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Bares: otra promesa incumplida en Oaxaca

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+ En la incertidumbre, todo lo que se autorizó

El no autorizar más licencias para consumo de alcohol en la capital oaxaqueña no sólo fue, en algún momento, promesa de campaña, sino también un acuerdo de Cabildo que, se supone, tiene vigencia desde la administración anterior en el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez. No obstante, pareciera que en nuestra ciudad es imparable la inercia que busca convertirla en una enorme “ciudad cantina”.
Esta historia, para variar, no es nueva en Oaxaca. Teniendo como causa el ser una ciudad declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y también la exigencia ciudadana de mantener cierto control sobre los establecimientos donde se expende alcohol, desde hace ya varios años existe un acuerdo de Cabildo a través del cual se dispuso que no se concederían más permisos de ese tipo, y que se hicieran revisiones periódicas a los establecimientos que ya contaran con licencia para venta de bebidas embriagantes, para verificar que cumplieran con los requerimientos de protección civil, sanidad y demás, o proceder a la cancelación de las mismas.
Eso generó, por lo menos, dos efectos inmediatos. El primero de ellos, fue la especie de “explosión” habida de bares, centros de diversión, “after night’s” e incluso prostíbulos, en los más de veinte municipios conurbados a la capital oaxaqueña. El segundo de esos efectos inmediatos, fue la aparición del tráfico de licencias de manejo, cooptación, presiones e incluso complicidades habidas en el mismo Ayuntamiento citadino, para continuar autorizando bares y cantinas fuera de la norma. Pero vayamos por partes.
En el primero de los puntos establecidos, no existe un solo municipio conurbado a la capital oaxaqueña —aunque los “table dance” y bares de ese tipo, proliferaron particularmente en Santa Cruz Xoxocotlán y Santa Lucía del Camino, dejando a su paso una larguísima estela de corrupción, complicidades y actos delictivos— en el que no existan bares en los que se permiten todo tipo de actividades y prácticas que están prohibidas en la capital oaxaqueña. Veamos.
En la capital oaxaqueña está formalmente prohibida la prostitución, porque —aunque es letra muerta— la norma penal considera esa práctica como un delito; no se persigue a quienes ejercen esa práctica en las calles, pero no existe un solo bar dentro de la capital oaxaqueña en el que sean visibles actividades como los desnudos, los bailes de mesa, y todo lo que ello trae aparejado. Aquí en Oaxaca de Juárez, también está regulada la hora límite hasta la cual puede haber actividad en los bares y cantinas.
Todo eso no ocurre en los municipios conurbados. Porque además de la existencia de innumerables bares en donde lo mismo existen bailarinas, que mujeres y hombres ejerciendo abiertamente el fichaje y la prostitución, también existen otro tipo de centros nocturnos conocidos como “after night”.
La particularidad de éstos, es que inician actividades después de la medianoche, y las concluyen hasta después del amanecer. Esas cantinas, buscan captar a todos aquellos que inician la noche de diversión en algún bar de la capital oaxaqueña, y al cerrar éste (normalmente por ahí de las dos de la madrugada) se trasladan —normalmente ya en algún grado importante de embriaguez— a alguno de estos sitios en los municipios conurbados, para continuar ahí ingiriendo bebidas alcohólicas.
Por eso, es en los accesos a la capital oaxaqueña en los que ocurren con mayor frecuencia, fatales accidentes automovilísticos en los que pierden la vida, o resultan gravemente lesionadas personas jóvenes, y en los que el común denominador es que el conductor de alguna de las unidades, lo hacía en estado de ebriedad.

CORRUPCIÓN MUNICIPAL
Desde principios de 2007 aparecieron en Oaxaca algunos bares en los que se realizaron fuertes inversiones de dinero, y que iniciaron operaciones ante la mirada atónita de todos aquellos que sabían que no habría más autorizaciones de licencias para consumo de alcohol en la capital oaxaqueña. El más famosos de esos bares fue el ahora desaparecido, pero también tristemente célebre, conocido como “El Circo”.
Ese, y otros bares (como “La Bola”, que originalmente estaba ubicado en la calle de Heroica Escuela Naval Militar, y actualmente se encuentra por los rumbos de San Felipe del Agua), rápidamente se convirtieron en los bares de moda entre los jóvenes oaxaqueños, hasta que alguien tuvo la duda de cuestionar bajo qué normas y autorizaciones operaban.
Grande fue la sorpresa, cuando se supo que no existía licencia alguna de operación, que los permisos provisionales otorgados a sus manejadores tenían serias irregularidades, y que esencialmente se mantenían abiertos gracias a la influencia del poderoso grupo de abogados fiscalistas que los había financiado, y a la complicidad y sumisión de quienes en su momento ostentaban la calidad de autoridad municipal en la capital oaxaqueña.
Esos cuestionamientos no eran ocurrencias o infundios. De hecho, uno de los cuestionamientos de fondo que se hacían al respecto, era que los permisos de operación se habían otorgado por la autoridad municipal de aquel entonces (el ahora diputado federal Manuel de Esesarte Pesqueira se encontraba a la cabeza del Ayuntamiento citadino) sin que las instalaciones en esos sitios cumplieran con los requisitos mínimos exigidos obligatoriamente por Protección Civil a todos los demás establecimientos del tipo. No había, pues, ni legalidad ni garantías de seguridad para los usuarios, e incluso tampoco equidad en el trato para todos los dueños de esos establecimientos.
Sin embargo, no hubo poder humano que lograra detener el funcionamiento de esos sitios. Lo más lamentable, fue cuando en una sesión de Cabildo, se determinó otorgar sendas licencias a varios establecimientos, aún reconociendo que había una prohibición expresa al respecto. El Circo, por ejemplo, dejó de funcionar cuando sus dueños lo decidieron, pero no por alguna disposición de una autoridad que, entonces y ahora, siempre pareció estar a su servicio.

¿Y CALDERÓN?
En aquellos momentos, en calidad de particular, Irineo Pablo Calderón González —hoy síndico municipal y encargado del despacho de la Presidencia Municipal en el Ayuntamiento citadino— era quien defendía los intereses de algunos de esos bares irregulares. Seguramente, de modo indirecto eso es lo que explica los señalamientos del regidor Giovany Vásquez Sagrero sobre la multiplicación de bares, ocurrida en estos últimos tres años en Oaxaca de Juárez.

Salarios máximos: una medida engañosa

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+ Empleados de confianza: todos, indefensos

Motivados por la intención de no cometer excesos que ofendan a la ciudadanía, la semana pasada el pleno de la LXI Legislatura del Congreso del Estado aprobó reformas constitucionales para establecer un tope de salarios máximos para los funcionarios de la Administración Pública del Estado. Al margen de tal medida, que lo mismo puede ser real que simples apariencias, es claro que antes de eso, las dos primeras tareas que debió haber emprendido el gobierno de Gabino Cué Monteagudo, tienen que ver con la revisión a fondo de los salarios que perciben todos los trabajadores del Poder Ejecutivo local, así como la valoración real —es decir, más allá de las simples fobias partidistas— de la labor que desempeñan los trabajadores de confianza del gobierno estatal.

¿Por qué decir, en primer término, que los topes máximos de salario bien pueden ser una manifestación real de voluntad, que una simple vacilada? Las razones, más allá del autoengaño, siempre han estado a la vista: desde que entró en vigor la Ley Estatal de Acceso a la Información, hace más de dos años, todas las dependencias del gobierno central, e instituciones descentralizadas, se vieron en la obligación de publicar los tabuladores de salario. Con ello, según, se hizo público el monto que percibía cada empleado —desde el más modesto oficial administrativo, hasta el Gobernador del Estado— por concepto de salario.

Según se preveía, esto terminaría con la opacidad y las dudas respecto a los montos estratosféricos de dinero que percibían los secretarios de gobierno y demás empleados superiores en la administración estatal. Lo cierto es que todo fue un engaño. ¿Alguien en su sano juicio podía creer que, tal como aparecía en los portales de transparencia, los titulares de las diversas secretarías, direcciones, coordinaciones y demás, percibieran los 77 mil pesos que ahí se decía que ganaban mensualmente? Esa misma duda, era la que siempre quedaba respecto al Gobernador del Estado, y sobre las percepciones de todos los empleados de responsabilidad en Oaxaca.

La duda no partía precisamente de lo que pudiera establecerse en el portal de transparencia de las instituciones, sino en el hecho de que era a todas luces perceptible que una cosa era lo que formalmente ganaran, y otra muy distinta las prestaciones o sobresueldos discrecionales, o confidenciales, que se les otorgaban y que, eso sí, constituía una ofensa no sólo para el pueblo de Oaxaca, sino también para todos los demás niveles de la administración estatal que tienen salarios verdaderamente indignos.

Así, un Secretario del gobierno estatal, podía ganar nominalmente 77 mil pesos, pero multiplicar su salario gracias a esos bonos discrecionales —que no constituyen sueldo, y que aparecía en las nóminas confidenciales que siempre han existido en la administración estatal— y demás prestaciones que se otorgaban a su favor, e incluso por los tristemente célebres “gastos de representación” a través de los cuales pueden cubrir, con gasto al erario, una serie de gastos no prioritarios que bien podrían cubrir con su salario.

Por esa razón, en realidad el tema de fondo no se encuentra en establecer los montos de salario máximo, sino de hacerlos una realidad. Es cierto que los salarios estratosféricos de los empleados públicos, son siempre ofensivos para un pueblo tan desprovisto económicamente como el nuestro.

Pero también lo es que ante una voluntad no por ajustar las percepciones a un marco firme, sino por simplemente “quedar bien”, ese establecimiento de los salarios máximos bien puede ser un engaño. Es decir, pueden ser una verdadera farsa si continúan existiendo los privilegios discrecionales y confidenciales, que son los que hacen ricos a funcionarios que ganan más de lo que deberían aunque sus salarios nominales siguen siendo exactamente los mismos.

Incluso, una medida que debía venir aparejada a esas disposiciones, es el reforzamiento de la vigilancia y la fiscalización tanto de la misma Contraloría del Gobierno del Estado, como de las instancias superiores de revisión y auditoría del Congreso del Estado. Vigílenles las manos. ¿O a poco creen que ex funcionarios tan indeseables como Bulmaro Rito Salinas, Miguel Ángel Ortega Habib, y muchos otros, se hicieron inmensamente ricos por tener sueldos elevados o prestaciones de privilegio? ¡Por favor!

 

LOS DESPROTEGIDOS

Sin embargo, algo que sensible y verdaderamente debía hacer el gobierno de Gabino Cué es revalorizar, y redignificar el trabajo y el salario de los trabajadores de confianza. Son ellos los que en buena medida hacen el trabajo duro y constante en la administración estatal, a pesar de que en los últimos años son a quienes más se les ha castigado salarialmente, y a los que ahora se les pretende despedir, masivamente, de sus respectivos empleos.

Vayamos por partes. Desde hace varios años, se han venido haciendo ajustes salariales dispares. Es decir, cuando se hace la revisión salarial de los empleados de base del gobierno estatal, sólo se les incrementa el sueldo a ellos, mas no a los empleados de confianza. Éstos, hace años que no reciben un verdadero incremento de salario.

Y al contrario: en cada ajuste económico o “medida de austeridad” políticamente correcta que se ha dispuesto en el gobierno estatal, es a los trabajadores de confianza a quienes más se les ha venido disminuyendo el salario. Ante cada epidemia, emergencia económica, desastre natural, o lo que sea, se disponían “ahorros” que sólo afectaban a los trabajadores de menor nivel. Sólo en el último año, se dispuso un ajuste del diez por ciento a los salarios que, inicialmente, prometió ser devuelto al final de la administración, pero que nunca sucedió.

¿Cómo querer tener trabajadores de calidad, con sueldos de tercera? Es cierto que en Oaxaca el gobierno es el primer y principal empleador. Pero eso no debía darles pauta para seguir castigando y desacreditando salarialmente a todos esos trabajadores que debían tener un salario digno. Sólo aquí puede ocurrir que un empleado de base, gana más que un Jefe de Departamento.

 

INSENSIBLES

Contradiciendo las indicaciones del gobernador Cué, el secretario de Administración, Alberto Vargas Varela, y el subsecretario Juan José Bermúdez, preparan ya el primer recorte de personal de confianza para este 31 de diciembre; y otro para finales del próximo mes de febrero. Prometieron cambio; pero sólo están demostrando insensibilidad y soberbia.

 

Oaxaca: la atención social es lo que de verdad urge

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+ Títulos, una discusión estéril frente a los rezagos

 

Ojalá que, por el bien de Oaxaca, pronto termine la polémica sobre los títulos y cédulas profesionales que deben ostentar todos los miembros del gabinete del gobierno estatal, y todos se pongan a trabajar.

Aún cuando ese es un asunto importante —no sólo por la calidad de profesionistas que deben tener quienes integran los cargos de responsabilidad en la administración estatal, sino también por un asunto de legalidad y demostración de existencia del Estado de Derecho—,  es evidente que la entidad enfrenta problemas mucho peores que deben ser atendidos de inmediato. En esa lógica, el Gobierno del Estado debe abandonar cuanto antes ese estado de pasmo que aún hoy aparenta, y tomar las riendas de todas sus responsabilidades y compromisos adquiridos con la ciudadanía.

Oaxaca enfrenta problemas esencialmente graves por todos lados. Sólo en el aspecto meramente relacionado con la atención y labor social, el nuevo gobierno se encontró con problemas gravísimos que deben ser atendidos de inmediato. El problema, en ese sentido, es que en instancias como el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, los nuevos funcionarios apenas si comienzan a entender el funcionamiento de una entidad burocrática gigantesca, compleja y llena de rezagos, que necesita de atención urgente no sólo en lo administrativo, sino en los programas y asuntos que deben atender relacionados con los grupos vulnerables que en los últimos años fueron invisibles, o de poca importancia, para el anterior gobierno.

La sola situación en que se encuentran los dos albergues infantiles del DIF estatal, debía ser motivo de alarma y atención inmediata para todas las autoridades relacionadas. En los últimos años, todos los rezagos (desde la falta de alimento, medicamentos, cuidados y atención médica suficientes, hasta los abusos y omisiones deliberadas de las autoridades anteriores) no fueron resueltos sino únicamente ocultados.

Para la administración anterior, era práctica común en esos sitios que a los bebés, niños y adolescentes únicamente se les vistiera y atendiera dignamente, cuando iba a realizar algún recorrido la Presidenta Honoraria del Patronato (es decir, la esposa del Gobernador), o cuando asistirían representantes de los medios de información a algún evento o actividad pública que allí se realizara.

Por supuestos “motivos de seguridad” (que no era sino el miedo a que se reflejara la situación real de abandono en que se encontraban los infantes), nunca le fue permitido el acceso a medio informativo alguno (ni siquiera a entrevistas con cualquier funcionario del Sistema, cuando el tema era la situación de los niños que ahí habitaban), incluso ni siquiera cuando, en más de tres momentos en los últimos seis años, murieron varios infantes por causa de descuidos, mala higiene e, incluso, por la negativa de los funcionarios encargados de adquirir los medicamentos para que éstos fueran suministrados en tiempo y forma, de acuerdo a la indicación médica, a los menores.

Esos funcionarios encargados de las adquisiciones y los recursos materiales del DIF, que son moralmente responsables de muchas de las oscuridades financieras que prevalecen en esa institución, sorprendentemente continúan en funciones hasta el día de hoy.

No obstante, los dos albergues del DIF Estatal son sólo un ejemplo de todo lo que ahí se encuentra en estado de abandono, y que debe ser atendido de inmediato. Los nuevos funcionarios de esa dependencia, deben mostrar de inmediato un verdadero compromiso de trabajo y eficiencia con la labor social, y la atención a la población vulnerable, que motiva la existencia de esa institución.

Además de los albergues, ahora sí al DIF debería comenzar a preocuparle la existencia de cientos de niños de la calle, que lo mismo son malabaristas, payasos, limosneros o chicleros de semáforo, que víctimas de diversas formas de explotación, que van desde la venta de dulces en cajitas colgadas de los hombros, hasta infantes de menos de diez años de edad que son obligados a lustrar zapatos, a limpiar parabrisas y a otras actividades, por personas sin escrúpulos que los maltratan y obligan a trabajar a plena luz del día.

Todo eso es fácilmente palpable. Todos los oaxaqueños, de uno u otro modo, somos testigos de esa realidad que ha sido largamente negada. Ojalá que quienes llegaron ahora a trabajar al DIF aduciendo la defensa de los derechos humanos, honren de verdad esa noble denominación atendiendo a los grupos vulnerables.

 

DESARROLLO SOCIAL

Están a punto de pasar los primeros treinta días de la actual administración, y de la Secretaría de Desarrollo Social, aún no se sabe nada. Para cualquier gobierno, e incluso para cualquier proyecto político, una instancia de esa naturaleza debería ser esencial, pues de ahí es de donde tendrían que salir los más importantes esquemas que, en programas concretos, y basados en datos duros, pudieran demostrar que se atendió eficazmente a la población con mayor grado de pobreza y marginación, y que de ese modo se contribuyó a materializar el fin último de cualquier Estado, que es el bien común.

El problema, en este caso, es que en casi 30 días el titular de la nueva Sedesol estatal no ha aparecido públicamente en una sola ocasión; y según se sabe, la dependencia aún no tiene definido ni el organigrama, ni la estructura administrativa, ni los órganos técnicos que tendrá a su cargo provenientes de otras dependencias que desaparecieron a partir de la nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo; incluso, pareciera que aún hoy esa dependencia no tiene materia de trabajo.

AQUÍ TODO URGE

Oaxaca tiene asuntos importantísimos en ese aspecto, que deben ser atendidos de inmediato. El tema de la atención social a los rezagos debe ser atendido no sólo por programas federales —que solamente han sido administrados y capitalizados electoralmente por los gobiernos estatales o municipales, pero que difícilmente han demostrado haber cumplido con los fines últimos para los que fueron concebidos. En todo caso, una instancia como esta tendría que servir para “tropicalizar” —es decir, adaptar a la realidad estatal— los programas de combate a la pobreza, y hacerlos más eficaces. Pero deben comenzar a apurar el paso, antes de que parezca que esas nuevas instancias sólo fueron creadas para dar empleo y pagar cuotas, y no para atender de mejor modo los problemas que tiene Oaxaca.

Reforma a Ley Orgánica: no pretendan engañarnos

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+ Sólo patrañas, argumentos de Luis de Guadalupe

 

El diputado local por el PAN, Luis de Guadalupe Martínez Ramírez, presentó hace dos días al pleno del Congreso local, una propuesta de contrarreforma a la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo del Estado, a través de la cual se pudiera eliminar el requisito de contar con título y cédula profesional para todos aquellos que pretenden ocupar un cargo de responsabilidad en la Administración Pública estatal. Además de engañosos, los argumentos utilizados por el Legislador panista para fundamentar su propuesta, son un auténtico monumento a la patraña.

De acuerdo con información difundida el día previo por diversos medios informativos, el diputado Martínez Ramírez “propuso al pleno legislativo una modificación al artículo 14 fracción III de la Ley Orgánica (…) para hacer más preciso el contenido de las equivalencias de los títulos y cédulas profesionales necesarios para ostentar el cargo de titular de una secretaría de estado (sic) o de sus órganos auxiliares…”

“La adición establecería que el aspirante deberá contar al menos con título, cédula profesional o en su lugar que presente un equivalente que avale experiencia, honorabilidad, así como el correcto ejercicio del desempeño laboral por el cual ha adquirido los elementos necesarios para desempeñar el cargo conferido”.

Y por si todo ello fuera suficiente para justificar una propuesta tan inicua como esa para la administración pública estatal, el Diputado local de Acción Nacional “explicaba” que “así como está  redactada (la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo vigente) no importan los conocimientos generales y las máximas de la experiencia obtenidas a lo largo de la vida de un funcionario, pues de manera limitativa y no enunciativa violan por completo el principio de igualdad, consagrado en el artículo 1 de la Carta Magna.” ¡Vaya desfachatez, astucia e irresponsabilidad la del señor diputado Martínez! Pues para justificar lo injustificable, recurre a innumerables engaños. Veamos por qué.

En primer término, asegura que para ocupar un cargo de primer nivel en la Administración Pública Estatal, debería suficiente con acreditar “experiencia, honorabilidad, así como el correcto ejercicio del desempeño laboral”, como un “equivalente” del título y cédula profesional que ahora se requiere, como comprobante de la preparación académica necesaria —“indispensable” sería el término correcto— para el desempeño de una función técnica o administrativa en el gobierno estatal.

Con ese argumento, o trata de confundir a la opinión pública, o se confunde él, o ignora por completo las razones que motivan el establecimiento de requisitos para el desempeño de cargos administrativos en general. Dice que es suficiente con comprobar la experiencia, la honorabilidad y el correcto desempeño, aunque no se presenten documentos que avalen estudios profesionales.

Se engaña, o pretende engañarnos, porque los requisitos de honorabilidad y de experiencia, deberán ser siempre adicionales a los de la preparación profesional. Dicho de otro modo: de bienintencionados están llenos los panteones. Pues se entiende que la honestidad (“Tener un modo honesto de vivir”, dice la fracción II del artículo 34 de la Constitución federal, por si no lo recuerda el diputado) es condición sine qua non de la ciudadanía; y como servidor público sólo puede ser quien es ciudadano de la República, entonces debería comprenderse que la honestidad o probidad, son prerrequisitos del servicio público.

En esas condiciones, dicho argumento resulta inadmisible, no porque la honestidad o probidad no sean necesarias, sino porque éstas son cuestiones previas que para un servidor público deberían ser de obvio requerimiento.

Y si se pretende asumir como que la experiencia es suficiente para desempeñar un cargo de responsabilidad en el gobierno, entonces de lo que se estaría hablando es de una administración arcaica, de hace varias décadas (En Oaxaca era urgente que se modificara la Ley Orgánica para superar las reminiscencias del pasado, que aún se encuentran presentes en la misma Constitución local en diversos preceptos) que ya no corresponde a lo mucho que se requiere de la administración pública estatal.

 

¿DISCRIMINACIÓN?

Pero eso no es todo. El diputado Martínez Ramírez aseguraba, por si lo anterior fuera poco, que al establecer ese tipo de requisitos también se quebranta la garantía de igualdad establecida en el artículo 1 de la Constitución General de la República. ¡Qué tamaño de patraña!

En su misma concepción, el principio de igualdad lo que busca preservar es que todas las personas gocen del mismo trato y de las mismas libertades y seguridades que otorga la Constitución. Es decir, que aún con sus diferencias, todas las personas sean tratadas como tales.

En razón de ello, podría suponerse que el diputado Martínez tiene razón en su argumento. Podría suponerse, engañosamente, que bajo el principio de igualdad cualquier persona podría tener acceso a cargos públicos de administración, y a cargos de representación popular.

Esto, en realidad, es incorrecto. Para los cargos de elección y representación popular, en efecto, no se establecen condiciones de profesionalización, sino únicamente de cumplimiento de los requerimientos mínimos para ser ciudadano de la República. ¿Por qué? Porque la representación popular, y el ejercicio de los derechos políticos va más allá de haber ido o no a la escuela. Por eso a un diputado, senador, gobernador o al mismo Presidente de México, no se le requiere que tenga estudios para ocupar esos cargos que son de naturaleza eminentemente política.

Sin embargo, ello no opera en los cargos administrativos. Porque éstos, en su esencia, son técnicos y operativos, y están encaminados a cumplir, a través del gobierno, con los fines del Estado. Es decir, que éstos cargos no son “democráticos”. Por eso no se quebranta principio de igualdad alguno, ni se discrimina a nadie, cuando se exige un título profesional para el desempeño de la responsabilidad.

Por todo esto, es inadmisible la propuesta del diputado Luis de Guadalupe. Se engaña, es ignorante, o pretende engañarnos a los oaxaqueños. Pero no cabe duda que hasta para esto último, hay que tener talento.

¡FELIZ NAVIDAD!

Es lo que deseamos a usted lector, y a todos nuestros amigos y compañeros. Que la paz y el amor se encuentre este día, y siempre, entre ustedes. Les enviamos un abrazo fuerte.

Marco Tulio López, un secretario paranoico

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+ SSPE: ¿ahora sí hay intervención telefónica?

En temas de seguridad pública, desde hace años el Gobierno del Estado no encuentra su rumbo. Buena parte de los obstáculos que ha encontrado en la materialización de los esquemas de trabajo que ha tratado de implementar, los ha encontrado justamente en los titulares de esas áreas. Si en otros tiempos se cuestionó la actuación de personajes tan diversos como Alma López Vásquez, Lino Celaya Luría, Sergio Segreste Ríos, y Javier Rueda Velázquez, hoy el arribo de Marco Tulio López Escamilla a la Secretaría de Seguridad Pública Estatal no parece estar marcando pautas novedosas, o rumbos positivamente distintos.

El arribo de este personaje al Gobierno de Oaxaca, ocurrió prácticamente sin resistencia alguna. Proveniente de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Federal, la posición de López Escamilla no fue cuestionada ni exigida por grupo político alguno al gobernador Gabino Cué Monteagudo.

De hecho, se comprendió que en temas de seguridad el gobierno federal podría ser el único que tendría la posibilidad de hacer sugerencias sobre el nombramiento de los mandos policiacos estatales a través de la figura fáctica del mando único, y más en un gobierno como el actual, que en parte emanó del Partido Acción Nacional. Por eso, junto con los nombramientos en ciertas dependencias clave como la Secretaría de Finanzas y Administración, el Gobernador del Estado se reservó para sí la decisión sobre el nombramiento de López Escamilla.

Al venir a Oaxaca directamente de la Policía Federal, se esperaba que el ahora Secretario de Seguridad Pública renovara ciertos esquemas, y buscara romper con algunas inercias y estructuras burocráticas de la administración estatal anterior. Sólo que las actitudes, y las decisiones que ha tomado en los escasos veinte días que lleva en el cargo, no sólo comienzan a decepcionar, sino que también preocupan por el alto grado de paranoia y falta de respeto a la ley, que ha demostrado al ejercer sus funciones.

Para muestra, un botón —aclarando que aunque esto parezca una historia extraída de la Novela Policiaca, todo es absolutamente real y proviene de fuentes de la misma SSPE. Resulta que apenas unos días después de que López Escamilla asumiera la titularidad de la dependencia, implementó una serie de medidas de control respecto al personal que aún labora en esa institución —los cuales son objeto de sospecha permanente por el solo hecho de haber trabajado con otras administraciones—, entre las que se encuentran aparatos de intervención telefónica.

POLICÍAS Y LADRONES

Refieren que López Escamilla, al comenzar a utilizar dichos aparatos, no tenía conocimiento de que su antecesor había mandado a instalar un conmutador multimodal muy sofisticado, a través del cual se pueden realizar enlaces a diversos números telefónicos o transferir llamadas, según sea la necesidad de quien lo utiliza. ¿Qué relación tienen, entonces, un conmutador con los aparatos de espía del secretario López Escamilla?

Pues bien, resulta que a los pocos días de haber arribado a su nueva oficina en Oaxaca, el Secretario de Seguridad Pública —que trae consigo procedimientos “duros”, que lo ponen constantemente en estado de paranoia— fue avisado por uno de sus cercanos colaboradores de que un empleado de la dependencia “filtraba” información al crimen organizado.

Aseguran que sin dudarlo, personalmente encabezó un operativo de localización “intramuros”, apoyándose para el efecto en el numeroso grupo de su guardia personal, por lo que intempestivamente irrumpieron en otras oficinas de la misma dependencia, replegando al personal hacia las paredes y haciendo un minucioso “cacheo” a los empleados administrativos e incluso hasta a las secretarias, quienes también fueron sometidas obligándolas a poner las manos en alto. Diligentemente, aseguran, el secretario López Escamilla brincaba por las escaleras, abría cajones y husmeaba en los baños, ya que el foco rojo de su modulo interventor continuaba marcando un mensaje de alarma.

Sobra decir que esto motivó el asombro de todos los empleados, ya que nunca habían vivido o sufrido un operativo interno en donde se pudiera observar la habilidad de los nuevos jefes para jugar a los policías y ladrones. Esto porque, en su paranoia, cerraron puertas, sellaron cajones y escritorios; y al final de cuentas, dieron con una telefonista que trasmitía información a un ciudadano, sobre a dónde dirigirse para solicitar seguridad para una fiesta de su colonia.

Así, refieren que ante el interrogatorio al que fue sometida, la asustada secretaria le explicaba a la nueva camarilla de mando sobre las bondades técnicas del conmutador. Pero con ese hecho, todos los empleados claramente se dieron cuenta que ahora sí se encuentran intervenidos los aparatos telefónicos de la Secretaría, y por esa razón ya nadie quiere hablar por los números oficiales. A todos les asiste el temor de que sean sancionados, por el uso de este indispensable medio de comunicación.

Empero, por si ello fuera poco, hoy resulta claramente palpable el desorden imperante en prácticamente todas las áreas de la SSPE; no hay quien dé órdenes, y menos quien las ejecute, porque nadie más que él en esa Secretaría, tiene ya un nombramiento y funciones asignadas tanto en lo operativo como en el aspecto administrativo.

Las únicas conversaciones que tienen cabida, son las de todas las personas que a diario envía el ex procurador Roberto Pedro Martínez Ortiz. Sus enviados, son los únicos a los que se les da el derecho de audiencia; a los ciudadanos normales —o sea, aquellos en los que no media recomendación— no se les hace caso.

Todo esto ocurre mientras en Oaxaca la seguridad pública no precisamente pasa por su mejor momento. No existe aún certeza sobre qué pasará con las corporaciones policiacas; ninguna de éstas tiene mandos asignados, ni tareas tácticas u operativas ya definidas. ¿Así, en ese estado de desorden y paranoia, pretenden tener resultados positivos para los primeros 111 días? Ya llevan más de veinte, y nada.

LA LEY, FIRME

Luego de que el oficioso diputado Luis de Guadalupe Martínez anunciara la presentación de una iniciativa para eliminar la exigencia de titulo y cédula profesional a los integrantes del gabinete, el gobernador Cué se pronunció porque la ley no se modifique. Es cierto que la preparación profesional no es suficiente; ¿pero a poco dirían lo mismo si el gobierno fuera una empresa privada?

Persecución a funcionarios: rencor mal encaminado

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+ Enfrentamiento en zócalo: ¿para desviar atención?

En Oaxaca, el Gobierno del Estado la principal fuente de empleo para la población. Sólo en la estructura administrativa, cuenta con unos ocho mil empleados de base, y unos doce mil de contrato y confianza. Esto, sin contar a quienes integran los llamados mandos medios y superiores, que ejercen las funciones de responsabilidad, mando y coordinación en la administración estatal. Ahora, con el cambio de gobierno, comenzó un proceso natural de relevo en esas estructuras. Sólo que, en este caso en particular, el enfrentamiento entre los gobiernos saliente y entrante está llevando a generar un cierto tipo de rencor mal encaminado, que finalmente podría hacer víctimas a los trabajadores equivocados.

Desde hace algunos días, circulan en Internet innumerables mensajes de odio hacia los trabajadores de confianza del Gobierno del Estado. En ellos, se les pretende responsabilizar por el despilfarro que, dicen no sin razón, cometió la administración estatal anterior; los ubican como los flojos y prepotentes que le hicieron daño a Oaxaca. E incluso los ubican, a todos, como activistas del Partido Revolucionario Institucional que deben ser despedidos de inmediato, para dar paso a una nueva clase burocrática. En la más dura de todas las acusaciones, se dice que éstos fueron quienes llevaron a la ruina a nuestro estado.

Por ejemplo, uno de los tantos mensajes sobre el particular que han llegado al correo personal del autor de esta columna, dice textualmente —incluidos todos los errores ortográficos y de sintaxis— lo siguiente: “El 15 de diciembre de 2010, un diputado local, priista (Francisco García López), se manifestó en contra del despido de funcionarios del gobierno de Ulises Ruiz, aduciendo que es un acto ilegal, pero sobre todo que se deja en el desamparo a miles de familias porque es el único sustento de ellos. Que (sic) desvergüenza de este diputado y su bancada, ya se les olvidó que estos funcionarios pertenecen a un estrato gubernamental culpable del despilfarro, la opulencia y la corrupción”.

Y va más allá: “¿Defiende usted a los funcionarios? ¿Que no se les “despida”? ¿pobrecitos? No olvide señor diputado priista que fueron esos funcionarios los que llevaron a la ruina a nuestro estado, que empobrecieron a la gente, que medraron con la necesidad de los campesinos, que incumplieron con sus obligaciones o que para realizar sus actividades exigían ‘mordidas’. Vea usted alrededor seño diputado priista, vea las calles bachudas, vea las carreteras abandonadas, vea las banquetas inservibles, las obras inconclusas, los desordenes en el transporte, la venta de plazas, la venta de concesiones, la venta de medicamentos gratuitos, las compra a precios inflados… eso es lo que usted defiende… que escasa probidad tiene usted, que escasa vergüenza tiene usted, si es que aun tiene algo.”

Luego de todo eso, asegura que el cese de esos miles de funcionarios es indispensable para “el cambio de rumbo con nuevos rostros y nuevas actitudes”, y para desterrar a los aviadores y corruptos. Y por si eso fuera poco, termina exigiendo al diputado en cuestión que mejor investigue gastos como el del techado del Auditorio Guelaguetza, o la procedencia de los recursos con los que la familia del ex gobernador Ruiz Ortiz construyó un lujoso hospital privado en la ciudad de México.

Ese correo que, como varios otros, circula ampliamente en Internet, es una muestra clara de rencor y manipulación que, además, confunde a los verdaderos responsables de todos los señalamientos que se hacen y, por si fuera poco, les permite quedar en la impunidad para que otros, inocentes, paguen por sus culpas.

UBICAR AL ADVERSARIO

No son errados muchos de los señalamientos que se hacen al anterior gobierno. No se equivocan, ni difaman, cuando aseguran que la anterior administración estuvo marcada por una adictiva tendencia hacia la corrupción, la opacidad y la manipulación. Sin embargo, habría que ver hasta dónde eso fue responsabilidad de los empleados de confianza (que constituyen, junto con los empleados de base, los de menor nivel jerárquico en la administración pública); hasta dónde deben de ser llamados a cuentas tanto los titulares y funcionarios de responsabilidad en las entidades estatales, y hasta qué punto les deben ser cobradas las cuentas a sus subordinados.

Suponer que los trabajadores de confianza fueron los responsables del saqueo, la corrupción y los errores que cometió la anterior administración, es tanto como negar la potestad de mando de los titulares de las dependencias estatales. Fueron los Secretarios y Directores de las entidades públicas locales, quienes encabezaron los trabajos que —bien o mal— se realizaron en la anterior gestión; fueron quienes manejaron los recursos económicos; y fueron quienes finalmente dispusieron todo lo que luego resultó en éxitos y fracasos para el gobierno estatal.

Lo más grave de todo esto, es que están pagando, o pretenden que paguen, justos por pecadores. Suponiendo que despidieran a todos los empleados de confianza, ¿sólo con eso la administración pública cambiaría y, lo que es aún más incierto, mejoraría? ¿Ya no sería entonces necesario llamar a cuentas a todos esos ex funcionarios sobre quienes pesan acusaciones de corrupción, ineptitud y enriquecimiento inexplicable? ¿Con eso quedarían saldadas las fortunas ofensivas que se amasaron en un sexenio? ¿Despedir a varios miles de trabajadores equivaldría a castigar a quienes sí despilfarraron los recursos y llevaron la gestión pública a su estado actual?

A los empleados de menor jerarquía deben exigirles, a partir de ahora, honestidad probada, compromiso y trabajo constante; a los ex titulares de las dependencias en las que existen dudas sobre el manejo de los recursos, se les debe llamar a cuentas. Debe ser a éstos, y no a aquellos, a quienes se debe revisar. Creer que todo el peso de la venganza y el rencor deben caer sobre los empleados, es tanto como permitir que los verdaderos responsables se desentiendan y sigan gozando de impunidad.

 

CONFLICTO, ¿POR QUÉ?

Hay quienes aseguran, respecto al enfrentamiento ocurrido el pasado lunes en el Centro Histórico entre priistas de Nopala y la Policía Estatal, que fue una forma en que el PRI quiso presionar al gobierno estatal, para evitar que haga públicas investigaciones sobre corrupción que involucrarían a ex funcionarios. Dicen incluso que casos como el de Ciudad Administrativa, están a punto de reventar. Es lo que se dice.

Títulos en la ley: lo que sigue es la regresión

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+ Adecuación y retroceso: el dilema de Gabino

Como si se tratara de una legislación abominable, cercanos y no tanto del gobierno estatal, comienzan a manifestarse a favor de modificar la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, en lo relativo al requerimiento de título y cédula profesional para ostentar el cargo de secretario o director general de alguna dependencia estatal. Con ello el gobierno de Gabino Cué tendrá que decidir si decide dar pasos hacia adelante, o si privilegia el continuar anclado a los atavismos que históricamente han predominado —e incluso llegado a hacer daño— en el Gobierno del Estado.

Ayer mismo se manifestaron en ese sentido tanto el recién separado ex secretario de Asuntos Indígenas, Adelfo Regino Montes, así como el ex presidente Municipal de Juchitán, Leopoldo De Gyves. E incluso la vocera oficial, María de los Ángeles Abad Santibáñez dejó ver, en declaraciones a la prensa, la posibilidad de someter a revisión dicho precepto legal para eliminar el requisito de la patente profesional.

Por un lado, el ex secretario Regino Montes dijo que los indígenas padecen continuamente la opresión de quienes ostentan todo género de diplomas, pero carecen de los conocimientos sobre la realidad. Aseguró que su renuncia fue una expresión de compromiso con la ley, e incluso sostiene que el título, no lo hará ni más, ni menos competente en los temas indígenas, y lo mismo ocurrirá con cualquier otro que ocupe esta función pública, pues no existe Universidad que haya asumido en su plan de estudios el tema indígena.

Al lado de éste, De Gyves también pidió a Cué modificar los criterios para nombrar a los integrantes de su gabinete. Consideró como “un cisma” lo ocurrido con los ahora ex Secretarios de Economía y Turismo, y Asuntos Indígenas, e incluso dijo que esto constituye una “precrisis institucional”, por lo que dijo que los integrantes del gabinete deben tener “honestidad probada, más que un título profesional”.

Ante ese panorama cabe preguntarse si esas voces y esos señalamientos, juntos o separados, son, o deben ser suficientes, para modificar la ley. Porque en ambos sentidos, parece que las ideas tendientes a promover un nuevo cambio a la nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo están bastante bien encaminadas a “sensibilizar” a la nueva clase política gobernante, y a presionar las fuerzas coalicionistas representadas en el Congreso del Estado, para que eventualmente impulsen una reforma que “adecuara” la norma a la realidad que vive Oaxaca.

Eso está bastante claro, aunque en ambos casos lo que se está haciendo es más un ejercicio de autolamentaciones, que de verdadera visión de avanzada sobre lo que debe ser el gobierno, y lo que deben ser las tareas del Estado. ¿De qué hablamos? De que es poco más que excesivo y engañoso, asegurar que esto constituye el preludio de una crisis institucional en Oaxaca o, mucho peor, que dicha norma es discriminatoria para las clases oprimidas o marginadas, o que con ello se excluye a los indígenas de las tareas de gobierno.

ARGUMENTOS ENGAÑOSOS

Asumir como cierto lo que asegura Leopoldo De Gyves, es tanto como querer suponer que ninguno de los hombres o mujeres que acompaña a Gabino Cué en las tareas de gobierno, tiene la preparación académica suficiente como para superar la prueba de la cédula profesional, y que por tanto en un momento dado el gobierno estatal podría quedarse sin operadores, o carente de personas eficaces y experimentadas, que lo mismo tuvieran antecedentes en las labores públicas, como también un poco de dedicación para haber asistido a la escuela y haber obtenido un título universitario.

Incluso, lo que dice Adelfo Regino es peor. Suponer que para atender a los pueblos indígenas, se necesita a una persona capaz y sensible, pero no necesariamente a un indígena, porque ni la condición de profesionista es sinónimo total de eficacia y eficiencia como, por sí sola, la calidad de indígena tampoco lo es. Suponer, en esa lógica, que la Ley Orgánica discrimina, es tanto como aceptar y resignarse a que ningún indígena puede tener un título profesional, y que por tanto no debe expectativas ascendentes tanto en ellos, como en quienes tienen el deber constitucional y legal de desempeñar las tareas públicas para atender sus necesidades.

En ese sentido, es necesario diferenciar los cargos de representación popular, de los que son meramente administrativos. Para los primeros no se exige ningún tipo de calidad profesional, sino simplemente los requisitos de nacionalidad, residencia y modo honesto de vivir; pero, idealmente, para los segundos sí deben existir mayores requisitos, ya que no es la representación del pueblo la que se deposita en ellos, sino labores más especializadas que están encaminadas a lograr objetivos relacionados con las tareas de gobierno.

En razón de ello, el gobierno de Gabino Cué Monteagudo deberá dirimir serenamente esta controversia entre la búsqueda de elevar gradualmente las expectativas profesionales de quienes desempeñan tareas de gobierno, y los que de manera simplista aseguran dicen que como la ley no se ajusta “a la realidad”, debe ser modificada para continuar coexistiendo en los mismos niveles y calidad de siempre.

Dar marcha atrás a la ley, será, ese sí, un abominable acto de regresión administrativa para el gobierno estatal, que además alimentará y consolidará las visiones fatalistas o de victimización de quienes se asumen como minorías oprimidas, o que consideran que el no contar con cierta calidad profesional, es el común denominador en una entidad como la nuestra.

 

SI JUÁREZ NO

HUBIERA MUERTO…

Particularmente, Adelfo Regino debería comenzar a considerar también fríamente, si sus señalamientos son producto de un asunto personal de baja autoestima, o si él considera que, en general, indígena es sinónimo de marginación; cuando lo haga, y voltee a su entorno, verá que existen, por todos lados, centenares de indígenas que han emergido de la más dolorosa de las pobrezas, para brillar y ser respetados a nivel mundial por su tesón y esfuerzo como profesionales de la rama en que se desempeñan. Verá que el más ilustre de esos personajes, fue un indígena zapoteco, que hace casi doscientos años llegó de Guelatao, para convertirse en el más grande estadista que ha tenido México. Don Benito Juárez García nunca se lamentó: al contrario, siempre hizo todo por superar su condición, y porque lo consideraran no como un gran indígena, sino simplemente como un mexicano patriota.

Gobierno: ley debe ser aplicada igual para todos

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+ Renuncias, por legalidad y respeto a oaxaqueños

Dos frases resumen claramente la amplia distancia que existe entre los dichos y los hechos en el gobierno de Oaxaca. Por un lado, al anunciar su separación del cargo, el ahora ex secretario de Economía y Turismo del Gobierno del Estado, Alfredo Ahuja Pérez, dijo que reconocía el grave error que había cometido al presentar documentación apócrifa para acreditar la patente profesional con la que en realidad no contaba, pero también se lamentó de que esa situación hubiera tenido “mayores consecuencias” para él “que para otros”; y esa misma noche, el gobernador Gabino Cué Monteagudo, anunció un ultimátum para que en las 24 horas siguientes, todos los funcionarios de su gobierno presentaran los documentos que hicieran falta para demostrar su calidad de profesionistas. Este es, y será, un punto de referencia esencial sobre la visión de legalidad que tenga, y lleve a los hechos, el nuevo gobierno.

Es un principio básico de la legalidad, que el dictado de una norma es de observancia general y obligatoria. En ese sentido, es claro que la ley es, o debe ser, igualmente aplicada para todas las personas, y que nadie puede sustraerse o exceptuarse de lo que ésta misma establezca. Todo parece tan lógico, que hasta resultaría excesivo. Sin embargo, en esa lógica, habría que preguntarse, primero, por qué la queja del ex secretario Ahuja. Y, sobre todo, si fue real, y general, el llamado a la legalidad que lanzó el gobernador Cué a sus funcionarios, la noche del pasado jueves.

Pero vayamos primero al caso de Alfredo Ahuja. Éste, como ya bien lo habíamos establecido previamente, cometió un importante error de cálculo al exhibir donde no debía, los documentos que supuestamente lo acreditaban como profesionista. Esto generó que no solamente se despertara la suspicacia de quienes, en algunos medios informativos, no creyeron en la buena fe que se presupone en todas las personas, y acudieron a corroborar la veracidad del registro del documento, sino que también se reavivara la exigencia de respetar los requisitos que establece la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo del Estado para quienes desempeñen el cargo de Secretarios del Despacho en el gobierno local, la cual ya había sigo transgredida en un primer momento por el nombramiento y ratificación de la secretaria General de Gobierno, Irma Piñeyro Arias.

Tal parece que la queja del ya para entonces ex secretario Ahuja, estaba directamente relacionada con la forma en que se resolvió el caso de la secretaria Piñeyro. Ésta, a diferencia de Aquél, no sólo no presentó documento alguno que la acreditara como profesionista, sino que en esas condiciones fue ratificada por el Congreso del Estado, gracias a un arreglo político y una figura jurídicamente inexistente (la de “la dispensa” de requisitos que marca la ley), en la que, sin embargo, la fracción del Partido Convergencia votó en contra, por considerar que ello constituía una incongruencia.

Podría parecer, en esas condiciones, que Alfredo Ahuja podría tener razón en su queja. No obstante, más allá de cualquier posible desvío de la discusión de fondo, es evidente que él no dimitió del cargo por no contar con el requisito de la documentación profesional que exige la ley, sino porque, lo exigiera o no, es un acto profundamente inmoral, e inadmisible en todos los sentidos, y en cualquier actividad pública o privada, que una persona se ostente como profesional de cualquier rama, con documentos falsos. Así, en cualquier escenario, a cualquier nivel, y en cualquier responsabilidad, un servidor público que falsea documentos debe renunciar a sus responsabilidades.

 

LA LEY, ¿PAREJA?

Quizá abrumado por esta cadena de hechos, en el mismo acto en el que el Gobernador del Estado presentó al sustituto de Alfredo Ahuja, José Zorrilla de San Martín Diego, dijo que todos los funcionarios de su administración tenían un plazo de 24 horas para presentar la documentación que probara su calidad de profesionistas, o que de lo contrario todo aquel que no contara con los requisitos de ley debía renunciar a su cargo.

Esta fue, en dichos, una demostración fehaciente de la voluntad por la legalidad que tiene el gobernador Gabino Cué. Sólo que si eso ocurrió la noche del jueves, hasta el día siguiente se supo que el único funcionario que había aceptado separarse de su responsabilidad era Adelfo Regino Montes, quien tampoco cuenta con la patente que lo acredite como profesionista.

Sólo que mientras eso ocurría, el llamado “fuego amigo” —siempre existente en las mismas filas del gobierno estatal—, ya filtraba una lista de funcionarios de primer nivel que no cuentan con título y cédula profesional; y esa lista se nutría a cada momento gracias al provecho que del momento hicieron algunos de sus adversarios políticos que, desde el priismo, comenzaron a señalar a otros posibles candidatos a dejar sus cargos públicos por no poder acreditar su calidad de profesionistas.

Se espera, incluso, que a partir de hoy lunes pueda haber algún otro anuncio respecto a funcionarios que se separan de su cargo. En este sentido, ocurra o no ocurra esto último, ahora el gobierno estatal estará obligado no sólo a exigir que todos los funcionarios estatales cumplan con los requisitos de la Ley Orgánica referida, sino también a hacer pública esa lista, y privilegiar la transparencia para dar credibilidad a todos aquellos que por estos casos la han perdido.

Empero, en el fondo, lo que debe haber también es una implacable voluntad por la legalidad. ¿Qué pasará si, por ejemplo, se comprueba el señalamiento surgido desde el mismo gobierno estatal, en el sentido de que el jefe de la Oficina de la Gubernatura, Benjamín Robles Montoya, no cuenta con título y cédula profesional? ¿O que los titulares de otras dependencias equiparables, se encuentren en el mismo caso?

DEBER MORAL

Es claro que, en estas condiciones, ya no puede haber ni secrecía ni reservas, y mucho menos “dispensas” o excepciones para quien no respete la ley. Incluso ahora, por un deber de moralidad, además de respeto a la legalidad, todos los que no cumplan con la ley están obligados a renunciar. Y el gobierno estatal debe ser el primero en privilegiar ese imperativo. No hacerlo, equivaldrá a demostrar que, en el fondo, desde el poder se concibe a la ley como un simple instrumento de dominación para el adversario, pero no como la guía que ordena a todos, y que por todos debe ser cumplida.

 

Alfredo Ahuja: él mismo provocó su desgracia…

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Dice una máxima jurídica que “Lex dura sed Lex”, lo cual en castellano significa algo así como “La ley es dura, pero es la ley”. Eso es justamente lo que debe quedar bien claro respecto a los funcionarios de la actual administración del Gobierno del Estado, que han tenido problemas para acreditar la formación profesional que la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo del Estado les exige para poder ostentar el cargo que se les confirió. No es, pues, un asunto de eficiencia, sino de respeto a la norma.

Primero fue la secretaria General de Gobierno, Irma Piñeyro Arias. La Constitución Política del Estado establece que por la naturaleza de sus funciones, quien ostente la figura de Secretario General de Gobierno debe ser ratificado por el Congreso del Estado. Esto no por un simple capricho o legalismo, sino porque constitucionalmente, el responsable de ese cargo debe ser convalidado por la representación popular, debido no sólo a sus funciones generales, sino sobre todo debido a que éste tiene la posibilidad de fungir como Gobernador Provisional del Estado, por ministerio de ley, ante la ausencia o muerte del Mandatario.

De acuerdo con los requisitos que establece la Constitución del Estado, la secretaria Piñeyro no parecía tener problema alguno para desempeñar la titularidad de la General de Gobierno. De hecho, si algún cuestionamiento podría pesar sobre ella, más bien tendría que ser por las características y la ascendencia política de donde ella emergió para ocupar dicha responsabilidad. Empero, todas las atenciones las captó el hecho de que, ante el Congreso del Estado, ella no pudo acreditar la formación profesional que le exige la Ley Orgánica en comento.

Esta circunstancia singular reveló el choque que existe entre los antecedentes políticos de un funcionario, sus capacidades funcionales, y los requisitos de forma que le son exigidos para ocupar la responsabilidad conferida. Vayamos por partes.

La Sección 22 del SNTE, desde el primer momento, hizo el cuestionamiento que seguramente debería tener mayor peso respecto a la secretaria Piñeyro: el magisterio oaxaqueño dijo que por ser ella militante del Partido Nueva Alianza —ex diputada federal y ex candidata a Gobernadora—, y por ser ese Instituto Político, uno de los brazos del SNTE que lidera la profesora Elba Esther Gordillo —a quien ellos han combatido desde hace años—, no aceptaban a la nueva Secretaria de Gobierno como una interlocutora válida con el movimiento democrático magisterial.

¿Cómo pensar en una funcionaria a quien se le encarga la conducción de la política interior del Estado, pero que carece de la aceptación de uno de los grupos de presión y lucha política más importantes de la Entidad? En realidad, muy pocos han reparado en tal escollo de la secretaria Piñeyro.

No obstante, los rasgos de funcionalidad se encuentran a su favor: en los anteriores cargos que ha desempeñado, Piñeyro demostró ser una funcionaria medianamente eficiente y disciplinada, que tenía la capacidad de cumplir con las tareas encomendadas. Ese fue, además de su ascendencia política, uno de los factores que seguramente determinaron el hecho de que le fuera conferida la responsabilidad de la Secretaría de Gobierno, por parte del Gobernador del Estado.

Así, tal parece que lo menos importante fue lo que más ruido hizo. Se ha dicho hasta el cansancio, en descargo de la Secretaria de Gobierno, que para desempeñar esa función es mucho más importante la capacidad de negociación y la experiencia política, que la sola acreditación de estudios profesionales.

No hay una universidad, dicen, en la que se pueda cursar una carrera para hacer política, o que garantice que se llevará a cabo un buen trabajo de gobierno. Es cierto. Sin embargo, la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo le exige a ella, y a todos los funcionarios de primer nivel una calidad académica específica que, aunque no sea “importante” o determinante políticamente hablando, sí debe ser cumplida. Esto porque, si no, entonces ésa y cualquier otra ley podría quedar sujeta a la sola interpretación o valorización por parte de particulares. Y si una de las características esenciales de la norma, es su imperio y coactividad, entonces lo cierto es que les guste o no, o estén de acuerdo o no con su contenido, deben cumplir con lo que ella establece.

ADIÓS A AHUJA

Hasta las 16 horas de ayer jueves, se veía como irremediable la renuncia del secretario de Economía y Turismo, Alfredo Ahuja Pérez. A decir de fuentes de la misma dependencia, al filo de las 15 horas, el hasta ayer funcionario habría tenido una reunión con sus colaboradores cercanos para anunciarles su decisión de retirarse de la responsabilidad. Ello confirmaría la veracidad de los señalamientos sobre los documentos apócrifos que presentó para acreditarse como profesionista.

Alfredo Ahuja no es un hombre improvisado en política. Empero, tal parece que así como no le fue posible acreditar el perfil profesional que se le requería, también un error de cálculo elemental en política, fue lo que lo llevó a esta situación de desgracia, que bien podría marcar el final de su carrera política. ¿En qué consiste ese yerro?

Hoy puede verse claramente que la desgracia de Ahuja consistió en responder a las provocaciones que se le lanzaron desde otras trincheras, que no eran las que finalmente podrían llevarlo a un verdadero cuestionamiento. El pasado 9 de diciembre, a través de su cuenta de Twitter (@hectorpablo_), el diputado federal del PRI, Héctor Pablo Ramírez Leyva aseguró que el Secretario de Economía era, junto con una lista larga de funcionarios, de aquellos que habían rendido protesta sin tener título profesional.

Al día siguiente, personal de la Secretaría de Economía hizo llegar a todos los medios informativos, copia del título profesional del secretario Ahuja. Una sencilla confrontación en internet, de los datos reflejados en el documento, hizo dar en el clavo sobre la falsedad del título.

ERROR ELEMENTAL

¿En qué radicó el error? En haber tratado de defender, a través de los medios, algo que simplemente debió haber acreditado ante el Congreso del Estado o la autoridad que lo requiriera. Es cierto que la ley es dura, pero es la ley. Aunque también lo es, que en política la experiencia y la eficacia son fundamentales. Ahí quedan, pues, dos ejemplos de cómo el título no hace al político; pero cómo, también, ese mismo título puede llevarlos a la desgracia.

 

La guerrilla y los triquis: juntos, pero no revueltos

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+ Desprecio e incomprensión de caso Copala, clave

Como en pocas ocasiones suele ocurrir, el Comité de Prensa y Propaganda del EPR, respondió a los señalamientos hechos hace algunas semanas por integrantes del Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente. En su misiva, el grupo armado deja en claro que sus pronunciamientos no tienen por objeto tomar partido del conflicto en la zona triqui; pero también hace señalamientos que resultan ser fundamentales para comprender de mejor modo, un conflicto en el que todos los victimarios indígenas tienen también la calidad de víctimas, y en el que el gobierno (en sus tres ámbitos) ha hecho nada para detener esa interminable espiral de violencia.

Vayamos, en primer término, al contexto. El pasado 23 de noviembre, militantes del MULTI que se mantienen apostados en las afueras del Palacio de Gobierno, en la capital oaxaqueña, señalaron lo siguiente: “Es necesario decir que fechado en noviembre 16, el EPR en un comunicado difundido a nivel nacional nos acusa de mentir respecto a las denuncias que hemos tenido que realizar por las agresiones que ha sufrido nuestro pueblo y sus habitantes…

“¿En qué les molesta (al EPR) nuestro proyecto?, ¿por qué la indignación hasta ahora? Nosotros tenemos una larga lista de compañeros muertos y heridos; entre ellos nuestro máximo dirigente, Timoteo Alejandro. Todos ellos, gente humilde y sencilla; gente del pueblo al que ustedes dicen defender: todos estos crímenes no merecieron ni siquiera unas palabras de repudio de su parte”, recriminaban, al tiempo de desechar las acusaciones que, según ellos, señalaban al MULTI como uno de los responsables del asesinato del Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT), Heriberto Pazos Ortiz.

De acuerdo con notas periodísticas de ese momento, la organización triqui también le recriminó al EPR que el asesinato de su líder —Timoteo Alejandro— no haya ocasionado tanta indignación, pues al igual que Heriberto Pazos, “con aciertos y errores trabajó siempre por el pueblo triqui. Sin duda, con sus calumnias tratan de intimidar a quienes se han solidarizado con nuestra causa hasta el día de hoy para que se alejen de nosotros. Quizá lo logren, quienes nos acompañan están en libertad de hacerlo”.

A esto, en un comunicado dado a conocer la mañana de ayer, el EPR dijo que “para nosotros y para nuestro pueblo es dolorosa la muerte de un ser humano por motivos políticos y sociales realizada a manos del Estado y nos es aun más doloroso cuando se da entre los mismos compañeros de clase ya sea por ignorancia y lo más grave aun cuando se da por una incomprensión de la lucha y la falta de capacidad para dar las alternativas recurriendo a la división, calumnia y la venganza…”

“No mencionamos a Beto Pazos porque exista una razón ‘especial’ o estemos ‘contra ustedes’ sino porque fue un luchador social más, asesinado. Lo que nos ha llamado la atención es precisamente la facilidad con que el Estado puede involucrar a organizaciones o a miembros de ellas en una lucha fratricida y como al amparo de ‘usos y costumbres’ es el deseo de venganza y no de justicia el que orienta los pasos de una conducta.”

Además, el EPR dijo que el asesinato de Heriberto Pazos, como el de los luchadores sociales y militantes tanto del MULT como del MULTI, tienen como común denominador la responsabilidad del Estado. Al tener esa causa en común, el grupo armado los llamó a no dejarse llevar por supuestas o reales contradicciones. “Busquemos el camino de la unidad, esa debe ser nuestra tarea unida a la entrega con la que los luchadores sociales se han caracterizado toda su vida”, dicen en el comunicado.

DIVISIÓN Y VIOLENCIA

Es claro que el EPR comprende perfectamente el contexto en el que ocurre el conflicto de Copala, así como las vías de solución que deberían aplicarse para lograr una paz efectiva. Entiende también en qué radican las acciones gubernamentales. E incluso pone en evidencia la falta de comprensión y conocimiento oficial de toda la problemática que envuelve a la región. ¿De qué hablamos?

En primer término, hablamos de que esa organización armada tiene perfectamente entendido que la zona triqui es un territorio ideal para la incubación subversiva, pero que, sin embargo, la distancia entre el eperrismo y cualquier posible expresión armada en la región, está perfectamente establecida.

En ese sentido, es claro que todas las condiciones sociales de atraso, pobreza y marginación, combinadas con la inestabilidad política, e incluso con las disputas por cuestiones étnicas o territoriales, dan como potencial resultado el surgimiento de violencia relacionada con cuestiones de insurgencia armada. Y por eso, en un primer momento, parece claro que la zona triqui no le es ajena al EPR.

No obstante, otros puntos establecen cuestiones más de fondo. El EPR, por ejemplo, llama al MULTI a comprender que el primero y más profundo de los problemas a los que se enfrentan, y que ha aprovechado el gobierno para profundizar la violencia y las disputas en la zona, es precisamente la falta de unidad y las marcadas aversiones que existen entre ellos.

Es claro que, más allá del eperrismo o de cualquier otro factor, e incluso de la voluntad de solución que pudiera llegar a manifestar el gobierno de Oaxaca, o el federal, mientras no haya identidad en los problemas y adversarios comunes que enfrentan los triquis, y continúe la violencia ejercida por ellos contra sí mismos, el conflicto que desde hace décadas ahoga a toda la región no tendrá solución alguna.

Finalmente, el mensaje de fondo del EPR hacia el MULTI, parece ser también extensivo hacia el MULT y hacia todas las organizaciones que en algún modo han sido objeto de actos de represión, hostigamientos o ataques directos: el verdadero adversario de todos, es aquel que desde las posiciones del Estado los reprime, o utiliza la fuerza para tratar de mitigar problemas que sólo se resolverán cuando haya una verdadera atención y rescate social de las regiones marginadas.

ASUNTO INCOMPRENDIDO

Todo eso es lo que no comprenden quienes, ingenua o engañosamente, pretenden hacer creer a la ciudadanía que en tres o seis años podrán ponerle fin al conflicto de la zona triqui y de Copala. La disputa entre los habitantes de esa región tiene implicaciones mucho más profundas que las que hasta ahora se pueden ver. Habrá que ver si el Gobierno del Estado atiende las cuestiones de fondo, o simplemente sigue administrando el conflicto.