieron el control político, y no tienen una base académica de respaldo, entonces se hace explicable por qué los Martínez están utilizando la violencia para tratar de rescatar el control de esas facultades.

En ese escenario, parece claro que la Secretaría General de Gobierno está evitando la intervención política para reencauzar la civilidad universitaria y equilibrar las posiciones, porque en realidad parece tener interés en que los Martínez, y por añadidura el rector Bautista Martínez, caigan. La intención sería que con el derrumbe de la familia real, ascendiera al poder la Secretaria General de la Universidad (Leticia Mendoza Toro), que sigue siendo un factor relativamente importante de poder en la UABJO, pero sobre todo porque, por ministerio de ley, ante la renuncia del rector asumiría el cargo quien ostente la Secretaría General de la Universidad. Y Mendoza Toro es madre del Secretario Particular de Alejandro Avilés Álvarez.

Por todo eso, parece claro que la Secretaría de Gobierno estaría calculando los bandazos que van a seguir dando los Martínez para intentar que finalmente la Rectoría quede en manos del grupo político de Avilés. No reparan en que Leticia Mendoza Toro ha sido un factor de equilibrio al interior de la Universidad, pero que nada garantiza que ella pudiera ser un factor de unidad ante la posibilidad de un conflicto mayor por la caída de la familia real.

RAPIÑA POLÍTICA

De ahí que resulte ampliamente cuestionable que la política gubernamental respecto a la situación universitaria, sea más de rapiña que de control específico de la gobernabilidad y la paz pública antes de que el conflicto tome dimensiones mayores; y que mientras la Universidad incrementa diariamente sus posibilidades de una crisis mayor, en el gobierno sigan alimentando la idea ingenua del Rector, de que este es un periodo normal de inestabilidad, y que finalmente la familia real seguirá gobernando holgadamente la universidad como hasta ahora lo ha hecho, manteniéndolo a él como Rector fachada. Todos están sentados sobre una bomba de tiempo. El problema es que nadie se atreve —o le conviene— reconocerlo.

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