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Actos de terrorismo, en México son “fáciles” de perpetrar

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+ Tovex, material utilizado para coche bomba, en mercado negro

Las autoridades federales se niegan a reconocer que la explosión de un coche bomba, ocurrida la semana pasada, en Ciudad Juárez, Chihuahua, constituye un acto de terrorismo. Mientras se escandalizan y tratan de alejar dicho término de cualquier forma de responsabilidad o reconocimiento por parte del gobierno mexicano, salta a la vista no sólo la magnitud del hecho, sino la facilidad en que una acción como ésta puede ser concretada. No se trata sólo de lo grave del acto, sino también del modo y los elementos con que éste fue perpetrado.

Como terrorismo, podemos entender que es un acto violento que tiene como objetivo víctimas civiles, perpetrado para crear temor o incertidumbre generalizada. A nivel internacional, está ampliamente documentado que los actos de terrorismo tienen importantes implicaciones políticas, pero que también es ejecutado por grupos terroristas que cuentan con financiamiento importante, logística y conocimientos precisos sobre acciones paramilitares. Se entiende, entonces, que un civil cualquiera, no sobrevive al incursionar tanto en la guerrilla, y mucho menos en el terrorismo, sin una preparación escrupulosa sobre diversos aspectos relacionados con las acciones que ejecutan, y sobre su propia seguridad persona, y como grupo.

Sin embargo, a diferencia de la guerrilla —que esencialmente encamina su lucha contra el Estado, y se considera a sí misma como parte del pueblo, al que no se debe agredir ni lastimar con sus acciones porque “el pueblo no mata al pueblo”—, el terrorismo busca conseguir objetivos políticos a partir del miedo y el dolor colectivo.

Al Qaeda y ETA, entre muchas otras organizaciones, son ejemplos precisos de grupos extremistas que están vigentes hoy en diversas regiones del mundo, y que han ejecutado acciones de grandes magnitudes, como los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, o la colocación de artefactos explosivos en cuatro estaciones de trenes, el 11 de marzo de 2004, en las cercanías de Madrid, España. En el primero de los ataques, conocido como el 11-S, hubo, aparte de los 19 secuestradores, 2 mil 973 personas fallecidas confirmadas, y 24 continúan desaparecidas. En el segundo, conocido como el 11-M, fallecieron 191 personas, y mil 858 resultaron heridas. La reivindicación de los ataques se centra en motivos meramente políticos.

¿Lo ocurrido en México no puede considerarse como un acto de terrorismo, por no tener una motivación política exacta? Aunque el gobierno diga que no, tal parece que la respuesta sí puede ser afirmativa. Hemos estado acostumbrados a que el terrorismo tenga meros fines políticos, pero si acudimos a la definición que indica que esos actos tienen como objetivo la generación de un estado de incertidumbre y miedo a partir de víctimas civiles, podremos ver que la definición sí encuadra con el hecho.

¿Por qué? Porque el coche bomba de Ciudad Juárez fue puesto no para agredir directamente a la policía, sino para afectar a cualquiera que estuviera ahí; fue un acto premeditado, y perpetrado luego de un proceso de planeación y preparación tanto del artefacto explosivo, como de las condiciones. Aunque no parece del todo visible la bandera o reivindicación política que tanto se busca y que aseguran que no existe, sí se puede ver que dicho acto es la consecuencia de una inconformidad de un grupo frente al Estado, que busca ser satisfecha por medio de la generación de condiciones de terror.

LA GUERRA SE TRANSFORMA

Era previsible, desde hace mucho tiempo, que las organizaciones criminales trataran de tomar nuevos rumbos y métodos en su lucha contra el Estado. El gobierno federal decidió emprender una cacería de ciertos grupos poderosos y violentos; y éstos, no estando mancos, decidieron atacar primero de frente, y por momentos también bajo mantos tan funestos como el del terrorismo.

¿Los llamados “granadazos” ocurridos la noche del 15 de septiembre de 2008 en Morelia, Michoacán, no eran un acto de terrorismo? Claro que lo eran. Se buscaba generar pánico generalizado a partir de una acción de fuerza. Eran tan terrorista como lo fue el coche bomba de hace unos días.

El crimen organizado está andando los pasos que los grupos subversivos (la guerrilla y el terrorismo, respectivamente) ya caminaron y exploraron hace mucho tiempo. La diferencia entre esos grupos, radica en que mientras la subversión busca la instauración de cambios políticos e ideológicos a través de vías radicales, el crimen lucha por sobrevivir y preservar un lucrativo negocio ilícito.

Lo más grave de todo esto, es que aquel que quiera perpetrar un acto como éste, tiene completa facilidad en un país como el nuestro. Una nota publicada ayer por el periódico Excelsior reseñaba lo siguiente: “La Procuraduría General de la República (PGR) determinó que el explosivo utilizado en el coche que estalló el pasado jueves en Ciudad Juárez, Chihuahua, es Tovex, un compuesto utilizado para la demolición de acero y piedra utilizado por empresas constructoras. También la dependencia federal determinó que el hecho ocurrido en esa entidad no constituye un acto de terrorismo sino de delincuencia organizada para generar confusión y temor para desestabilizar a la autoridad local y federal, y no por cuestiones ideológicas o de fundamentación religiosa ni política.”

El explosivo Tovex con el que hicieron explotar el auto, es el mismo que fue encontrado en 2007 en las inmediaciones de la llamada Barricada de Brenamiel, y es el mismo con el que, se dicen, fueron volados los ductos de Pemex en varios puntos del país, también ese mismo año, por el Ejército Popular Revolucionario. Lo más revelador, es que desde el mes de agosto de 2007, el diario El Universal, documentó plenamente cómo existe un mercado negro, amplísimo, y aquí mismo en Oaxaca, sobre la venta de este tipo de explosivos.

VIDEO REVELADOR

Esto fue captado en video, que puede verse siguiendo la liga: http://www.eluniversaltv.com.mx/detalle3638.html Ahí se establece que por una cantidad de dinero relativamente mínima, es posible comprar cualquier cantidad de explosivo tipo Tovex, a personas cercanas al negocio de la construcción de obra civil, y que aún frente a los dichos de la Secretaría de la Defensa Nacional respecto a que vigila estrictamente el uso de los mismos, éstos se pueden conseguir por un costo mínimo. Eso, en las manos equivocadas, es por sí mismo un riesgo para la sociedad.

Congreso del Estado: la batalla puede ser autodestructiva

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+ Afianzar banderas y liderazgos: reto de PRI como oposición

Como si fuera un proceso irreversible, los partidos de oposición al Revolucionario Institucional han manifestado la voluntad de llevar ante los tribunales de justicia de la nación, la reciente reforma al marco jurídico del Congreso del Estado, en la que se sustituye la figura de la Gran Comisión, por la de la Junta de Coordinación Política, como órgano rector y regulador de las actividades y representación legislativa ante los otros poderes. Más allá de pensar en juicios y controversias, lo que los diputados electos —particularmente los de las fuerzas distintas al PRI— deben afinar, son sus planteamientos y estrategias para dotar al órgano legislativo de una normatividad y organización legitimados y funcionales.

Se ha dicho reiteradamente, que la creación de una Junta de Coordinación Política, en la composición que tendrá el Congreso del Estado en su próxima Legislatura, es “un traje a la medida” de los intereses del Revolucionario Institucional. Esto es así, no por la naturaleza o funcionamiento de dicha figura —que también tiene cuestionamientos importantes—, sino más bien por las formas utilizadas y el momento en que ocurrió dicha reforma.

En efecto, el Congreso del Estado en Oaxaca era uno de los últimos en el país en que prevalecía la figura de la Gran Comisión. Este ente, que es hasta ahora en quien recae la representación del Poder Legislativo, es no sólo una figura funcionalmente anticuada, sino que además es el sinónimo de una concentración total de las atribuciones y potestades principales del Poder Legislativo, y de la verticalidad en la toma de decisiones, y en el desequilibrio de fuerzas entre las fracciones parlamentarias.

Así, la subsistencia de la Gran Comisión, era hasta hace pocos días útil para el priismo en Oaxaca, en la medida que éste concentra la mayoría absoluta de legisladores, y también por la forma en que opera, entre los legisladores tricolores, esa noción de disciplina hacia los designios del Jefe Político, que más bien se equipara a una total sumisión en la toma de decisiones.

Eso les era funcional, hasta ahora, a los tricolores. Ante el cambio del panorama, en el que perdieron la mayoría absoluta, y por tanto el control total del Poder Legislativo (que hacía ser al Congreso, un ente independiente sólo en lo formal, pero materialmente domado por el Gobernador del Estado), se decidió emprender una reforma para continuar ejerciendo su poder. Esto ocurrió a través de la Junta de Coordinación Política.

Al menos en el funcionamiento de esa figura en el Poder Legislativo Federal, la Ley Orgánica del Congreso General establece, en su artículo 31, que “Será Presidente de la Junta por la duración de la Legislatura, el Coordinador de aquel Grupo Parlamentario que por sí mismo cuente con la mayoría absoluta en la Cámara (…) En el caso de que ningún Grupo Parlamentario se encuentre en el supuesto señalado en el párrafo anterior, la Presidencia de la Junta será ejercida, en forma alternada y para cada año legislativo, por los Coordinadores de los tres Grupos Parlamentarios que cuenten con el mayor número de diputados. El orden anual para presidir este órgano será determinado por la Junta de Coordinación Política.”

Es clara la forma en que el priismo pretende mantener el control del Poder Legislativo, independientemente de no tener la mayoría: su fracción parlamentaria es la más numerosa, y por tanto habría de ser la convocante y primera en presidir dicha Junta. Así, la reforma no tiene como base un intento de democratización o de fomento a los nuevos equilibrios en la dirección del Congreso, sino más bien parece ser vista como una tabla de salvación con la que, al menos ahora, los tricolores pretenden seguir ejerciendo control sobre un Poder que hasta ahora ha sido legitimador y casi decorativo.

REFLEXIONAR LA JCP

Lo primero en que tendrían que reparar todos los próximos diputados, en conjunto, es qué papel tendrá el Congreso del Estado frente al nuevo gobierno. Los partidos que llevaron a Gabino Cué Monteagudo a la gubernatura, anunciaron que conformarán un bloque legislativo para la toma de decisiones. El PRI, por su parte, no ha tenido la capacidad para articular un solo planteamiento serio respecto al papel que tendrán en el Legislativo. Luchan por el poder como si fuera para entregárselo a un gobernador priista; y no queda claro qué harán con ese poder siendo ellos un bloque parlamentario de oposición.

Esta cuestión, en particular, podría llevar a la próxima Legislatura a convertirse en un caos. Más que litigar la reforma ya realizada, los nuevos diputados del bloque PAN-PRD-PT-PC deben establecer un marco de necesidades prioritarias para cuando inicien sus funciones. Uno de esos planteamientos básicos, tendrá que ser el del nuevo marco jurídico que pretendan establecer no sólo para ellos, sino para el funcionamiento equilibrado del Poder Legislativo en el futuro. Es decir, con una auténtica visión democrática de largo plazo. Por practicidad, y por solidez política, ellos tendrán, necesariamente, que volver a legislar algunos aspectos —como el de la Junta de Coordinación Política— para darle legitimidad real al funcionamiento del Congreso del Estado.

Si no lo hacen así, ellos mismos pagarán las consecuencias. No es lejana la posibilidad de que el PRI, con su mayoría relativa, se asuma como un opositor irracional a cualquier decisión o propuesta del Gobernador del Estado. Si ello ocurre, y si las fuerzas de oposición no entienden bien la posición de unidad que habrían de mantener para hacer frente a una oposición irracional, lo que tendremos a la vista será un Poder Legislativo convertido en un ente ruidoso y agresivo, pero poco funcional y eficaz en la toma de decisiones, en el consenso, y en su productividad.

PENSAR EL FUTURO

Suponer que el de la Junta de Coordinación Política es un modelo infalible, es un error. La escasa productividad del Poder Legislativo Federal, en parte tiene su origen tanto en la inmadurez de los partidos políticos al momento de fungir como bloques de oposición, como en lo poco manejable que resulta ser, bajo las reglas actuales, la pluralidad de fuerzas. Los partidos políticos en Oaxaca deben hacer planteamientos más serios al respecto. El problema es que todos siguen esperando al momento de asumir sus funciones legislativas, para iniciar con una discusión razonada que, hoy, debería tener avances importantes.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

Ayuntamiento citadino: gran tiradero, en nombre del priismo

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+ Bustamante Underwood, tan responsable como Hernández Fraguas

Nadie duda que Miguel Ángel Bustamante Underwood sea un oaxaqueño responsable y preocupado por la ciudad; nadie, del mismo modo, podría poner en duda su interés por hacer una gestión municipal decorosa, ahora que tiene ese privilegio en las manos. Nadie duda de sus ganas de gobernar la ciudad. Sin embargo, hoy queda claro que la administración municipal es mucho más que una tarea que se realiza por encargo, y en la que, por los cuestionamientos, existen varios responsables más que quien ahora está dando la cara por ellos.

Bien dice la sabiduría popular que no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre. Y es que en el caso del desorden en que se encuentran tanto el Ayuntamiento como la capital oaxaqueña, es consecuencia no sólo de la falta de experiencia, determinación y capacidad de organización de quien hoy está al frente del Municipio de Oaxaca de Juárez. Lo es, fundamentalmente, de quienes se encargaron de hacerse ajenos a esos problemas cuando estuvieron en sus manos, de quienes vieron en la Presidencia Municipal una responsabilidad que, por ser menor, era fácilmente reemplazable, y de quienes definieron —formal y tácitamente— el nombre de en quién recaería la responsabilidad de concluir la actual administración.

En el Ayuntamiento citadino, esta ha sido una historia reiterada: en el trienio anterior, ocurrió exactamente lo mismo que ahora. Al acordarse la dimisión de Jesús Ángel Díaz Ortega del cargo de Presidente Municipal, el priismo trató de hacer pasar por válida la idea de que con ello se atendía el reclamo ciudadano, respecto a la ausencia de gobierno municipal durante el conflicto magisterial y popular de 2006.

El problema, en ese cambio, es que el reemplazo del Edil se hizo no respetando el mandato de la planilla de candidatos por la que votó la mayoría de los oaxaqueños, sino más bien “tirando líneas” desde los más altos círculos del poder, y atendiendo a los pactos internos del grupo gobernante —en los que se dio cabida a los intereses de la facción, se acordó el nombre del sustituto, y se estableció la agenda para cumplirse en lo que restaba de la administración—, pero sin tomar en cuenta si el elegido era la persona adecuada para ejercer esa función.

Evidentemente, Manuel de Esesarte Pesqueira —al igual que Bustamante— seguramente era un hombre bien intencionado, pero sin la preparación y el sustento suficiente como para conducir la demarcación. En los meses que a él le tocó encabezar el Ayuntamiento, éste, como ahora, también se convirtió en un caos: mientras los encargados de cumplir con la “agenda” hacían su trabajo (que consistía en temas altamente impopulares, pero de grandes beneficios económicos, como el de la instalación y validación de los parquímetros), el Presidente Municipal daba bandazos un día sí y el otro también, al demostrar un alto grado de desconocimiento de los asuntos y los problemas del Ayuntamiento, al no poder ejercer un liderazgo real entre los integrantes del Cabildo, y al servir esencialmente como justificador de los asuntos que le habían encargado, pero sobre los cuales no tenía capacidad alguna de decidir, e incluso ni siquiera de aplicar un criterio propio.

MUNICIPIO OLVIDADO

Sin embargo, el municipio de Oaxaca de Juárez está lleno de paradojas. Hoy, pareciera que ningún ciudadano recuerda que en alguna ocasión, Díaz Ortega gobernó la capital, y que fue quien lo recuperó para el priismo, luego de una casi una década en manos de los partidos de oposición; del mismo modo, a pesar de lo cuestionable que fue su gestión, hoy Manuel de Esesarte es un flamante diputado federal del PRI que se ha caracterizado fundamentalmente por haber aportado nada tanto a su partido, como al trabajo legislativo de la bancada tricolor.

Por otro lado, Beatriz Rodríguez Casasnovas, pudo haber cumplido con la misión de gobernar y servir a la capital como presidenta municipal, pero no se sabe si por soberbia o por suficiencia, cuando pudo no quiso hacerlo, y ahora que quiso le fue negado. Pocos lo recuerdan, pero ella fue la suplente en el cargo de Edil de Díaz Ortega; pero en diciembre de 2006, cuando se acordó su dimisión, ella repudió el cargo argumentando que cumplía tareas importantes en la Secretaría de Turismo. Si de lo que se trataba era de servir a los oaxaqueños —como lo aseguró durante su malograda campaña reciente—, parece inexplicable, entonces, por qué ahora sí pretendía ocupar un cargo que antes ya había rechazado.

Lo peor de este asunto, es que hoy de nuevo ocupa el cargo de Edil, alguien que ni se preparó, ni tenía los elementos, y probablemente ni siquiera tenía interés en serlo. Por si fuera poco, se repite la historia de quien deja botado el Ayuntamiento en busca de intereses fatuos, y al final termina vilipendiado y arrinconado, en cargos y posiciones políticas de menor importancia. En el primero de los casos, eso fue lo que ocurrió con Manuel de Esesarte y es lo que ocurre hoy con Bustamante; y en el segundo, es lo que ocurrió con Díaz Ortega, y ahora se está repitiendo con Hernández Fraguas.

El problema, en todo esto, es que es Oaxaca quien paga las consecuencias. Nadie se acuerda en ir a reclamar no al que enfrenta, sino a quien dejó pendientes los problemas de la capital. Es inaudito que un cargo de tanta relevancia como el de Presidente Municipal, sea minimizado —y casi ninguneado— al generar figuras de “encargado”, que no sirven más que para agudizar los problemas, y (literalmente) administrar una demarcación que, todos los días y en todos los casos, se debería gobernar.

Dejar a los “cuates” en el cargo que se deja, puede resultar muy conveniente. Así no habrá problema por cuestionamientos, por revisiones, o por obstrucciones en la limpieza de la casa. Lo malo es que con ello demuestran lo poco que les importa su responsabilidad y, ante los resultados electorales, las nulas ganas que tienen de hacer positivo, más allá de lo partidista, por la capital oaxaqueña.

DISPUTA ESTÉRIL

Materialmente, a José Antonio Hernández Fraguas “le soltaron a los perros”. La guerra de baja intensidad que hoy resiente, desde la misma trinchera priista, responde a que sus enemigos y detractores internos de siempre, ahora sí ya abandonaron la hipocresía. Lo peor, es que esos malquerientes no reparan, respecto a sus mercenarios, en que, como dice otro refrán, “cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde”. Aguas.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

PRI de Oaxaca: con la derrota pierde también su independencia como partido

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+ “Banqueo” no es sólo para 2012; Edomex definirá su futuro

Una de las razones fundamentales por las que, entre la clase política priista de Oaxaca, existe cierta confianza y resignación sobre el futuro, es porque consideran que la lejanía del poder durará sólo dos años. En efecto, es común escuchar entre los líderes y dirigentes del PRI que como en 2012 el tricolor, y el grupo político al que ellos pertenecen, asumirán el poder federal, todos volverán a colocarse en posiciones importantes. Esta, en realidad, es una visión confianzuda y soberbia que, de nuevo, en el futuro cercano los puede llevar a la frustración del fracaso.

Son al menos dos cuestiones las que la cúpula priista no ve, o no quiere ver, respecto a Oaxaca. La primera de ellas, tiene que ver con el hecho de que a partir de diciembre próximo, y seguramente para los próximos años, la dirigencia del PRI oaxaqueño se librará de la hegemonía avasallante del Gobernador en turno, pero que también perderá el margen total de independencia del que hoy goza, para tomar sus propias determinaciones.

La segunda de esas cuestiones, se encuentra en la total despreocupación que hoy existe respecto a la construcción de los liderazgos locales futuros. Lo acepten o no, después del 2012 Oaxaca tendría que seguir siendo para ellos un escenario importante en el que, como partido de oposición, necesitarían seguir construyendo a sus posibilidades de triunfo. Así, las victorias y las derrotas que ocurran para el priismo oaxaqueño después de aquel año, no dependerá más que de los personajes que, instalados en la despreocupación y creyendo que todo culminará en 2012, no alcanzan a establecer sus propias metas para el futuro.

Pero vayamos por partes. Es evidente, en primer término, que aún cuando los priistas aseguran que, con la derrota electoral, ganaron la libertad para establecer el rumbo de ese partido sin continuar anclados a jefes políticos avasallantes o verticalismos, lo cierto es que en los hechos parece ser todo lo contrario.

En este sentido, como contexto, es importante apuntar que después del año 2000, y hasta ahora, en entidades como Oaxaca, el Gobernador en turno —y Jefe de los priistas— gozaba de total independencia para decidir sobre el PRI en su entidad, sobre su proceso sucesorio, y sobre la postura  de su entidad frente a las decisiones nacionales de su partido, del gobierno federal, y de las demás fuerzas políticas. Eso fue lo que, desde entonces, permitió que fuera libremente el Mandatario priista, quien escogiera a su sucesor, lo impusiera como candidato, y lo proveyera de toda la maquinaria y los recursos económicos para afianzar su triunfo.

Al menos en Oaxaca, para el PRI, eso ya se acabó. ¿Por qué? Porque sin la ayuda y la inagotable provisión económica de un “gobierno amigo”, el tricolor se convierte prácticamente en una entelequia. Al menos en la entidad, es improbable que la dirigencia priista, los sectores y algunos puntos importantes de la estructura electoral queden desprotegidos económica y políticamente.

Ello no ocurrirá. Pero será otro gobierno, y otro Gobernador priista (en este caso, seguramente el del Estado de México, y el gobernador Enrique Peña Nieto), quien los provea de lo necesario para sostener sus operaciones. Y por tanto, será aquella entidad y aquel Mandatario, quienes asumirán —o más bien, comprarán— el liderazgo real y la potestad de tener derecho de preferencia en la toma de decisiones al interior de un priismo oaxaqueño, que por sí solo no será solidario ni autosuficiente, ni siquiera para pagar sus cuotas partidistas y sostener el gasto corriente de sus oficinas centrales.

PRI SIN LIDERAZGOS

Es común, reiteramos, escuchar a quienes integran la cúpula del PRI oaxaqueño, tener absoluta confianza en que su mala fortuna terminará en 2012, cuando el gobernador Peña se convierta en Presidente de la República. Para casi todos ellos, su garantía de trabajo, ingresos abundantes y posición política envidiable, se encuentra en la eficiente operación electoral que demostraron en Oaxaca en el proceso electoral reciente. No se dan cuenta, en primer término, que nada garantiza que Peña Nieto sea presidente dentro de dos años; y tampoco que aún cuando ello ocurra, el PRI deje de ser fuerza de oposición en la entidad.

El problema es, como siempre, su falta de autocrítica y su exceso de confianza. Si ellos confían plenamente en sostener sus 600 mil votos en Oaxaca para dentro de dos años, también deberían de tener garantizados los recursos económicos que, en abundancia, se necesitan para hacer trabajar una estructura electoral costosísima. Al menos de las arcas estatales ya no saldrá un solo peso para ello. Si en otras entidades les están garantizando esa manutención del voto local, entonces están vendiendo su fuerza electoral a precio de oro, a alguna entidad federativa que goza, igualmente, de recursos abundantes e inagotables.

La parte más crítica, sin embargo, no se encuentra en quién financiará el sostenimiento de su votación histórica en Oaxaca luego de que se conviertan en fuerza opositora; más bien, el aspecto más grave de todo esto, se encuentra en el hecho de que poco se vislumbra el hecho de que luego de los comicios de 2012 aún quedará Oaxaca, y los priistas necesitarán liderazgos, banderas y acciones reales, para continuar su lucha por recuperar los espacios de poder.

Todos se pelean hoy por lo que queda de la estructura priista en el estado, o por el control de la participación electoral que pudieran tener al interior del tricolor nacional en el 2012. Pero poco han reparado en que sus liderazgos futuros tendrán que construirse a partir de lo que les queda. Es decir, de un puñado de diputados federales que no han demostrado rumbo ni liderazgos, de un grupo de diputados locales electos que se pelea por la coordinación de su bancada pero sin mostrar algo de su proyecto opositor, y de algunos presidentes municipales en municipios de menor importancia. Sin estructura, sin propuesta y sin “voto duro” aplastante, ¿creen que de ellos saldrán sus próximos diputados, senadores y gobernador? Por favor.

IMNUNIDAD EN VENTA

Por cierto, en los círculos priistas se preguntan cuánto costará la firma en la solicitud de licencia al cargo, de la diputada federal Margarita Liborio Aráosla. Dicen que, en las condiciones del priismo, no será por disciplina, sino por conveniencia, que dejará su curul.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

Ambulantes y violencia: consecuencias de gobierno descuidado

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+ Municipio citadino: las expectativas, convertidas en un fiasco

La mañana de ayer, un grupo de vendedores ambulantes se enfrentó con elementos de la Policía Municipal de Oaxaca de Juárez, que trataba de desalojarlos del zócalo y la alameda citadinos, por no contar con las autorizaciones correspondientes para expender sus productos. En el intento, los llamados “chachacuales” opusieron resistencia, convirtiéndose el operativo en un enfrentamiento violento, que dejó como saldo algunos lesionados, dos decenas de detenidos, daños en varios comercios, y la constatación de la imagen violenta que tiene nuestra ciudad frente al turismo. Y para colmo, esto ocurría mientras se desarrollaba la primera presentación de la fiesta de la Guelaguetza.

Además de la violencia, los hechos de ayer preocupan porque dejan ver, en toda su magnitud, el descuido en que se encuentra el gobierno de la capital oaxaqueña. Los vendedores que fueron desalojados, pertenecen al grupo que se instala recurrentemente en esa zona gracias al cobijo de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca y la Sección 22 del SNTE. Esta, pues, no era la primera ocasión que estaban ahí, y tampoco son el único grupo de vendedores ambulantes que burla la ley, cuando quiere y como quiere, en Oaxaca de Juárez.

El argumento para el desalojo, en este caso, fue el de “la preservación del Estado de Derecho”. Bajo ese dicho, un grupo de elementos de la Policía Municipal inició el operativo, que no correspondía más que a una acción de fuerza poco articulada, y tardía, frente a un grupo de comerciantes ambulantes que de antemano se había pronunciado por la defensa violenta de sus espacios de comercio. Era, pues, un hecho previsible en prácticamente todas sus aristas. Y también era posible evitarlo. ¿Por qué?

Porque los vendedores ambulantes cobijados por las siglas de la Asamblea Popular no aparecieron como consecuencia de la generación espontánea, ni se instalaron con tal rapidez que fuera imposible detenerlos; porque el gobierno de Oaxaca de Juárez pudo haber tomado acciones no violentas para evitar su instalación; y porque la Policía Municipal ni siquiera fue capaz de contener la trifulca que ayer se desató en el zócalo citadino.

La reacción del gobierno municipal, una vez más, fue desatinada y tardía. Valerse de la fuerza pública para remediar un asunto que primeramente fue desatendido por las vías pacíficas, es tanto como querer imponer el orden, frente a la colectividad, a base de garrotazos. En más de una ocasión —todas menos importantes que el día cumbre de las fiestas de la Guelaguetza—, las fuerzas policiacas municipales y estatales han impedido pacíficamente la instalación de comercio ambulante en el primer cuadro de la capital, y se ha podido remediar esos intentos de transgresión del orden y la ley, a través de mecanismos menos estruendosos que el de la intervención policiaca.

El problema es que el gobierno municipal, que encabeza Miguel Ángel Bustamante Underwood, no sólo respondió incorrectamente a este problema, sino que además ha demostrado que su gobierno acumula fallos, y hace diferencias notables en el trato que da incluso a quienes transgreden la ley en prácticamente la misma forma que lo estaban haciendo, hasta ayer, los vendedores ambulantes en el zócalo citadino. Veamos si no.

DESGOBIERNO

Hace apenas unas semanas, otro grupo de vendedores ambulantes hizo algo parecido a los adheridos a la APPO que fueron desalojados ayer del Centro Histórico. En efecto, desde el 18 de junio pasado, el grupo de tianguistas que hasta hace unos meses se instalaba en el Paseo Juárez, y que luego fueron reubicados en una explanada al sur de la ciudad, volvió sin previo aviso, y sin autorización alguna, a instalarse cada viernes en el parque conocido como El Llano.

Ese grupo de ambulantes —que para efectos prácticos resultan cometer las mismas faltas que los de la APPO—, se instaló inesperadamente en el Paseo Juárez, argumentando que sus ventas habían disminuido drásticamente en el sitio donde habían sido reubicados, y volvían a su antiguo asiento, porque el gobierno municipal no había cumplido con las promesas a que se comprometió, cuando negociaron su retiro de esa plaza pública.

Todos eran argumentos poco serios. Ellos mismos, y la autoridad, reconocen que no necesariamente era el sitio lo que hacía exitoso dicho tianguis, que sus ventas no eran tan bajas como decían, y que no eran tan reales los incumplimientos que alegaban. De hecho, el sitio en que fueron reubicados, ofrecía mejores condiciones para sus clientes, y mayor espacio para la instalación de los puestos. Pero más que por necesidad o apremio, el regreso de los ambulantes al Parque Juárez fue una demostración de fuerza e impunidad a la que se prestó por completo la autoridad municipal.

Así, desde el 18 de junio pasado, no ha habido un solo viernes en que los ambulantes no se instalen en el parque El Llano. El gobierno de Oaxaca de Juárez ha ofrecido reiteradamente la voluntad al diálogo, han asegurado que tienen resuelto el retiro de los vendedores, e incluso han amagado con hacer valer sus determinaciones a través de la fuerza. Nada ha valido. Y es que, a diferencia de los desalojados ayer, los que instalan su tianguis cada viernes en el Parque Juárez, pertenecen a una organización identificada con el Partido Revolucionario Institucional, e incluso su dirigente (Israel Ramírez Bracamontes) fue parte de la planilla de candidatos a concejales citadinos por ese partido.

¿Por qué entonces, el gobierno de Oaxaca de Juárez sí aplica la ley a unos, y a otros no? No se trata de que apalee a todos, o de que a todos les permita violar la ley en la forma y plazos que les plazca, sino de que pudiera establecer un criterio uniforme para tratar a todos los que se dedican al comercio informal. La acción directa, es responsabilidad de Bustamante Underwood. Pero el fracaso rotundo del control al ambulantaje, es una más de las facturas que la ciudadanía citadina está cobrando al PRI, por los errores y las desatenciones del edil con licencia, José Antonio Hernández Fraguas.

AGRESIÓN REITERADA

De nada sirve que, como ayer, el comisionado de la Policía Estatal, Jorge Alberto Quezadas, ofrezca disculpas a los trabajadores de la información, ya que éstos fueron agredidos por sus elementos. ¿Qué es muy difícil distinguir a los fotórreporteros? ¿O es que el garrote y la sobada, son parte de la misma estrategia? Es pregunta.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

Lo previsible: Sección 22 toma natural distancia de Gabino

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+ Alianza, sólo marginal; año 2011 no será distinto al pasado

El discurso oficial previo a los comicios, y aún ahora, ha tenido un particular ingrediente de miedo: aseguran a quien quieren escucharlos, que con Gabino Cué Monteagudo habrían de figurar en cargos relevantes del gobierno estatal, personajes y grupos que participaron de hechos violentos, revueltas y radicales protestas, en contra de los gobiernos priistas. Uno de esos “villanos favoritos” es Flavio Sosa Villavicencio. Y otro, de primer orden, es la Sección 22 del SNTE.

En más de una ocasión, seguramente cualquier oaxaqueño ha escuchado cuestionamientos como estos: “¿Te imaginas a Azael Santiago Chepi como director del IEEPO? ¿O a Flavio Sosa como secretario de Gobierno, o jefe de la Policía?” Argumentos así, en realidad, sólo los esgrimen quienes buscan sembrar el miedo a partir de inducciones tendenciosas, o quienes, por ingenuidad, desconocen las posturas e intereses reales tanto del grupo que gobernará la entidad a partir del mes de diciembre, como de esos personajes y grupos que se aparecieron como sus aliados de coyuntura en el pasado proceso electoral.

Ocupémonos particularmente de la Sección 22. Desde hace 30 años, esta organización ha transitado desde la lucha estrictamente gremial, hasta asumirse como un grupo social y político, que busca transformaciones e intereses más profundos que los de sus solos integrantes. En función de ello, sus planteamientos están enfocados no sólo a participar de sus procesos y luchas internas por cuestiones laborales o económicas, sino también a ser un participante activo, y decisivo, en las decisiones y rumbo político de la entidad. De ahí parte la participación política y electoral que han tenido en Oaxaca en los últimos años.

Particularmente, en este proceso comicial se le trató de vincular tanto al priismo como a la oposición. En las semanas previas a la jornada electoral, se aseguraba que el magisterio mantendría sus acciones de protesta por lo menos hasta el día de los comicios, porque esa era su forma más activa de participar en el proceso democrático. No obstante, el argumento que más permeó entre la población, y que es también el más cercano a sus planteamientos, es el relativo a que apoyarían a las fuerzas de oposición, con tal de lograr la alternancia de partidos en el Gobierno del Estado.

Ese apoyo no declarado a la causa de Gabino Cué Monteagudo, seguramente sí ocurrió dentro del magisterio. Sin embargo, aún frente a esa posibilidad, es erróneo suponer que dicha alianza será duradera, y que a partir del año próximo el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca será totalmente entregado a la 22; o que, por el contrario, para 2011 ya no habrá marchas, plantones, paros o manifestaciones radicales por parte de los profesores democráticos. Quien supone eso, simplemente está equivocado.

Era previsible que la posible alianza entre el magisterio y la Coalición opositora fuera sólo coyuntural. Los unía el adversario común —en el caso de la 22 no sólo de la disidencia, sino de la mayoría de sus integrantes— que es el PRI y la actual administración estatal. Pero si el objetivo de los partidos es llegar al poder, el de un grupo como la 22, es luchar por sus intereses sin crear alianzas incondicionales, y sin importar que quien gobierne sea de ideologías o postulados cercanos a los suyos.

Así, una vez que asuma el cargo de gobernador, por naturaleza Gabino Cué buscará preservar el poder que le fue conferido; y la 22 volverá a sus prácticas naturales de disidencia, cuestionamiento, crítica y exigencia. Y como los democráticos tienen aún muchas demandas pendientes, poco a poco irán marcando su distancia, y los cuestionamientos que tengan hacia el nuevo gobierno.

POSTURA CRÍTICA

De acuerdo con la vieja usanza, era práctica común que al iniciar las negociaciones anuales entre el Gobierno del Estado y la dirigencia de la Sección 22 del SNTE, unos y otros establecían las peticiones que eran posibles de cumplir, pero que al mismo tiempo los representantes oficiales cooptaran, por medio de sumas millonarias de dinero o concesiones de impunidad, a los líderes sindicales. Con esto, respondían a algunas demandas magisteriales, y la misma dirigencia de la Sección 22 se encargaba de evitar que las movilizaciones y acciones de presión se radicalizaran.

Esa “tradición” hoy parece estar agotada. Aún ahora, es común saber que en cada negociación entre el gobierno estatal y la dirigencia de la Sección 22, existen sobornos y compra de conciencias. Sin embargo, la posibilidad de que esa cooptación cupular desactive el radicalismo magisterial, es mínima. La razón está en que hoy, los democráticos tienen sus verdaderos órganos de dirección en los grupos que controlan la Asamblea Estatal, y no en la dirigencia formal.

De este modo, Azael Santiago Chepi puede o no tener tratos con el gobierno estatal, o incluso servir a él. Sin embargo, más allá de sus posturas e intereses particulares, las brutales inercias internas de la 22 lo están llevando a fijar una postura crítica tanto hacia el gobierno actual, como respecto al de Cué Monteagudo.

En recientes declaraciones, Santiago Chepi ha dicho, por ejemplo, que “somos ajenos al tema de transición, al gubernamental, a las estructuras de gobierno, a los temas administrativo, económico, jurídico y de procuración de justicia. Y somos ajenos porque nuestro movimiento es autónomo, porque la Sección 22 ya cumplió, ya impulsó el voto. Ya la voluntad del pueblo está resguardada (…) Seguiremos manteniendo la misma relación que hemos mantenido desde nuestra conformación hace 30 años: de lucha, exigencia ante las injusticias, demandas y con la voluntad de construir los acuerdos para que atiendan nuestros rezagos que en varias materias, nuestro compromiso es que educación sea libre (…) Hay mucho por hacer y el movimiento magisterial seguirá con su lucha (…) nuestras jornadas son permanentes e independientes de lo político.”

¿Qué pensar frente a ello? Que para la 22, la alianza sí fue meramente coyuntural; y que por eso, nada garantiza que en 2011 no se repitan las historias de radicalismo, protestas y acciones de presión por parte de la Sección 22 al nuevo gobierno. Ya lo veremos.

ECONOMÍA UABJO

Aseguran que no por ser una escuela discreta, la de Economía en la UABJO está exenta de problemas y posibles actos de corrupción. Es, dicen, una pequeña cloaca que no podrá estar sellada para siempre. Pronto abundaremos.

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De 3 mil 300 mdp, no de 2 mil, déficit del IEEPO: Samael Hernández

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Adrián Ortiz Romero C.

Alejado del alarmante discurso político, el investigador sobre temas educativos, Samael Hernández hace una disección exacta del problema presupuestal que enfrenta el rubro educativo en Oaxaca. Asegura que aún cuando el déficit del IEEPO es mayor al que hasta ahora se ha manejado en la prensa oaxaqueña, la solución no necesariamente se encuentra en recortes salariales o despidos entre el magisterio, sino en que el gobierno federal tenga la voluntad política para reconocer las necesidades económicas reales del rubro educativo. Apunta que este problema creció por las negociaciones paralelas que desde hace dos décadas entabla la Sección 22 con los gobiernos estatal y federal, pero advierte que la nuestra, no es la única entidad que enfrenta este tipo de problemas. Regularizar el presupuesto educativo, dice, es la tarea principal de la nueva administración estatal.

-¿A cuánto asciende el déficit que enfrenta el Instituto Estatal de Educación Pública?

De acuerdo a nuestras estimaciones, y a la proyección de cierre que se hace del presupuesto por parte del IEEPO, el monto real asciende a 3 mil 337 millones, además de 300 millones de pesos de lo que se denomina “adeudo histórico del SAR”; lo que hacen un déficit estimado de unos 3600 millones de pesos, al finalizar el presente año.

-¿En qué año se registra por primera vez este déficit?

En el año de 1994, por una causa en particular. Desde mediados de los años ochentas, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público canceló toda posibilidad de abrir nuevas plazas de Personal de Apoyo a la Educación, en todo el sector educativo. Este tipo de plazas, son las que corresponden al personal administrativo y de apoyo a la labor docente, que labora en las instituciones educativas pero no frente a grupo. Año con año, la demanda educativa aumentó junto con el número de escuelas que se ponían en funcionamiento. Eso hacía necesario que junto con el personal docente, fuera necesario seguir contratando a nuevos trabajadores para que cubrieran las labores administrativas.

Hasta antes de 1994, el presupuesto educativo estatal, tenía la capacidad de cubrir las plazas de personal de apoyo, que se creaban por el IEEPO al margen de las disposiciones del gobierno federal, para satisfacer las necesidades del sector que, junto con la demanda educativa, continuaba creciendo. Así, este primer déficit que se registró en el año de 1994, durante la gestión del gobernador Diódoro Carrasco Altamirano, fue resultado de las disposiciones de austeridad decretadas años antes por el gobierno federal, que no atendían el crecimiento y las necesidades reales del rubro educativo en las entidades federativas.

-¿Y cómo fue entonces que dicho déficit fue aumentando hasta llegar a sus niveles actuales?

Este problema se fue incrementando, conforme la Sección 22 del SNTE comenzó a plantear demandas más elevadas al gobierno de Oaxaca. Esto fue parte de las pugnas que surgieron entre ellos. Y fue cuando comenzó la crisis presupuestal de la educación en la entidad. Una de las demandas más recurrentes del magisterio oaxaqueño, en los años siguientes a 1994, fue la de incrementar el número de plazas de apoyo a la educación para satisfacer las necesidades de personal en las escuelas. En menos de una década, ese déficit inicial de 300 millones de pesos, se incrementó hasta alcanzar los 800 millones.

-¿En todo este tiempo se han intentado soluciones?

Sí, claro. Por ejemplo, en el año de 1999 se firmó una nota técnica —que fue en su momento muy comentada en la prensa oaxaqueña— entre representantes de las Secretarías de Hacienda y Educación Pública, por parte del gobierno federal, y del Instituto Estatal de Educación Pública y la Secretaría de Finanzas, del gobierno de Oaxaca, en la que se acordó la realización de una revisión escrupulosa al número y situación de plazas docentes y de apoyo que existían en Oaxaca, para iniciar también un proceso de regularización del presupuesto que recibía la entidad para la educación. Lamentablemente, faltó voluntad política posterior para cumplir con esos objetivos.

-¿De dónde surge esta negociación anual que entablan la Sección 22 del SNTE y el gobierno de Oaxaca, cuando a nivel federal también el SNTE y la SEP hacen lo propio, y esa negociación tendría que ser la única?

Fíjate que no ha quedado claro legalmente, hasta ahora, qué implicaciones laborales tiene hecho de que el que el gobierno de Oaxaca aparezca como “patrón sustituto” del gobierno federal frente al magisterio. Esto significa que la Secretaría de Educación entrega los recursos para que sea el gobierno estatal quien pague a los profesores, pero también para que sea quien negocie con el sindicato magisterial.

Así, cuando esto ocurre, el gobierno estatal negocia en representación de la SEP, pero también la Sección 22 lo hace en nombre del titular de su gremio, que es el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE. Esto generó un problema interno en el magisterio, porque al haber una pugna entre la Sección 22 y el Comité Nacional del SNTE, no existió la posibilidad de acuerdo entre ambos grupos. De este modo, cuando el gobierno estatal alegó al magisterio oaxaqueño que los titulares de la relación laboral (es decir, la SEP y el SNTE) ya habían acordado, éstos obviamente no aceptaron, porque la Sección 22 no reconoce al CEN del SNTE.

Así, lo que la Sección 22 planteó es que se tenía que hacer una negociación independiente. ¿Por qué? Porque el magisterio oaxaqueño asumió que el nuevo patrón era el gobierno estatal, lo cual no es del todo cierto. Por eso, bajo esa presunción, presentaba un pliego petitorio adicional al que presentaba el SNTE al gobierno federal. Había así, dos pliegos petitorios. Pero eso ocurrió en todo el país, no sólo en nuestro estado. Y cabe decir que de eso, todos los gobernadores se quejan, pero todos terminan negociando.

-¿Y de dónde obtiene recursos el gobierno estatal para esas negociaciones extraordinarias con la 22?

El gobierno de Oaxaca mantenía comunicación con el federal. Éste fijaba un monto límite para que la administración estatal negociara con la Sección 22; los maestros oaxaqueños lo que siempre exigían era un incremento adicional a lo logrado en la negociación federal. Así, por política sindical, si el SNTE había logrado un incremento del 4 por ciento, ellos exigían a Oaxaca dos o tres puntos adicionales, como para demostrar que eran más eficaces que la dirigencia nacional, con quien tienen pugnas. Entonces, entre gobiernos se acordaba un margen posible para esta segunda negociación. Y el objetivo central de la Sección 22 era el incremento extra.

El problema es que aquí entra un problema legal. Porque existe un cuadro de prestaciones para los trabajadores de la educación, que es imposible de modificar tanto por el gobierno de Oaxaca, como por la Sección 22. Entonces se comenzó a negociar fuera de dicho marco. Es decir, fuera del salario y prestaciones que fija el gobierno federal. Por eso estos acuerdos son de otra naturaleza. Porque para eso se acuñó el concepto de los bonos de productividad, que no corresponden más que a los famosos “días adicionales”, que recibe el magisterio oaxaqueño independientemente del salario que fija el gobierno federal.

-¿En qué consisten esos bonos?

Bueno, en realidad se han armado varios “paquetes” de bonos. Uno fue el del día del maestro, y gradualmente se fue incrementando hasta llegar al monto actual, que son 15 días adicionales de salario; se estableció otro bono como complemento al aguinaldo, que también se fue incrementando paulatinamente hasta llegar a los 50 días que actualmente se les pagan entre diciembre y enero, independientemente del aguinaldo de 40 días que fija el gobierno federal. Así es como se forman los famosos 90 días de aguinaldo, que recibe actualmente el magisterio oaxaqueño. Esos 50 días son complementarios; pero formalmente no son parte de dicha prestación.

-¿Y económicamente, cómo se solventaron estos compromisos?

En un principio, anualmente se comunicaba a la Federación el monto de lo negociado, y éste entregaba los recursos extraordinarios, bajo el concepto de “apoyo a cierre de ejercicio”, para poder cumplir durante todo el año. Y repito, todos los estados de la República ocupan este mismo esquema. Así ocurrió hasta 1999. Pero al año siguiente, cuando llega el PAN a la Presidencia, este esquema se complica. Esto porque la nueva administración foxista se negaba a entregar dichos recursos bajo el concepto de “apoyo al cierre”. Y optaron por los “anticipos de calendario”, que es una aberración, porque eso sí crea un pasivo a la Federación, al ser una deuda no autorizada.

Así ocurre desde entonces. El problema es que el monto del déficit crece cada año, en la misma proporción en que aumentan los salarios y los compromisos de pago del gobierno estatal con el magisterio. Y por esa razón, el monto del famoso “adelanto de calendario” que cada año extiende el gobierno federal, va también en aumento.

-¿Y cómo solucionar de fondo este problema?

El déficit no sólo tiene que ver con los incrementos salariales que recibe el magisterio oaxaqueño —que sí están muy bien pagados—, sino con la voluntad política del gobierno federal para reconocer que las necesidades presupuestales son mayores a las que cada año se asignan a Oaxaca. Es decir, que si sumamos a los 12 mil 800 millones de pesos que la Federación contempla, los 3 mil 337 millones de déficit, el presupuesto total para la educación tendría que ser de unos 16 mil millones de pesos.

Por todo ello, se equivocan quienes sostienen, en la retórica política, que el déficit educativo en Oaxaca es de 2 mil millones de pesos, y que es necesario ir a pedir esos recursos a la Federación. El IEEPO siempre ha cumplido en tiempo y forma con sus deberes; no es necesario “conseguir” el dinero, porque éste siempre lo ha aportado el gobierno federal. El problema que deben atacar, es que esos recursos ya no sean transferidos como “apoyos a cierre” o como “anticipos a calendario”, y se revise y regularice el presupuesto del sector educativo. Esa es la tarea.

A Felipe Calderón, con su gabinete, se le cae el panorama

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+ Críticas a sus decisiones, signo de un país menos resignado

Casi a la mitad de la semana, el presidente Felipe Calderón Hinojosa decidió hacer tres ajustes a su equipo principal de trabajo. Removió a Fernando Gómez Mont de la Secretaría de Gobernación, a Patricia Flores Elizondo de la Oficina de la Presidencia, y a Gerardo Ruiz Mateos de la Secretaría de Economía. Haciendo uso de sus facultades constitucionales, recibió acaso una de las más severas andanadas de crítica. No sólo por sus decisiones, sino por lo achicado que, deja ver, está su gobierno; y por el costo que esto puede representar, en todos los sentidos, para un país tan desgastado por su política presidencial, como México.

En efecto, el 14 de julio hubo nuevos secretarios de Gobernación y Economía, y nuevo Jefe de la Oficina de la Presidencia. En el primero de los cargos, el presidente Calderón nombró a José Francisco Blake Mora; en Economía a Bruno Ferrari García de Alba, y en la Oficina de Presidencia, a Gerardo Ruiz Mateos. Los tres cambios, constituyeron ajustes no en la búsqueda de un mejor desempeño, sino como una suerte de control de daños ante las insuficiencias del mismo. En el caso particular del ex secretario Gómez Mont, éste había sido sometido a un proceso brutal de desgaste orquestado desde la misma presidencia, debido a las diferencias que sostenía con el Presidente de la República en el desempeño de sus funciones.

El mismo 14 de julio, un artículo del periódico Reforma cimbró al gobierno federal, motivó especulación respecto al origen, firmante y destinatario; y, por si fuera poco, provocó también una rara carta aclaratoria por parte de la coordinación de comunicación social de la Presidencia de la República. Dicho artículo estaba firmado por el mismísimo Claudio X. González Guajardo, presidente de Fundación Televisa y personaje de amplia ascendencia en el mundo empresarial del país.

En el texto, que puede ser consultado en el sitio web de Reforma, González hace un recuento del pasado político de Calderón, de su obsesión por alejar al PRI del poder político, y de su camino hacia la Presidencia. Pero una vez asumido en el cargo, sostiene lo siguiente:

“Inicia su Presidencia en medio de presiones inmensas y en un periodo relativamente breve, pierde a su hombre de mayor confianza, Juan Camilo Mouriño, y se desacelera la economía mundial de la que México es tan dependiente (a partir de mediados del 2008). Eso limita su accionar. Por otro lado, Felipe, siempre profundamente desconfiado (marca del opositor a ultranza) elige mal a su gabinete. Calderón es un árbol bajo cuya sombra no crece nada. Su decisión de combatir a la delincuencia organizada vinculada al narcotráfico, correcta y valiente, cerca la posibilidad de atender otros temas torales. Su mejor hombre, y el único con autonomía en el gabinete, Fernando Gómez Mont, presenta una iniciativa política de primera importancia. Otro allegado, Lozano, prepara una valiosa propuesta de reforma a nuestras anquilosadas leyes y prácticas laborales-sindicales. Pero ambas iniciativas son ‘boicoteadas’ por un Felipe Calderón que ante el panorama de las recientes elecciones en 14 estados y obsesionado por marginar al PRI del poder evacúa la Primera Magistratura para asumir las riendas de su verdadero amor: el PAN. No nos engañemos, César Nava no dirige nada -es el operador de Felipe Calderón.”

FCH: LÍDER PANISTA

Claudio X. González continúa asegurando, en otra parte de su texto que “dejar la Presidencia de la República y optar por la presidencia del PAN es muy costoso para México y los mexicanos. Pero es en el PAN donde Felipe Calderón manda y está a sus anchas. Lástima por el país que necesita profundas reformas en los ámbitos educativo, político, de seguridad, laboral, fiscal, energético y en tantos otros. Su obsesión por evitar que el PRI regrese al poder en el año 2012 ha llevado a Calderón incluso a pactar alianzas con el PRD y otras fuerzas políticas que desdibujan la propuesta y programa de gobierno de aquellos estados en donde la alianza resultó triunfante en las recientes elecciones. Pero lo más oprobioso, deja en el limbo las reformas que como Presidente de México debería encabezar.

Y concluye: “Ha terminado la etapa de Felipe Calderón como Presidente de México y comenzado la segunda etapa de Felipe Calderón como presidente del PAN. Lástima. De ahora en adelante, con la connivencia de Felipe Calderón habrá que esperar al año 2012 para ver avances en lo que a los mexicanos nos interesa: reformas que nos den mayor preparación, competitividad, equidad, justicia, movilidad social, desarrollo y seguridad. Quizá Felipe Calderón, presidente del PAN, se salga con la suya y evite que el PRI regrese al poder en el año 2012. Ese desenlace, incierto, podría parecerle positivo a muchos. ¿Pero qué va a ser de la administración pública durante los próximos 2 años? A México le urge moverse para adelante pues la inercia y mediocridad en la que estamos nadando de poco o nada nos sirve. ¿O me equivoco?”

Esto provocó, de entrada, que el columnista Miguel Ángel Granados Chapa asegurara que Televisa destronaba a Calderón. Esto por la relación que tiene el autor de dicho texto con el consorcio televisivo, y el claro mensaje institucional que se estaría enviando a través de él. A esto, González exigió a Granados que “no le quite la palabra”, y dijo que esto no era “destronar” a nadie, sino la exigencia de un ciudadano a su gobierno. Más raro aún, que la misma presidencia de la República enumerara, en una carta aclaratoria, los puntos en los que considera erróneos los planteamientos antes citados.

¿Qué revela eso? Que esta inconformidad, es apenas un ápice de la crítica ciudadana por los bajos perfiles y las malas decisiones que el presidente Calderón está incluyendo en su gobierno. Es cierto que está dentro de sus facultades constitucionales, la de remover a sus colaboradores. Pero el México de hoy, no es el del pasado que asumía a pie juntillas cualquier determinación por cuestionable que ésta fuera.

SIGNO POSITIVO

No necesariamente debemos transitar por la ruta de que el Congreso tome el control del Ejecutivo, ratificando a todos los Secretarios de Estado. No nos confundamos. Lo que es dignamente exigible es que el Presidente no haga, como ahora, las dependencias federales en el asiento de todos sus amigos, independientemente de la eficiencia de cada uno de ellos. La crítica no es por sus facultades, sino por lo poco conscientes que son sus decisiones.

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La crispación innecesaria, puede llevar los ánimos políticos al límite

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+ Confrontación entre Ulises y Gabino, ya parece innecesaria

Hoy en Oaxaca, parece innecesaria una confrontación abierta entre adversarios políticos, cuando la más importante de las batallas, la electoral, está prácticamente definida, y los riesgos de la violencia, asimismo conjurados. En efecto, una vez que pasó lo más álgido del proceso electoral para renovar la gubernatura del Estado, parecen estar resurgiendo y avivándose los ánimos de confrontación entre el gobernador Ulises Ruiz, y el mandatario electo, Gabino Cué Monteagudo. En ambos grupos, y en ambos personajes, debe caber la mesura y el entendimiento, porque si antes no lo fue, éste tampoco debe ser momento para la riña.

El proceso electoral actual, comenzó no sólo entre signos claros de inestabilidad entre las fuerzas políticas, sino que, sobre todo, éste arrancó amenazado por el fantasma de la inconformidad y la violencia. Desde el inicio, entre los grupos de oposición, se alinearon diversos factores que en otro momento encarnaron la violencia, y se hicieron de un discurso en el que aseguraban que en esta ocasión no permitirían “un nuevo robo” del triunfo que les pertenecería; y que, por tanto, habrían de defenderlo no sólo a través de las vías institucionales, sino también de la movilización social.

Por el lado del oficialismo, el fantasma de la violencia también parecía latente. No por sí, sino a través de otros grupos paralelos, en más de una ocasión se amagó con la siembra de la incertidumbre entre la población, a partir de métodos como la colocación de artefactos explosivos que eran hallados antes de detonar, o las amenazas de que si resurgían grupos como la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, se contrarrestarían sus acciones a través de los mismos métodos que ellos ocuparan.

Era también común escuchar entre los oficialistas, la versión de que ante una inminente derrota, buscarían “reventar” la elección. Es decir, provocar un conflicto violento que hiciera imposible la celebración de los comicios. En aquella lógica, esto daría más tiempo al priismo para replantear su estrategia y buscar conseguir un triunfo que no habría logrado en el primer intento.

Como esas, versiones corrieron en grandes cantidades en el escenario político local, antes y durante los meses de campañas proselitistas. En algunos momentos, ocurrieron confrontaciones violentas entre grupos de militantes de fuerzas políticas distintas, o en ámbitos paralelos al del proceso electoral formal. Finalmente, ninguno de los vaticinios achacados a la oposición y el oficialismo en Oaxaca se cumplió, y ocurrió una contienda electoral marcada por una civilidad que por momentos parecía hasta increíble.

El ánimo violento que se esperaba de ciertos grupos de oposición, nunca ocurrió. Del mismo modo, aquellos vaticinios que aseguraban que el priismo buscaría reventar la elección, también resultaron ser falsos. Incluso, el día de la jornada electoral hubo un clima predominante de calma, que permitió que los votantes tuvieran la confianza de acudir a las urnas.

Lo más increíble de todo, y para bien de Oaxaca, es que una vez conocido el resultado de los comicios, el candidato ganador, es decir, Gabino Cué Monteagudo, remarcó una actitud de prudencia frente a la tendencia que le era favorable; en esa misma lógica, fue ejemplar el modo en cómo Eviel Pérez Magaña demostró su vocación democrática y de civilidad, al reconocer, pocas horas después de los comicios, que sus posibilidades de triunfo eran inalcanzables.

Había, incluso para el día y la noche de la jornada electoral, temores por una posible explosión de la violencia, generada por una inconformidad en los resultados. Pero los mismos números conjuraron cualquier posibilidad de confrontación. Pero hoy, cuando todos los riesgos importantes de inestabilidad habrían sido superados con éxito, los grupos de poder parecen estar elevando, innecesariamente, su nivel de confrontación.

RIESGO INNECESARIO

Apenas unos días después de haber ocurrido la jornada electoral, el candidato ganador, Gabino Cué Monteagudo, comenzó a lanzar dardos, que quizá habrían sido innecesarios, a la administración estatal. En uno de sus mensajes, aseguró que su gobierno no se hará cargo de ninguna obra que no esté concluida y que presente irregularidades; en otra, aseguró que el gobierno estatal preparaba una basificación masiva de unos cinco mil trabajadores de confianza, para provocar un daño a las finanzas estatales futuras; la cuestión más compleja —más allá de los nombres de los integrantes y las tareas encomendadas a cada uno de ellos— tiene que ver con la conformación de su llamado “equipo de transición”, con el que pretendía comenzar con el proceso de entrega-recepción de la administración gubernamental estatal.

El problema, en este asunto, no está en la enumeración de errores, en la denuncia, o en los intentos por comenzar la “mudanza” entre administraciones. No. El problema está en que esos puntos han sido puestos con poca mesura en la escena local, y están sirviendo para generar confrontación en donde no debería existir. Veamos dos de los tres casos que mencionamos en líneas anteriores.

La denuncia sobre la basificación masiva de trabajadores de confianza, generó ya un foco de inestabilidad, que lo mismo puede ser genuino que inventado. Anteayer mismo, unos doscientos trabajadores de las Unidades Móviles para el Desarrollo, bloquearon los accesos al estado Benito Juárez, en demanda del otorgamiento de 200 bases, a través de las cuales ellos tuvieran estabilidad laboral.

Aseguramos que lo mismo es una protesta real, que algo orquestado desde el oficialismo, porque tal protesta resulta de un señalamiento vertido por quienes están tratando de tomar acciones sobre una administración que, les guste o no, aún no está en sus manos. Tal protesta, en esa lógica, podría ser una “constatación” al público de que la imprudencia genera una inestabilidad social, y protestas, que ya nadie desea.

TRANSICIÓN RETARDADA

En esa lógica, está también generando fricciones los llamados a iniciar el proceso de entrega-recepción. Independientemente de que cualquiera de las partes tenga o no razón, lo que parece claro es que cada una, por su lado, debe comenzar los preparativos para las tareas que les corresponde. Esa cuestión, no debe ser motivo para la trifulca. El gobierno saliente debe poner en orden la entrega; y el entrante, establecer las prioridades, el plan de desarrollo, sus políticas públicas y mucho, mucho, antes de la entrega-recepción.

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PRI: ¿porqué pese a votación histórica, perdieron comicios?

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+ Autoexamen de sus prácticas a ras de tierra, explicaría todo

En medio del desconcierto por la derrota, en el Partido Revolucionario Institucional ahora tratan de justificar sus buenos resultados, en una poco limpia operación de sus adversarios, y en un ejercicio electoral inusitado por parte de ciertos sectores de la ciudadanía. En efecto, contrario a lo que pudiera pensarse, al seno del tricolor niegan el rechazo ciudadano, el voto de castigo, e incluso el fracaso de su operación de ingeniería electoral. Impermeables a la autocrítica, e instalados aún en la soberbia, aseguran que todo fue consecuencia de factores externos y no de sus fallos.

De acuerdo con el resultado final de la jornada para elegir Gobernador, la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso (PAN, PRD, PT y Convergencia) obtuvo 733 mil 783 votos, mientras que la Coalición por la Transformación de Oaxaca (PRI-PVEM) captó una votación de 613 mil 651 votos. La diferencia entre uno y otro es insuperable. Nada menos que 120 mil 132 sufragios. Los opositores ganaron de modo irrebatible, a unos priistas que aún no alcanzan a comprender cabalmente la derrota.

A nivel de la ciudadanía, este resultado rápidamente encontró explicaciones. Un poco por sentido común, y otro por coincidir y secundar el discurso de los partidos de oposición, en muchos corrillos no políticos se dijo que todo eso era el resultado de lo convulsionado que habían sido los últimos años para Oaxaca; se dijo también que esto era también un cobro de facturas por los agravios inferidos a la población por el conflicto magisterial de 2006; por la impunidad, por la corrupción, por los excesos en que incurrieron ciertos personajes de la alta cúpula del tricolor; por las traiciones, y por la soberbia que predominó en no pocos de ellos.

Esto parecía lógico. En la reciente votación ocurrida en Oaxaca era evidente que había salido a votar mucho más electores de los previstos; que esa gran masa de potenciales votantes que nunca se reflejó ni en las encuestas ni en las previsiones de los partidos, fue la que inclinó la balanza a favor de los opositores; y que, seguramente, todos esos votantes emitieron su sufragio a favor de la coalición opositora.

Además, también se estableció en las trincheras no políticas, que al interior del tricolor habían costado caro las trifulcas internas, la forma tan dolorosa en cómo los priistas “parieron” a su candidato a Gobernador; la negativa sistemática de éste a desmarcarse tajantemente de sus antecesores; y el modo tan poco aseado y cercano a la gente en cómo, en procesos meramente cupulares, designaron a sus candidatos a diputados y ediles.

Así, en la lógica del ciudadano común, lo que quedaba claro es que fueron éstos quienes le cobraron las facturas al gobierno y al partido gobernante a través del voto de castigo, y no un fallo en la operación electoral del tricolor, lo que lo llevó a la derrota. Por eso, más allá de las estructuras formales de las fuerzas opositoras y del posible “acarreo” postelectoral, muchos espontáneos salieron a festejar el triunfo opositor desde la misma noche del 4 de julio.

SOBERBIA TRICOLOR

Sin embargo, en el tricolor no piensan así. Para ellos, aún en la derrota, el PRI de Oaxaca demostró la efectividad de su operación de ingeniería electoral; reiteró que tiene la capacidad de obtener los márgenes de votación que se proponen; e incluso se dicen satisfechos e integrados a las próximas tareas de su partido en otras entidades federativas en las que habrá comicios en 2011. Estos argumentos son parcialmente ciertos, aunque aún cargados fuertemente del tufo de soberbia y suficiencia que tanto daño les ha provocado a los priistas en los últimos años.

Así, por ejemplo, los tricolores de cúpula niegan tajantemente la posibilidad de que en Oaxaca haya ocurrido un voto ciudadano de castigo. Aseguran que eso es imposible, porque el voto de castigo ocurre, y se demuestra en los resultados, cuando una votación posterior, es menor a la anterior inmediata. Es decir, que para ellos, el voto de castigo hubiera ocurrido en el caso de que en la votación de 2010 hubieran obtenido menos votos que en la de 2004. Para fundar ese dicho, aseguran que mientras hace seis años obtuvieron 534 mil votos, en la presente llegaron a más de 610 mil sufragios.

Del mismo modo, aseguran que para ellos el resultado de los comicios no es un fracaso, porque su piso de votación era de alrededor de 460 mil votos. Es decir, que para sus cálculos, obtuvieron más de 150 mil votos de lo mínimo que esperaban obtener. Dicen que todos sus asesores les indicaban, a través de cálculos matemáticos, que con 600 mil votos sería suficiente para ganar la elección, y que eso fue lo que obtuvo la operación de su estructura territorial. No contaron con los votantes indecisos, que sólo resolvieron acudir a las casillas electorales, en el momento mismo de la jornada electoral.

Y por si fuera poco, aseguran ¡que la oposición los superó en las prácticas de ingeniería electoral! Aceptan en lo privado que, como siempre, ellos establecieron una estructura electoral que funciona con dinero, y que tiene como objeto la compra del voto; pero señalan que ahora los operadores de la Coalición opositora traían más dinero y más margen de maniobra que ellos, y que por esa razón incluso se pudieron agenciar —es decir, comprar— “casillas zapato” en las que el tricolor no obtuvo un solo voto.

Es posible que parcialmente tengan razón. Sin embargo, junto a esos argumentos tendrían que preguntarse por qué esos más de cien mil electores indecisos, que los hizo perder esta elección, prefirió a la Coalición que abanderó a Gabino Cué Monteagudo; por qué su candidato, Eviel Pérez Magaña, no logró generar un capital político propio para no dejar todo el trabajo a la estructura de su partido. Es grave que frente a las circunstancias, los priistas asuman posturas chovinistas que sólo los llevan al autoengaño, y a mantenerse en el error, por soberbia, voluntariamente. Algo por demás grave.

¿VANDALISMO TRICOLOR?

En varias zonas de la ciudad, han aparecido pintas exigiendo que “la burbuja” no tome el control del PRI. Esto pareciera una reedición de los peores tiempos del priismo juvenil, que estaba más cerca del porrismo y vandalismo, que de las propuestas. ¿Es coincidencia? ¿O será que el líder del FJR, Francisco Ángel Maldonado Martínez, está recurriendo a las prácticas sucias que hace poco criticaba?

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