+ Un error, que Segob asuma que nada pasó y reinstale negociación
La incógnita no era sólo qué iba a ocurrir ayer domingo ante la llegada de fuerzas federales para resguardar los comicios en Oaxaca, sino qué pasará a partir de hoy lunes, cuando todo vuelva a la normalidad y se intente recuperar la mesa de negociación establecida en la Ciudad de México entre la Sección 22 y la CNTE, con el gobierno federal. Pareciera que la presión ejercida por el magisterio la última semana marcó un punto sin retorno en su relación con el gobierno federal. ¿De verdad podría ocurrir esto?
En efecto, toda la semana pasada la Sección 22 ejerció acciones de sabotaje sin precedentes. Como nunca antes lo había hecho, cerró por completo las instalaciones de Petróleos Mexicanos que sirven para el abastecimiento de combustibles en la región de valles centrales; tomó las 11 sedes del Instituto Nacional Electoral en Oaxaca; anunció el boicot total a los comicios de ayer domingo; y en más de un caso saqueó las oficinas donde se resguardaba la papelería y material electoral, expulsó a los elementos castrenses que cuidaban la paquetería, y provocó un verdadero caos al involucrar directamente a la ciudadanía en sus acciones.
Los oaxaqueños nos sentimos, durante todos esos días, en el abandono. El gobierno de Oaxaca asumió una actitud totalmente pasiva frente a los hechos; el gobierno federal continuó negociando —incluso hasta la ignominia— para tratar de contener la beligerancia magisterial; pero mientras la Sección 22 endurecía cada día más sus acciones y posiciones, llegando al grado de querer ser ellos quienes decidieran qué estaciones de servicio de la ciudad y la zona conurbada sería surtidas de combustible por Pemex, y en qué momento se abrirían y cerrarían las puertas de la Terminal de Abastecimiento y Reparto ubicadas en Santa María del Tule.
La pasividad federal se terminó el viernes. Sin anunciar directamente que la movilización de tropas del ejército y fuerzas federales se hacía por la extrema beligerancia magisterial, la tarde del viernes Gobernación emitió un comunicado firmado directamente por el Secretario de Gobernación. En el boletín, se señalaba que el Gobierno de la República había iniciado un operativo a nivel nacional “con el objetivo de garantizar a los ciudadanos las condiciones que les permitan ejercer su voto de manera libre y pacífica en todo el país”.
“El despliegue, en el que participan elementos del Ejército Mexicano, de la Marina Armada de México y de la Policía Federal, se enfocará especialmente en la región sur-sureste, y en particular, en el estado de Oaxaca. Estas acciones se llevan a cabo en el marco de los esfuerzos que desde octubre del año pasado, se realizan en coordinación con las autoridades electorales y los gobiernos locales, con la finalidad de que todos los mexicanos puedan acudir a las urnas en condiciones de tranquilidad”.
Como puede verse, en ese breve comunicado de tres párrafos no se hizo ninguna referencia a la vertiente política que tenían esas amenazas a la jornada electoral, y tampoco a la capacidad de fuerza desplegada.
Gobernación no dijo, específicamente, que al menos en Oaxaca la principal amenaza a la jornada electoral no estaba en la delincuencia organizada, en las autodefensas, o en la propia y espontánea irritación ciudadana —todas, manifestaciones que sí ponían en riesgo la jornada electoral en otros estados—, sino específicamente en un grupo denominado Sección 22 del SNTE, que no amenazaba los comicios sino que ya tenía montado todo un despliegue táctico para impedir la elección.
Y en el comunicado, Gobernación tampoco informó que el despliegue policial y militar desplegado, era de casi el triple de elementos que arribó a Oaxaca cuando se decidió restablecer el orden luego de seis meses de conflicto magisterial y popular, a finales de octubre de 2006. En aquel momento fueron cinco mil elementos los que vinieron a la capital oaxaqueña a recuperar calles y oficinas públicas. En esta ocasión fueron más de 14 mil elementos los desplegados en la entidad, porque los brotes de violencia podrían darse en varias regiones de la entidad.
EL JUEGO DE LAS PERCEPCIONES
Con el solo hecho de ver la cantidad de fuerza desplegada por el gobierno federal, la Sección 22 anunció la misma noche del viernes un “repliegue táctico” abandonando voluntariamente las instalaciones de Pemex que tenía tomadas, así como algunas de las sedes distritales del INE que mantenía en su poder. ¿La razón? La expresión de fuerza mostrada por el Estado frente a quienes intentaban impedir la jornada electoral.
Luego vino la respuesta. El sábado hubo enfrentamientos entre elementos federales e integrantes de la Sección 22 en Miahuatlán, Tlaxiaco y Tuxtepec. Solos o combinados, esos hechos no fueron suficientes para suspender la jornada electoral, pero sí para generar una percepción de caos que le convenía mucho a quienes querían boicotear los comicios.
Ayer mismo, en la capital oaxaqueña hubo una marcha de la Sección 22, en la que atacaron una casilla electoral y quemaron papelería electoral en un mitin que realizaron en el zócalo de la capital oaxaqueña. De nuevo, lo hecho no era suficiente para generar la suspensión de la jornada. Pero el eco, el amarillismo y el morbo que generaron esas acciones —y su difusión descontrolada, en varios casos convirtiendo a algunos medios en aliados ¿involuntarios? del magisterio— alimentaron el miedo de mucha gente, que prefirió no salir a votar.
Con ello se consumó una especie de boicot parcial a la jornada electoral, generada no por expresiones de violencia generalizada ni por un repudio de la mayoría de los ciudadanos a los comicios, sino simplemente por las percepciones que se generaron y por las acciones específicas para generar incertidumbre e inhibir la participación en la jornada comicial.
Por eso hay una duda fundada de qué pasará a partir de hoy: ¿Luego de todo eso, Gobernación volverá a recibir a la 22 y la CNTE para seguir negociando? Si lo hace, pierde. Y si no, parece que también.
DE LUTO
Desde este espacio enviamos un abrazo solidario y nuestras condolencias los deudos de don Samuel Gómez, fallecido el pasado viernes en esta capital oaxaqueña. Sempiterno reportero de El Imparcial de Oaxaca, Gómez fue siempre un reportero dinámico, que marcó todo un estilo en algunos géneros periodísticos hoy en peligro de extinción, como la crónica. Descanse en paz, don Samuel. Respetuosamente.