+ Orillar a demás legisladores a renunciar, le falló
El pasado martes, el senador Gabino Cué Monteagudo solicitó licencia indefinida a su escaño, en la Cámara alta del Congreso de la Unión. La razón formal de su separación del Senado, fue la de dedicar, a partir de ahora, toda su atención en la construcción de su candidatura a gobernador de Oaxaca. Sin embargo, junto a esta causa se encuentra un evidente pago de facturas políticas, pero también un intento poco eficaz de ejercer presión y adelantar algunos procesos entre sus oponentes del PRI.
A diferencia de los cargos en los distintos ámbitos de la administración pública, la milicia y los ministerios religiosos, los legisladores no se encuentran impedidos constitucionalmente para postularse a un nuevo cargo mientras ejercen la función de diputado o senador. La razón lógica apunta a que, a diferencia de los funcionarios, militares o clérigos, un congresista no tiene acceso a recursos económicos, influencias administrativas o medios de enriquecimiento o coerción por la vía armada o los dogmas, que le pudieran proveer de ventajas inequitativas sobre sus demás oponentes en un proceso electoral.
Así, en ningún lugar del país resulta extraño que diputados y senadores, busquen libremente cargos en otros ámbitos mientras ejercen sus funciones. Del Congreso local pasan al federal; de éste a aquel; y sin ningún problema, de las Cámaras federales a los gobiernos estatales. Baste recordar que hace cinco años, Ulises Ruiz Ortiz contendió y ganó el gobierno de Oaxaca siendo senador en funciones, y sólo pidió licencia a su cargo en el momento en que se aprestaba a tomar protesta como Gobernador del Estado.
Si todo esto es así, ¿entonces qué buscaba el ahora ex senador Cué Monteagudo? Parece evidente que la decisión de separarse del Senado, sin duda, no sólo tiene que ver con la preparación de su inminente candidatura a Gobernador, sino que, sobre todo, es parte de ese proceso largamente anunciado por el que comenzará a tomar distancia del ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Deshacerse de su curul en el Senado, habrá de ser un primer momento en la desincorporación de la casaca lopezobradorista que Cué ha vestido los últimos tres años. Su alto cargo legislativo en la representación de Oaxaca, su pertenencia casi enigmática al partido y la fracción parlamentaria de Convergencia; y el aura de “líder moral” de la oposición que ha tenido en nuestra entidad, lo ligaron irremediablemente al ex Candidato Presidencial desde 2006; y esas mismas circunstancias, además de sus conveniencias, fueron las que lo llevaron a ser su principal aliado y proveedor durante las largas giras que el tabasqueño realizó por la entidad. Por eso, a nadie se le ligaba más a AMLO en Oaxaca, que al senador Cué.
Por eso, a partir del momento en que éste se separó de su cargo, también comenzó el proceso de deshacerse de esa cercanía otrora indisoluble con AMLO, que en diversos momentos le benefició, pero que ahora parece estarle entorpeciendo la consolidación de la coalición opositora.
Así, se quedarán con las ganas quienes esperan un rompimiento abrupto y violento entre Cué y AMLO. El desmarque habrá de ser disimulado y silencioso, pero lo suficientemente efectivo como para dar la muestra al PAN de estar cumpliendo cabalmente con la condición indispensable planteada, para ir en alianza con el PT, Convergencia y PRD, a los que el ahora Senador con licencia ya tiene en la bolsa.
EFECTOS COLATERALES
Sin embargo, esta decisión va más allá de lo relativo a López Obrador, o al tiempo que Cué necesita para terminar de construir su candidatura. En realidad, con la separación de su cargo cumplió un viejo trato con el editor chiapaneco, Ericel Gómez Nucamendi —su suplente en el cargo, que pronto tomará posesión del mismo—, que además le asegura el apoyo incondicional del diario Noticias. Incluso, la decisión trató también de generar cierto “ruido” entre los aspirantes a la gubernatura por el PRI. Veamos por qué.
En primer término, al separarse de su curul, Cué aseguró nuevamente el apoyo de Noticias, y el de una parte del llamado “Grupo Oaxaca”. Varios de esos personajes, encabezados por Gómez Nucamendi, fueron los mismos que hace cinco años fallidamente trataron de arrebatarle al priismo el gobierno de la entidad, y luego tuvieron un feroz enfrentamiento con el gobierno de Ulises Ruiz. Varios de los entonces integrantes de ese grupo, hoy están alejados, e incluso algunos cooptados por el ulisismo.
Sin embargo, para los efectos e intereses actuales, es evidente que de todos modos Cué y el grupo Noticias de Gómez, continúan teniendo una alianza que va más allá de los acuerdos económicos momentáneos con el oficialismo. Desde ayer, ese medio impreso hizo nuevamente patente sus compromisos, al desplazar toda la información importante y notas pagadas —que normalmente se encuentran en los sitios más importantes de su portada—, para dar amplios espacios en su primera plana, a las declaraciones y anuncios del Senador con licencia.
Al final, es previsible que pase lo que pase, dicha sociedad no se romperá, porque Gómez ya ansiaba el escaño; porque a Cué le es indispensable ser un candidato con apoyos mediáticos; y porque si el Editor rompe el trato, Gabino puede solicitar libremente su reincorporación al Senado.
Pero, ¿qué pasa con el PRI? Que, de inmediato, comenzaron las descalificaciones a los aspirantes a la gubernatura por el tricolor, que ocupan escaños en el Congreso federal. El cuestionamiento pretendió impactar a los diputados federales Jorge Franco Vargas y Eviel Pérez Magaña, y al senador Adolfo Toledo Infanzón para, de algún modo, orillarlos a solicitar licencia a sus respectivos cargos.
EFECTO CARAMBOLA
Cué buscaba meter al priismo en un brete: por ejemplo, si la acción era eficaz, y el cuestionamiento trascendía, el senador Toledo solicitaría licencia; el edil José Antonio Hernández Fraguas sería llamado a cumplir su suplencia; y esto descarrilaría un proceso interno que, en el PRI, está aún lejos de definirse. Sin embargo, el intento fue fallido por varias razones: los legisladores no están impedidos para contender por otros cargos en procesos comiciales; formalmente, el proceso interno del PRI ni siquiera ha iniciado; y nadie ahí parecería ser tan ingenuo como para tomar una decisión que, en el tricolor, no es prioritaria y mucho menos necesaria.