Eviel, ¿pensaba que entre los aspirantes habría resistencias?

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+ No calcular lo puso en el sótano de las posibilidades electorales


Al margen del senador Eviel Pérez Magaña, todos los demás aspirantes a la candidatura a Gobernador por el PRI honraron el acuerdo de unidad firmado ante el Comité Ejecutivo Nacional, y reconocieron de inmediato a Alejandro Murat como abanderado. Como la política y los procesos electorales son, en buena medida, un asunto de aritmética, hoy es evidente que la falta de un cálculo frío y correcto por parte del tuxtepecano, hoy lo tiene en el sótano de las posibilidades políticas.

En efecto, hace una semana ocurrió el anuncio formal de que el CEN del PRI había decidido que Alejandro Murat Hinojosa debía ser el precandidato de unidad a la gubernatura de Oaxaca. En un gesto de institucionalidad, uno a uno de los demás aspirantes fueron reconociendo la palabra empeñada y avalando el acuerdo de unidad que habían firmado. El primero fue Alfonso Gómez Sandoval, seguido de Javier Villacaña Jiménez, Samuel Gurrión y Martín Vásquez Villanueva. La diputada federal Mariana Benítez Tiburcio tardó un día en hacer pública su postura. Y hasta ahora, el único que ha guardado silencio es el senador con licencia Eviel Pérez Magaña.

¿Por qué evitar asumir una postura? Evidentemente, la primera razón es por el enojo que le debió haber provocado no haber contado con la venia de la dirigencia nacional del PRI, a pesar de que reiteradamente el CEN había enviado señales de que todo se definiría según el criterio y la conveniencia presidencial. Junto a eso, pareciera que Pérez Magaña guardó silencio con la intención de enviar mensajes mediante terceros, de las intenciones que podría tener respecto al proceso electoral, una vez que no fue elegido como candidato.

Por eso no tardaron en circular las versiones —varias de ellas propagadas por sus cercanos— de que el Senador ya había tenido los primeros acercamientos con el equipo de precampaña del perredista José Antonio Estefan Garfias, y que había la posibilidad de que consolidaran un pacto para arrastrar el capital político de Pérez Magaña hacia la campaña de Estefan. Nunca hubo refrendo de la versión por parte de los sectores perredistas involucrados, pues de hecho parece que los aspirantes a la candidatura a Gobernador tienen otros problemas que atender, y que no son propiamente los de las alianzas con los sectores resentidos de otros partidos.

Ahora bien, lo que queda claro es que el cruce de esas señales no benefició a Pérez Magaña. En su idea de propalar versiones sobre la ruptura en las estructuras priistas, no calculó que no habría otro que lo respaldara y que tampoco podría demostrar, con certeza, de qué tamaño es el capital político con el que dice contar. Por eso, aunque aún no terminaba de registrarlo, su amenaza se desfondó en muy poco tiempo y ese arrebato terminó aislándolo de los demás aspirantes, que no sólo no se montaron en el tren de las inconformidades, sino que de inmediato manifestaron una intención de suma a la decisión que había tomado el Presidente.

Así, hoy Pérez Magaña quedó apartado de la contienda, en tanto no asuma una postura específica. No lo hace porque aún parece no tener claro cuál será su derrotero para los meses siguientes luego de sus ya conocidas decisiones arrebatadas, como la de solicitar licencia a su cargo de Senador desde el mes de diciembre pasado, cuando no había impedimento ni constitucional, legal o estatutario, que le impidiera participar en el proceso interno de su partido por ostentar un cargo legislativo como el que dejó en la cámara alta.

En aquel momento, a todos les quedó claro que la licencia de Pérez Magaña al Senado, había sido una respuesta inopinada al anuncio de Alejandro Murat de separarse de la dirección general del Infonavit. Aunque el equipo del tuxtepecano afirmó siempre que la licencia se la habían “sugerido” en la Secretaría de Gobernación para redoblar el proselitismo, lo cierto es que nunca hubo una explicación racional de por qué había decidido dejar su escaño.

¿UN “PEJECITO”?

Luego de la contienda presidencial de 2006, López Obrador fue incómodo para el PRD y por eso casi todos los años que mediaron entre ese momento, y el siguiente proceso electoral, se dedicó a hacer proselitismo bajo las siglas del Partido del Trabajo. Luego, cuando fue derrotado en las urnas por segunda ocasión —también había sido candidato presidencial perredista— decidió abandonar formalmente las filas del Sol Azteca para formar su nuevo partido: Morena. Esta historia, tiene un común denominador: la circunstancia de aislamiento en que se metía (o metían) a López Obrador.

Esto tiene que ver mucho con lo que hoy ocurre con Eviel Pérez Magaña, que quedó completamente aislado del panorama electoral: ayer mismo, en redes sociales montaron un bulo cargado de mensajes y significados políticos. Desde las primeras horas de la tarde comenzó a circular una imagen en la que aparecía Pérez Magaña abrazando a una mujer de la tercera edad, y en la imagen éste aparecía como candidato a Gobernador por el PUP y el PSD. Horas más tarde la versión fue desmentida. Pero el mensaje quedó ahí. ¿Cuál era?

Uno muy simple: que por sus decisiones erradas, ese es el tamaño actual de Eviel Pérez Magaña. Es decir, un candidato apartado, llevado al proceso electoral bajo las siglas de partidos sin mayores posibilidades de triunfo, y únicamente como una forma de participación testimonial, que en su caso específico tendría mucho más de testarudez, que de sentido político. Básicamente, un símil de la historia de López Obrador primero en el PT y ahora en Morena como un “líder” que no tiene posibilidades de ganar.

Al final, parece que las cosas están tomando su cauce aunque determinadas en gran medida por lo que ha venido ocurriendo. Tampoco es imposible ver pronto a Eviel haciendo campaña con Murat. La diferencia es que como no supo entender momento a momento la circunstancia que enfrentaba, hoy su margen de negociación, y su valor como activo político, es muchísimo menor que hace apenas una semana.

CARISMA

Con seguridad, los malquerientes de Alejandro Murat no calcularon algo que cada día es más visible: su potencial como figura política. En los actos políticos que ha encabezado ya como precandidato, ha desbordado a la gente y ha causado aglomeraciones que rebasan por mucho el tradicional acarreo. Ese es un aspecto adicional contra el que tendrán que luchar en campaña sus adversarios, y que quién sabe si puedan alcanzar luego de la lucha fratricida del perredismo.

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