En la “política del quesillo”, el PRI de Oaxaca es ejemplo perfecto

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+ Señales cruzadas, o actores políticos no comprenden lo que ocurre


Si dicen que en Oaxaca somos tan enredados que hasta el queso lo hacemos bolas, ese enredo permanente también se encuentra en el ámbito de la política, y el PRI oaxaqueño es un ejemplo perfecto. Para comprobarlo vale la pena acudir a algunas escenas recientes, que dan cuenta del caos que priva en ese partido.

  1. La semana pasada la fracción parlamentaria del PRI en el Congreso del Estado logró que se aprobara una reforma político electoral que, según todas las interpretaciones, los favorece. Dos de los puntos sustanciales que ahora están en la Constitución local, es lo relacionado a que no se movió el periodo de gestión del próximo Gobernador, y a que se estableció como requisito para aspirar a la gubernatura una residencia mínima de tres años en la entidad, y no cinco como antes señalaba el texto constitucional. Según algunos sectores priistas —unos celebrando y otros doliéndose—, esa reforma beneficia a Alejandro Murat como próximo candidato priista a Gobernador.
  2. El fin de semana estuvo en Oaxaca el líder nacional del PRI, César Camacho Quiroz. Su visita generó diversas interpretaciones. Una de ellas, la más simple, es que venía a darle un espaldarazo a la gestión de Héctor Anuar Mafud Mafud, luego de que en las últimas semanas sus adversarios internos le enderezaron una andanada de señalamientos e intrigas. Otra interpretación apuntaba a que Camacho vino a celebrar los triunfos priistas y la aprobación de la reforma electoral.
  3. ¿La interpretación más certera? Que a Camacho no le interesa Mafud, ni la reforma electoral, ni celebrar por los triunfos priistas: él vino, específicamente a presentarse ante sus próximos coordinados (los diputados federales priistas electos por Oaxaca), ya que está próximo a dejar la dirigencia nacional del PRI para asumir como coordinador del grupo parlamentario priista en la LXIII Legislatura federal. Vino, pues, a que lo reconocieran, a que le hicieran fiesta y, dicen, a dejar algunas indicaciones entre los propios diputados electos.
  4. Como dice el viejo adagio que en política la forma es fondo, el evielismo —heredero del ulisismo— debiera estar feliz, al menos por dos razones. Primera, porque al cónclave con Camacho Quiroz, el único de los posibles candidatos a la gubernatura que fue invitado, fue el senador Eviel Pérez Magaña. Incluso, fue uno de los oradores principales. Ello demuestra, en un primer momento, la simpatía y la apuesta que tiene Mafud por él como posible candidato priista al gobierno de Oaxaca, y quizá hasta el agrado de Camacho. Segunda, que Antonio Amaro Cancino —un evielista puro, tuxtepecano— sería el próximo coordinador de la bancada priista oaxaqueña en la LXIII Legislatura, por ser quien obtuvo el mayor número de votos. Dos puntos clave a favor del evielismo.
  5. Sin embargo, ayer lunes, en el periódico Adiario apareció una extraña (y dolida) declaración del senador Pérez Magaña. Advirtió que la reforma político-electoral que aprobó la LXII Legislatura —con la bancada de su propio partido, a la cabeza— es “altamente impugnable” por la reducción del requisito de residencia de cinco a tres años que contraviene la Constitución federal. “Sin duda es una inconstitucionalidad que está ahí y habrá que valorar quiénes lo vean así o lo veamos así, proceder a una impugnación que pudiera dar un revire a la reforma aprobada que reduce los tiempos de residencia al pasar de cinco a tres años para candidatos a gobernador (…) En lo particular estoy valorando si impugno”, advirtió (http://bit.ly/1KIlUkG).

¿Por qué querría impugnar Pérez una reforma impulsada por su propio partido? ¿desconfía de las señales que lo favorecen? ¿O es que se duele de la reforma y su supuesta inconstitucionalidad porque reconoce que el beneficiario no es él, y que por ende no repetirá como candidato a Gobernador?

EL PRI DE OAXACA, UN CAOS

Esos momentos dejan ver algo: en el PRI no tienen idea de cómo articularse rumbo al 2016, y en buena medida están peleando por algo que no saben si van a tener. Por ejemplo, no hay ninguna claridad de cuál es el rumbo que tiene la dirigencia de Mafud, que no sólo no logra establecer una definición sobre su figura de autoridad y liderazgo, sino que tampoco logra que alguien le tenga confianza y tome en serio su palabra. De ahí que todos apuesten a otros indicios para tratar de tener certidumbre sobre su futuro político.

Si esto fuera poco, queda claro que al PRI nacional no le importa Oaxaca, y eso sólo no lo ve quien no quiere hacerlo. Camacho no incidió en ninguno de los triunfos. Tampoco contribuyó a normalizar la situación política de su partido en Oaxaca. No le interesó establecer una dirigencia capaz de verdaderamente generar certidumbre. Tampoco impulsó liderazgos propios para la cámara baja: en San Lázaro los siguientes diputados oaxaqueños serán tan invisibles como lo han sido en las anteriores. Finalmente, a Camacho y al CEN del PRI sólo le interesaba la suma nacional. Por ello esencialmente vino a reconocer a los integrantes de su próximo rebaño, en una especie de colonialismo político respecto a Oaxaca, de la que sólo se sirve (lo que pueda) sin reportarle ningún beneficio.

¿Qué deja todo eso? La visión de que el PRI Oaxaca sigue siendo el mismo caos de siempre. Que en la capital, Oaxaca sigue siendo un tema irrelevante, y que aquí todos siguen teniendo la idea equivocada de que quien sea candidato se convertirá, como en los viejos tiempos, en el siguiente Gobernador. Nada más errado, aún de cara a la idea de que fue el propio gobierno de Oaxaca quien maniobró a favor del PRI: el gobierno les dio su reforma a cambio del préstamo. Pero nadie, nadie, le garantiza al PRI que pueda ganarle a Gabino Cué, al gobierno y su coalición, en la elección de Gobernador del próximo año.

HECHOS BOLAS

Por eso nadie puede decir que la reforma tiene nombre y apellido, y mucho menos dolerse por algo que no tienen. Inconformidades como la del senador Pérez Magaña son sólo reflejo de sus ansias y nerviosismo, que prevalecen gracias a la incertidumbre generada por todos los actores políticos tricolores. Quienes ya se sienten derrotados, están derrotados por ellos mismos. Y los triunfalistas, podrían ser derrotados por su confianza desbordada. Todos están hechos bolas. A río revuelto, ¿quién ganará?

@ortizromeroc

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