Home Blog Page 279

¿El gabinete está preparado para afrontar la próxima crisis magisterial?

planton

+ Conflicto educativo resalta en agenda de la gobernabilidad para Oaxaca


La Secretaría de Educación Pública, y el IEEPO, lograron encauzar una de las principales demandas de la Sección 22, pero ahora debe ser tarea del gobierno estatal conseguir que ese avance se consolide en la agenda de la gobernabilidad. Ello pasa no sólo por la capacidad de seguir dando respuesta a las demandas magisteriales, sino también de incidir en el rumbo que tome el movimiento permanente de la Sección 22 en Oaxaca.

En efecto, aunque se ha entendido poco la dimensión del acuerdo tomado el 2 de diciembre entre el gobernador Alejandro Murat e integrantes del Comité Ejecutivo de la Sección 22, este fue un paso muy trascendente en el cumplimiento de la agenda de demandas del magisterio ya no al gobierno de Oaxaca, sino a la SEP y de cara a la implementación de la reforma educativa. ¿Por qué?

Porque lo que hicieron tanto la SEP como el IEEPO y la Sección 22, fue avalar un acuerdo que tiene un costo anual superior a los mil 200 millones de pesos. Eso es lo que cuesta la regularización de las más de cuatro mil plazas docentes y administrativas que demandaba la Sección 22, y por eso este acuerdo era también muy importante para la dirigencia magisterial que aún encabeza Rubén Núñez Ginez. Es, de hecho, es más grande acuerdo que se ha alcanzado desde que se rompió el diálogo previo a los comicios federales de 2015, cuando Gobernación dio por concluidas las negociaciones de orden político con el magisterio oaxaqueño, y canalizó todas las demandas a la autoridad administrativa en la Secretaría de Educación Pública.

En este sentido, para la SEP y el IEEPO era muy importante avanzar en esta negociación, así tuviera que generar cuatro mil plazas más con cargo al presupuesto educativo federal, y permitir que éstas fueran un logro político de la Sección 22, y no del gobierno de Oaxaca. Esa importancia radicó siempre en el hecho de que asegurar esas plazas significaba, primero, desactivar la principal demanda magisterial de los últimos años; y, segundo, afianzar la realización de los procesos de evaluación, a los que quedarán supeditadas esas nuevas plazas ya regularizadas.

De hecho, si se revisa el pliego de demandas de la Sección 22 en el último año, la regularización de esas más de cuatro mil plazas era la que estaba a la cabeza, de entre todo lo que sí podía ser alcanzable. Es decir, que al margen de las demandas políticas (como la abrogación de la reforma educativa, la libertad de los presos políticos y algunas otras), la exigencia de la regularización de dichos trabajadores es para la 22 oxígeno puro en su necesidad de demostrar que sigue teniendo capacidad para avanzar en sus demandas sustantivas, como las salariales y de condiciones de trabajo de sus agremiados.

Para el IEEPO y la SEP, avanzar en esa negociación era también importante porque lo que han buscado es la implementación gradual de la reforma educativa, y el establecimiento de una relación más civilizada con las secciones integrantes de la Coordinadora. En esencia, eso es lo que explica por qué el acuerdo del 2 de diciembre fue tan trascendente, por qué lo llevó de inmediato la dirigencia a su Asamblea Estatal; y por qué, aunque la propuesta haya sido inicialmente rechazada por la Plenaria del magisterio oaxaqueño, de todos modos sí es un avance que ahora debe también impactar en la gobernabilidad de Oaxaca.

AVANCES GRADUALES

Una de las cuestiones que está en medio del juego de palabras que decidieron ocupar tanto la dirigencia magisterial, como los representantes del Gobierno del Estado y de la SEP para la firma de la minuta del 2 de diciembre, es que la regularización de esas plazas no está sujeta a la aprobación de la Asamblea Estatal de la Sección 22, y que ello tampoco pasa el condicionamiento de la evaluación docente tanto para los regularizados, como para los demás trabajadores de la educación que están en proceso de ser evaluados. Fue así, porque todos quisieron bordear los términos concretos justamente para que los vacíos dieran pie a la posibilidad de arreglos en el mediano plazo.

¿De qué hablamos? De que inicialmente, la Asamblea de la Sección 22 rechazó el contenido del acuerdo, y reiteró que eso no los condiciona a la aceptación de la evaluación. Sin embargo, lo que se espera en el mediano plazo es que haya una aceptación paulatina por la magnitud del acuerdo y la posibilidad de poder agenciarse políticamente el padrinazgo de esa conquista para cuatro mil nuevos trabajadores que recibirán una plaza de trabajo.

INTERROGANTES

En todo eso, el reto ahora será del gabinete estatal que deberá procesar la parte política para que ese costo económico se traduzca en una mejor gobernabilidad. Así, en el entendido que el IEEPO ahora depende de la autoridad federal, la interrogante recae sobre quién será el encargado, a nivel del gobierno estatal, de entablar interlocución política con la Sección 22.

Hasta ahora —y así lo hemos remarcado— no parece haber nadie con la ascendencia y la capacidad de interlocución que se necesita ante una situación como ésta. El propio Secretario General de Gobierno se nota ajeno a la problemática, porque este ya no es un tema de influenciar a facciones magisteriales sino de generar certidumbre política a partir de ese acuerdo. Ese es el reto en el corto y mediano plazo. Si no, terminará ocurriendo que, como en otras ocasiones, le habrían obsequiado a la 22, un costoso acuerdo a cambio de nada.

Por credibilidad, gobierno debe revelar, en breve, su situación financiera

0

15442229_1273845409377001_7430157028581924569_n

+ Dar certidumbre a ciudadanía y proveedores, su fortaleza a mediano plazo


Es revelador que un centro de estudios financieros como el CEEY (Centro de Estudios Espinosa Yglesias) esté lanzando voces de alerta sobre la dimensión desconocida de la deuda pública de las entidades federativas, entre las que se encuentra Oaxaca. Eso se inscribe en el problema que en la actualidad enfrenta el gobierno estatal no sólo frente a la interrogante de a cuánto asciende la deuda real de la entidad, sino de cómo le hará frente a esos compromisos financieros. Se trata, por un lado, de la necesidad de conocer el problema real que enfrenta la entidad; pero también de que el gobierno inicie generando credibilidad y certidumbre frente a la ciudadanía, para utilizar después eso como una herramienta y no como un lastre.

En efecto, en una nota publicada por TIEMPO el pasado 16 de diciembre, se daba cuenta de cómo el CEEY sostenía que durante el gobierno de Gabino Cué Monteagudo, la deuda pública de la entidad fue disfrazada a través de diversos mecanismos de planeación administrativa y financiera. “Se indicó [en el estudio del CEEY] que Oaxaca forma parte de cuando menos 10 estados que utilizaron a la firma transnacional Evercore para contratar un esquema financiero y jurídico para tener acceso a recursos sin contar con la autorización del Poder Legislativo. De acuerdo con la ASF, Oaxaca (…) se encuentra entre las tres entidades que tienen mayor diferencia entre la deuda pública reportada por la Secretaría de Hacienda, y la que dieron a conocer en la Cuenta Pública de 2015”, dice la nota.

¿Por qué puede ocurrir esto? Porque en México las leyes que regulan no sólo lo relacionado con la responsabilidad y disciplina de las finanzas públicas, sino también lo referente a la utilización de esquemas de planeación financiera, administrativa y jurídica, tienen amplios vacíos que permiten prácticas como la de disfrazar, esconder o hasta “renombrar” los pasivos para no parezcan deuda. Esto es un espejismo, pero es algo que ha sido permanentemente utilizado, en lo que constituye un evidente fraude a la ley.

¿De qué hablamos? De que, técnicamente, el fraude a la ley ocurre cuando se realiza un acto que es ilegal, pero se realiza amparándose en lo que establece otra norma que pudiera no ser aplicable al caso concreto. Esta, que es un figura del derecho internacional privado, sí podría servirnos de parámetro para ello: en este caso, los gobiernos estatales han utilizado esquemas que disfrazan la deuda a partir de vacíos legales, o de la utilización ventajosa de otras figuras jurídicas (como la de los fideicomisos privados, alimentados de fondos públicos), que por su naturaleza les permiten escapar a la vigilancia de las entidades de fiscalización.

NADA NUEVO

En otros momentos, aquí señalamos la forma en cómo se disfrazó —con el aval de la ley, que fue manipulada para permitir ese engaño— el endeudamiento para la construcción de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial, bajo la estratagema de que dichas inversiones no constituían deuda pública.

Por una disposición legal —señalamos en esta columna el 8 de noviembre—, los PPS contratados para Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial, no recibieron la denominación de deuda pública, pero sí son un compromiso de pago para las arcas estatales. Específicamente, el último párrafo del artículo 29 de la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria de Oaxaca, señala sobre los PPS que “los pagos que realicen las dependencias y entidades, como contraprestación por los servicios recibidos al amparo de un contrato para prestación de servicios a largo plazo, se registrarán como gasto de capital y no constituye deuda. Lo mismo ocurre —apuntamos también entonces— con la bursatilización de ingresos futuros, o la contratación de instrumentos derivados. En éste último caso, la Ley de Deuda Pública señala (artículo 14) que la contratación de instrumentos derivados no impactará en el cálculo de endeudamiento aprobado por el Congreso.

Y finalmente dijimos: “en ese universo de instrumentos financieros —hasta ahora no revelado en su totalidad por el gobierno estatal— se encuentra la respuesta sobre el endeudamiento real del Estado, independientemente de si los compromisos de pago tienen o no la calidad específica de deuda pública. Esa idea maniquea, palidece frente al hecho de que todo se paga de la misma bolsa —el atribulado erario estatal—, y de que hasta el momento no hay certeza de a cuánto ascienden en realidad esos compromisos de pago en Oaxaca, que podrían ser por 21 mil millones de pesos. O más”.

Esa incertidumbre sobre el monto real de la deuda, es la que debe atajar cuanto antes el gobierno si su objetivo es ganar credibilidad entre la ciudadanía, y entre sus propios proveedores en Oaxaca. Es decir, debe informar cuánto se debe realmente, y quién es el responsable, para que se le persiga y castigue.

APALANCAR EL FUTURO

Pero además, el gobierno ahora debe establecer parámetros concretos de cómo afrontará el problema de deudas que recibió de Gabino Cué. Considerar la posibilidad del “borrón y cuenta nueva” sobre los pasivos, no sólo demostrará la pequeñez de los funcionarios entrantes sino que además les cerrará las puertas en el mediano plazo. ¿Cómo afianzarán el cumplimiento de sus metas si de entrada quiebran a más de la mitad de sus proveedores, cuya supervivencia depende del reconocimiento —y pago— de los compromisos asumidos por el sector público? ¿Cómo generarán certidumbre en el mediano plazo frente al sector privado, si no comienzan demostrando que el Estado, no ellos, tiene capacidad de cumplir su palabra y sus compromisos? Esta es una cuestión no sólo de dinero, sino de construir certidumbre. Ahí está la parte fina de este enorme problema. Ojalá la estén viendo.

La agenda de medios en Oaxaca, incluye reconocerlos como empresas

0

reporteros

+ El gasto publicitario: discusión saludable y necesaria en la actualidad


Los medios de comunicación tienen un carácter dual, que por un lado los conmina a cumplir con la función —y la responsabilidad— social de informar, pero que en el otro extremo la propia ley les impone las mismas obligaciones que a cualquier persona jurídica, en sus relaciones tanto con el Estado como frente a terceros. En esa lógica es como debe entenderse la importancia y la relación que los medios de comunicación guardan con el público consumidor de información, así como con quienes se anuncian. Asumirlo es un imperativo esencial en el contexto de cambio de gobierno que se vive en la entidad.

En efecto, es larga —y sinuosa— la discusión sobre qué papel juegan los medios de una sociedad como la nuestra. El sentido social y deontológico —es decir, en el ámbito del deber ser— se ha establecido que los medios cumplen con la función social de informar, y también se ha remarcado que esa particularidad es la que los diferencia de cualquier otro tipo de empresa o de proveedor de servicios, que puede realizar operaciones con cualquier tercero —el Estado, u otros particulares— en un sentido meramente lucrativo, o de actividades profesionales o mercantiles.

Esa diferencia respecto a las demás personas de derecho —físicas o morales, tengan o no fines de lucro o especulación comercial—, se marca a partir de criterios éticos que deben guardar los medios: objetividad, independencia, responsabilidad, oportunidad informativa, etcétera. Una empresa cualquiera, realiza los fines para los que fue creada, pero casi siempre sin límites éticos, morales o sociales como sí los tienen generalmente los medios de comunicación.

Sin embargo, eso no significa que los medios no sean empresas. Las leyes mexicanas le imponen a cualquier empresa de medios, exactamente las mismas obligaciones que a cualquier otra persona de derecho. De hecho, la Constitución federal y las leyes secundarias establecen la libertad de expresión, pero no le dan ningún estatus particular a quien realice esos fines.

Así, quien tiene dinero —o bienes intangibles como talento, conceptos, o creaciones intelectuales, entre otros, que también son indispensables para un medio de comunicación—, y lo invierte en un medio de comunicación, se convierte en un empresario como el que vende sillas o el que ofrece servicios profesionales, como un médico o un abogado. Y lo mismo ocurre con los trabajadores de la información: para la ley son —somos— fuerza de trabajo, con las mismas obligaciones y derechos que cualquier otro asalariado.

De este modo, un empresario de medios tiene que pagar los mismos impuestos que cualquier otro; cumplir con las mismas obligaciones de seguridad social que cualquier otro patrón; garantizar condiciones de trabajo a sus trabajadores; y entablar relaciones comerciales con particulares y el Estado, para poder cumplir con su responsabilidad social de informar, pero también para cumplir con el fin de lucro de la empresa, y para poder hacer frente a sus deberes como creador de empleos, y como agente económico activo.

RECONOCIMIENTO, NECESARIO

Esto debe quedar perfectamente claro en el contexto que vive Oaxaca: todos los medios de comunicación, como empresas, son proveedores de servicios del gobierno estatal y de un sinfín de empresas que consumen los servicios publicitarios e informativos que éstos ofrecen.

Bajo la lógica de que los medios de comunicación son empresas igual que cualquier otra, el Gobierno del Estado debe asumir con claridad que éstas deben tener ese mismo reconocimiento como proveedores de servicios a la administración pública, aunque también bajo las mismas condicionantes deontológicas de quien trata, además de lo anterior, con empresas que cumplen con la función social de informar.

De esta manera deben ser asumidas las empresas de medios, y no bajo la engañosa idea —que tanto daño le ha hecho a los medios, y a la legitimidad informativa que todos buscamos día con día— de que por definición los medios militan o tienen preferencias políticas, e incluso que son órganos de difusión de grupos políticos. Hay quienes con sus hechos demuestran esa circunstancia. Sin embargo, la gran mayoría de las empresas de medios, se dedica a informar desde su propia perspectiva y consideración, apelando a la responsabilidad informativa y confrontando a sus propias creencias e ideas, que de forma permanente inciden en el trabajo informativo.

Al final, como medios de comunicación todos buscamos mantener una relación sana, equilibrada, respetuosa y digna con el gobierno. En eso se inscribe la discusión necesaria sobre la necesidad de que existan criterios de asignación para el gasto publicitario. Como todos sabemos, el monto que anualmente se destina en el Presupuesto de Egresos para compra de publicidad, sirve por un lado, para que el Estado cumpla con una de sus finalidades —que es la de dar a conocer la información de la que, por su naturaleza, la sociedad debe estar al tanto—; pero que, por el otro, las propias empresas de medios puedan subsistir, generar empleos, cumplir con sus obligaciones fiscales, laborales, salariales y demás; y además de ello, cumplir con la función social de informar.

LOS RETOS

En esa lógica, hoy el gobierno tiene el deber de reconocer a las empresas de medios como tales. Es decir, simplemente como empresas y como proveedores de servicios, ya que la ley no les impone ninguna salvedad o particularidad que haga suponer otra cosa. Además, debe asumir la relevancia que tiene, para ésta y cualquier sociedad, la pluralidad informativa. Debe reconocer que de los medios dependen cientos, quizá miles, de empleos y familias en Oaxaca, y que son un eslabón más de la cadena productiva y de empleos de la entidad.

Las bases magisteriales sólo responden a las demostraciones de miedo

0

+ Altibajos del movimiento magisterial están determinados por el terror


 

Parece exagerado decirlo, pero es claro que el movimiento magisterial de Oaxaca está determinado en gran medida por la percepción de fuerza, y de miedo, que las bases tienen de su dirigencia y del Estado. Eso es lo que ha determinado la capacidad de reposicionamiento que ha tenido en estos dos años la dirigencia de la Sección 22 del SNTE entre sus bases gremiales, aunque también esto ha ocurrido gracias a la incapacidad del gobierno —estatal y federal— de entender cómo actúan los trabajadores de la educación frente a circunstancias determinadas. Entender esto, resulta relevante hoy que en apariencia se genera una nueva relación entre la 22 y el gobierno de Alejandro Murat Hinojosa.

En efecto, para comprender mejor esta realidad hay que volver al momento previo a la requisa del IEEPO por parte del acuerdo entre el gobierno federal y el estatal. Hasta entonces, la estrategia del gobierno federal para tratar de dar cauce al problema magisterial, se había centrado en tratar de apaciguar a la Sección 22 y a la Coordinadora, ofreciéndole recursos y canonjías a cambio de que ésta acordara no movilizarse.

Esta estrategia de negociación, que había sido conducida por Luis Miranda Nava desde la Subsecretaría de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, tuvo saldos negativos al fracasar como medida para lograr que se llevaran a cabo los comicios federales intermedios de 2015, y lograr la desmovilización de las bases magisteriales a través de una amplia presencia de la Policía Federal y de la Gendarmería en Oaxaca.

Ese fracaso fue lo que le abrió paso a la expropiación del IEEPO a la Sección 22. Cuando el gobierno federal comprobó que a través de la demostración de fuerza había logrado que la 22 desistiera en su intento por boicotear los comicios federales, decidió dar un siguiente paso acordando con el entonces gobernador Gabino Cué Monteagudo, la desaparición del Instituto educativo bajo la predominancia de la Sección 22 en su integración, y la fundación de una nueva institución en la que la autoridad federal tomara el control de las áreas directivas, no sólo para comenzar el proceso de implementación de la reforma educativa, sino para generar una nueva política de administración de la educación.

Ello significó un golpe moral no sólo para la Sección 22, sino para todas las organizaciones que se movilizaban al amparo de la estrategia de “movilización-negociación-movilización” impuesta como costumbre en la presión social al gobierno, por el propio magisterial. Luego de la recuperación del IEEPO —ocurrida el martes 21 de julio de 2015—, hubo un periodo de más de dos meses en el que ninguna organización de lucha social en Oaxaca se movilizó. Lejos de lo que se pensaba, las bases magisteriales se mantuvieron apaciguadas —temerosas—, y fue hasta varios meses después cuando se reactivaron las tradicionales acciones de protesta, una vez que el Estado relajó la presencia policiaca y que decidió ir recuperando la normalidad perdida desde el día de los comicios federales.

PREDICAR CON  EL (MAL) EJEMPLO

Fue hasta enero del presente año que la Sección 22 logró reactivar sus movilizaciones. Todos los meses de 2015 posteriores a la refundación del IEEPO, las bases magisteriales se mantuvieron en calma básicamente por dos razones: en el primer estrato, la dirigencia, que se mantuvo en bajo perfil porque palpaba la posibilidad de una respuesta escasa de las bases, y para ganar tiempo; y en el segundo estrato, las bases magisteriales que esencialmente se mantuvieron en sus actividades cotidianas por miedo.

Durante ese tiempo, el gobierno insistió en la idea de difundir que los maestros ya no estarían sujetos al condicionamiento sindical sobre su trabajo. Pero falló al no lograr la eliminación de la influencia de los representantes de la Sección 22 entre los propios trabajadores. Por eso, la presión pasó de los temas salariales a prácticas como la de expulsar de sus centros de trabajo, o desconocerse, entre compañeros, por el hecho de estar o no de acuerdo con las nuevas prácticas administrativas. De nuevo, el miedo movió a muchos a seguir apoyando a sus sindicatos. Y ahora era el miedo a ser repudiados por sus mismos compañeros.

Así llegó Nochixtlán. El gobierno federal decidió ir por todo cuando decidió la aprehensión de los líderes magisteriales. Esta acción, que pretendió ser quirúrgica, olvidó la capacidad de movilización de las bases afines a la Sección 22, entre maestros y organizaciones radicales que históricamente han apoyado a la Coordinadora. Por eso, el gobierno federal se centró en la aprehensión de diversos líderes. Pero mientras lo hacía, esas bases radicales sitiaron Oaxaca para evitar la incursión policiaca, que finalmente intentó ocurrir el 19 de junio de forma desastrosa.

Paradójicamente, cuando eso ocurrió hubo un efecto contrario respecto al miedo. Nochixtlán le demostró a las bases que era posible reconquistar los espacios perdidos. Por eso, las bases magisteriales reaccionaron fuerte ante el enfrentamiento; por eso, lograron retomar el centro de la ciudad, mantener la toma a las oficinas del IEEPO, e incluso no iniciar el ciclo escolar. Era, pues, la constatación de que las bases ya no tenían miedo, que veían de nuevo fuerte a la dirigencia, y que por tanto había que apoyar.

NUEVA RELACIÓN

Es importante entender está lógica, de cara a los primeros acuerdos entre el gobierno y la 22. No se trata de sólo ver qué se les da y cómo lo reciben, sino en qué dimensión se establece la relación gobierno-sindicato. Y debiera ser motivo de alarma que en la Secretaría General de Gobierno —donde se supone que se conduce la política interna del Estado— no haya un solo funcionario de primer nivel que conozca, incida o tenga cierta ascendencia respecto a este, que es el principal problema político de la entidad.

En Oaxaca, la percepción de la justicia no se toma en serio

Juicios

+ TSJE y FJE deben asumir socialización del sistema de justica


Oaxaca, y el país, enfrentan hoy el problema de la bajísima comprensión social de las implicaciones del nuevo sistema de justicia penal. En nuestra entidad, la responsabilidad de la implementación y socialización de los llamados juicios orales, recae básicamente en el Poder Judicial del Estado, y en la Fiscalía General. Pero sus efectos se extienden al Ejecutivo, que resulta ser el cuestionado por lo que ocurre con los delincuentes y la seguridad pública bajo este nuevo esquema. ¿Están preparados, todos, para los retos que impone esta nueva época de la justicia?

En efecto, en junio de este año entró en vigor en todo el país el nuevo sistema de justicia penal. Éste tiene como una de sus bases, la ponderación del conjunto de derechos fundamentales, sustantivos y procesales, que engloban el llamado ‘debido proceso’; y, junto a ello, establece un nuevo esquema bajo el cual la mayoría de los delitos pueden ser susceptibles de reparación a través de métodos distintos al de la prisión, y que sólo los delitos considerados como graves —básicamente el homicidio, violación, delincuencia organizada, secuestro— ameritan prisión preventiva.

Este cambio de modelo constituye un verdadero reto no sólo para Oaxaca, sino para el país. En México prevaleció un modelo inquisitivo en el que la prisión preventiva era posible frente a la comisión de prácticamente cualquier ilícito, tuviere o no el carácter de delito grave. Con el tiempo, el catálogo de delitos graves se fue ensanchando hasta establecer una amplísima gama de delitos que por definición ameritaban pena corporal preventiva. Por eso la sociedad en general asume como un silogismo válido que frente a la comisión de un delito debe haber prisión, y que si no es así entonces hay impunidad porque no hay justicia.

¿Qué establece el nuevo modelo? Que sólo los delitos más graves deben llegar a juicio. Que en la mayoría de las conductas ilícitas se debe buscar la reparación por encima de la sanción. Y que ello debe ir depurando la masificación actual del sistema de justicia, que en muchos casos se pone en marcha por delitos o situaciones que podrían resolverse a través de mecanismos no judiciales. En el centro de todo, está la necesidad de establecer, en la conciencia de las personas, la idea de que no sólo hay justicia cuando hay prisión.

Ese es un imperativo que va más allá de las poses políticas. El nuevo sistema de justicia impone retos para los que en Oaxaca no sabemos si nuestros servidores públicos están preparados. En el caso del Poder Judicial, ha quedado claro que tiene importantes deficiencias en la implementación, que comenzó incluso antes de que el nuevo sistema de justicia penal se estableciera en la Constitución federal (2008), y terminó en una escandalosa premura que dejó en la apariencia —y en las interrogantes— el cumplimiento del mandato constitucional federal, en el sentido de que los juicios orales debían operar ya en todo el territorio a partir de junio del presente año.

¿Qué perspectiva hay de ese nuevo sistema de justicia para los años por venir?

INTERROGANTES

Frente a esto hay que entender algunas cuestiones: primero, que el gobernador Alejandro Murat inició su gestión bajo una perspectiva en la que no tiene bajo su tutela —legal o política— la designación de los titulares de los dos órganos encargados de la implementación del sistema de justicia: el Tribunal Superior de Justicia, y la Fiscalía General del Estado. El primero de ellos, Alfredo Lagunas, estará al frente del Tribunal hasta enero de 2019, y Héctor Joaquín Carrillo Ruiz fue electo por un periodo que fenece en agosto de ese mismo año.

Segundo, que ni la Fiscalía ni el Tribunal deben ser hoy vistos como parte de las designaciones políticas del gobernador en turno, y que eso mismo haría necesario revisar no sólo el desempeño de los dos funcionarios antes mencionados, sino su propia legitimidad como tales. De Carrillo se sabe que es un funcionario ministerial de carrera; pero Lagunas Rivera llegó por el evidente favor político de Gabino Cué al llamado Grupo Oaxaca, del que es integrante el tío de Lagunas, Ericel Gómez Nucamendi, y no por sus méritos como juzgador de alzada o por la capacidad demostrada en las tareas a su cargo.

Tercero, que hoy en día el Poder Judicial estatal ya no es instrumento político, pero sí es un elemento de gobernabilidad, justamente porque de éste depende en gran medida la percepción de justicia que tiene la ciudadanía. En este sentido, el Poder Judicial ha fallado gravemente al asumir su función en un sentido reduccionista y elitista, en el que se ha dedicado únicamente a difundir los alcances del nuevo sistema de justicia en círculos jurídicos y especializados, pero se ha olvidado por completo que el imperativo de la justicia alcanza a todos los estratos de la población.

INEFICIENTES

Frente a eso, habría que preguntarse qué perspectiva tienen tanto el nuevo gobierno, como los funcionarios designados, sobre esas tareas. Pues queda claro que tanto la Fiscalía como el Poder Judicial tienen enfrente una enorme labor frente a la sociedad oaxaqueña, que no sólo no han realizado sino que incluso han desdeñado. En el fondo no se trata de los cargos como premio, castigo o favor político, sino con la eficiencia en el desempeño de los mismos. Y queda claro que tanto en el caso de Lagunas, como de Carrillo, su aporte a la gobernabilidad a través de la implementación del nuevo sistema de justicia, está lejos de ubicarse en los márgenes de lo deseable.

La UABJO sigue siendo una bomba a punto de estallar

fuego

+ Totalitarismo de los Martínez alimenta la incertidumbre


Nadie debe fiarse de la aparente calma que prevalece en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. El conflicto de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales sigue sin hallar visos de solución, mientras el rector Eduardo Bautista Martínez se mantiene instalado en la peregrina idea de que la inconformidad de dicha facultad se reduce a veinte personas. El gobierno estatal debe asumir este problema con oportunidad y responsabilidad, pues queda claro que el haber dejado este lío al garete no ha hecho sino alimentar el endurecimiento de posiciones de la familia Martínez Helmes y su —no es exagerado afirmarlo— Rector Fachada.

En efecto, es importante considerar los dos momentos más importantes del año para la UABJO, y lo determinantes que éstos fueron para su gobernabilidad interna y para convertirse —tampoco exageramos— en una amenaza a la política interior para el Gobierno del Estado.

El primero fue la elección de Bautista Martínez como rector de la Máxima Casa de Estudios, en el mes de mayo pasado; y la segunda, la elección del Director de la Facultad de Derecho, que es la más escuela numerosa y la más influyente en la vida interior de la Universidad. El rasgo común de esos dos momentos se resume en el fraude electoral, y en el respaldo del gobierno estatal —aún en la administración de Gabino Cué— para respaldar a la familia Martínez Helmes en la preservación de su cacicazgo.

De hecho, en mayo pasado (Al Margen 16.05.2016) en este espacio nos preguntábamos si la Universidad, y el propio Eduardo Bautista, estaban preparados para la época de un “rector fachada”. Apuntamos entonces: “Eduardo Bautista será un rector fachada. Sí, fachada de los Martínez y sus intereses. A ellos ya no les interesa algún valor académico sino el control de la Universidad. Ellos llegaron al clímax de su poder presencial con el rectorado de Eduardo Martínez Helmes, y ahora van por la manipulación. Bautista les servirá como fachada para el ensanchamiento de sus intereses y sobre todo para la permanencia al costo que sea”.

Esto se ha cumplido cabalmente, y la mejor muestra de ello es el conflicto en la Facultad de Derecho que, como también previmos en este espacio, sería manejado por la Rectoría con la indolencia propia de quien pretende encubrir a su grupo político y llegar hasta la ignominia con tal de no perder las posiciones políticas que ya ostenta. De hecho, desde que ocurrió el enfrentamiento por el control del Edificio Central Universitario, derivado de la fraudulenta elección de Miguel Ángel Vásquez como Director, era también previsible que la Rectoría no sólo no tomaría cartas en el asunto, que tampoco presentaría denuncias penales en contra de los responsables, que sí encubriría a los artífices materiales e intelectuales de esos hechos, porque eran ellos mismos, y que se resistiría totalmente a tratar de generar un arreglo con los grupos inconformes.

CERRAZÓN

“Esa es la lógica de quienes ordenaron incendiar la puerta lateral del Edificio Central de la UABJO —escribimos en este espacio el 22 de noviembre pasado—: preferir que ardiera el pórtico, y el prestigio universitario, con tal de mantener el control político y aislar a los adversarios. Lo lograron, aunque parcial y momentáneamente. Fue así porque, en efecto, lograron despojar a los universitarios inconformes con las maniobras para mantener el control de la Dirección de la Facultad de Derecho, del espacio físico que ocupaban, y para dejarlos sin la posibilidad de contar con una sede para su pretendida Facultad alterna de Derecho”.

Y luego dijimos lo que, para mal de la gobernabilidad del Estado, en estas semanas se ha cumplido al pie de la letra: “Dentro de la Universidad, tratarán —y, de hecho, ya comenzaron— de amedrentar a sus opositores. Buscarán también generar más divisiones. El problema es que sectores sindicales tradicionalmente confrontados, están hallando coincidencias en contra de la administración universitaria —y la llamada “familia real”—, que cada vez tiene más problemas para mantener el control universitario. Por eso, cada vez actúa con mayor irracionalidad y violencia. De no haber una intervención política al más alto nivel, dentro de poco tiempo tratarán de hacer con toda la Universidad, lo mismo que con el Edificio Central: quemarlo, antes que permitirle un solo espacio a quienes no comulgan con ellos”.

La prueba de todo eso es palpable a simple vista. La Universidad, en estas semanas, no sólo no ha hecho nada para ayudarle a la autoridad ministerial para que se deslinden responsabilidades sobre la quema de la puerta lateral del Edificio Central, y se persiga a los responsables, sino que se ha dedicado a encubrirlos. Al mismo tiempo, el rector Bautista ha intentado reducir el problema a la supuesta inconformidad de un puñado de personas, con quienes se ha negado por completo a dialogar, y a quienes ha perseguido en un afán de disolver la pugna sin entender la magnitud de un problema que ha involucrado a buena parte de los universitarios.

PROBLEMA DE GOBERNABILIDAD

Ante todo esto, es una incógnita la posición que ya debiera haber tomado la Secretaría General de Gobierno para evitar que este problema se desborde cualquier día de estos. En la UABJO hay múltiples barriles de pólvora política, únicamente esperando el chispazo para explotar. Todo eso se alimenta gracias a que el Rector Fachada de los Martínez Helmes no ha entendido que es él quien está parado sobre esa bomba política a punto de estallar, y que él será el primer damnificado. Nadie en Oaxaca quiere violencia. Pero el totalitarismo de los Martínez, y la indolencia de la Segego frente al problema, no hacen sino alimentar una perspectiva nada alentadora para ese conflicto.

Diputados: muestra de insensibilidad frente a las demandas sociales

0

lxiiilegis

+ Poderes legislativos asumen su legitimidad pero deshonran mandato


Es ya lugar común en Oaxaca, afirmar cuando termina el respectivo periodo de la Legislatura local que fue “el peor en la historia”. Lo es, porque parece que cada trienio los legisladores locales se esfuerzan aún más en alejarse de las demandas de la ciudadanía, y de la expectativa que generan no sólo los legisladores en particular sino como representantes de la clase política que gobierna. El de nuestra entidad es un ejemplo, aunque en realidad la insensibilidad inunda por igual a los poderes legislativos seguramente de todas las entidades federativas, y también el federal.

En efecto, la LXII Legislatura local en Oaxaca fue particularmente criticada por varias cuestiones muy puntuales: primera, porque fue la Legislatura más cara de la historia, al ejercer un presupuesto trianual de alrededor de mil 800 millones de pesos; segunda, porque fue una de las Legislaturas más improductivas, al no tener en sus haberes ninguna reforma o ley relevante; tercera, porque fue una de las Legislaturas más reprobadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de Acciones de Inconstitucional que expulsaron del orden jurídico diversas normas emitidas por el órgano legislativo local; cuarta, porque además fue una de las Legislaturas con menor capacidad de lograr acuerdos; y quinta —entre muchas otras—, por la incapacidad de los grupos políticos para conducirse en un marco mínimo de corrección social y política, y por hacer del enfrentamiento y la intriga, su único rasgo distintivo.

Aunque ya es a toro pasado, debiéramos preguntarnos por qué ocurre esto, a partir de la idea de que la LXIII Legislatura corre exactamente el mismo riesgo de inoperancia, de desapego y de indolencia por las demandas ciudadanas, para privilegiar únicamente los intereses de los grupos que la componen. Y la respuesta a la pregunta de por qué la LXII Legislatura fue ejemplo de reprobable, podría embonarle perfectamente a la diputación actual, que de no demostrar cambios significativos en su compromiso con los oaxaqueños, no estaría sino repitiendo las prácticas que tanto ha reprobado la ciudadanía. ¿De qué hablamos?

De que quienes integraron —y comandaron— la LXII Legislatura asumieron que la legitimidad con la que fueron electos como diputados, era el soporte que les permitiría hacer lo que quisieran sin ninguna posibilidad de reprobación por parte de la ciudadanía. Eso era parcialmente cierto: hasta la Legislatura anterior, no había posibilidad de reelección, y por ende los legisladores estaban a salvo de cualquier forma de evaluación “coactiva” por parte de la ciudadanía.

Por eso, los coordinadores parlamentarios y sus seguidores —no todos los diputados— hicieron lo que quisieron, incluyendo todo tipo de decisiones impopulares, contrarias a las demandas de la ciudadanía, e incluso a costa de la ya de por sí pobre credibilidad y legitimidad del órgano legislativo. Lo hicieron, en resumen, porque no había forma de que la ciudadanía los hiciera pagar alguna consecuencia por sus actos.

Hoy, la LXIII Legislatura sí tiene el incentivo de la reelección inmediata de sus integrantes actuales, aunque parece que los legisladores apenas están despertando del letargo del cambio de gobierno y de la euforia por haber asumido sus curules. ¿Qué tendría que quedar? Un cambio sustantivo en su desempeño, para demostrarle —por primera vez— a la ciudadanía que están dispuestos a actuar en la forma que se espera de ellos, y no como si tuvieran un cheque en blanco que pueden dilapidar, a discreción, y sin ninguna consecuencia.

REFLEJO FEDERAL

Esa indolencia por la opinión que tiene la ciudadanía de los legisladores, no es privativa de Oaxaca. En los últimos meses, el Congreso federal ha dado también muestras de padecer el mismo problema, de no tomarle importancia a lo que la ciudadanía demanda y priorizar sus agendas partidistas. Hay al menos tres ejemplos:

Primero, la ciudadanía sabe que el problema de la corrupción es el más importante que enfrenta el país, y según diversos sondeos lo ubica al nivel de los problemas de inseguridad y violencia que se viven en el país. Para la gente, el combate a la corrupción es tan apremiante como el combate al crimen. ¿Pero qué hizo el Congreso federal? Que lejos de priorizar la necesidad del establecimiento del Sistema Nacional Anticorrupción, que pasa por el nombramiento del Fiscal de la materia, decidió posponer el abordaje del asunto y llevarlo cuando menos al mes de febrero del próximo año. Es decir, lo que para la ciudadanía es apremiante, para ellos no, y por eso puede esperar el tiempo que sea necesario.

Segundo, desde hace varias semanas, las fuerzas armadas han enviado señales alarmantes de inconformidad no por la realización de labores de seguridad pública, sino porque ellos no cuentan con un marco jurídico que respalde esa actividad. Han demandado al Congreso la emisión de una Ley de Seguridad Interior, que les brinde el marco de actuación para no terminar en la disyuntiva de cumplir órdenes y enfrentar a la justicia civil; o desobedecerlas y enfrentar a la justicia militar. Aún con eso —y con la sombra del golpe de Estado que, aunque lejana, está siempre latente entre las fuerzas armadas—, el Congreso no asume la urgencia de responder a esa demanda.

BONO SECRETO

Tercero: se “descubrió” que los diputados federales reciben un “bono secreto” de fin de año. ¿Qué hicieron? Unos dijeron que lo donarían; otros que lo devolverían; y algunos más prefirieron no hacer comentarios. Lo cierto es que más allá del monto, eso es exactamente lo que el país no necesitan. Todos lo entendemos, menos los legisladores que con sus actos contradicen por completo su idea de que son “representantes populares”.

Se exhiben diputados por no conocer los procedimientos parlamentarios

0

whatsapp-image-2016-12-10-at-08-53-05

+ Morenistas ignoran por completo la lógica del funcionamiento del Pleno


En la sesión ordinaria del miércoles pasado, un grupo de diputados de la fracción de Movimiento de Regeneración Nacional elevó una protesta como una especie de ‘resaca’, por no haber sido convocados a la sesión de toma de protesta del 1 de diciembre. El reproche político es entendible. Sin embargo, nadie les dijo a los diputados morenistas que la base de sus planteamientos era equivocada. Y que lejos de generar alguna inquietud con su protesta, sólo exhibieron su irresponsabilidad e ignorancia de los principios que rigen el funcionamiento de cualquier órgano legislativo, incluido el oaxaqueño.

En efecto, en la sesión del miércoles, seis de los ocho diputados locales de la fracción de Morena subieron a la sección que ocupa la mesa directiva en el salón de plenos del edificio legislativo de Jalpan, para protestar por el hecho de no haber sido convocados a la sesión del 1 de diciembre. Antes, esos mismos diputados habían tratado de impedir la aprobación del contenido del acta de la última sesión —cuya lectura se obvia casi por definición—. Y por si algo faltara, sus errores fueron alimentados por la pésima conducción de la discusión y el desahogo de la sesión por parte del presidente de la Mesa Directiva, el priista Samuel Gurrión Matías.

Vale la pena desmenuzar esa cadena de errores que son muestra de la ignorancia de los propios diputados —y de sus respectivas áreas técnicas— de los principios y procedimientos que rigen la vida parlamentaria, y de cómo ante la combinación de esos yerros ocurren discusiones estériles —y chabacanas— como la que ahora señalamos. ¿Por qué tantos errores juntos? Porque, de nuevo, prefieren el show a la posibilidad de generar una postura real y civilizada de oposición, como pudiera esperarse de un partido que, como Morena, se concibe como un opositor sistemático al PRI.

¿De qué hablamos? De que, de inicio, era imposible que los seis diputados de Morena pudieran revertir la propuesta realizada por la Mesa Directiva de que se obviara la lectura del acta de la sesión previa. Según los diputados inconformes —seis de 42, que componen el pleno del Congreso—, exigían que se diera lectura al acta de la sesión anterior porque ellos desconocían el contenido de la misma no sólo en el documento, sino porque tampoco fueron convocados a dicha sesión.

Aunque el Presidente de la Mesa Directiva —Samuel Gurrión— pudo haber simplemente aplicado la norma respectiva para llevar la propuesta a votación y dar por superado el tema, su impericia provocó una discusión bizantina sobre si debía o no darse lectura a las actas. De hecho, permitió que varios diputados tomaran la palabra a favor y en contra de la propuesta, sin que eso fuera una obligación, para finalmente someter a votación la aprobación de las actas con la dispensa de la lectura de las mismas.

¿Por qué sí habría podido hacerlo desde el inicio? Porque los diputados de su partido, y los de todas las demás fuerzas políticas que sí acudieron a la sesión del 1 de diciembre, respaldarían la aprobación de dichas actas, con la dispensa de lectura respectiva. Esos diputados —de las fracciones del PRI, PAN, PRD, PT y los que no integran fracción parlamentaria— habrían hecho, desde el primer momento, una mayoría muy superior a simple (esa que se conforma de la mitad más uno), que exige la ley para dar por válida una decisión de ese tipo.

TORPEZAS

Luego de ese primer intento, los diputados de Morena subieron a la tribuna para reprocharle a Samuel Gurrión por no haberlos convocado a la sesión antes referida. La chabacanería la puso la diputada María de Jesús Melgar Vásquez, quien subió al área de la Mesa Directiva con una cartulina que, literalmente, decía: “Hoy si nos comvocas a sesión Sami Gurrión o nos vemos en Cortv”. El error ortográfico era evidente. Y aunque como acto político la protesta podría ser llamativa y evidenciar la molestia de los diputados de Morena, lo cierto es que si el acto tenía como intención generar algún tipo de consecuencia, en realidad lo que estaban haciendo los legisladores morenistas, es simular una inconformidad para convalidar el acto por el que según se sienten agraviados.

¿De qué hablamos? De que, como casi siempre ocurre, la inconformidad de los morenistas fue la pose para convalidar el acto por el que según se duelen. De haber un intento de oposición real, los diputados habrían tratado de impugnar la legalidad de la sesión a través de mecanismos jurisdiccionales, partiendo del hecho de que no fueron convocados, y quizá después alegando posibles inconsistencias en el cumplimiento de los requisitos esenciales para el desarrollo de la sesión.

ESTULTICIA COMÚN

Sin embargo, lejos de eso —y de saber que cuando se es minoría, dentro de otra minoría, hay muy poco margen de maniobra jurídica—, los diputados de Morena prefirieron una protesta sin derroteros, sin capacidad de incidir en los mismos asuntos por los que se dicen inconformes, y sin siquiera la posibilidad de ser tomada en serio por la opinión pública. Eso fue lo que pasó, y eso se alimentó —de nuevo— por la ignorancia del diputado Gurrión de las normas que rigen la discusión y el desarrollo de las sesiones del órgano legislativo, que aduciendo ‘condescendencia’ permitió que ese circo creciera y trascendiera cuando no había ninguna necesidad, y ninguna razón o fundamento legal, para que ello ocurriera. Algo lamentable, desde donde se le vea.

 

Negociar con la Sección 22: AMH no debe cruzar la frontera de lo político

muratcito22

+ Discrecionalidad, porque la S22 siempre busca negociar la ley y la justicia


Ayer ocurrió un primer encuentro importante entre el gobernador Alejandro Murat Hinojosa, y la dirigencia de la Sección 22 del SNTE. Hubo expectativa no sólo por ser uno de los encuentros cruciales que determinarán la educación, sino porque ello resulta relevante para la gobernabilidad del Estado en el mediano y largo plazo. Era evidente el imperativo del nuevo gobierno por iniciar el diálogo con el magisterio; pero también era necesario que la Sección 22 estableciera interlocución más allá de sus desencuentros con la administración anterior. Parece, además, que unos y otros van entendiendo que seguir instalados en que el conflicto es “patria o muerte” no los llevará más que a pérdidas comunes. Ahora, para evitar consecuencias nocivas para Oaxaca, lo que debe quedar bien clara es la frontera entre el diálogo educativo —incluso en temas laborales y salariales—, y la negociación de la ley.

En efecto, ayer al mediodía se estableció una primera mesa de trabajo entre la dirigencia de la Sección 22 del SNTE, y representantes del gobierno estatal, encabezados por el propio gobernador Alejandro Murat. El encuentro se realizó en un salón del teatro Macedonio Alcalá —un espacio de los perimetralmente ocupados por el plantón permanente de la Sección 22— y ocurrió a puerta cerrada. Esta circunstancia generó suspicacias por la añeja tradición de dialogar en secreto con el objeto de negociar la ley, en temas que no son los propiamente educativos. Horas más tarde, al terminó el encuentro, el gobierno emitió un comunicado en el que estableció claramente los puntos a tratar y la forma en cómo se procesarán para tratar de generar una mejor relación entre el gobierno y las bases magisteriales.

“En estricto apego a la Ley —establecía el comunicado—, el Gobierno del Estado se comprometió –bajo un esquema financiero responsable- a regularizar la situación laboral de los trabajadores de la educación que comprobaron estar laborando, previa revisión realizada escuela por escuela por personal del IEEPO. El gremio magisterial se comprometió a no afectar el calendario escolar y cumplir con su trabajo en las aulas. Asimismo, se acordó el calendario de pago de los adeudos con los trabajadores que serán regularizados”. Esto, dijeron, para dotar de certeza laboral a 3 mil 699 trabajadores de la educación, entre personal docente y administrativo, que comprobaron estar en servicio.

En otra parte, sustancial, el comunicado de referencia señalaba que “para regularizar su situación laboral, los 2 mil 401 trabajadores docentes y mil 298 administrativos, las autoridades educativas federal y estatal los contratarán inicialmente con una plaza temporal, en tanto se valida su antigüedad  y son convocados a los procesos de evaluación que por Ley corresponden. Lo anterior permitirá, bajo los causes normativos correspondientes, brindar certeza laboral a las y los trabajadores de la educación, que es uno de los principales objetivos de la Reforma Educativa”.

Todo esto, además de dejar en claro que esta negociación no implica que esos trabajadores queden al margen de la vigilancia administrativa del IEEPO, ni tampoco que los egresados de las escuelas normales vayan a recibir plazas de trabajo sin participar en los procesos de evaluación de ingreso a realizarse en las semanas siguientes.

ENTENDERSE, NO COLUDIRSE

La Sección 22 entendió, a lo largo de los últimos años, que cualquier forma de negociación con el gobierno estatal tenía como precondición el sometimiento de la autoridad estatal a los designios, caprichos ocurrencias o de la dirigencia magisterial, o de sus corrientes ideológicas, o hasta de la dirigencia seccional. Esta relación, por demás alimentada por Gabino Cué —que se dedicó a tolerarlos hasta la ignominia, para después romper relaciones casi por completo luego del 21 de julio de 2015— debía cambiar, porque a pesar de todo lo que ha pasado, la reforma educativa sigue ahí.

Hoy, a estas alturas, es claro que la Sección 22 no puede seguir instalada en la exigencia de la abrogación de la reforma educativa, sino más bien —algo lógico para todos, menos para ellos— comenzar a buscar los esquemas que le permitan el bienestar a sus trabajadores. Lo acordado ayer con el gobernador Murat, es una clara muestra de un sindicato preocupado por la estabilidad y certeza laboral de sus agremiados y, de cumplirse el compromiso relacionado con el ciclo escolar, también sería una importantísima muestra de voluntad por encima de la obcecación mostrada en los últimos años por considerar su lucha a partir de la lógica del todo o nada.

En el fondo, lo que el gobierno de Alejandro Murat debe cuidar es que el diálogo no traspase los linderos de la negociación política y mucho menos pase a los intentos de negociación de la ley. Era sano y deseable que todos pugnaran por la revisión del personal que trabaja —algo que dice la Sección 22 que puede demostrar, pero que también el IEEPO debe revisar puntualmente—; pero de eso, a negociar la liberación de sus “presos políticos” o la búsqueda de espacios de privilegio, hay un trecho grande que no debe cruzar la nueva administración si quiere construir una relación productiva, y si de verdad desea alimentar su legitimidad frente a los oaxaqueños.

DE PENA AJENA…

Una cartulina, mostrada por una diputada de Morena, ayer en la sesión ordinaria del Congreso local, en la que retaba al insufrible de Samuel Gurrión, a no “imvitarlos” (sic) a otra actividad relevante como la del 1 de diciembre. Tan malo el pinto, como los colorados.

¿Entenderán los nuevos funcionarios la practicidad del Gobernador?

gaalejandro

+ Primer mensaje: no habrá tolerancia a escándalos ni costos políticos


Desde el momento en que tomó el cargo de gobernador, Alejandro Murat fue enfático al afirmar que su estilo de gobierno es particular. La pauta la dio desde el hecho mismo de su toma de protesta, que la hizo con la necesidad básica de cumplir con la Constitución, pero sin la parafernalia que habrían deseado casi cualquier otro personaje, que habría decidido pagar el costo de una asunción confrontada. Ante esta, y otras muestras de practicidad, ¿sus propios funcionarios —recién designados— habrán ya entendido que esa forma de gobernar los pone en una situación de cumplir, o ser separados de sus cargos?

En efecto, en sus primeros días de gestión, el gobernador Alejandro Murat ha tomado varias decisiones cargadas de pragmatismo, como parte de lo que él mismo ha denominado como un nuevo estilo de gobernar. La primera decisión fue la de la toma de protesta, pero no ha sido la única. Ayer, por ejemplo, dio el banderazo de salida de las Unidades Móviles, que habían funcionado hace dos administraciones y que, por ese solo hecho, habrían sido impensables para otro gobernante que pensara más en los mensajes políticos que en las demandas y necesidades de la ciudadanía.

Ha tomado también algunas otras decisiones que de entrada no han dejado del todo contento a su primer equipo de trabajo, a partir de la idea de que no se cumplieron ciertas expectativas en el nombramiento de funcionarios. más allá de los enojos y los berrinches, lo que todos deberían ver —los beneficiados con alguna posición administrativa, y los que no— es que esa practicidad los puede alcanzar cualquier día y, quizá, casi por cualquier circunstancia. ¿De qué hablamos?

De que, por un lado, decisiones como la de la toma de protesta o la de la reimplementación del esquema de las Unidades Móviles para el Desarrollo —ahora sólo denominadas como Unidades Móviles, y sectorizadas a la Secretaría de Desarrollo Social y Humano— dejan ver que el Gobernador asume su legitimidad no a la vieja usanza de tomar decisiones independientemente de la magnitud de su costo político, sino que más bien ha buscado demostrar que su legitimidad le permite tomar decisiones que no pasan por hacer ningún tipo de demostración de fuerza.

Parece un juego de palabras, pero mientras otros gobernantes se atrevieron a decidir voluntariamente mal sólo para demostrar poder, para después —a la vieja usanza— “volver a mandar”, Murat Hinojosa está decidiendo no demostrar su poder con caprichos, sino con decisiones de gobierno. Esas decisiones pragmáticas se demostraron a través de una toma de protesta austera y concreta, que sólo buscó cumplir con las formalidades que establece la Constitución independientemente de lo que pensaran u opinaran sus opositores, panegiristas o detractores.

Al final, en la lógica del Gobernador, lo que importaba era la Constitución muy por encima de las opiniones o de una posible confrontación violenta sólo por el capricho de querer tomar protesta en el edificio del Congreso, con la parafernalia propia que no hubieran querido dejar otros gobernadores al tomar el encargo.

QUE TOMEN NOTA…

Una más de esas decisiones fue la tomada alrededor de las Unidades Móviles. Ese fue, del gobierno de Ulises Ruiz, el programa más útil y recordado por la ciudadanía. Lo fue porque a través de caravanas, la gente recibió en aquella administración servicios médicos, odontológicos, del Registro Civil, de desarrollo rural, despensas y muchos más, que desaparecieron no porque fueran inútiles, sino sólo porque a Gabino Cué no le pareció la posibilidad —política— de continuar el programa estrella de Ulises Ruiz, aún cuando el costo lo pagaran los oaxaqueños que se quedaron nuevamente olvidados y sin esos servicios, que ahora Murat Hinojosa retomó a pesar de que el ex gobernador Ruiz ha sido su mayor crítico dentro del PRI, y de que, de hecho, intentó cerrarle el paso en la carrera interna del tricolor para la definición de la candidatura a Gobernador en Oaxaca.

¿Entenderán todo esto los funcionarios recién designados? Vale repasar tres ejemplos que, por sus antecedentes, en los primeros días de gobierno comienzan a verse como potencialmente problemáticos, y que a menos que entiendan a cabalidad el mensaje, durarán poco tiempo en el gabinete del Gobernador del Estado, a partir de la idea de que, a diferencia de mandatarios como Gabino Cué, él no estará dispuesto a pagar costos políticos por otros, que decidió no pagar ni por él mismo.

Uno es Alejandro Avilés, que fue nombrado secretario General de Gobierno, aún cuando carga un fuerte desgaste por la larguísima cadena de señalamientos que pesan en su contra en el interior del Estado por la venta de candidaturas al interior de su partido, y más recientemente por su intrigante papel en el Congreso del Estado. Con todo ese lastre, Avilés está obligado únicamente a desempeñar un papel excepcional como encargado de la política interna del Estado, antes que tratar de intentar cualquier acción que le importe señalamientos como los de su pasado. Esta tentación, lo llevaría fácilmente a ser cesado, por un Gobernador que, como lo hemos dicho, ha demostrado no querer cargar con esos señalamientos sólo para mantener un compromiso político.

ESCÁNDALOS

En su nivel, dos servidoras más fueron designadas en medio de señalamientos: Montserrat Heinze y Lucía Raquel Alberto Marín. Las razones van desde sus definiciones políticas del pasado, hasta señalamientos de corrupción en anteriores encargos. ¿Entenderán también que si no remontan estos primeros problemas, nadie las podrá sostener en sus encargos?