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Oaxaca: ¿Estado es enemigo de la educación?

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+ Sección 59: castigo, por hacer lo que les toca

 

¿En qué otro lugar, más que aquí, se ha visto que a cierto sector se le castigue por cumplir con su obligación, y al mismo tiempo se premie a sus contrapartes, que no sólo no cumplen con los cometidos para los que fueron contratados, sino que además quebrantan el orden y el interés público? Eso es lo que ocurre en Oaxaca, a la vista y con la aceptación de todos, con la relación que sostiene el Gobierno del Estado con las Secciones 22 y 59 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

El escenario, hoy, es perfectamente claro: la Sección 22 reinicia hoy labores, luego de dos semanas de paro, en las que no sólo abandonaron las aulas, sino que también instalaron un plantón masivo en más de cuarenta calles del Centro Histórico de la capital oaxaqueña, organizaron marchas, bloqueos a las principales arterias citadinas, obstrucción de actividades en sucursales bancarias, centros comerciales, restaurantes; y mantuvieron cerradas las instituciones gubernamentales —es decir, detenida la prestación de servicios públicos— durante ese lapso.

¿Cuál era el problema? Que ellos, como cada año, presentaron al Gobierno del Estado un pliego petitorio que se encuentra lleno de exigencias económicas que, además, deben ser satisfechas independientemente de que lo merezcan o no. Para la 22 no existe contraprestación alguna frente a su amplia superioridad numérica; para ellos es inválido cualquier cuestionamiento respecto a la calidad del servicio público que ellos ofrecen. Para ellos, simplemente, el gobierno debe responder atendiendo suficientemente todos y cada uno de los puntos planteados. Y frente a ello, nadie debe cuestionar. Nadie debe preguntar. Nadie debe, ni puede, ni tiene por qué exigir nada a cambio.

En ese sentido, la actitud del gobierno estatal concuerda con la postura de la Sección 22. Aunque este es un gobierno que supuestamente es aliado de las causas sociales y de la educación pública, e incluso del propio magisterio democrático, fue presionado por todos los frentes a que cumpliera todas las exigencias económicas de los maestros de la 22. Y una de las exigencias que está pendiente de ser satisfecha, pero que seguramente será también entregada dentro de no mucho tiempo —en bandeja de plata— a los democráticos, es el inicio del desmantelamiento de la Sección 59 del SNTE.

Esa, que parece ser una postura concordante con las exigencias de la Sección 22, e incluso con las fobias políticas del actual régimen, en realidad no parece sino ser el inicio de otro abominable atentado contra la educación pública —ahora no perpetrado sólo por los “democráticos”, sino también por un gobierno que no es capaz de distinguir el límite entre los compromisos políticos, los débitos de grupo, e incluso las fobias partidistas o entre regímenes de gobierno, y el interés por la educación. ¿De qué hablamos?

De que, en un primer momento, parece existir concordancia entre el gobierno estatal y la 22 por desaparecer a la 59. Los motivos son muy sencillos de entender. Para los “democráticos”, la 59 no es sino la cofradía de los traidores, que debe ser eliminada no sólo por disputarle una pequeña fracción de la membresía sindical o por haber emergido del ala crítica a la dirigencia de la Sección 22 del SNTE, sino también por ser, para ellos, una representación del charrismo priista dentro del magisterio oaxaqueño, que debe ser combatido hasta la desaparición.

Esa misma es la coordenada por la que el gobierno estatal le ha negado todo reconocimiento, interlocución y apoyo a la Sección 59 del SNTE. Quedó claro desde el primer momento —cuando a unos días de asumir su actual cargo, el director del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, Bernardo Vásquez Guzmán, declaró que sólo reconocía a la 22 como interlocutor válido— que éste gobierno no desearía tener ningún tipo de acercamiento con los antiguos aliados del régimen priista, durante el conflicto magisterial de 2006.

Ambos se resisten a darle el sitio que debía de tener la 59 —así sea mínimo—, aún cuando pudiera ser no una convicción, sino resultado de las mismas causas y circunstancias, las que han llevado a esa sección magisterial a cumplir con uno de los reclamos más sentidos de la sociedad: no cerrar las aulas por cuestiones políticas.

 

COMPROMISO OLVIDADO

Si la Sección 59 está en contra de la 22, y quiere hacerlo patente, una de las pocas formas válidas de hacerlo es no caer en los mismos vicios que su contraparte. Así, quizá al menos por esa razón, los integrantes del antiguo Consejo Central de Lucha no han cerrado las aulas ni han tratado de parecerse a sus adversarios internos. Por eso, a diferencia de los “democráticos” de la 22, éstos ni han cerrado las escuelas ni han afectado a la sociedad ni han arrancado conquistas sindicales ominosas a las arcas estatales.

Sin embargo, todos son sus enemigos. El IEEPO, por una parte, no les ha dado ningún espacio digno para la realización de su trabajo; la Sección 22 los persigue hasta tratar de erradicarlos; y unos y otros se defienden argumentando que no pueden romper ni sus alianzas ni sus compromisos, porque eso significaría hacer enojar a la Sección 22, provocar que éstos nuevamente dejen las aulas para presionar políticamente al gobierno, y por ende trastocar la paz y el orden públicos.

No obstante, queda claro que, ante las circunstancias, el primer enemigo de la educación en Oaxaca es el Estado mismo. Éste —hoy más que nunca, aunque así ha sido siempre—, premia a quienes se dedican a quebrantar el orden, a trastocar la educación y a dañar a las futuras generaciones; y castiga a quienes —al menos por circunstancias y por conveniencia, porque quién sabe si por convicción— tratan de cumplir con las atribuciones para las que fueron contratados.

¿No es esta una muestra clara, y ofrecida a plena luz del día, de que en Oaxaca, gracias a nuestro gobierno y al magisterio dominante, vivimos en un auténtico mundo al revés? ¿Qué nadie se da cuenta de la gravedad que implica ese estado actual de cosas?

 

SOLIDARIDAD

Desde este espacio, manifestamos nuestra más amplia solidaridad y aprecio al periodista Jaime Méndez Pérez. Hombre trabajador e informador serio, ex compañero de esta Casa Editorial, que hoy es objeto de una infamia por parte de quienes pretenden lavar sus remordimientos, acusando a otros de lo que se resisten a ver cuando se miran al espejo.

Cordero, Peña y AMLO: somos un país sin líderes

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+ Capitanes de la Nación: ¿de veras están atentos?

 

Hace unos días, a través de una manifestación pública, varios gobernadores, ex gobernadores, senadores, diputados federales y líderes políticos del Partido Acción Nacional, se manifestaron a favor de que el secretario de Hacienda y Crédito Público, Ernesto Cordero Arroyo, sea el candidato presidencial de ese partido, para los comicios de 2012. Éste, que es un natural “presidenciable” por el cargo público que ostenta, en realidad, a la luz del verdadero interés nacional, no tiene otro mérito que ser un cercano colaborador, amigo, y proyecto político del presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Esa parece ser la ruta que está trazada en nuestro país. Queda claro que la política continúa estando dominada, por completo, por los partidos políticos; pero también queda perfectamente establecido que éstos, a través de sus agentes (entendidos como legisladores, gobernantes, líderes partidistas, etcétera) no necesariamente tienen los mismos intereses del ciudadano de a pie.

Mientras ellos se disputan la titularidad del poder, el mexicano común está preocupado por las adversas condiciones (sociales, económicas, de seguridad, etcétera) en que sobrevive. Y los actuales aspirantes presidenciales, no son más que el reflejo de esta discordancia dolorosa que afecta hoy a nuestra maltrecha nación mexicana. Si aún creemos lo contrario, vayamos a los hechos duros para ver quién es más probable que esté equivocado.

El secretario Cordero Arroyo es un personaje que emergió de las filas de Acción Nacional, primero como empleado administrativo y ahora como potencial candidato presidencial. En sus haberes no se encuentran grandes logros políticos —rasgo que comparte con todos sus adversarios—, ni es parte de una generación parteaguas de la vida pública mexicana, y ni siquiera ha demostrado tener sensibilidad y cercanía con los problemas más sentidos de la ciudadanía.

En realidad, el asegurar que una familia mexicana puede sobrevivir mensualmente con un salario de seis mil pesos, y con él enviar a sus hijos a escuela particular, y pagar créditos hipotecarios y automotrices; o decir que México ha dejado de ser una nación en la que predomina la pobreza, no sólo son desatinos de un supuesto político de altos vuelos, sino también demostraciones fehacientes de que ese hombre, que aspira a gobernar a la nación, en realidad no sabe las condiciones en que ésta sobrevive.

Ésta, incluso, bien podría ser una versión moderna de la frase malamente atribuida a la reina María Antonieta de Francia, a quien se le señala por haber dicho “que coman pasteles”, cuando el pueblo francés fue al Palacio de Versalles a encarar a su esposo, el rey Luis XVI, ante la falta de harina y trigo para preparar pan.

No obstante, eso no parece ser lo peor de nuestra historia actual como nación. El problema de fondo no es la insensibilidad o la falta de méritos del secretario Cordero Arroyo respecto al interés de la mayoría, como para ser candidato presidencial. No. El problema, en el fondo, es que perfiles como el suyo (insensibles, despreocupados por el interés de la mayoría, defensores de las cúpulas, dispuestos a castigar a los más en pro de los menos, etcétera) son los predominantes en una nación que está urgida de liderazgos reales que nos hagan retornar a los postulados sociales que le dieron origen y sentido a nuestra nación.

 

¿Y LOS LÍDERES?

Hoy abundan los líderes políticos dispuestos a dizque defender el interés de la mayoría, sólo descalificando las acciones o los dichos de sus oponentes, y siendo totalmente acríticos y solapadotes de las acciones incorrectas —o francamente dañinas para el país— que se cometen desde sus propias trincheras partidistas. Tenemos, pues, un escenario plagados de buenos y malos, que pretenden creer, y hacernos creer, que denostando al Presidente, al PAN, al PRI o al partido o fuerza política que sea, se construye algo mejor que lo que tenemos.

Eso parece francamente abominable. El país ha decrecido dolorosamente para la mayoría, en aras de que los grandes intereses del capital o la política sigan teniendo sustancia para continuar hablando de la democracia, de la estabilidad macroeconómica o del “crecimiento” nacional. Nunca como ahora había habido tanta pobreza en nuestro México, ni tanta desigualdad, ni tanto desinterés de los hombres de la vida pública… por atender los problemas públicos.

Eso, que parece horrible, en realidad lo es. ¿Qué mérito, más allá de las estructuras partidistas o de la simple detentación del poder, tienen políticos como los que ahora nos gobiernan, o pretenden gobernarnos? ¿Qué gran obra, acción social o legado tienen en sus haberes, como para poder argumentar seriamente que son lo que el país necesita? ¿Qué tan bueno ha hecho el gobernador Enrique Peña Nieto —además de salir un día, y los demás también, en las pantallas de televisión—, como para pretender ser el Presidente de México?

En realidad, nos guste o no, quien tiene un mayor mérito de todos en el depósito de la confianza ciudadana, es Andrés Manuel López Obrador, en quien sí creyeron 15 millones de mexicanos que ya votaron por él. Sin embargo, y siendo críticos hasta con el ala crítica, ¿qué transformación sustancial se vio, del territorio que él ha gobernado, luego de su paso por el servicio público?

Queda claro que los hombres del poder, debían comenzar a discutir, y proponer soluciones, a los temas que verdaderamente preocupan a quienes habitamos este país. Debíamos dejar de considerar que con “estructuras electorales” se gana, y ya (y ganan ellos, no nosotros), para comenzar a exigirles que ellos discutan y solucionen los problemas públicos que nos aquejan a todos, y que al menos con eso demuestren que en realidad son los representantes de esta población que sigue votando, creyendo y dejándose gobernar —por políticos que no los representan—, aunque no obtiene respuestas.

 

CAMBIO DE ACTITUD

Debíamos comenzar a ser más críticos, y más honestos con nosotros mismos, para expresar lo que verdaderamente sentimos y esperamos de nuestra vida pública. La verdad, es lo de menos que gane quien sea la Presidencia, si los problemas que nos aquejan van a seguir ahí sin resolverse. Los mexicanos debíamos exigir atención, propuestas reales y acción de nuestra clase política. Quizá, al menos así, lograríamos cambiar este doloroso inmovilismo, que tanto daño le hace a nuestro país.

Derechos Humanos: ¿De veras somos vanguardia?

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­+ Justicia local: la reforma reciente está incompleta

 

El de la protección de los Derechos Humanos, sigue siendo un tema actual y cambiante en Oaxaca y en el país. Mientras aquí, con la reciente reforma constitucional se incluyó un instrumento importante para garantizar su tutela, a nivel nacional se encuentra en proceso de aprobación, por parte de los Congresos locales, una de las reformas más importantes en esta materia, que ha tenido la Constitución federal desde su promulgación. Aunque pareciera un tema lejano a nuestra cotidianidad, en realidad deberíamos poner mayor atención a los cambios constitucionales ya concretados, y los otros que están pendientes de hacer.

¿Qué se legisló en Oaxaca, en materia de Derechos Humanos, como parte de la reforma constitucional aprobada en el mes de abril pasado? Que, entre otras cosas, el Tribunal Superior de Justicia del Estado, tuviera la atribución de conocer de un Juicio de Protección de los Derechos Humanos, hasta ahora inexistente en nuestra entidad.

¿Qué características y procedencia tiene este procedimiento? En términos sencillos, éste novedoso instrumento legal tiene como punto de partida la emisión de una recomendación por parte de la también recién creada Comisión para la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca.

Así, ante el incumplimiento de la resolución no vinculatoria del órgano autónomo encargado de proteger los derechos de las personas por parte de la autoridad señalada como responsable, el o los particulares agraviados tienen ahora la posibilidad de acudir ante el Poder Judicial del Estado para substanciar, a través del camino antes señalado, un proceso para que esa recomendación se cumpla.

Ahora bien, cabe también preguntarnos: ¿qué ocurre respecto a la reforma constitucional federal en materia de derechos humanos, que está en vías de concretarse? Bien, pues ésta modificación lo que plantea es un cambio sustancial en cuanto al reconocimiento no sólo de las garantías individuales que expresamente otorga la Constitución federal, sino de todos los derechos humanos establecidos en los diferentes órdenes legales que asimismo reconoce nuestra Carta Fundamental.

Así, no sólo quedarían reconocidos los derechos manifiestos en la Constitución, sino también los contenidos en instrumentos internacionales. E incluso, en el caso del Juicio de Amparo, a éste también se podría recurrir para salvaguardar derechos colectivos siempre que con ellos se afecte la esfera jurídica de quienes recurren al llamado “juicio de garantías” —cuestión que hasta ahora no puede ser recurrida de acuerdo con las normas vigentes.

A grandes rasgos, ese es el panorama de los cambios que han sufrido, o que están sufriendo las respectivas Cartas Fundamentales en materia de protección y reconocimiento de los derechos humanos. Frente a ello, habría primero que preguntarnos si con esas reformas podríamos tener un marco jurídico acabado, o si son necesarios más ajustes para hacerlo verdaderamente vanguardista. Incluso, tendríamos también que preguntarnos, y respondernos, si verdaderamente estos cambios satisfacen la demanda de protección a las garantías y derechos, o si sólo son cambios cosméticos que podrían generar más burocracia, pero no mayor nivel efectivo de los fines que se propusieron.

 

ANÁLISIS CRÍTICO

Frente a todo eso, un novedoso estudio académico, realizado por los abogados Liliana Sánchez Toledo y Gerald García Báez, establece algunas coordenadas clave para comprender, particularmente, el contenido y alcance reales de lo relativo a la protección de los derechos humanos, en la reforma constitucional recién ocurrida en Oaxaca. Partiendo del análisis crítico, llegan a algunas conclusiones interesantes que bien debieran ser consideradas por el Congreso del Estado, para continuar la ruta de las reformas que generen cambios efectivos en esta materia.

En el primero de los puntos, señalan que “a pesar de instaurar el juicio de protección de los derechos humanos (…) como medio directo de control constitucional, y en base al artículo 4° de la Constitución, en el cual nos señala que la autoridad debe velar por el cumplimiento de estos derechos, resulta refutable, ya que el acceso a dicho juicio es de manera indirecta, cuando la Defensoría de Derechos Humanos haga una recomendación. Lo correcto y objeto del control constitucional es acudir a un medio expreso y directo que protegiere la eficacia de todo derecho fundamental consagrado en sus Constituciones.

“Otro punto que resulta importante mencionar es que no erradicamos el centralismo que se ha suscitado hasta nuestros días con el juicio de amparo, sino que por el contrario, al ser los derechos humanos que reconoce la Constitución local, los mismos que se reconocen en la reforma de la constitución federal, orilla a las personas a alternarse entre el juicio local o no tomarlo en cuenta, para acudir directamente al federal, lo cual no cumple con el propósito de control local.”

Todo esto, además de que el Juicio de Protección de los Derechos Humanos es improcedente contra actos administrativos o jurisdiccionales que transgredan la esfera jurídica de las personas, provocando que con esto, de nuevo se opte por el amparo federal, y no por los instrumentos de protección que ofrece la justicia local.

¿Qué hacer ante ello? Pues bien, los abogados Sánchez Toledo y García Báez presentaron al Congreso del Estado una propuesta de reforma para armonizar el Juicio de Protección de los Derechos Humanos existente en el marco jurídico local, con las reformas que están ocurriendo ahora mismo en el ámbito federal.

De este modo, aseguran, se ensancharía el campo de acción de la justicia estatal, se brindarían al particular mejores instrumentos de defensa, y se promovería un verdadero proceso de desconcentración en cuanto a la protección de los derechos humanos, que ahora sólo se encuentra en manos del Poder Judicial de la Federación.

 

INTOLERANCIA

La Sección 22 del SNTE exige que el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca desconozca a la Sección 59, y los expulse de todos los centros educativos en donde éstos laboran. ¿Esto no debería hacerse en base a los resultados que entregan a la educación y a la sociedad oaxaqueña? Nadie sabe en realidad, si la 59 hace mejor su trabajo que la 22. No obstante, queda claro que con el hecho de no parar labores, ya llevan ventaja. ¿Es tanta su intolerancia? ¿O es que hasta en eso los satisfará el gobierno estatal?

Abusos reiterados: ¿Y dónde está la ciudadanía?

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+ Civiles somos más: ¿Nadie se da cuenta de ello?

 

Qué grave resulta una sociedad como la nuestra, en la que ciertos grupos medianamente organizados deciden afectar los derechos colectivos cada que lo desean; en la que el gobierno se ve rebasado en su capacidad de responder y de garantizar el imperio de la legalidad; y en la que los ciudadanos —usted y yo— siempre nos cruzamos de brazos asegurando que nada podemos hacer al respecto, y justificando nuestra parsimonia en el oscuro argumento de que “el gobierno es responsable de todo”. ¿Qué nadie —nosotros mismos, incluidos— se da cuenta que los ciudadanos podríamos hacer e incidir en mucho, por el simple hecho de que somos más?

Hoy podemos ver claramente que la nuestra es una sociedad fundamentalmente construida a partir de la evasión y el autoengaño. De evasión porque todos tratamos de ver en los demás, los problemas públicos que también son de nosotros. Y de autoengaño, porque queda claro que buena parte de los problemas y conflictos que nos aquejan, nacen de planteamientos que todos sabemos que son erróneos o absurdamente falaces, pero todos decidimos asumirlos como ciertos. Veamos si no.

Hoy mismo se desarrolla una andanada de protestas por parte de los integrantes de la Sección 22 del SNTE. A este grupo, tanto el Gobierno del Estado, como el federal, ya les dieron todo lo que merecían, y también todos los recursos que exigieron por la vía del capricho o el chantaje. Sólo en 2011, el magisterio oaxaqueño recibió, además del incremento salarial otorgado por el gobierno federal, más de mil 600 millones de pesos adicionales en prestaciones y beneficios sociales.

¿Cuál es el argumento para justificar la entrega de esta abultada cifra? Que los maestros de Oaxaca merecen mejores condiciones de trabajo; que éste es un acto de justicia para ellos; que el Estado debe canalizar mayores recursos económicos a la educación; y que, estos son objetivos planteados por un sindicato fuerte, como lo es el del profesorado oaxaqueño.

Por parte del gobierno, las justificaciones se encuentran en la misma vía: esencialmente, la administración estatal dice que todo esto lo hace como parte de su deber de dar respuesta a las exigencias magisteriales. Y en el fondo también acepta que otorga todos esos recursos a cambio de preservar la paz social en la entidad. Éstas, y las del magisterio, sin embargo, no son sólo más que justificaciones que, en rigor, no superarían ninguna prueba de honestidad moral y política. ¿Por qué?

Porque, en realidad, la lucha magisterial hoy nada tiene que ver con sus planteamientos originales. Ellos van por los recursos y la desestabilización. Cada año. Y también, en ese mismo lapso, el gobierno hace esfuerzos extraordinarios por entregar recursos a cambio de no ver boicoteados sus planes e intenciones de gobernar.

A nadie de ellos le importa que los incrementos salariales de los mentores sean a cambio de nada; que éste sea un abierto chantaje; que, además, la negociación magisterial constituya un asalto a las arcas estatales; y que el gobierno entregue todos los recursos no por convicción, sino por miedo a las agitaciones y disturbios que aquéllos son capaces de provocar. Es decir, que unos y otros se engañan y se autoengañan, para no asumir la responsabilidad del daño abominable que año con año se comete al satisfacer a un gremio insaciable como lo es la Sección 22 del SNTE.

 

¿Y LOS CIUDADANOS?

Las distintas esferas de gobierno en Oaxaca, le tienen pavor a los profesores de la Sección 22, porque éstos son 77 hombres y mujeres perfectamente disciplinados, que están dispuestos a hacer —tampoco por convicción, sino también por miedo a la reprimenda— lo que les mande su dirigencia sindical.

Por su parte, cuando el gobierno ve que el conflicto comienza a escalar a cierto nivel, saca a relucir la posibilidad en el uso de la fuerza. Deja ver, pues, que ante el agotamiento de la vía política y de diálogo con sus contrapartes, éste puede hacer valer “el Estado de Derecho” a través de la fuerza pública. No obstante, queda claro que ni la fuerza de unos, y mucho menos la de los otros, puede ser capaz de solucionar ese conflicto que está generando incertidumbre y problemas a los ciudadanos.

Frente a todo eso, ¿Cuándo entenderemos, los que nada tenernos que ver ni con unos ni con otros, que finalmente nosotros mismos podríamos hacer mucho, porque somos más que unos y otros? Los oaxaqueños debíamos comenzar a deshacernos de esa idea tonta y maniquea de que los disturbios los provoca sólo la 22, y las soluciones fallidas son responsabilidad del gobierno estatal, únicamente. En todo caso, a través de esos argumentos justificamos únicamente nuestra inacción y parsimonia. Pero en realidad nada hacemos para contribuir —de la forma que sea— a solucionar un conflicto que, en última instancia, es responsabilidad de todos.

Por eso, los diversos sectores de la sociedad debían ya dejar de quejarse, y hacer algo más. Debíamos comenzar a exigir compromiso, a exigir seriedad y apertura en los arreglos cupulares que se hacen desde el poder; debíamos comenzar a exigir, con verdadero rigor, que los maestros hagan lo que quieran con su sindicato, pero que verdaderamente se comprometan con la función educativa para la que según fueron preparados y después contratados.

La sociedad oaxaqueña debía comenzar también a sentirse inconforme con lo que es. A dejar de sentirse una pobre víctima, y comenzar a actuar como gente adulta y civilizada, que sabe qué es lo que quiere para el presente y su futuro. Debíamos dejar de aplicarnos esos analgésicos que únicamente nos hacen pensar que todos son responsables menos nosotros.

En la medida que tomemos conciencia de que podemos ir mucho más lejos, también podremos ir descubriendo que exigir no es malo, como tampoco lo es conformarse, y mucho menos indignarse. ¿A quién no le molesta que la educación pública en Oaxaca sea pésima? A todos. ¿Y por qué nadie hace nada? Del mismo modo: ¿A quién no le molestan los paros, plantones y “medidas de presión” de la 22? ¿Hacemos algo? ¿No? ¿Y entonces, por qué nos sentimos con calidad moral para quejarnos? …

 

EL MUNDO, ¿APARTE?

Stéphane Hessel, un hombre de más de 90 años de edad, en un texto denominado “¡Indignáos!” estableció los ejes de la resistencia de miles de jóvenes que, en varios países de Europa protestan contra las adversidades propias de nuestro tiempo. Nosotros no deberíamos ser ajenos a ello. Indignémonos por lo que aquí mismo ocurre. ¿Es demasiado pedir?

Educación en Oaxaca: barril sin fondo, a la vista

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+ Sección 22: las cosas siempre pueden estar peor

 

Qué revelador, pero a la vez qué predecible ha sido el hecho de que dos gobiernos distintos, de ascendencias políticas y partidistas, y prácticas tan distintas, sean presa de las mismas respuestas por parte de la Sección 22 del SNTE: hace seis años, el entonces gobierno del entrante gobernador Ulises Ruiz Ortiz entregó —literalmente— todo a los maestros oaxaqueños y a cambio recibió traiciones y portazos; y hoy, cuando pareciera que todas las condiciones son distintas, ocurre exactamente lo mismo. ¿Qué hacer frente a ese ciclo inicuo de la lucha magisterial?

Queda claro, en un primer momento, que la persistencia magisterial se ha debido tanto a la imposibilidad de los gobiernos en turno por verdaderamente incidir tanto en su organización como en sus decisiones, como en el hecho de que siempre las soluciones que se han propuesto al sindicato magisterial, han sido discordantes de sus objetivos de lucha. Así, ¿cómo dar cauce a un conflicto, cuando ninguno de los remedios posibles está medianamente al alcance de quienes gobiernan; y cuando siempre se ofrecen soluciones dilatorias a problemas —y a una organización— que busca la consolidación de su permanencia, y no la solución de sus demandas?

No obstante, para comprender a cabalidad este asunto, es necesario regresar el tiempo en la memoria, y ubicarnos en la negociación anual sostenida entre el gobierno estatal y la Sección 22 del SNTE en el año 2005. Es necesario comenzar estableciendo ciertas cuestiones como contexto: en aquel tiempo, el magisterio negociaba con un gobierno altamente cuestionado, y con una enorme carencia de legitimación. Sin embargo, a pesar de todo eso, en aquellos momentos aún no eran enemigos jurados el gobierno de Ulises Ruiz y la Sección 22 del SNTE.

Tomando en cuenta lo anterior, ahora sí recordemos qué ocurrió en la negociación gobierno-magisterio en 2005. Para ahorrar espacio, cifras y declaraciones, bien podemos decir que ocurrió exactamente lo mismo que hoy, seis años después: el gobierno de Ulises Ruiz, en su primera negociación anual, entregó literalmente todo a la Sección 22.

En aquellos momentos, aquel gobierno que estaba urgido de ganar legitimidad frente a la sociedad, no tuvo reparo alguno en satisfacer todas y cada una de las demandas de los profesores; dispuso de grandes cantidades de dinero para cubrir todas las exigencias. E incluso, ante la neutralización de toda posibilidad de conflicto y de belicosidad por parte de la 22, en aquel año el paro de labores duró menos de cinco días.

El problema, sin embargo, no fue entonces. Más bien —e independientemente de los factores extraordinarios que un año después, en 2006, llevaron a la Sección 22 a prácticamente declarar la guerra al gobierno estatal—, buena parte del conflicto magisterial de hace cinco años surgió justamente porque el gobierno estatal ya no fue capaz, en su segunda negociación anual con la Sección 22, de disponer de la misma cantidad de dinero para satisfacer sus demandas económicas que, como era natural, eran superiores que las del año previo.

En ese sentido, la 22 tiene como uno de sus postulados principales, el de no aceptar, nunca, bajo ninguna circunstancia, menos de lo que ha recibido en negociaciones previas. Y por eso, como en 2006 el gobierno estatal no pudo ofrecer tanto como en 2005, la dirigencia magisterial decidió no ceder en sus demandas.

Así, la imposibilidad de ofrecer más de unos, alimentó la intransigencia de los otros. Y todo eso se combinó, para explotar, cuando el Gobierno del Estado decidió, el 14 de junio de 2006, ir con las fuerzas policiacas a tratar de desalojar a los profesores que mantenían su plantón en el primer cuadro de la capital oaxaqueña.

 

¿LA HISTORIA SE REPITE?

Todo eso da pautas precisas para decir que aún cuando las cosas ya son graves hoy en día por la relación de intransigencia que fomenta la 22 con el gobierno estatal y con la sociedad oaxaqueña, con ellos siempre todo puede estar peor.

Hasta ahora, nadie se ha atrevido a hacer la sumatoria de cuántos recursos económicos se le han entregado a los profesores del “magisterio democrático” a partir del conflicto magisterial y hasta el presente año. Empero, independientemente de si es mucho o poco dinero, queda claro que de todos modos nada ha sido suficiente para acabar con el ciclo anual de paro de labores y daños a terceros por parte de la Sección 22.

Frente a todo esto, habría que preguntarse si el gobierno de Gabino Cué Monteagudo está verdaderamente preparado para enfrentar ese problema. Queda claro que en el presente año, fueron los saldos que aún quedan del “bono democrático” del Gobernador del Estado, los que atenuaron una mayor inconformidad social por las acciones del magisterio.

No obstante, también queda claro que independientemente de los bonos democráticos, de los gobiernos, y de cualquier forma de manifestación de rechazo ciudadano, de todos modos hoy para el magisterio el punto de partida está en el estallamiento del plantón, en la exigencia voraz de recursos y prebendas a cambio de la paz, y en no dar “ni un paso atrás” en cuanto a los montos económicos y políticos que negocia cada año.

Por eso, independientemente de que el problema ya es grave, hoy es lo de menos pensar en el presente. Con toda seguridad se puede prever que el futuro será aún más complicado en la relación gobierno-Sección 22; que unos y otros seguirán interactuando para únicamente solucionar las demandas momentáneas, y las ocurrencias y voracidad del magisterio, pero no para reencauzar de fondo el problema educativo.

Hasta hoy, el Gobierno del Estado no ha hallado forma alguna de permear en las estructuras del magisterio, para poder incidir de forma más efectiva. Y así, acorazados y radicales, los maestros continuarán una ruta que ya no es por forma alguna de democracia, sino por un asalto abierto a la sociedad y al gobierno.

 

BUENAS INTENCIONES

Si el Gobierno del Estado tiene de verdad ganas de hacer efectivo el Acuerdo de Unidad para la Educación de los Oaxaqueños, e independientemente de la titánica operación política que habría de realizar para lograr que la 22 lo firme y lo cumpla, debiera también reconocer que el plan educativo alterno del que tanto habla el magisterio oaxaqueño, no es más que un conjunto de ideas difusas, que no tienen articulación ni fines. Si quieren hacer algo, háganlo bien. Porque además de todo, urge.

Sección 22: su “democracia”, intolerante y acrítica

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+ Flavio Sosa, desconocido por exigir diálogo abierto

 

Todos los que tajantemente dicen que la lucha que encabezan los profesores de la Sección 22 del SNTE es por la democracia y las mayorías, deberían ver lo que ocurre ahora mismo frente a un aliado de ellos, que tuvo la ocurrencia de hacer una serie de planteamientos críticos no hacia sus objetivos, sino respecto a la forma en cómo negocian con el Gobierno del Estado. En la reacción magisterial a los señalamientos del diputado Flavio Sosa Villavicencio, resalta fielmente la intolerancia, la antidemocrática y la cerrazón de un gremio “democrático”, como el del magisterio oaxaqueño.

Ayer mismo, el secretario General de la Sección 22, Azael Santiago Chepi, aseguraba a los medios de información que “por realizar declaraciones tendenciosas a favor del Estado, las puertas de la Asamblea Estatal del Magisterio, están cerradas para el diputado local Flavio Sosa Villavicencio, hasta que se revise su situación”. ¿Qué fue eso tan grave que dijo el ahora Legislador, y uno de los Dirigentes más visibles de la APPO, durante el conflicto magisterial de 2006?

En primer término, el diputado Sosa Villavicencio propuso que la Sección 22 negociara de modo abierto con el Gobierno del Estado. Es decir, que a las mesas de diálogo que se realizan entre ambos sectores para dirimir el pliego petitorio del magisterio, tuviera acceso toda la sociedad a través de los canales de radio y televisión que controla el gobierno estatal. Asimismo, propuso un conjunto de acciones entre las que destacan las siguientes:

Primero, la necesidad de analizar los fines de la educación establecidos en la Constitución local, y definir con claridad los porqués de la educación, precisando qué se entiende por desarrollo integral y hacia dónde se debe encaminar las transformaciones política, social y económica del estado.

Del mismo modo, propuso revisar los ejes de la Ley Estatal de Educación para quitarle el calificativo de “letra muerta”. Respecto a la educación superior y media superior, el cuarto punto, cuestionó si es pertinente conservar dos grandes estructuras, el Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca (SUNEO) y la UABJO, o unificarlas en una sola, y si quienes egresan del primero están atendiendo a las realidades económicas, políticas y sociales de Oaxaca o “estamos preparando cerebros para que se vayan a otros estados o al extranjero”.

Otro de los puntos sensibles, es el relativo a analizar con seriedad el sistema de escuelas formadoras de docentes: si son suficientes y si la educación que otorgan es adecuada a las necesidades educativas del estado. Esto, además de revisar la operación y estructura del IEEPO para conocer si esta institución es acorde con las necesidades del estado, si sirve a la educación en Oaxaca o es necesario crear un nuevo organismo adecuado a la realidad oaxaqueña.

Incluso, Sosa planteó la necesidad de analizar cómo poder activar la participación ciudadana en la planeación, la ejecución y la evaluación educativa en el estado, cómo establecer una supervisión ciudadana efectiva sobre el cumplimiento de los objetivos educativos y el ejercicio de los recursos públicos destinados a la educación, y la pertinencia de incluir a agentes sociales distintos a padres y madres de familia.

Eso fue lo que, muy a grandes rasgos propuso el diputado Sosa. Y queda claro que, independientemente de los cuestionamientos personales que fundada o infundadamente se le hagan al diputado Sosa, ninguno de esos planteamientos es atentatorio contra la educación, o sería dañino para la sociedad. Si esto es así, ¿entonces por qué sus señalamientos despertaron el enojo de los profesores democráticos que, valga decirlo, se supone que buscan más o menos lo mismo que lo planteado por el ex Líder de la APPO?

 

MIEDO AL ESPEJO

Es necesario distinguir, siempre, a las personas de los argumentos. En este sentido, queda claro que más allá de sus propias conductas —muchas de ellas fuertemente reprobadas por la sociedad—, los planteamientos del diputado Sosa debían ser analizados como una más de las propuestas que deben generarse para tratar de encauzar este problema, que es un auténtico círculo vicioso de la educación en la entidad, del cual tiene amplia responsabilidad el sindicato magisterial.

Y aunque se supone que éstos son democráticos y dicen estar comprometidos con las causas sociales, queda claro que de sus propios posicionamientos se desprende que lo que les incomoda en realidad, no es que existan actos de corrupción, entreguismo o cuestionamientos a su interior, sino que éstos sean ventilados públicamente por sus propios aliados. Veamos si no.

Respecto a las críticas y propuestas del diputado Sosa, Azael Santiago Chepi dijo lo siguiente en una entrevista concedida al portal Libertad Oaxaca: “El revisar los presuntos vicios que hay dentro de la Sección 22, es algo que nos compete a nosotros, para eso tenemos espacios de crítica de revisión y estamos abiertos a que se haga, pero es lamentable que alguien quien ahora tiene una curul, haga ese tipo de pronunciamientos mediáticos”.

Y en otra parte de la entrevista señala lo siguiente: “Creemos que las declaraciones del diputado (Sosa) son tendenciosas a favor del Estado, sobre todo que cuando estuvo preso recibió toda la solidaridad del Magisterio, incluso acudió a Asambleas Estatales a solicitar el apoyo, es más dijo, en su momento se definió marchar junto con la APPO, para exigir la libertad del compañero…”

¿Eso significa que la supuesta solidaridad democrática de la 22 con un appista como Sosa, era en realidad a cambio de exigir la incondicionalidad de conciencia de sus integrantes? En realidad, eso pinta de cuerpo entero la verdadera vocación intolerante de un gremio que evita, a toda costa, el cuestionamiento y la disidencia de sus integrantes. Si Sosa fuera maestro, hoy mismo lo estarían transfiriendo al lugar más recóndito del Estado. ¿Esa es su tolerancia, su democracia y su apertura a la sociedad? Sin palabras.

 

BUROCRACIA INTERNA

 A través de todos los medios, la contralora Perla Woolrich emplaza a los empleados de confianza del gobierno estatal a que realicen de inmediato su declaración patrimonial. Pero, ¿estará enterada la Secretaria de lo tortuoso y lento de ese trámite? ¿Sabrá de las larguísimas filas que provoca el hecho de que sean apenas unos cuántos empleados los que reciban miles de declaraciones? ¿Sí conoce la dependencia a su cargo? Parece que no.

Oaxaca: ¿Cuándo quedará atrás la pugna electoral?

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+ Gobierno-oposición: no ven el interés de oaxaqueños

 

Cuando se cumplen los primeros seis meses de gobierno, queda claro que ni la administración estatal, ni sus fuerzas políticas aliadas, y mucho menos los opositores, han podido centrar el debate y poner verdaderamente en el foco de la atención pública, los problemas más sensibles que aquejan a los oaxaqueños. Llevamos seis meses de mentiras, de ataques facciosos, de denuestos, de soluciones engañosamente dilatorias, y de falsas estaturas morales. Pero hasta hoy, vemos que ninguno de los problemas reales, que aquejan al ciudadano de a pie, ha sido resuelto al menos parcialmente.

Queda clara la imposibilidad de centrar el debate, y las soluciones que requiere urgentemente la entidad porque, por un lado, la alianza de partidos que llevó al poder al Gobernador del Estado, está comenzando a mostrar las grietas e inconsistencias naturales que, aunque se decía que no existían, es indudable que siempre estuvieron ahí.

Y por el otro lado, porque la relación y la interacción entre el Ejecutivo, y las fuerzas de oposición que orbitan a su alrededor —desde los partidos políticos, el Poder Legislativo, e incluso las trincheras relativamente ciudadanas— hasta ahora no ha podido dejar atrás ni los enconos que ya traían de tiempo atrás, ni las afrentas naturales que se generaron durante la campaña, e incluso ni los conflictos particulares que existen entre los integrantes de los gobiernos saliente y entrante.

Ante este escenario, cabe la pregunta: ¿Cómo hacer un gobierno equilibrado, que de verdad fomente y consiga la paz y el progreso que prometieron, cuando desde el mismo poder se abrieron todos los frentes de batalla posibles, cuando se ha mostrado más ineficiencia e irascibilidad que experiencia de gobierno, cuando su respaldo son una serie de aliados interesados y codiciosos, y cuando las fuerzas opositoras tienen muchas ganas de pelear, pero nada de nivel para aportar y debatir ante los temas públicos?

Este escenario, nada alentador, es el que hoy prevalece en la entidad. Y es que si la relación del gobierno con las fuerzas de oposición es tensa e improductiva, queda claro que sus propias alianzas internas le están provocando tantos o más problemas que los que ya de por sí tiene con sus adversarios. Veamos si no.

Al interior de cualquier gobierno, es natural que se formen ciertos grupos o facciones políticas para tratar de disputarse, conseguir o preservar los cotos de poder que comienza a delegar el gobernante en turno. A partir de esa lucha de grupos se van definiendo las atribuciones, los alcances en las decisiones, e incluso ciertos perfiles sucesorios. No hay gobierno en el que no se formen por lo menos dos o tres grupos —integrados por funcionarios, líderes partidistas, legisladores, etcétera— con esos objetivos.

¿Pero qué pasa en la administración actual? La “pluralidad” del gabinete lo está haciendo francamente ingobernable, porque no existen definiciones ni rumbos políticos claros. Por eso, lejos de conformarse facciones se están haciendo auténticas islas, que provocan que la administración pública persiga, por todos lados, objetivos distintos y muchas veces hasta contrarios.

Lo mismo pasa en el Poder Legislativo. Ahí, los aliados del Gobernador comienzan a demostrar, sin ningún pudor, su alto grado de interés y codicia, al seguir sosteniendo una alianza, pero siempre reclamando posiciones y prebendas que, al cumplirse, ni facilitan la tarea de gobierno ni encauzan las decisiones, sino que más bien lo siguen complicando más y generan más tensiones de las que ya existen.

¿Cómo hacer un gobierno eficiente en esas condiciones? Aun cuando la pluralidad no fuera signo de anarquía o desorden interno —como lo es—, asimismo todos han demostrado un alto grado de desconocimiento o inexperiencia en las tareas que les fueron encomendadas. El color partidista sería intrascendente si todos hubieran demostrado eficacia. Pero al anteponer el interés político al trabajo administrativo, y aún así hacer mal esto último, queda claro que el resultado es el caos interno que enfrenta hoy el gobierno del cambio.

 

OPOSICIÓN INVISIBLE

En una democracia, existe siempre el riesgo de que gobierno muy popular y ampliamente legitimado por el voto popular, pueda también convertirse en una administración ineficiente y desastrosa; sin embargo, aún con esto, puede llegar a ciertos resultados positivos si enfrente tiene a una serie de fuerzas de oposición que le exijan corregir rumbos, que planteen respuestas para los problemas públicos, y que apremien a enmendar los errores que se han cometido.

Esto puede ocurrir, sin embargo, en cualquier otra democracia que no sea la nuestra. Aquí, además de que hemos visto una oposición poco activa y carente de liderazgo, hemos también constatado que, al igual que el gobierno, continúan instalados en los enconos del pasado. Unos y otros pierden tiempo en discusiones estériles; y a partir de ellas pretenden construir falsas estaturas morales… para sólo continuar descalificándose.

Veamos si no. Hace unas semanas, el diputado federal priista Héctor Pablo Ramírez Leyva mandó a colocar en algunos anuncios espectaculares de la capital oaxaqueña la frase: “Gabino, ¿puedes o no puedes?” La respuesta oficial, inmediata, fue mandar a retirar las lonas con la leyenda, y reaccionar haciendo públicos presuntos actos de corrupción de funcionarios de la administración anterior.

Queda claro el error común: ¿Con qué calidad moral un diputado federal encara a un gobernante, sobre problemas que ellos tampoco pudieron resolver? Queda claro que hoy Oaxaca no es mejor que antes; pero tampoco está peor que en los tiempos del PRI. Y, sin embargo, la respuesta oficial fue igual de baja que el ataque: con sus decisiones, no hicieron más que abonar a una disputa que finalmente es intrascendente para la mayoría, y mucho más si la vemos a la luz de los problemas que enfrenta el Estado.

 

INDOLENCIA

¿Con esos revanchismos mal planteados, quieren promover, desde el oficialismo, la paz y el progreso prometidos? Y aún peor: ¿Esos priistas, que prefieren la trifulca al debate, son quienes pretenden regresar al poder? Y lo más importante: ¿Para qué quieren el poder? Si a Oaxaca todos la ven como una simple arena en la que pueden pelear eternamente, sin resolver nada, entonces de antemano podemos esperar que el interés público, el de a de veras, siga durmiendo el tormentoso e indigno sueño de los justos.

Presidentes Municipales, con imagen por los suelos

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+ Replantear responsabilidades; ¿prioritario hacerlo?

 

A la par del recrudecimiento de la guerra contra el crimen organizado, han salido a flote otros vicios y debilidades de la sociedad y la política mexicana. Una de ellas, que se ha particularizado no sólo entre la opinión de los ciudadanos, sino también en la de quienes realizan diversas expresiones de arte, es la de la mala imagen de las autoridades municipales de muchas partes de la República Mexicana. Aunque parezca algo menor, hoy por todos lados surgen ese tipo de cuestiones. Y no debe sorprendernos que, en efecto, sean un reflejo de lo que es nuestro país y nos cuesta trabajo reconocer.

En ese sentido, tres historias ficticias sobre la realidad mexicana actual, que aparentemente nada tienen que ver entre sí, están conectadas por un rasgo en particular que nos dibuja de cuerpo entero lo desgastada —y muchas veces con razón— que se encuentra la figura de los presidentes municipales.

Aunque todas tienen rasgos comunes, en realidad, cada una de ellas refleja cierta parte de la corrupción, la colusión, y las debilidades de esas, que son las autoridades menos reguladas y a las que se les pone menos atención dentro de las más altas esferas del poder. Pero vayamos a ver una por una esas expresiones que reflejan el estado que guarda la imagen de las autoridades municipales, según el propio cine y la literatura actual mexicana.

En primer término, en la película El Infierno, dirigida por Luis Estrada, aparece un personaje denominado simplemente como “El Alcalde”, interpretado por el actor Emilio Guerrero. Éste, que en apariencia es la máxima autoridad del pueblo donde se desarrolla la historia. Sin embargo, al desarrollarse la trama queda claro que éste en realidad es un empleado de don José Reyes, el capo de la zona, que lo trata como un auténtico pelele. Y cómo no. Si éste le pagó la campaña, y es quien le dicta todas las disposiciones que toma como autoridad. Al final de la historia, el mismo Reyes resulta ser la autoridad municipal de la población, hasta que es asesinado, la noche del 15 de septiembre de 2010, por Beny (interpretado por Damián Alcázar).

Por otro lado, en la cinta “Sin memoria”, de manufactura nacional, dirigida por Sebastián Borensztein, y también de reciente estreno en las salas de cine mexicanas, aparece un personaje interpretado por Pedro Armendáriz. Éste, simplemente conocido como “Benitez”, es quien desata toda la violencia que se desarrolla en la trama. Esto, debido a que es quien tiene todos los hilos del poder y del dinero, y la capacidad de fuego suficiente como para cumplir con los fines que se ha propuesto el protagonista de la cinta, Beto Santos, interpretado por Emilio Echevarría. Al final, resulta ser que quien pareciera ser todo un capo de la mafia, en realidad es el Alcalde del lugar donde se desarrolla la cinta.

Y por último, en la edición de abril de 2011, la revista Letras Libres presentó una serie de historias sobre la narcoviolencia que vive el país. Una de ellas, escrita por Julian Herbert, titulada “M. L. Estefanía”, imagina la historia de un hombre adicto a la heroína, que contando con la ayuda de un par de amigos —uno de ellos identificado simplemente como “Esquivel”, el cual es “presidente municipal de un pequeño pueblo fronterizo”—, y la protección de una poderosa dirigente sindical del magisterio, amiga de Esquivel, se inventa un “trabajo” robando la personalidad del célebre autor de historias vaqueras del norte del país, Marcial Lafuente Estefanía.

Así inicia una serie de periplos, que comienzan con un pequeño acto de usurpación para dar “conferencias” en escuelas primarias públicas —auspiciadas gracias a un jugoso contrato conseguido por la líder gremial, a través del tráfico de influencias—, sigue con la incursión en el negocio de la extorsión telefónica (ahora diciendo que llaman de parte de un violento grupo criminal), y termina con una cruel masacre a manos de los sicarios a quienes usurparon su identidad para timar a inocentes a través de un teléfono celular.

 

IMAGEN (Y CARGOS) OLVIDADOS

La conexión entre estas tres historias se encuentra en la imagen retratada de los presidentes municipales de hoy en México: de personajes de dudosa credibilidad, corruptos, sometidos por completo a los poderes fácticos predominantes en la zona, olvidados de los verdaderos poderes del Estado, que desdeñan por completo el mandato constitucional que les fue conferido, y que terminan aprovechando las ventajas de oportunidad que malamente les brindan sus cargos, para tratar de darse la relevancia que no pueden conseguir a través de sus funciones.

Ante este reflejo, habría que comenzar a repensar los alcances de los municipios, y la sustentabilidad que tienen hoy las autoridades municipales. No habrá guerra alguna con posibilidad de ganar, mientras esta realidad retratada, siga siendo también parte de la realidad dominante. Y esto, tenemos que comenzar a pensarlo seriamente en todos los rincones del inmenso, problemático y, por momentos, ingobernable país en que vivimos.

En ese sentido, tendríamos también que comenzar a exigir a las autoridades de los dos ámbitos de gobierno superiores (estatales y federales) que pongan mayor atención a las actividades y alcances que tienen las municipales. Aunque es cierto que el municipio es libre de realizar ciertas actividades conferidas por la Constitución, también lo es que esto no significa que todos puedan hacer lo que deseen, sin que nadie les ponga un alto o les “recuerde” los límites de la legalidad.

Hoy, queda claro que no se puede seguir viviendo en medio de este clima de violencia e ingobernabilidad; pero también lo es que todos los ciudadanos debemos pugnar porque haya mayores márgenes de legalidad tanto en las autoridades, como en nosotros mismos. Porque no podemos exigir, o seguir exigiendo, lo que nosotros mismos no somos capaces de ofrecer como ciudadanos.

 

FELICITACIÓN

El equipo conformado por los alumnos de la maestría en Medios Interactivos de la UTM, Raquel Pérez, Hermenegildo Fernández y nuestro amigo René Mecott Ríos, ganaron el primer lugar en el concurso internacional de Diseño de Interacción que organizó la Asociación de Profesionales de la Usabilidad (UPA), superando a los equipos finalistas de la Universidad Nacional de Singapur y de la Universidad de McGill de Montreal, Canadá. Enhorabuena para estos talentosos oaxaqueños, que ponen muy en alto el nombre de México en el extranjero. ¡Felicidades!

 

Gobernabilidad: ¿nadie quiere a Oaxaca?

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+ Gobierno-oposición: juntos, a construirla

 

Queda claro que uno de los problemas más graves que enfrenta Oaxaca, es que nadie quiere asumir la responsabilidad del momento —ese sí— histórico que les toca vivir. Mientras el estado de cosas se mantiene tal y como ha estado siempre, desde la óptica oficial todas las calamidades sociales tienen explicación en el pasado; y desde las fuerzas ajenas al gobierno, sólo se pasan reprochando sin tomar en cuenta que éstos deberían ser tiempos de construir juntos la estabilidad del Estado.

Oaxaca no está mejor que hace uno, dos, cinco o diez años. Ese es el punto inicial de un problema que, en sí mismo, no radica en eso. La mayoría de los ciudadanos votaron por un cambio en julio pasado, justamente para no seguir viendo las escenas sociales a las que ya estábamos acostumbrados. En última instancia, era redundante saber si ganaba el PAN, el PRD o Convergencia, mientras hubiera la promesa de hacer todo para que aquellos días aciagos de las protestas y la ingobernabilidad, no se repitieran en Oaxaca.

¿Qué ha pasado? A la luz de los hechos, las cosas hoy no son mejores que antes, aunque tampoco son peores. Es decir, que los mismos hechos nos llevan a constatar que la problemática social de Oaxaca es mucho más compleja, fuerte y trascendental, que sus gobernantes. Es cierto que las cosas no pueden estar peor de como ya estuvieron en el último lustro, pero también es cierto que hoy no se puede hablar de una mejoría perceptible.

¿Qué revela todo eso? Que, fundamentalmente, ni se están tomando las decisiones correctas, ni se están enfrentando los problemas para tratar de darles solución de fondo a cada uno de ellos. Vistos los problemas más importantes de la entidad más allá de cualquier efervescencia o tinte partidista o preferencia particular, queda claro que todo ese paquete de asuntos se sigue abordando con la misma lógica de pequeñez y sectarismos de siempre. ¿Por qué?

Porque independientemente de quién gobierne y de quién haga oposición en Oaxaca, es claro que problemas como el del chantaje de la Sección 22 son comunes a todos los oaxaqueños, y que por tanto, todos deberíamos ser parte más de la solución que del problema. Esto es que, aún cuando es obligación fundamental del Gobierno del Estado enfrentar los problemas políticos o de gobernabilidad, también lo es que una verdadera transformación en la conciencia social debía llevar a todos a involucrarse en los temas que aquejan a todos. Sin embargo, nadie parece tener voluntad o ganas de asumir su responsabilidad.

Por un lado, con la negociación anual del magisterio oaxaqueño, el Gobierno del Estado se está enfrentando a una serie de cuestiones sobre las que sólo alcanza a proponer soluciones doblemente parciales (son así porque ni tienen capacidad de desactivar por completo las protestas magisteriales, y porque tampoco están encaminadas a resolver de fondo el grave problema educativo que enfrenta la entidad).

Y es claro que, ante la imposibilidad de resolver esos problemas, el Gobierno del Estado recurre nuevamente a la vieja, gastada y poco creíble táctica de culpar a la administración anterior por los vicios actuales, y culparla de la corrupción que impera en ese sector.

Quizá esas sean “soluciones” dignas de un político en campaña, o de quien pretende evadir la parte de la responsabilidad que le corresponde, al no poder resolver los problemas que se le ponen enfrente. Sin embargo, es evidente que más allá de cualquier tentación política o partidista, lo que queda en el fondo es una gran demostración de testarudez e incapacidad que, por su misma naturaleza, no tiene posibilidad de resolver un problema que va mucho más allá de los solos vicios que se anidaron gracias a la corrupción del régimen anterior.

PROBLEMA DE TODOS

La ruta seguida por el Gobierno del Estado frente al problema magisterial, es la misma que, fallida una y otra vez, ha seguido cuando se ha enfrentado a otras cuestiones: por un lado, asegurar que se está dialogando al límite posible, pero aclarando que es complicado acceder a soluciones de fondo porque los gobiernos pasados le “heredaron” una tradición de corrupción que no se puede romper de un día para otro.

Frente a este derrotero inamovible de la administración estatal, ¿de verdad nadie puede hacer alto para lograr que se varíe hacia soluciones más inteligentes y propositivas? Ahí es donde debía aparecer la responsabilidad —esta sí— histórica de las fuerzas no aliadas, o de oposición, para hacer rectificar el camino no en aras de generarle una ganancia política, sino de establecer un marco de gobernabilidad para Oaxaca. ¿De qué hablamos?

De que hoy tanto representantes del PAN, como del PRD, PT y no se diga del PRI, se deshacen en críticas a la Sección 22, y en auténticos llamados de atención al Gobierno del Estado. Sin embargo, vale preguntarse: ¿Todo eso sirve de algo? Evidentemente no. Porque a la luz de los hechos, cada uno de ellos está sentado en su trinchera, viendo cómo el gobierno se desacredita cada día más al no poder resolver el conflicto magisterial, y cómo las fuerzas radicales toman fuerza ante la incapacidad de sus interlocutores.

Nadie, ninguna fuerza o actor político, ha tenido la disposición o la capacidad para entender que intervenir activamente en la solución de un conflicto, finalmente no sólo le abonará ganancias políticas a él, sino que demostrará que verdaderamente se encuentra preocupado por los grandes problemas de la entidad, y que también tiene capacidad para ayudar a resolverlos.

Sin embargo, hoy el papel de todos los opositores es sólo de descalificación, pero no de exigencia real de resultados, y de colaboración en la construcción de la gobernabilidad del Estado. Esto es claro: si el Gobernador del Estado está equivocado en su ruta de negociación, háganselo saber y exíjanle que rectifique el camino. Incluso, tomen las banderas que sean necesarias para encauzar un problema que finalmente nos involucra a todos. No hacerlo, equivale a convalidar los yerros del oficialismo. Y eso, también equivale a permitir que los errores y las deficiencias de unos, y la indiferencia de los otros, las paguemos todos los ciudadanos.

CAJA DE PANDORA

Por cierto, si hoy se acusa que el IEEPO era la caja chica del gobierno anterior, también deberían preguntarse por qué tanto interés en la actualidad por manejar los recursos de las becas para jóvenes, que serían manejados por Cejuve. Barril sin fondo, sigue siendo el IEEPO. Sólo cambió de manos. Abundaremos.

Jornada de lucha de S-22: el problema queda

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+ Sin solución visible, el gobierno cava su tumba

 

El problema de fondo no es que los profesores integrantes de la Sección 22 del SNTE haya decidido, de nuevo, cerrar más de cuarenta calles del Centro Histórico de Oaxaca; el problema no es que el gobierno estatal, de nuevo, les haya dado literalmente todo a cambio de nada en la negociación anual; el problema, incluso, no es que hoy mismo esté vigente el paro indefinido de labores. El problema, en el fondo, es que a este problema, cada año sólo se le aplican analgésicos; pero nadie le da —o nadie le puede, o le quiere dar— una solución de fondo.

Como cada año, la ruta fácil puede llevarnos —como a muchos— a descalificar las acciones particulares de los integrantes de la Sección 22: asegurar, como se hace cada año, que sus marchas y plantones provocan cuantiosas pérdidas a la economía local; que sus paros de labores tienen postrada a la educación pública a la entidad; o que sus métodos de lucha son propios de personas que pueden jactarse de todo, menos de ser quienes deben de poder un ejemplo constructivo a las nuevas generaciones.

Del mismo modo, en la contraparte puede también decirse, como cada año, que el gobierno estatal está rebasado. Que ahora, a diferencia de antes, se encuentra voluntariamente sometido a los designios de la dirigencia y las bases del magisterio; que sus determinaciones no son sino un sinónimo de sometimiento a un chantaje cometido a cielo abierto; y que su fracaso de la política del diálogo no revelan sino la magnitud en que se encuentra rebasado por este problema.

Es cierto que, además, la sociedad está harta de que la molesten con sus marchas y plantones; que los padres y familia se sienten agraviados impunemente por las semanas enteras que sus hijos se quedan sin clases; que el comercio sea cada vez más intolerante con quienes les provocan el colapso de sus negocios; y que todos, en general, rechacen la decisión oficial de no descontar un solo peso de su salario a quienes provocan daños y pérdidas económicas en todos los sitios por donde pasan.

Sin embargo, queda claro que esos lugares comunes no llegan a abordar el tema de fondo. ¿De qué hablamos? De que, en el fondo, con la forma en cómo se dirimen actualmente los problemas y las demandas y las exigencias de la Sección 22 al Gobierno del Estado, y cómo se canalizan las inconformidades que a partir de esto se generan en toda la sociedad, lo que se está haciendo es dar simples analgésicos a una enfermedad que, por su gravedad y desatención, en cualquier momento podría llevar al colapso a todos los sistemas de este ser vivo llamado sociedad oaxaqueña.

¿Cómo atiende el Estado la problemática? Con puras soluciones parciales. Frente a la sociedad —al ciudadano de a pie, que se siente agraviado por alguna de las acciones o decisiones magisteriales— casi siempre responde pidiendo paciencia y tolerancia, o simplemente ignorando la inconformidad. Eso ha ocurrido siempre. Y hoy no es la excepción frente a todos los que están inconformes con —vaya redundancia— la forma en que se manifiesta la inconformidad magisterial.

Sin embargo, es aún más grave lo que ocurre frente a la enfermedad en sí. Se evade impunemente, a los ojos de la sociedad, sin que nadie ni nada parezca poder hacerse para remediarse o, al menos, para exigir que se atienda de fondo.

BARRIL SIN FONDO

Este año, por ejemplo, el gobierno estatal anunció por todos lados la “respuesta histórica” que dio a las demandas de la Sección 22 del SNTE. Aseguró que fueron más de mil 500 millones los “invertidos” para atender las demandas magisteriales, previendo que con ello los profesores se sintieran constreñidos a corresponder el gesto evitando el paro indefinido de labores.

Sin embargo, más allá de cualquier idealismo, ¿cuál fue la respuesta? La misma de siempre: la 22 calificó de “mínimos e insuficientes” los ofrecimientos gubernamentales; desmintieron la cifra diciendo que “sólo” eran 700 millones los entregados. Y dijeron que esencialmente esa era la razón por la que de todos modos habían resuelto estallar el paro indefinido de labores.

Queda claro que la llamada “inversión”, no es tal. Y no es así porque a cambio de esos millonarios recursos no habrá beneficio alguno, ni lo hay ahora mismo, para el interés general. Es un cheque en blanco, depositado en un barril sin fondo, que al final no va a tener otra potencial repercusión efectiva, que no sea apaciguar el encono y la ira magisterial. ¿Esa “inversión” mejora la educación? No. ¿Contribuirá a abatir el rezago educativo? No. Incluso: ¿ese monto tendrá la capacidad de incidir positivamente en la gobernabilidad, la paz y el desarrollo de la entidad? Tampoco.

Por todo eso, queda claro que todas las “respuestas” oficiales son a cambio de nada. El gobierno estatal no tiene la capacidad de exigir contraprestaciones, a cambio de seguir cediendo al chantaje. Y eso ocurre a la vista de todos: esos mil 500 millones de pesos no resolverán nada de la educación; no repararán las pérdidas de quienes se ven afectados por los paros y los plantones; no desagraviará a la sociedad ofendida (al contrario, profundizará aún más el rechazo); e incluso, tampoco representa una señal (clara o tenue) de que algún día este problema terminará.

Nada de esto podrá ser así porque esto está convertido en un auténtico círculo vicioso en el que todos pierden (perdemos) para que gane la Sección 22. Sin embargo, es tanto o más grave que mientras todo eso ocurre, ya nadie se preocupe por plantear o exigir que —dentro de poco o mucho tiempo— se tome la decisión de emprender soluciones de fondo.

Permea tanto la desesperanza, y el dominio de quienes chantajean, que a nadie parece interesarle algo más que los maestros se quiten del Centro Histórico; que marchen pero que no cierren calles; que no “paren” muchos días las clases; o que hagan lo que quieran, pero “sin ponerse violentos”.

¿Qué solución es más viable? ¿Que el gobierno le exija a la 22? ¿Que seamos los ciudadanos quienes le exijamos primero a los gobernantes? ¿O que tengamos que comenzar a entendernos directamente con los “educadores” oaxaqueños?… En nuestra apatía coronamos el refrán que dice que el valiente vive, hasta que el cobarde quiere.

SELECCIONAR PELEAS…

Ojalá el gobierno estatal esté calculando bien el número de frentes de batalla que está abriendo. Ojalá esté actuando con sapiencia al elegir el momento y el tipo de adversarios con los que se va a medir. Este no es un asunto menor. Abundaremos.